Capítulo 32. A tus pies
Camino entre los trabajadores que están arreglando el lugar que Luriel acaba de comprar. Se nota nuestra nostalgia por el estilo del internado, porque todo el diseño está inspirado en los ostentoso y sofisticado.
Alzo la vista y veo a Vega dando indicaciones como toda una arquitecta a un grupo de trabajadores. Se nota que le apasiona esto. Del otro lado Rodrigo está sentado con Zunú, ambos con sus computadoras teclenado a lo loco, deben estar con noticias nuevas del internado.
A veces me siento inútil en medio de este escenario, pero luego recuerdo que soy el maldito rompe huesos y que mi labor principal es cuidar y proteger a los míos cueste lo que cueste.
Gustavo entra con Luriel, ambos parecen preocupados, van hasta Rodrigo y Zunú, cuando comienzan a hablar veo como sus expresiones se suavizan y hay alivio de nuevo.
Camino en dirección a ellos, para averiguar que está pasando, pero soy interceptado por Cenit.
—Juanjo... —dice y su voz hace que me sienta enloquecido, volteo y la miro sin poder hablar—. Me ayudas con algo.
—Por supuesto ¿Qué necesitas, amiga? —digo está última palabra recordando la última vez en el helicóptero. Estoy seguro que ya sabe que me gusta, pero no puedo evitarlo.
Ella me inspecciona por un segundo para luego sonreír con burla.
—No sabia que eras rencoroso, ni que te iba a doler tanto...
—Lo siento —me siento estúpido, eso me pasa por actuar por impulso—. No me hagas caso, a veces hablo más rápido de lo que pienso.
—Sí, eso me gusta.
<<Woooow, espera, cerebro, dijo que me gusta que sea así, no que yo le gusto, tranquiiiilooo>>
—Awww estas rojo —dice e intento irme pero me detiene—. Lo siento, lo siento. Vamos —me siento afortunado en este momento porque me está tocando, estoy por volverme loco, creo que me gusta jugar al chico penoso, aunque no sea intencional mi reacción.
Caminamos con Cenit hasta un pasillo que conecta la discoteca con el pasillo que da a las escaleras que nos conecta a nuestra casa, por que vivir arriba de una discoteca es la mejor opción de la vida.
—Aquí, y aquí —me señala en su tableta y luego en las paredes del pasillo —Siento que esas cámaras ganan muchos puntos ciegos.
Miro el video de la tableta, cambio a la otra cámara y tiene razón, hay un punto ciego importante en ambas cámaras.
—Cambiemos estas por las convencionales, y pongamos 3 en vez de 2, estas que son 360 pierden definición, por eso es que no alcanzamos a ver en estos ángulos. —digo señalando los lugares en el video.
—Genial, por eso eres el jefe de seguridad. —la miro mientras apunta los cambios.
¡Por los Dioses! Es increíble, veo su belleza, pero no me quedo con esa única información, aprecio esa rudeza con la que maneja las situaciones que ha liderado en misiones, y cómo a pesar de estar sucios, sudados y rodeados de polvo, olor a pintura y hierro quemado su perfume sobre sale y se impregna en mis fosas nasales para hacerme entender que es perfecta.
—Juanjo —me llama Zunú y mi burbuja explota, giro y lo veo recostarse en la puerta—. Luriel te necesita.
—Voy.
Salgo y me dirijo hacia dónde está Luriel, pero antes de retirarme por completo escucho a Cenit decirme algo más.
—Cuando termines, te espero arroba, Juanjo.
¿Estoy soñando? No me da tiempo de decir nada, ella se va y mi cuerpo por inercia continua su camino.
Llego hasta donde se encuentran Luriel, Gustavo y Rodrigo los tres solo miran la computadora y al percatar que estoy allí, mis amigos se ponen de pie, en lo que mi hermano continúa trabajando.
—Tenemos noticias —habla Luriel algo eufórico, Gustavo no me mira —. ¿Ya viste la Interapp?
—No, perro, estoy trabajando aquí, por si no lo haz notado.
Me da un sape fuerte, a lo que respondo sobandome.
—Tratame con amor, ¿quieres? —le reclamo y él solo me da otro sape—. ¡Ya! Habla.
—Josefina se había perdido del internado
No siento mis piernas, y ahora entiendo porqué Gustavo no me mira, mierda, mi corazón late con fuerza. Intento preguntar, conectar mis neuronas , pero nada.
—Ya sabemos dónde está —dice Luriel, vuelvo a observar a Gustavo para analizar su reacción —. Orkias solicitó que Vega vaya esta tarde a la cabaña para ayudarla, está agotada, hizo una invocación de sangre muy poderosa.
>>Como Vega es quien sabe hacer eso... pues. Necesito que nor organicemos, Vega no puede ir sola.
—Y tú no puedes salir de aquí —le recrimino—. Es mejor tener 2 objetivos seguros por separado a exponer a ambos en el viaje, para más no tenemos favores de Pombero, ninguno... y tus poras están agotados como para invocar una protección tan grande.
—Queremos soluciones perro, no problemas. —dice Luriel enojado.
Trago fuerte, sé lo que quiero, y es justamente lo contrario lo que voy a hacer.
Deseo, con cada célula de mi cuerpo ir junto a ella, quiero verla, abrazarla y preguntarle si está bien, si necesita que la acurruque mientras se recupera... y eso no puede ser posible.
—Qué vaya Gustavo y Yara —digo apretando mis puños con fuerza a tal punto que siento mis uñas en la piel de mis palmas.
—¿Por qué? —pregunta Luriel, mientras Gustavo me mira con sorpresa.
—Por sus marcas, Gustavo y Yara complementan sus poderes, Yara a parte sabe cortar cabezas... y Vega necesita estar muy protegida, Gustavo tiene a parte un arma poderosa, puede invocar el fuego y hablar con los animales salvajes del bosque.
Ellos afirman, Gustavo se ve realmente emocionado y yo solo me siento nervioso y con ganas de decirle que me encantaría partirle la cara por su fortuna, que lo aproveche, porque no sé si volveré a tener piedad o fuerza de voluntad para tomar esta decisión.
Respiro, <<¿Cómo? Tanto es lo que siento por Josefina como para poner en la cuerda floja una amistad de años>>
Parpadeo y respiro voluntariamente para ver si de esta manera despejo mi mente y buscar la manera de transitar este sentir.
—Bien, —Luriel me da una palmada orgulloso—. Y tú—apunta a Gustavo —. Más vale que cuides a Vega y a Josefina...
—No lo dudes. —responde Gustavo y yo aún tengo la respiración agitada.
—¿Y cuál es la estrategia? —pregunto nerviso—¿La van a traer cuando esté mejor?
—No —responde Luriel de manera tajante—. Que Jose se quede con Mortel y Orkias, mejor que esté escondida y lejos de la vista, a demás aún nos falta entender qué tipo de invocación hizo, y si no seamos tontos, quien escribe nuestras historias tiene un sentido del humor particular, así que es probable que Jose sea muy importante ahora.
—Concuerdo —digo—. Mejor que se mantenga lejos.
—Bien, —Gustavo se pone recto—. Voy junto a Yara y Vega, salimos en 15 minutos ¿Está bien?
—Más que perfecto —respondo entre dientes. Luriel también afirma.
Mi amigo se retira y quedamos Luriel, Rodrigo y yo. Mi hermano aún teclea, ahora con Zunú, no entiendo que carajos hacen, pero de que están trabajando están trabajando.
—Bien —Luriel se pasa ambas manos en la cabeza—. Yo voy a trabajar con mis pendientes.
—Deja de beber Coca Cola Luriel —acuso.
—No... —responde y se aleja.
Me dispongo a retirarme, pero la voz de mi hermano me detiene.
—Buen trabajo, hermano... —Lo miro porque no entiendo—. Casi, casi no se nota que morías de ganas por ser quien vaya tras la Ninfa.
—Cállate —ordeno con enojo.
—Sí, Cállate Rodrigo —Zunú habla riendo—. Por cierto, campeón, Cenit te espera... a ver si se te pasa el mal humor.
Me paso la lengua sobre el labio húmedo, y sin dudar, ni despedirme, voy en dirección a nuestro refugio.
Paso por el pasillo y ya veo a un par de trabajadores instalando las nuevas cámaras. Subo las escaleras, y este lugar es otra cosa.
La sala común y la cocina es un solo ambiente, las luces del sol de la mañana alumbran con vigor transmitiendo energía y alegría. En la esquina hay un altar a Kuarahy, del otro lado a Ñamandú.
El incienso de lavanda predomina a las mezclas de olores que hay, y en las puertas de vidrio están colgados los atrapasueños que tejió Zunú para protegernos.
Camino hacia el pasillo que conecta a los cuartos, este lugar parece haberse diseñado para nosotros. Quizás para más, porque hay cuartos de sobra.
Llego al cuarto que corresponde a Cenit y golpeó un par de veces.
Nadie responde, vuelvo a golpear y el silencio me asusta.
Sin dudar abro la puerta, no tiene llave, el pavor me llena la mente al ver el cuarto vacío.
—Cenit, Cenit... —llamo pero nada de respuesta.
Irrumpe a la habitación con desesperación, doy una vuelta alrededor de la cama para ver si no se ha desvanecido o algún rastro de batalla.
Nada.
—¡Mierda! —mascullo y me preparo para ir a dar alerta amarilla a mis compañeros.
Me apresuro en salir de la habitación, pero mi cuerpo choca contra Cenit quien viene entrando.
—¡Oh! Estás bien —afirmo.
—No sonó a pregunta, Del Valle, y me pisaste el pie, no, no estoy bien.
—Lo siento, es que entré en pánico, pensé que te pasó algo al no encontrarte...
—Estaba en la terraza fumando —contesta riendo y me aparta para entrar a la habitación —. Pero me parece lindo que creas que yo soy una damisela en peligro.
Se mete al baño, escucho como abre el grifo, supongo que para lavarse las manos.
—Yo solo...
—Estás nervioso, se nota —sale del baño, y huelo de nuevo su perfume, el cual es evidente se acaba de poner.
—Algo... histérico creo que es la palabra... —suelto y me apoyo contra la pared.
—En verdad estas enamorado de Jose, ¡Qué tierno!
—Por qué huelo el sarcasmo...
Ella se sienta en su cama, y me ofrece una sonrisa de compasión respira profundo y al final me habla.
—No era sarcasmo, Juanjo, es compasión.
—¿Por? —pregunto
—Por qué estar enamorado es una mierda —sus palabras me resuenan, y muy adentro me duelen, pero a pesar de ello estoy tan de acuerdo. —Fui novia de Zunú por 3 años... 3 años ilusionada... y mírame yo no soy del tipo de personas que demuestra amor.
>>Pero por Zunú estaba loca, ¡Sí te contará! Todo lo que me guardé por él —hace un silencio, y huelo el arrepentimiento
Al comienzo no comprendí hasta que mi cabeza hizo conexión, ella y Zunú nunca se acostaron, es una información muy delicada.
—Cenit, no tienes que preocuparte, nadie sabrá lo que dijiste. Yo...
—No me preocupa eso —dice —. Me preocupa que haya tenido la confianza para decírtelo.
—Sí quieres... me voy. Y te dejo sola...
Ella queda congelada en silencio mirando un punto, por lo que considero que es mejor que me retire, pero al final la escucho hablar.
—¿Sabes para qué te llamé?
—Noup —me detengo de forma abrupta y volteo a verla.
—Por qué quería que veamos los planos de seguridad de la discoteca y de paso, decirte que desde aquella conversación que tuvimos el día que Itae murió... me di cuenta que eras un caballero...
>>Recuerdo tus palabras antes de ir a la habitación de Irina, recuerdo que ese día estuviste después, consolandome.
>>Pasaron los meses y siempre fuiste amable y considerado conmigo.
—No creas que lo hice para sacar un rédito —me justifico—. Todo eso era genuino, a pesar de que si, me gustas.
—Lo sé... y creí que desde el año pasado ya no estaba en tu radar, por eso, dije que solo te iba a considerar un amigo... sin embargo, todo este tiempo me confirmó de que también me gustas.
Y la explosión está aquí, mi estómago se carga de electricidad y estoy seguro que debo estar rojo de nuevo.
—Cenit... yo...
—Yo no estoy para una relación seria —dice mirándome a los ojos y aún sentada en la cama—. Y tampoco para las formalidades, Juanjo, voy a ser clara y directa, no espero que seas honesto y contestes sin anestesia, yo no me voy a enojar.
>>Necesito saber, si estas dispuesto a saciar mi sed... si estas dispuesto que vivamos algo carnal, y nada sentimental.
—Debo estar soñando —digo.
Respiro, me paso la mano en el rostro, pienso, y re pienso.
¿Quiero hacer esto? ¡Claro que quiero! ¿Será una decisión responsable de mi parte? ¿Puedo llevar esto y la locura de las batallas? ¿Voy a poder con la lujuria y el corazón?
—Sí —mis labios respondieron más rápido de lo que mi cerebro se dio la oportunidad de analizar.
—¿Seguro? —pregunta levantándose —Te repito, yo no quiero nada romántico.
—Lo entendí, y la respuesta es sí —ella se acerca a mi y mi boca se seca, aún no no puedo creer—. Pero debo confesarte algo antes.
—¿Qué? —pregunta muy cerca de mi, estoy extasiado y nervioso.
—Nunca estuve con nadie... nunca.
Ella se detiene, esto podría ser contra mía, y ella podría decidir retirar su propuesta, pero en vez de decepción veo en ella placer.
—Yo no soy la experta —habla contra mi labio y yo estoy hecho fuego, mi interior tiembla y muero de ganas por atrapar sus labios con los mios—. Pero estoy dispuesta a enseñarte...
—Y yo a aprender, lo que sea, para no fallar y complacerla. —mis palabras salen sin pienso, mis ojos solo están en sus labios.
—Eres un buen soldado, Juanjo...y me encanta que sepas cual es el objetivo. Si estás listo podemos comenzar.
—¿Ya? —inquiero temblando
—¿No quieres?
—Al contrario... estoy impaciente. Estoy a tus pies.
—Me alegra, porque de rodillas vas a comenzar.
¿Loco? ¿Viviendo un sueño? ¿Perdiendo el tiempo? ¿Increíble? ¿Iverosimil? Sí a todo, pero no me importa, este regalo del universo no lo pienso desperdiciar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top