Capítulo 24. Revelación

Han pasado una semana desde la liberación de papá y Orkias, nosotros nos mudamos de la ciudad de Villarica a Asunción.

La misión de papá incluye que compremos una discoteca, como si eso fuera fácil y como si pidiera hacerlo con 18 años.

Estoy al borde del estrés por tanta carga mental, y ni que decir con las expectativas que esperan llegue a cumplir.

Respiro profundo mientras veo a la gente caminar de un sentido a otro en el hotel, como si se tratara de una vieja película, loa veo borrosos y en cámara lenta, casi casi en un color sepia aburrido y deprimente.

Intento alejar mi cabeza de aquellos pensamientos que me llevan a pensar en Franco, y las ganas que tengo de arruinar sus planes, mi mente se vuelve perversa a insana pensando en los finales que deseo tenga.

Respiro profundo, cuando estoy por levantarme del sillón, delante de mi alguien pone una taza de té de tilo. Miro las hojitas flotando en la taza, luego veo las manos que lo sostiene y finalmente observo a Gustavo.

-Estás pensando en Franco ¿verdad? -dice y atino a mover la cabeza para afirmar.

-Te juro que no logro dejar de pensar en que lo pude haber enfrentado.

-El problema es que podíamos perder más de lo que podríamos ganar, seamos honestos.

Soy conciente de ello, pero que pocas ganas tengo de admitirlo, el rencor me gana, solo respiro profundo de nuevo y bebo del té.

-¿No es hecho por el hotel verdad? -pregunto mirando la taza.

-Nop -responde Gus-. Lo hizo Vega.

¿Cómo es posible que una simple mezcla de agua caliente y hojas sepa tan diferente de acuerdo a las manos por las que fueron preparadas?

-Se nota, está muy rica.

-¿Vamos a ir a cerrar el trato?

-¿Crees que lo vayamos a lograr? -pregunto algo incrédulo.

-Solo lo vamos a saber cuando vayamos hasta el lugar.

Quiero entender como funciona la cabeza de papá y Orko, pero si algo he aprendido es que siempre le pusieron trabas o condiciones a las soluciones que ellos proponían arruinando sus planes. Esta vez nadie les pone un límite, así que estoy seguro de que esto saldrá bien.

-¿Qué se supone que haremos cuando Franco o alguien de La Colmena venga a interrogarnos? -pregunta Gustavo desesperado

Y creo que justamente ese es el punto. No pueden hacernos nada porque no estamos en el internado, no pueden desterrarnos porque no hemos actuado contra las abejas, y como hay un quiebre político entre el concejo y la realeza no pueden nisiquiera emjuiciarme hasta que demuestren que de verdad lo merezco.

Franco la tiene difícil. Con esta salida de nuestro escondite a la Luz es él quien debe demostrar su punto y no nosotros. ¡Claro! Papá y Orkias lo pensaron todo.

-Creo que va a ser la primera vez en que vamos a estar bien, Gus...

-Qué así sea, que los 7 nos iluminen.

-Así será

Me recuesto en el sofá y siento mi cuerpo relajarse, creo que incluso me estoy por disponer a dormir, cierro los ojos, pero siento unas manos en los hombros que me obligan a abrirlos.

Veo a Cenit y a Juanjo mirándome con atención, levanto una ceja esperando a que hablen y que noten que en verdad estoy cansado.

-Ven, vamos a prepararnos -dice Cenit

-¿Prepararnos? Yo ya estoy listo.

-¡Ja! Crees que vas a ir vestido como niño mimado irresponsable. ¿Conoces el código de vestimenta de la Colmena Luriel?

-Hace 40 grados de Calor, Cenit, no me obligues por fa.

-No es negociable -dice y me pasa una cajita, de inmediato la reconozco, es mi caja de insignias-. Arand me las envío, una abeja, no debería estar sin su broche.

Me levanto, tomo la caja y recuerdo que la última vez que había estado desesperado por ella había ido al departamento con mamá, fue esa tarde de merienda, luego de contarme que había estado saliendo con Orkias.

Acaricio la tapa de caoba y recuerdo que me lo había regalado cuando cumplí 12. La oleada de imágenes golpean mi cabeza y me pregunto si ella pensó en lo importante que ese pequeño gesto podría convertirse hoy.

-Te pones tu traje y una insignia, y nada de peros... -dice Juanjo.

Afirmo, levanto la cabeza y mis ojos dan con algo magnífico que no esperaba ver, pero por loa Dioses, gracias a la luz, el suelo, los favores de pombero, la luna y el sol por permitirme ver semejante belleza.

Vega viene saliendo del ascensor, lleva el cabello recogido en una coleta, un vestido negro muy elegante pegado al cuerpo y cuando se acerca el perfume a azahares, naranja y cuero me trasportan a la magia de su presencia.

Trago fuerte y desvío la mirada de inmediato cuando se acerca a nosotros. Se para a lado de Cenit y saca su celular del bolso plateado que trae colgando del hombro.

-¿Ya nos vamos? -pregunta

-No mientras el señorito no vaya a ponerde su traje -responde Juanjo.

-Bien -me mira y algo en mi interior entra en caos-. ¿Qué esperas?

-Qué me des la orden de ir a vestirme, señora -bromeo.

-Ah... ve a ponerte el traje de una vez.

Arrugo la boca para no reír, y la verdad es que me encanta estos momentos en los que su presencia se vuelve como esa melodía efusiva de algún piano en el fondo de mi cabeza, recordándome a la gota de agua que cae sobre alguna roca... así me hace sentir, como la roca, sometida a la fuerza imparable del agua que cae sobre ella.

¿Cómo es que está tan metida en mi cabeza?

No digo nada solo abedezco y voy a cambiarme. Mientras en mi cabeza es importante borrar el tono de su voz mandona y la figura de su cuerpo en ese vestido.

<<Tranquilo, tranquilo, es solo tu compañera, no estás listo para sentir algo más >>

Al llegar al ascensor subo y volteo hacia ella, nuestras miradas se sostienen, en ella veo la preocupación y estoy segura que ella vio en mi el brillo de mi sed y ganas de estar más con ella.

-Por los 7, quisiera saber si ella y yo tendríamos aunque sea media oportunidad de tener algo... me está volviendo loco.

Cierro los ojos, suspiro y cual escena de cine con la banda sonora más épica de todas, veo una imagen que me llena la piel de gallina.

Atajo con fuerza la caja y veo a Vega, rodeada de las 7 constelaciones, con ese vestido de aquel dibujo. Sus ojos están blancos, Carina está de un lado, Franco del otro con Iracema quien ahora lleva la cadena que porta el alma de mamá.

El 7mo ahuya a lo lejos, el cuerpo de Iracema se traslada de la nada al suelo, está empapada de sangre, esta visión ya la tuve antes, estoy seguro.

Grito a lo alto, pero al segundo la tengo de nuevo parada delaten de mi, con el cuerpo manchado, el cabello lleno de sangre y un halo oscuro, casi como una sombra cubriendo su cuerpo.

Alguien estira de ella, como si fuera una muñeca de trapo, y desaparece de la escena, el suelo comienza a girar bajo mis pies y comienzo a ver como de él salen cenizas, Carina tiene un par de esposas sueltas y frente a ella, a Vega.

Ella se quita la capucha, sus cabellos comienzan a volar por los aires, por lo que yo me pongo de al frente al ver su magnificencia. En sus pies se arrodillan los 7, uno sobre otro, mientras su cuerpo es rodeado por el brillo de una galaxia entera.

En el cielo se abre un agujero gigante y juro por Eiru que en el veo un ojo gigante, como si alguien nos viera desde allí.

Vega levita por los aires, y los 7 la siguen, cuando está sobre mi soy conciente de su poder, su belleza y su presencia. Lo que veo es real, no es una epifania, el sabor de la sangre invade mi boca y el ruido a mil truenos hace que gire del otro lado y al ver a Iracema, montada sobre nubes y flores de lapacho rosado mi estómago se electrifica.

-¿Qué es lo que me muestran, dioses?

Y de repente yo también comienzo a levitar, Vega al sur, Iracema al Norte, Carina al este y yo al oeste. Escucho los cantos ancestrales y cuando Vega levanta ambasanos, del suelo brota algo, no presto atención, solo a que mi cuerpo pide, deses e implora que la venere. Me pongo de rodillas y un flash de luz me ciega.

En ese mismo instante la visión se acaba y yo tengo al ascensor abierto.

-¿Qué carajos fue eso?.

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