Capítulo 21. Vega
—Insisto que usar a los poras iba a ser más fácil —dice Luriel mientras se pone los auriculares y nos escondemos entre los matorrales.
—Sí, quizás, pero no todos podemos hablarle a uno, y al comisario no le podemos hablar con espíritus —digo enojada.
—Vega tiene razón —me apoya Gus—. ¿Ya están en sus posiciones? —pregunta el chico.
—Sí —responden al unísono...
—Señor comisario —hablo apretando el sensor del auricular—. Nos avisa cuando se ejecute su llamada.
—Así será señorita Vega.
Hablar con un padre agradecido por ver a su hija viva no tiene comparación, y es evidentemente peligroso lo que uno hace por agradecimiento, él se está exponiendo a perder su trabajo, incluso su vida por pagar un favor.
Sara le contó lo que vivió, y lo inventado que insertamos de su rescate.
El hombre no dudo en acceder a nuestro favor, movió contactos políticos, tejió promesas armó el plan y finalmente llamó al mismo comandante de la Policía para solicitar el traslado de Mortel y Orkia a una cárcel en el norte del país.
Casi tres horas de negociaciones, idas y vueltas. Trabas y sobornos. Sin embargo, el hecho de hacerlo por la madrugada nos dió ventaja.
—Es esa la patrullera —dice Luriel.
—Si, es —responde Juanjo en los auriculares.
Los haces del sol ya comienzan a iluminar el horizonte. Lo que no es conveniente, por lo que Zunú se acaba de inventar una gran cortina de neblina.
—Ross está hablando con el comandante —avisa Rodrigo —. Está intentando detener el procedimiento.
—No, está haciendo tiempo para que Franco envíe a sus secuaces —digo.
Luri voltea a verme, y queda con la boca abierta, ¿Cómo le puede sorprender algo tan lógico?
—¿Qué recomiendan? —pregunta Cenit.
—Atacar ni bien tengamos oportunidad —dice Juanjo.
—Comisario —hablo—. ¿Hay forma de que los saquen por lo menos de las celdas?
—Sí... ¿Pero están seguros de que quieren meterse allí?, es peligroso.
—Usted tranquilo —le dice Juanjo
Yo respiro profundo, después de esto vamos a tener que borrar la memoria del hombre, y eso ya me causa tristeza.
—Listo, mis compañeros los tienen en el pasillo...
—Ross sale al frente —anuncia Rodrigo.
—Unos autos negros blindados se acercan de hacia el este, creo que es Asturia —avisa Yara.
Luri y yo nos miramos, aquí hay que decidir que es prioridad, él arruga su nariz, me mira con duda, pero al final habla.
—La libertad de papá y Orki es más importante que enfrentar a Franco.
—Bien —respondo—. Yara, retrasalo, Zunú, ni bien lo veas... Ataca.
—Así será.
Me pongo de pie y me estiro para luego invocar mi arma de huesos.
—¿Qué haces? —pregunta Luriel.
—Preparándome para lo que venga.
—No, no vas a ir al campo de batalla.
Me río a carcajadas y lo miro con compasión, a pesar de que me parece lindo que se preocupe, me ofende más que crea que voy a correr peligro.
—Mira, Cario bonito, a mi me puedes dar una orden directa de cuál es mi posición de ataque, pero no puedes detenerme o impedirme que haga algo ¿Ok?
—Vega... si Franco llega a atravesar el escudo que pongamos.
—¡Me chupa tres huevos! —le respondo en lo que se acerca a mi—. No me discutas, y prepárate.
Aprieta su mandíbula, pero luego sonríe, eso hace que me estremezca, sus dientes brillan en la oscuridad y su imponente carisma se antepone.
—Empiezan a salir de la comisaría —anuncia Juanjo.
—Me encargo de atacar —anuncia Yara—. En caso de que sea necesario.
—Zunú, Rodrigo, ¿Ya están listos para pedir el favor a pombero? —pregunto.
—Sí —responde Zunú —. Me llevo al Orko.
—Yo al infiel... —dice Rodrigo—. Lo siento Luri, olvidé que escuchabas.
—Solo dices la verdad —responde mi compañero —Mi espíritus están en posición.
—Franco se está acercando —anuncia Yara.
—Yo voy a tu ayuda —dice Gus—. Concéntrese el resto en liberar a Mortel y Orkias.
—De nuevo el metiche de Ross —Juanjo habla—. Está ordenando que no se muevan.
—¡Ay por los Dioses! —digo cansada—. Ya voy a solucionar esto.
—¡Vega! —me llama Luriel pero ya salí de mi escondite, me coloco la máscara que identifica a los que somos miembros del equipo del Juaticiero y salgo al paso, frente a la puerta de la comisaría.
Mortel y Orkias miran con sorpresa, agitó mi lanza y sin dudar la entierro en el suelo provocando un temblor.
De el piso comenzaron a salir una especie de duendes que explotaban a medida que chocaban uno con otro.
Juanjo también aparece en la calle, y con sí arma comienza a romper los vehículos de los policías. El tumulto inició, Ross no tuvo opción que soltar el celular y venir a observar el caos que acabamos de provocar.
Escucho el sonido de las balas... patéticos.
—Pe sê ha pe por chupe kuera— digo estas palabras levantando mi mano libre y esta vez salen de suelo unos hombresitos muy pequeñitos, logro escuchar sus risilla y va corriendo hacia los prisioneros que queremos liberar.
—¡Cuidado! Tienen explosivos! —escucho decir a Ross
—¡Llamen al equipo especial! ¡Arrojen granadas!
Oigo decir a uno de los policías. Y de verdad comienzan a tirar sus granadas, la primera logro patear, la segunda venía directo a mi cara, pero es partida a la mitad por el movimiento de un arma. Luriel me protegió.
Invoca a sus poras y estos comienzas a tratar los explosivos, así como a formar una especie de escudo que nos rodea y evita que nos hieran
—Franco traspasó nuestro campo —anuncia Guss.
¡Carajo!
Miro a Luriel, sus manos aprietan con fuerza su arma, pero al ver que Mortel y Orkias salen corriendo hacia nosotros, as relajó.
—Zunú, Rodrigo —dice El cario—. Retirada. Nos vemos en el bosque
—Recibido —dicen al unísono
Los poras siguen atacando y protegiéndonos, los policías siguen atacando y nosotros estamos parados en medio del caos.
—Debemos irnos... —digo al ver que Zunú y Rodrigo ha desaparecen.
—Quiero enfrentarlo —dice y gira su arma en una mano.
—Yo también, pero hoy no Luriel, vamos.
—¿Por qué? —pregunta con enojo.
—Por qué si lo matamos sin un plan, podemos destruir el alma de tu madre. —grito.
Baja su arma, la desaparece y viene hacia mi.
—Odio que tengas razón siempre. —me dice.
—Hace un rato me estabas suplicando que sea algo tuyo, no me odias.
—Engreída.
—Soberbio...
—Creída...
—Pichado...
—¡Pueden dejar de coquetear! —nos grita Juanjo—. ¡Por Eirú! Odio estar a cargo de un grupo de adolescentes.
Luriel y yo reímos, para finalmente correr hacia nuestro escondite, esta vez Yara se encarga de la gran salida.
Escuchamos unas explicaciones, más duendes salen corriendo del suelo y los vehículos comienzan a sonar sus alarmas, todos por ser destrozados.
—¿Ves que es bueno trabajar en equipo? —le digo a Luriel mientras corremos.
—Ya me restriegas luego tus victorias, Vega.
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