Capítulo 18. Treta
—Listo el pollo —dice Gustavo y yo no puedo evitar reír y fruncir el ceño.
—¿Acabas de decir Listo el pollo por haberle borrado recuerdos a la chica? —pregunta Cenit un poco ofendida.
—Bueno, corrijo mi expresión —se aclara la garganta —. He realizado de forma correcta la implantación de recuerdos nuevos usando el don de la manipulación, Sara, nuestra invitada ya no recuerda nuestro percance en el bosque.
La carcajada se me escapa, hace tanto tiempo que no sucedían cosas graciosas, ni me daba la oportunidad de ver algo divertido a mi alrededor. ¡A los Dioses, gracias por darme estos amigos!
Juanjo le da un golpe en la cabeza una vez que atraviesa la puerta seguido de Rodrigo y Zunú quienes hacen lo mismo.
—Más respeto a la chica —dice Juanjo.
—Por sobre todo —dice Rodrigo—, porque nos va a ayudar a conseguir planear el escape de nuestros aliados.
Miro a los tres chicos que tengo enfrente y no comprendo, intento hacerme la idea de qué es lo que desean hacer, pero en mi cabeza solo hay un mono bailando al son de la cucaracha. Sí, es el estrés y estoy evitando pensar en cosas profundas. Están pasando demasiadas cosas.
—Es hija de un comisario —remarca Vega quién está detrás de mí arreglando una especie de radio que le trajo Cenit.
Que por cierto, es una habilidad que me sorprendió hasta que recordé que ella fue campeona del club de Robótica por años.
—Sí —digo—. Sé que es hija de un comisario, pero no hay forma de que consiga que saquemos a Orko y a papá de la cárcel.
—No —Zunú prende un cigarro y se lo lleva a la boca, le da una una calada y luego habla—. Pero, puede conseguir un pedido de traslado de cárcel, lo cual nos va a ayudar para comenzar nuestro plan de huida.
—Ok, creo que ya entendí —respiro profundo— ¿Y porqué están seguros de que vamos a poder conseguirlo?
—Acaba de ofrecer ayuda a sus salvadores —dice Gus—. Así que...
—Bien, bien, vamos a hacerlo, pero antes deben planificar cómo se supone que vamos a ir hasta la ciudad de la chica.
—En helicóptero —dicen al unísono todos y quiero saber de donde salió tanta coordinación.
Solo asiento, sé donde conseguir el traslado, el piloto que trabajaba para papá es un tipo confiable, se que le puedo pedir a él y me va a llevar, ahora, el tema es si queremos hacer todo ese show.
—Ok, hagamoslo —digo al fin y Juanjo se frota las manos.
Empiezan a movilizarse y en la sala solo quedamos Cenit, Vega, Rodrigo y yo.
Tomo asiento en el sofá, saco mi celular, reviso las notificaciones y me doy cuenta que voy por el millón de vistas y 699mil bees en la publicación de hace rato.
—¡Bien, carajo! Lo logré —escucho decir a Vega quién festeja de manera enérgica el hecho de haber encendido de radio.
—¿Por qué estamos gastando tiempo arreglando eso? —pregunta Rodrigo que saca su computadora de su mochila, se sienta en la mesa y comienza teclear enérgicamente.
—Porque debemos tener otra forma de comunicarnos —responde Cenit —No todos los chicos en el internado tienen guías, Franco y su estúpida orden de 0 celulares y luego del hackeo, es mejor poder contactarlos, aunque sea a ña antigua.
—Lo del Heckeo estuvo heavy... —dice Vega quién se pasó un dedo sobre la nariz dejando una mancha negra sobre su piel— ¿Vas a poder solucionarlo?
—En eso estoy, preciosa —no lo voy a negar, eso hizo que me hierva la sangre ¿Le dijo preciosa a Vega?
—Pues apúrate —dice con enojo, y por alguna extraña razón me siento orgulloso de su reacción.
—No es tan fácil —Se queja Rodrigo—. Pero con Rebeca ya estamos eliminando las basuras que nos dejaron en el sistema, y no sé imaginan la bomba que les vamos a tirar.
—¿Qué piensan hacer? —pregunto levantando una ceja.
—Un virus a su sistema, vamos a dejarlos sin comunicación, en síntesis queremos que se queden sin tecnología.
—Me gusta —Cenit habla conforme—. Sin acceso a tecnología al menos los vamos a retrasar en otras cosas.
—Sí, también me gusta —digo—. Solo tengan cuidado, Franco ya debe tener a mi hermana en la mira, si llega a tener evidencias de que ella está metida en esto...
—Hisa va a estar bien —me tranquiliza Rodrigo—. Esa chica es muy obstinada. Y sabe cuidarse.
En eso tiene razón.
Él vuelve a trabajar, Vega está ajustando el armazón de su radio y Cenit está ritualizando unas velas negras y otras de miel, según veo está preparando la ventana para ponerlas allí.
Me quedo observando a Vega, ella ni se inmuta, está concentrada en su labor. ¿Será que hace 2 años cuando intentamos conocernos se daba el espacio hubiera surgido algo entre los dos?
<<Mejor vuelvo a llamar al mono que bailaba en mi cabeza, antes de estar pensando en estas cosas>>
Respiro profundo y vuelvo a ver mi celular, solo para que mi alma se parta en 2. El sonido de la notificación la reconozco, es el tono que había puesto a Iracema, miro con algo de rabia el contenido que acaba de publicar, pero con mucha curiosidad.
Es la foto de su mano herida, reconocería sus dedos en cualquier lugar del mundo, sus delicados nudillos, hecho polvo quizás de tanto entrenar. Bajo la imagen una única leyenda.
《Para vencer al traidor, no importa cuantas heridas me haga, yo lo voy a derrotar》
Una sonrisa se me escapa, y no sé porqué me causa felicidad pero a la vez enojo que ella de verdad crea en su padre, y entrene para derrotarme. Es una pena, que yo también esté entrenando y que esté dispuesto a hacer lo que sea necesario por vengar a mi madre y defender mi verdad.
—¿Por qué aún no nos vamos? —pregunto de mal humor y poniéndome de pie.
—Por qué esperamos a que des la orden —me responde Cenit.
—Nos vamos ya, y liberamos a mi padre y a Orkias esta misma madrugada, no me importa lo que cueste.
Vega está viendo su celular, levanta la vista a mi, luego frunce el ceño, acaba de ver lo mismo que yo.
—Creí que era inteligente —dice poniéndose de pie, hasta aquí veo los celos.
—¿De qué hablan —pregunta Rodrigo cuando Vega le pone el celular en frente —Ouh, ahhh, ¡Uuuu! Te está declarando la guerra.
—Y está dividiendo el bando —Vega asevera —Ya tiene 1599 bee, si bien esta lejos de tu publicación, lo acaba de subir.
Vega le quita su celular a Rodrigo y comienza a hacer zoom a la foto.
—Según esto, está en el gimnasio del internado, y desde aquí puedo ver el collar que le regalaste por su cumpleaños...
—Uhhhh, podríamos hacer magia —dice Rodrigo y yo niego.
—Mi objetivo es Asturia, no Iracema —digo—. Que nadie se atreva a hacerle daño.
La expresión de Vega cambió de enojo a tristeza, pero solo guarda el celular y espera órdenes.
—Mejor ya vamos a llevar a esa chica de una buena vez, hay que planificar una treta, ya más tarde vemos que hacemos en esta guerra de redes.
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