Capítulo 14
Seguimos con "Punto de vista en tercera persona"...
La noche estrellada adornaba el hermoso panorama nocturno, todo se encontraba quieto a tal grado de pensar que no había vida alguna... Ni si quiera un alma.
En el hospital había poco movimiento pues no pasaba nada crítico, hasta que...
Shura y Dita se encontraban en la camilla de Ami, el primero dormía mientras el segundo miraba de un lado a otro. Su falta de sueño le servía mucho para poder vigilar los aparatos.
Sin previo aviso, los monitores comenzaron a sonar de una manera alarmante. Se oía un pitido acelerado, incluso las demás máquinas prendían un botón rojo de alarma.
Dita comenzó a alarmarse, tanto que se apaniqueo y despertó a Shura con brusquedad. Él se despertó asustado, vio los monitores y se alarmó más.
- No no no no no... Esto no está pasando- Dijo Shura a punto de que se le saliera su corazón.
Los dos intentaron que Ami no dejará de respirar....
Pero fue inútil.
De un momento a otro Ami dejó de respirar, las máquinas dejaron de pitar y los botones rojos se apagaron.
En ese momento Dita solo miraba el rostro relajado de Ami, Shura quería gritar de impotencia pero solo podía tener la boca abierta.
En solo un segundo, la vida de Ami de había ido.
Apenas pudieron asimilar lo que había pasado, ambos se derrumbaron en llanto, las lágrimas salían como cascadas. Lágrimas amargas que se negaban a parar.
- N... No...- Decía Shura apenas audible.
Dita abría la boca para gritar, pero solo se podía oír nada, ese molesto silencio que lo había acompañado en todo lo que había vivido.
Shura comenzó a romper cosas, papeles e incluso algunas cosas más grandes. Usaba su Excalibur para cortar todo lo que veía.
La impotencia y tristeza llenaba el cuarto de hospital, alguien veía todo lo que pasaba...
-¿Por qué lamentan la muerte?- Preguntó una voz que hacía eco.
Ambos se giraron a la voz, la penumbra había cubierto aquel lugar. Una figura encapuchada los miraba desde la esquina del cuarto, está se acercó a donde estaba Ami pero Shura se puso en medio.
- Inten... Ta tocarla... Y... Te ases... ¡Asesinare!- Decía Shura aún enojado pero con el corazón destruido.
La figura se detuvo, un brazo blanco como la nieve se asomó para después quitarse la capucha. Una hermosa mujer de facciones casi divinas los miró, sus ojos morados, casi azul rey, se posaron en la joven "dormida". Después volvió a ver a aquellos pequeños que la defendían con firmeza y lealtad.
-¿Acaso planeas matar a la misma muerte?- Preguntó la mujer con frialdad.
Ambos se quedaron congelados, palidecieron más de lo que ya estaban.
-¿La... La mue... Muerte?- Preguntó Shura con dificultad.
La mujer volvió a ver a la chica, se acercó a ella hasta estar a un lado de esta, Dita la miraba con asombro y sin poder creerlo.
- Ella debe irse, esta realidad ya no le pertenece- Dijo la Muerte mirando a Dita.
Dita se negaba a quitarse, Shura agachó la cabeza para después subir a donde se encontraba su amigo. Al llegar tomó a Dita por detrás y lo comenzó a arrastrar fuera de la cama, el Piscis comenzó a patalear y negar con la cabeza. Daba gritos silenciosos y decía cosas que jamás serían escuchadas.
Al estar fuera de la camilla, la Muerte tomó la mano de Ami. Pero un destello verde le hizo quitarla.
La penumbra se volvió luz, de una esquina apareció un hombre de cabello rubio, ojos azules claros, piel clara y con un cuerpo bien formado. Un hombre de ensueño para cualquier mujer.
- Detente señora Muerte- Dijo él con seriedad pero no se mostraba frialdad en sus palabras.
-¿Cómo te atreves a interferir... Ser de la Vida?- Lo regaño ella mientras lo miraba de manera asesina.
Los pequeños, que veían toda la escena sin decir nada, se quedaron en un shock ante lo que sucedía.
- Ella no debe morir aún- Dijo él caminando hasta quedar al lado contrario de la camilla.
- Ella a muerto, ya no debe vivir aquí... A menos que...- Dijo la Muerte mirándolo con fastidio.
- Pude ver su vida, ví este momento, no podía dejar que su vida terminará aquí... Por eso...- Él miro a los dos pequeños.
La Muerte torció su expresión por el enojo que sentía en es momento, siempre que iba por aquellos que debían morir el Ser de la Vida tenía que entrometerse. No había nada en el mundo o en la existencia que le hiciera enfadar más que la intervención de él.
El Ser de la Vida podía ver aquello que le pasaría a sus hermosas creaciones, aquellos que morían por vejez o por enfermedad dejaba que su contraparte viniera por ellos. Pero cuando su muerte era por un accidente o por algo que involucraba cosas externas... Jamás dejaría que se los llevará. Para eso enviaba sus regalos, para evitar que sus creaciones se fueran a temprana edad.
- Ustedes están aquí para salvarla... Si es que lo desean- Dijo él sonriéndoles.
Shura y Dita no tenían que pensarlo dos veces, querían salvarla aunque ellos tuvieran que dar su vida.
- Lo haremos... No dejaremos que ella se muera- Dijo Shura caminando hasta el filo de la mesa.
El Ser de la Vida sonrió ampliamente, mientras la Muerte se retorcía de enojo.
- Entonces...- Él la miró.
- Bien- Dijo ella a regañadientes.
Ambos seres entrelazaron sus manos, Shura y Dita se movieron hasta quedar a un lado de la camilla. Las dos divinidades comenzaron a decir cosas en una lengua antigua, la Muerte comenzó a absorber todos los males que tenía el cuerpo de Ami hasta sanar sus heridas.
El Ser de la Vida comenzó a absorber la luz que Dita y Shura poseían hasta que esta los abandonó. La luz se partió en dos, una esfera de luz se adentro en el cuerpo de Ami hasta desaparecer mientras la otra flotaba hasta la mano de la Muerte.
- Tan solo les quedan segundos de vida, aprovechenlos- Dijo él antes de desaparecer.
- Aún que me moleste que él interfiera, me asombra como ustedes defienden a sus humanos... Incluso aún a costa de dejarlos- Dijo ella antes de hacerse polvo.
Dita y Shura se sentían débiles, se volvían rígidos y su piel comenzó a plastificarse. Tenían razón ellos dos... Solo les quedan pocos segundos de vida.
Dita no quería irse sin dejarle algo a su amada Ami, con lo poco que le quedaba de vida logró formar una pequeña flor... Una pequeña rosa roja.
Con eso él dejó de moverse, cerró los ojos y sonrió. Una lágrima cayó por su mejilla.
Shura utilizó su Excalibur para dejar un mensaje, cuando sintió que su vida se acabó se levantó y miró hacia enfrente dejando su expresión de seriedad.
Ambos dejaron de moverse, ahora solo eran otros objetos ahí en el lugar... Solo unas figuras de acción... Solo juguetes.
Ami abrió los ojos con lentitud, los rayos del sol se colaban por la persiana. Su vista era borrosa pero pudo distinguir una figura sentada a un lado de ella, respiró profundamente intentando así aclarar su vista. Después de unos segundos pudo enfocar y distinguir a la figura.
- Despertaste mi amor...- Dijo su mamá empezando a llorar.
Ami quería hablar pero no podía, su boca estaba seca y apenas y podía mover los ojos. Unos momentos después llegó su papá para ponerse a un lado de su mamá, le sonrió a su hija y la abrazó.
Cuando al fin pudo obtener fuerzas para hablar y moverse, recordó a sus pequeños compañeros.
- Mamá... ¿Donde... Donde están... Dita... Y... Shura?- Preguntó lentamente.
Su mamá y papá bajaron la mirada, Ami se preocupó por el acto de ellos dos.
- Ellos dieron su vida, para que tú pudieras seguir viviendo- Dijo su papá con tristeza.
Ami no se lo creía, sus ojos se comenzaron a cristalizar. Esos dos pequeños eran su vida, casi como sus hijos... Y ahora ya no estaban.
- No...- Fue lo único que pudo decir Ami.
Aparte de sus padres, cuatro personitas más los oían y miraban la escena. Hasta que uno de ellos no pudo más y salió de ahí.
- Pero ellos no se fueron sin dejarte algo- Dijo Shaka con su tranquilidad habitual.
Ami lo vio con dolor, no quería saber nada de nada ni nada de nadie. Miró a su lado derecho, justo donde Shaka había salido. De ahí salieron Camus, Milo y Death Mask, los tres con tristeza.
En la mesa se encontraba una pequeña rosa y un mensaje...
"Sé que te sentirás sola, y que no nos perdonarás jamás... Pero no podíamos dejarte morir. Ahora te protegemos desde otro lugar, jamás te dejaremos sola... Jamás"
Ami lo leyó mentalmente, algo dentro de ella sabía que esas palabras eran verdad. Ellos jamás la dejarían sola.
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Después de recuperarse completamente, Ami siguió con sus estudios.
Le dolía no tener a sus compañeros ahí con ella, pero por alguna razón siempre sonreía al recordarlos. Los extrañaba, si, pero la tristeza no llegaba a tocarla.
Después de terminar su carrera, decidió mudarse a un lugar tranquilo. Con ella se llevó sus tesoros, sus dos amados tesoros que, aún sin moverse ni contarle tantas cosas tan maravillosas... Los amaba.
Alguna vez tuvieron vida, y en ese pequeño lapso de tiempo la habían hecho feliz. Incluso en su ausencia ella era feliz.
Siempre los recordaría.
Recordaría a Los Pequeños que habían vivido con ella.
Fin
Y este es el final, si, es el final y no haré epílogo porque no y pues porque no se me ocurre nada como epílogo. XD
Pero, esta historia acaba aquí y quiero dar las gracias a las personas que votaron y comentaron esta historia desde un principio.
L@s amo por haber seguido está historia.
Y les agradezco mucho por votar y tener el tiempo para leerla. Y también la paciencia para esperar a que actualizará.
SE LES AMA UN CHINGO GENTE
MUCHOOOOOOOO ❤️❤️❤️❤️❤️❤️❤️
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