Capítulo 4. Una visita
—No... —digo mientras me seco el sudor.
Jaguareté, Makaguá y Taguató Ruvichá vuelven a sus posiciones, rodeandome.
—Luriel, por lo menos 10 minutos —suplica Vega.
—No, ya dije... ustedes, otra vez —ordeno.
Me saco la musculosa que traigo puesta y la ato en mi cabeza para contrarrestar el calor del sol.
—Ahora —grito.
Los espíritus me atacan, y yo comienzo a esquivarlos, picotazos vs. patadas. Makaguá me arroja fuego, Jaguareté me sigue con sus garras en su forma animal y Taguató con sus afiladas uñas, una que otra vez llegan a arañarme, pero los esquivo con agilidad y les devuelvo el golpe en cuanto me permitan.
Consigo derribar a Jaguareté, inmovilizar a Makaguá y tirar a Taguató contra un árbol.
Esa, si es mi señal para parar, porque el sonido que salio del ave fue de dolor. De inmediato corro hasta ella y voy a socorrerla.
—¡Mierda! —digo con enojo—. Lo siento tanto Taguató —digo al ver que le lastimé un ala.
—¡Eres un idiota engreído! —me grita Vega mientras camina hacia mi y me aparta para socorrer a Taguató quien de inmediato le baja la cabeza para que ella le acaricie.
—No era mi intención... —me disculpo cuando veo que comienza a invocar su equipo de para preparar una cura.
—¡Cállate! Que hace media hora te vengo suplicando que pares al menos unos minutos —su mirada me da miedo.
Yo levanto ambas manos y quedo mirando atento como comienza a realizar una masa con hierbas y reciba.
—Ko pohã ojapota porã nde kanguèpe —dice sobre su pasta y está comienza a brillar de un color rojizo.
Coloca la pasta sobre el Ala de Taguató y este en un instante despliega todas sus plumas y comienza a graznar de felicidad, y la verdad que ahora estoy más tranquilo.
—Taguató, en serio los siento tanto...
—Dale un picotazo al testarudo este —dice Vega y el ave obedece.
—¡Oye! —me quejo.
—Ni un reclamo —dice Vega devolviendo su equipo haciéndolo desaparecer—. Te lo mereces. De verdad Luriel, eres un terco cuando quieres.. un... —queda mirándome respira profundo y se pone recta—. Ve a almorzar, date un baño y ponte de nuevo una remera.
—¿Por? Estoy cómodo así —reclamo mientras hago un gesto a mis espíritus para que vayan a descansar.
—¡Por qué te lo ordeno! —grita mientras camina hacia la choza.
—¡Eres una pésima compañera de equipo!
—Y tú un desconsiderado! —grita más fuerte mientras se mete a la casa.
Miro al cielo y respiro profundo, no pensé que seria tan complicado convivir con alguien. Ayer todo era felicidad, hoy no logramos hablar sin discutir.
Decido que voy a ducharme primero, así que camino hacia las duchas que había armado Zunú. Entro a el habitáculo que no tiene techo, apenas y es un cuadrado de madera que deja al descubierto mi cabeza y mis pies.
La ducha está hecha de madera y los caños de tacuara. La llave es un mecanismo curioso que parece una Palanca, cuando se levanta el agua comienza a salir y es bombeada desde un manantial que tenemos cerca.
El agua sale fría, y que por un segundo me da ganas de no meterme bajo ella, pero al final lo hago, y mis músculos lo agradecen.
Estoy entrenando desde que salió el sol, porque anoche luego de haber ejecutado el plan para atemorizar a Franco, recibimos que Irama está ayudándolo, con solo su don de palabra logro derribar la protección de mis aliados. Lo que significa que esa mujer va a preparar para la guerra a los suyos. Y yo debo estar listo.
He pensado una y otra vez en cual podría ser ni plan de ataque, si centrarme en ellos, en los mata abejas, en Carina, o en Sabrina que no tengo idea aún de a qué bando pertenece.
He pensado una y otra vez cual debería ser mi próxima acción pero no logro centrarme.
Cierro la llave de la ducha y Carajo, olvidé traer ropa y la que tengo esta llena de sudor, pero lo peor, es que no puedo invocarla porque no marqué mis pertenencias para llamarlas...
Miro por arriba y veo mi toalla colgada en el tendero, son 10 pasos por la toalla, en medio del bosque... donde se supone que no hay nadie...
Me arriesgo.
Voy corriendo agarro la toalla y me la enredo en la cintura.
—¡Vaya! —escucho decir una voz femenina.
Me volteo con rapidez y veo a la cazadora sentada sobre una roca.
—¿Qué haces aquí? —me pongo en posición de pelea.
—Aunque quisiera ver como peleas desnudo... tristemente mi tiempo es reducido. Solo vengo a dejarte una invitación... ella me entrega un papel lo tomo sin dudar y me ofrece una sonrisa—. Lleva a la chica... te va a ser de ayuda. Y puedes ir así, no nos importan las formalidades.
Cuando dice eso, desaparece.
En eso de la casa sale Vega con su arma una lanza de serrucha en mano, debió haber sentido el despliegue de poder que lanzó la cazadora al desaparecer.
Cuando me ve pone los ojos en blanco y me vuelve a gritar.
—¡Vístete de una puta vez!
—Ya estaría en mi cuarto con ropa si no fuera por la cazadora —reclamo y voy tras ella.
—¿Qué quería? —pregunta volteando con rapidez, yo le entrego el papel, que aun no leí, me adelanto y entro a la casa.
—Tenemos una invitación, no sé qué, a qué, ni dónde.
—Al bosque de Mbarakajú... —dice ella mientras tomo la ropa que me voy a poner—. Esta noche... ¡Carajo! Aún vamos a seguir solos... y es muy peligroso.
—Sí tienes miedo no vayas —reclamo.
—Miedo me da seguir sola en esta casa contigo, no tienes el más mínimo respeto.
Salgo de mi habitación ya vestido, despeino mi cabello y luego abro mis brazos para mirarla con incredulidad.
—Me puedes decir que te pasa?
—¡Qué yo no soy tus socios! Tus amigos, o con quien sea que estés acostumbrado a andar semidesnudo por la vida.
Me quedo quieto, rayos, no lo pensé. Es decir, me da tan igual que no me puse a pensar que a Vega le molestaría o que precisaría más pudor.
—¡Lo siento Vega! No quería incomodar... —digo.
—Es más que solo incomodar. —dice con enojo mientras baja su lanza.
—Esto es un error... voy a solicitar un cambio con Yara el día de hoy.
Vega de verdad está nerviosa, y comienzo a entender.
—Por favor, no —pido, cierro los ojos y respiro profundo.
—Tú pides que no, pero no tienes idea lo horrible que me siento Luriel. Se supone que podría... pero no, aquí estoy como tonta soportando y preocupada por ti. A niveles que no quiero.
—Vega... por favor.
—Voy a relajarme un rato —dice mirando la mesa—. Voy a ducharme, sí? Y ya hablaremos con más tranquilos...
—Vega... por fa, solo acompáñame esta noche, y luego decides ¿sí?
—Está bien...
Dice sin mirarme y saliendo de la casa.
Mierda, ¿Cómo hago para que Vega no pida relevo con Yara? Si eso pasa, va a ser igual o peor de como vamos, y la verdad es que me siento bien con Vega aquí.
De algo me tiene que servir la visita de la cazadora. Ojalá logre hacer que no quiera huir. Algo, en mi, mi intuición dice que debo permanecer cerca de la hija de Carina.
Ojalá sobrevivimos al mal de barco.
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