Nuestra primera navidad

Hace varios años cinco niños fueron abandonados. Su madre de alguna manera se fue dejándolo solo, así que los llevaron a un orfanato. Honduras y Nicaragua -que son gemelos-, solo tenían 6 años; Guatemala 5 años; Costa Rica 4 años; El Salvador 3 años.

Cuando comenzó el año alguien los adoptó, España era su nuevo padre. Al principio fue difícil adaptarse pero le tomaron cariño. 

Ya era diciembre, y las calles estaban cubiertas de blanca nieve. Los pequeños centroamericanos caminaban por esas calles, hacia bastante frío y lo único que querían era calentarse. La buena noticia es que habían terminado las clases por las vacaciones navideñas. Salva y Costa Rica, de 6 años y 7 años, saltaban en la nieve para dejar sus huellas. Guatemala (de 8 años) había hecho una pequeña bola de nieve, según él era para enseñarle la nieve. Honduras y Nicaragua, de nueve años, se echaban nieve en modo de juego. Su viaje a casa fue de diversión hasta que llegaron a la puerta. Honduras pudo oír un poco de la conversación.

— Entonces ella me llamo, parecía borracha. — oía a su padre. Tal vez estaba hablando por teléfono, no le tomó mucha importancia y entró junto a sus hermanos.

Cuando entraron, había alguien más en su casa. Parecía mayor, tal vez tenía 20 años , también tenía franjas una roja, una blanca (que tenía un escudo) y una verde, y ademas tenía alas café -algo así como las que tenía Guatemala.

— Oh! Hola chavales. — Saludó España. — Les presento a Mexico, su hermano mayor.

Todos se asustaron, era un desconocido, ningún desconocido era bueno.

— ¡Hola niños! — Mexico pensó que se oía mayor, casi como una madre. Se maldijo por eso. — ¿Que tal están?

— Asustados. ¡Eres horrible! — Respondió Costa Rica, la cual siempre decía lo que pensaba.

— ¡Costa Rica! Tienes que respetar.— regañó España.

— ¿En serio soy tan horrible? — preguntó en un tono de burla.

— ¡Sí! — dijo Costa Rica ignorando a su padre adoptivo.

Mexico solo sonrió, le parecía graciosa esa pequeña.

— Mexico ¿podrías cuidar a los niños? — antes que Mexico pudiera responder España tomó su abrigo y salió.

Mexico sabía que para España le era difícil hablar sobre Maya, a menos desde que sus pequeños nuevos hermanos estaban junto a él. Se preguntó si cuando le dijo a él y a sus hermanos se fue al bar hasta que se perdió en un mundo de sus fantasía.

—  Em....  vayan a alistarse para comer. — les dijo a sus nuevos hermanos. Se preguntó si debía de decirles así. Vio cómo los cincos se fue.

Aunque... se preguntó porque Nicaragua no tenía algunos dedos, para hacer más específicos los 4 dedos de su mano derecha. Tal vez los perdió en un accidente... también tenía la duda por qué el menor de todos, El Salvador, miraba a todo cómo si estuviera buscando algo. Tal vez algo les pasó.

Pasó un rato cuando todos vinieron con ropas más cómodas sin sus uniformes. Costa Rica alardeaba algo con El Salvado,  Nicaragua hablaba con Guatemala El único que no decía nada, para Mexico le pareció extraño, más que nada por el cuaderno.

— ¿Que hizo de comer, señor Mexico? — preguntó Guatemala cuando estuvo cerca de él.

— Ya veras pequeño. — dijo con una sonrisita. Le daba ternura ese apodo "Señor Mexico" le parecía muy maduro.

Todos se sentaron en la mesa esperando la comida. Mexico les dio la comida que les preparo su padre, arroz con carne, a lo que Mexico le parecía muy aburrido. Los niños empezaron a comer, y Mexico intento unirse a la conversación.

— ¿Y cuando colgarán el árbol? — preguntó entusiasmado.

Todos los cinco niños se le quedaron viendo por la extraña pregunta.

— ¿Por qué colgaríamos un árbol?— preguntó obviamente Costa Rica.

— Por navidad. — preguntó extrañado Mexico.

— ¿Que es la navidad Señor Mexico ?

— No lo saben...?— preguntó dudoso, a lo cual ellos lo negaron —  ¡Es la mejor festividad de todas! — tal vez podría exagerar un poco, después de todo sería su primera navidad. —  ¡Comes de lo más delicioso!.. ¡¡Ademas puedes decorar toda la casa!! ¡¡Y si te portaste bien, Santa Claus te trae todos los regalos que quieras!!

— ¡¿En serio?! — preguntaron casi a la vez Guatemala y El Salvador.

— ¿Como lo hace?

— ¿Como sabe que queremos?

— ¿Como se ve?

Empezaron a asaltarle de preguntas Guatemala, El Salvador y Nicaragua. Mexico le pareció adorable y se felicitó por decirles esos.

— ¿Santa Claus si quisiera existe? — preguntó Costa Rica.

Mexico le iba a responder cuando Honduras le enseñó el cuaderno decía "ESO SUENA IMPOSIBLE"

— Solo tienen que creer. — Mexico contó una mentirilla blanca solo para hacerlos feliz.

El resto de la comida y de la tarde estuvo respondiendo las preguntas de los tres pequeños. Mexico se sintió cómo volver a la infancia. 

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Querido Santa Claus:

Es la primera vez que te escribo, el señor Mexico me dijo que usted nos vigila para saber si somos buenos... eso me da un poco de miedo (perdón por decir eso.)
Pero como ve todo quisiera saber si pudiera devolverme mis alitas... se siente extraño no tenerlas.... me siento mal.... quisiera tenerlas igual que el Señor Mexico.... por favor las extraño.

Guatemala

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Hola Santa Claus:

Soy Nicaragua!!! Espero que si me conozcas!!! Por si no soy el niño que la trituradora de papas le saco los dedos

Te quería pedir si a Honduras le puedes dar de nuevo su voz, esta muy triste :c

Nicaragua

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Hola Santa Claus:

Yo quisiera ver a mi madre! Se que tuvo un accidente.... pero podrías hacer que venga un rato solo quisiera abrazarla.... una de la niñeras me contó que ella era una de las mujeres más dulces de todas las mujeres que conocio!!

El Salvador

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Mexico se susto al leer las cartas de esos tres pequeños. Aunque ya sabe cómo Nicaragua se cortó los dedos (Se preguntaba ¿cómo Honduras perdió su voz?... ¿o como se oía?), Guatemala al parecer le habían quitado las alas (Mexico se preguntó de que color era.) Y Salva... le gustaría que Maya viniera... tal vez pudiera hacer que viniera y cambiara de opinión sobre ellos. Sería como una película navideña.

Lo bueno es que Argentina y Chile, sus compañeros de aventura, habían venido junto a los demás suramericanos para celebrar las fiestas. Les hablaría sobre las pequeñas cartas y lograrían convencer a Maya.

— ¿Quieres llamar a Maya? — preguntó Argentina confundido, por lo que entendí ella los habían abandonado.

— ¡Exacto! — exclamó Mexico. —  Será la mejor navidad de ellos.

— No creo que sea buena idea. — hablo Chile, después de no decir nada durante un rato. — Ellos creen que murió... y además está España....

— Solo será un momento. Papá será fuerte.

— Yo no quiero participar. — Chile se levantó y se fue de la sala.

— Haz lo que quieras. — Argentina se fue también.

Aunque Mexico quisiera enojarse con ellos no podia. Maya siempre fue alguien... problemática.

Mexico dudo por un momento para llamar a Maya, consiguió el número por el teléfono de España.

Sonó una vez el timbre.

Sonó la segunda vez.

La tercera vez.... y contestó.

— ¿Quién habla? — era la voz de Maya, Mexico se estremeció.

— Hola... soy Mexico, hijo de España. — intentó soñar tranquilo.

— Ahh... ¿que quiere España? — sonaba agobiante.

— Yo... quisiera saber si pudieras venir para navidad. Ya sabes para poder venir a ver a tus- — Maya lo interrumpió.

— Ah... ¿ te refieres a esas cosas? Escúchame te diré lo mismo que le dije a España. Esas cosas son errores, jamás los ame. Mi vida es mejor que ellos. — Acto seguido corto.

Mexico se sintió indignado. ¿Como se atrevía ella siquiera a decirles eso? Se fue de allí, ya pensaría que hacer para que los cinco niños no se sintieran decepcionados.

No se dio cuenta que una pequeña Costa Rica había oído lo que su madre dijo, pues la llamada estaba en alta voz.

****

Era ya 24 de diciembre, hoy abrirían los regalos en la noche. Los pequeños se levantaron con un gran energía... que poco a poco disminuyó hasta seat un desánimo para la noche.

Era ya la hora de abrir los regalos, los más grandes estaban más emocionados que los más pequeños. España se fue un momento para comprar un poco de cerveza (no solo para él, también para sus hijos.)

— ¿Mamá en serio nos odio? — preguntó Salva bajando la mirada.

Todo el bullicio ceso de un momento a otro. Todos miraban a él menor de todos, se formó un silencio incómodo.

— ¿Quien te lo dijo...? — preguntó Mexico dudando.

"MAMÁ NOS ODIO" garabateó Honduras en su cuaderno y se los enseño a todos.

Los cinco pequeños centroamericanos empezaron a llorar, Honduras y Costa Rica no tan alto, los otros tres estaban demasiado alto. ¿Como pueden unos cinco niños estar feliz o normal cuando su madre, la mujer que debe de amarte sin importar que, se va de su vida? Ninguno de los presente supo que hacer, más que llevarlos a su cuarto e intentar consolarlos; aunque claro nada funcionó.

Pasó alrededor de media hora cuando España vino, llevaba a un perrito negro con una mancha blanca en su ojo. Se veía contento.

— Chicos perdón por tardar, pero vi a esta lindura u no pudo evitarlo. — explicó el español, mas su bien humor cambio al ver la cara de preocupación de sus demás hijos. — ¿Me perdí de algo?

— Mexico llamo a Maya... y uno de los chicos lo escucho y se los contó a los demás.... — explicó Argentina desanimado.

España se asustó, tal vez ella no sabía que alguien los estaba escuchando ¿ pero y si sí? Solo suspiro y vi a Mexico,que parecía querer que lo tragara la tierra. Dejo el perrito y se fue a la habitación de los centroamericanos.

Toco la puerta. En respuesta le lanzaron un zapato.

— ¿Puedo pasar?

—  ¡¡¡VETE DE AQUÍ!!! — gritó uno.

España no le importo y entro. Se veían demasiado triste; España se sentó a su lado de la cama.

— ¿ Mamá nos odia?... señor España...

España suspiró y vio a sus pequeños niños. Pensó en mentirle, pero se sentía vulnerable al ver esos pequeños ojitos con lágrimas.
Tal vez debería contarles la verdad.

— No creo... es decir... ella es muy libre.... y se sentía atada con ustedes...

— ¿Y por qué se fue? — esta vez fue Nicaragua.

— Nunca le gustó estar atrapada....

— ¿Es nuestra culpa? — preguntó El Salvador.

— No. — Ni siquiera vaciló. — Nunca fue su culpa. Ella es demasiado inmadura y.... tonta... y linda... y atenta... y-y... — España ya estaba llorando, en serio la quería demasiado, le dolió demasiado cuando se fueron.

Honduras le dio un abrazo a España, también llorando. Todos se demoraron en lágrimas. Lloraron por todas las lágrimas que aguantaron, por la mentirás que les contaron, por la verdad....

No hacía falta explicar la mentira de Santa Claus. Una parte de ellos lo sabía, pero se aferraban a creer la mentira.

***

A la mañana siguiente se sentían extrañamente aliviados.

Tal vez Santa si les había regalo la llave que los mantenía atrapado.

Que hermosa mentira es esa.

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Vaya... 1818 palabras me siento orgullosa.

Haré un pregunta y respuestas para los personajes de esta historia ( también a mi si quieres).

Así que déjenlas.

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