Poema no. 3
La reina está triste
Rondaba en sus palacios de mármol blanco y esmeraldas rojas
ahí, la reina lóbrega apretó su corazón.
La monarca estaba triste, acrecentaba su pesadumbre
la protegida de la reina lloraba con razón;
ver a su media vida abyecta se volvió costumbre.
La reina estaba triste, acometida rasgó su putrefacto pecho, que dolía sin razón.
La reina tenía odio, albergaba todo lo negativo y lógico de su anfitriona.
¿Cómo podía ser tan noble? Perdonaba a aquellos que abusaron de ella, en perdonar no objeciona.
Ella quería destruirlos, su rencor incrementaba con cada sentimiento reprimido.
El corazón de la reina estaba confundido.
Su pequeño hermano la conciliaba mientras su plumífera y gigante mascota la picoteaba con amor.
La reina estaba cansada
Le arrebató a su contraparte el poder, volviéndose anfitriona, nadie más le haría sentir dolor.
Cuidaría de sus corazones, y uno de ellos era su mitad, que estaba dolida.
La reina acumuló rencor.
Acabaría con todo, nadie más le haría sentir dolor.
La reina está triste, pues le arrancaron cada uno de sus cinco corazones.
Su hermano militar estaba en lo cierto. Para lastimarla tenía sus razones.
Se dejó caer de rodillas frente a un árbol negro, llorando amargamente su derrota.
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