Capítulo 47. Fiesta, espíritus y mata abejas
—Shhh —digo a Cenit quien me apoya contra la pared—. Debemos ir abajo en breve.
—Tenemos 30 minutos Juanjo, no está nadie, todos o, se están alistando o ya están trabajando abajo.
—Te gusta tentaron ¿verdad? —digo entretienes cuando la agarro de su cabeza y la beso, tal como a ella le gusta, apretando mis dedos entre sus cabellos.
Ella suelta un delicado gemido, el que termina por avisarme de que esto va a suceder.
—Déjame poner seguro —digo en lo que me acerco a mi puerta y le echo llave.
—Desde anoche que te tenía ganas —la chica habla con ese tono tan sexy y lleno de calor, que ya estoy empalmado pensando en el deseo retenido—. Pero debía esperar a que te recuperes.
—¡Estoy más que sano! —digo cuando desabotona mi camisa y baja con sus labios dejando pequeños besos en mi piel —¡Agg! ¡Espera, espera!
—¿Qué pasa? —pregunta asustada.
Yo solo miro a la chica que se acaba de poner de rodillas, la beso tomando su cabello, y haciéndole una coleta con la gota que traía yo en mi muñeca.
—Solo que me encanta ver tu rostro cuando haces eso... —digo
Ella sonríe, y finalmente desabrocha mi pantalón, pasa su mano sobre mi miembro, en lo que aparta mi bóxer y se lo lleva a la boca.
Sus ojos están mirándome, el fuego me quema al percatarme que succiona la punta y luego hace su recorrido.
—¡No dejes de mirarme a los ojos! —digo y la sostengo de la cabeza —. ¡Me encantas! Sigue, sigue...
La chica obedece ante mis súplicas, no deja de mover su cabeza y mi cuerpo entero se sacude cada que aprieta sus labios.
Se abre el cierre delantero de su vestido de cuero y sus senos quedan al descubierto, mientras su boca sigue aprisionandome.
La agarro de su cabeza, la muevo a mi ritmo y se deja. Luego de un tiempo, la separo de mi, la tomó de la cara y hago que se ponga ante mi.
Aprieto su cuerpo contra la pared en la que ella me tenía aprisionado, beso Sue cuello, y voy a la aureola de uno de sus pechos. De manera casi instantánea suelta un quejido de placer, en lo que meto mi mano en su braga. La humedad empapa mi dedo y eso hace que no dude en llevar la yema hasta su clitoris.
Masajeo con suavidad, tal como ella me enseñó, y sin dejar de pasar mi lengua sobre su pezón, muevo mi dedo.
—Ah, ah, ah —su voz es cálida, suplicante y yo me derrito, pero si algo me enseñó ella es que debo ser paciente, que vale la pena llevar al fuego al máximo —. Juanjo... El tiempo.
—Hay tiempo... tú querías esto, y estoy acostumbrado a hacer bien mi trabajo.
Me pongo de rodillas, en lo que ella se lleva una mano a su boca y se muerde el dedo índice cuando levanto una de sus piernas sobre mi hombro.
Entierro mi rostro en sus labios, mientras mi lengua va a su clitoris. Primero paso de forma suave y genero calor. ¡¿Cómo es posible que me excite aún más?!
—¡Eres un buen estudiante, Rompe huesos!—suelta en un quejido de placer.
—Lo soy —digo en lo que me separo. Sus dedos están en mis cabellos, por lo que regreso a mi tarea. Esta vez succionado.
—¡Juanjo! ¡Por loa dioses! No pares, no pares, no pares.
Obedezco y continuo hasta que siento las sacudidas de su cuerpo. Ella gime mi nombre y alguna que otra grosería pero me pongo de pie, la llevo hasta mi mesa de luz, y hago que se apoye con las manos ahí.
—¡Amo que hagas esto! —dice casi ida
Le doy un pequeño golpe en la nalga y hace que suelte un suspiro de placer. Miro su espalda, cubierta por el cuero, no es lo que quiero ver. Así que levanto la tela y ahora si, puedo saborear su cintura y esa curva en su espalda.
Me introduzco en ella de golpe. La facilidad con que lo logro es indicador de lo bien que lo estamos pasando. Esa humedad me encanta.
—¡Juanjo! ¡Mierda! ¡Sí!
Comienzo a moverme con rapidez, en lo que ella se sostiene con fuerza de la mesita de luz y le escapa gemidos muy elevados. En otra ocación me daría miedo, pero ahora, no me importa. Quiero que siga gritando mi nombre.
—¡Ah! ¡Ah! Sí, eres bueno en esto, sí que lo eres.
—¿Te gusta? —pregunto con el ego elevado.
—Me encanta, ah, ah, ah, ah....
La tomo de la cintura con fuerza ya embisto con mayor fuerza. Porque me encanta escucharla.
Finalmente me salgo, la volteo, traigo su cuerpo al mio, ella toma mi miembro en sus manos y va de arriba a abajo, en lo que yo la beso. La sostengo de nuevo de la cintura y esta vez la levanto y vuelvo a apoyar contra la pared. Me introduzco en ella y comienzo a moverme, en lo que me rodea con sus piernas mi cintura y sus brazos mi cuello.
Aprisiono de nuevo uno de sus pezones en mi boca y el sin fin de improperios que salen de su boca solo terminan por excitarme más.
—¡Dioses! ¡ah! Como es que eres tan genial?
—Tuve la mejor maestra — digo en lo que la sostengo y la arrojo en mi cama, me subo sobre ella, separo sus piernas y la vuelvo a penetrar, esta vez, estamos cara a cara—. Mírame —ordeno
—Mmmmm así? —pregunta poniendo sus ojos en los míos.
—Así, no dejes de verme, porque voy a llegar, y lo vas a hacer conmigo —aprieto su cuello con una mano—. Quiero verte a la cara cuando tu cuerpo se sacuda de placer.
—Así me gusta, estas llevando las lecciones más lejos de lo que pude imaginar... ¡mierda! —suelta la palabra con su quejido de placer—. Sigue, sigue por favor
Su súplica es mi petición, por supuesto que lo hice, me moví con fuerza y placer. Nuestros gemidos se solapaban, nuestros cuerpos sudaban y ahora no existía nada más que el rostro de la bella chica.
—¡Juanjo! ¡Por los dioses! Si, si, si... ah... voy a llegar, voy a...
De nuevo su cuerpo se sacudió y esa fue mi señal, me aparté y mi yo también llegue. Sobre su vientre me solté. Ella seguía sacudiendose de placer. Y yo solo atiné a besarla.
—¡Ahora debemos volver a bañarnos ! —digo
—Bañemonos juntos, —insiste y me gusta la idea.
—Vamos.
La ayudo a ponerse pie, se quita el vestido, lo tira sobre mi cama, y me vuelve a dar un beso. Se adelanta en dirección al baño de la habitación, y sólo me queda admirar ese tatuaje del 7mo.
—¡Eres demasiado hermosa, carajo! Suelto y camino tras ella.
Los golpes a mi puerta, hacen que me de un mini infarto, pero a Cenit le da igual. Me arroja una toalla y toma mi bata, se la pone y yo rodeo la talla a mi cintura.
La chica se atenta a mi y va a abrir la puerta. Es Rodrigo.
—Los esperamos... ¿Se apuran? —pregunta—. Parece que abajo tenes una situación... un poco, inusual, para ser nuestro primer evento
—¿Por? —pregunta Cenit
—Llegaron espíritus... que no son de aquí... y hay un par de mata abejas como visitantes...
—¡Por el añakua! —digo—. Nos vamos rápido, ¿Y Luriel?
—Manejando la situación, pero convocó a reunión para saber que haremos.
—En breve, estaremos allí —responde Cenit.
Quiero completar la idea, pero quedo congelado al ver a Jose pasar de largo.... ¡Con un demonio! Seguro que esa chica escuchó toda nuestra fiesta.
Respiro, cierro la puerta y voy a baño de una vez.
No, esto no debía pasar así, Jose no debía estar aquí... ¿Qué digo? Primero la seguridad del grupo luego las emergencias del corazón.
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