Los Goron

- ¡Linkle, ayúdame con esto! - dice Ilia pidiéndome socorro. Una vez andado unos pasos innecesarios, ayudé a la chica con la organización en la despensa.

- No sé para qué me has hecho venir...- mi voz estaba rota por los nervios.
- Necesitaba preguntarte algo, con discreción.- Me miraba muy fijamente, hasta tal punto de tener su mirada grabada en la mente. No sé qué rayos le pasaba. Era muy rara.

- ¿Hay algún problema conmigo?, ¿algo que te moleste?-

No tenía una idea de lo que me molestaba su presencia en sí. Ya no eran esos celos, si no algo más. Todos sus comportamientos eran para algo a prior, como si tuviese un motivo oculto que no quisiese decir. Nunca me gustaron las personas que ocultan para luego hacer daño. Una actitud falsa que lo escondía con esa amabilidad y aprecio hacia Link y los niños.

- Nada- respondí falsamente. No quería crear polémica en el pueblo. Debía tragarme mi orgullo y hacer un poco de teatro justificado.

- Está bien- mientras le ayudaba, como en principio me dijo, iba sospechando más de mis movimientos. Al cabo de un rato de terminar.

- Una cosa que quiero que sepas,- la miró extrañada- si estás pensando en que algún día podrás tener un lugar en su corazón, estás equivocada, he estado día tras día, intentado que se fijara en mí, y porque una desconocida venga y sea su amiga, no me va a quitar el mérito, ni el sueño.

- ¿He dicho lo contrario?- ella abre los ojos estupefacta, y la dejo con la palabra en la boca. Cuando subo las escaleras, Ilia se muerde el labio inferior frustrada por la contestación.
Primera vez que muestra su verdadera naturaleza.

Al salir de ese sótano, los rayos del Sol, hicieron que sonriera ampliamente. Necesitaba sonreír, no sé porque. La felicidad aumentó al pensar en que ese día subiríamos a La Montaña de la Muerte. El monte rojo donde provienen las termas famosas. Impaciente me encuentro por conocer a los Goron, la raza mas robusta de todo Hyrule. Hombres hechos de la roca y lo más duro de la tierra. Tribu muy reconocida por las minas. Seguro que aprendería mucho de ellos.

Link afilaba su espada apoyado en el suelo. Sus manos tratan a sus armas cual padre a sus hijos. Era delicado y efectivo. Una sensación agradable el sonar las chispas de La Espada Maestra. Sonrío como una tonta, y el me mira ligeramente. Al tender la mano para que se levantara, me la agarra y terminamos con alturas similares.

- ¿Estás listo?- digo sugerente.
- Claro.
Una vez todo listo, pasamos el final del pueblo, para hallar una cuesta.

- ¡Chicooos! - la voz de Leonardo venía hacia nosotros, rápidamente. - Quería advertiros, antes de que os vayáis.
Últimamente los Goron, están un poco agresivos, normalmente son pacíficos con el pueblo, pero hace días bajaron de la Montaña y casi atacan el pueblo. Así que... Tener cuidado de que no os confundan con enemigos.

- Por supuesto, tendremos precaución.- dice Link con confianza.
Y con eso, seguimos con nuestra travesía. Los géiseres pequeños, rugían con la voz de lo más profundo de la tierra. Paredes más estrechas con obstáculos difíciles de atravesar. Pero una vez llegado a un pared infranqueable, nos sentáramos sin saber como subir. Era imposible de escalar con la piedra frágil y caliza.

- ¿Qué hacemos? - le pregunté mientras preparaba unas flechas. Él se sentaba de esa manera característica suya. Cruzando las piernas en postura base, la mano en su mentón. Con un ceño fruncido. No me respondió.

Al cabo de horas... Una voz apareció encima de la pared roja.

- ¿Sois humanos?- parecía un niño, pero no vimos a nadie alrededor.
Una cabecita amarilla con forma de cebolla se manifestó por encima de nosotros. Miramos desconcertados.

Al parecer un pequeño Goron nos observaba tímidamente. Empecé a hablar yo.

- Sí, somos humanos. ¿Nos podrías ayudar a subir? Necesitamos hablar con vuestro jefe.
- Pero... No sois demonios, ¿verdad?- estaba aterrado. El cuerpo lleno de piedras temblaba ligeramente.

- No, somos humanos del pueblo de Kakariko. - dice Link levantándose por fin.

- Aaaa... ¡Menos mal! Es que... Los demonios han intentado atacar a nuestra tribu. Todos están nerviosos, y no dejan entrar a nadie. Pero si sois los humanos buenos de abajo, podréis pasar. - su voz aliviada nos veía un posibilidad de entrar.
- ¿Podrías echarnos una mano para subir?- le pregunté a voces.

- Ahora os tiro la escalera,- y justo después unas cuerdas deshilachadas se ponían a nuestra altura.
Subimos como pudiera ser, y vimos al pequeño Goron sonreír ampliamente.

- Muchas gracias pequeño, ¿cómo te podríamos llamar?- él asiente.

- Prefiero no decirlo, me castigarían mucho si mis padres me pillan diciéndole mi nombre a un desconocido.- el chico andaba hacia la siguiente dirección.

Lo miré divertida, y solté una pequeña risa. Hacía tiempo que no sonreía tanto. Link me miró atípico. Yo le devuelvo la mirada, y rápidamente se sonroja. ¿Qué extraño?
Seguíamos al Goron, hasta llegar a una hondonada de rocas, de parecido a las canteras. Pero en vez de eso había termas rebosantes de vapor, con seres dentro. La Montaña de la Muerte, tenía pequeños agujeros en la roca, donde habitaba la Tribu entera. Y un lugar donde estaría el jefe.

- Ahora tendréis que buscaros la vida, no puedo llevaros al jefe, intentar que no os pillen. - y escapó entre las rocas.

Bajamos por el camino, lo más discretos posibles. Pegados a las paredes de piedra, Link delante mía. A veces me pedía que le cogiese de la mano, para no caernos al vacío. Una vez en el llano central del pueblo, seguíamos con las manos entrelazadas. Sin darse cuenta me puse colorada. Era un contacto muy directo. Aún no teníamos esa confianza, y mucho menos éramos pareja. El la retiro al verme en esa situación, pero lo hizo delicadamente, como si ese momento no quisiese que terminara.

- ¡A la carga!!- una horda de Goron nos invadió por todos los flancos, al parecer no habíamos sido lo suficiente discretos.
- ¿Intrusos que hacéis aquí?- dijo uno entre la multitud.

- Venimos a hablar con vuestro jefe, tenemos preguntas.- Link se mostraba decidido.

- ¿Osáis entrar en nuestra morada después de atacarnos?
- Nosotros no os hemos atacado.

- ¡Mentira! Apresadles. - la multitud nos empezó a apresar en un conjunto de empujones y sacudidas. Al entrar en el interior de la montaña agujereada, alguna gente nos miraba extraño. Al entrar en la principal, se podía vislumbrar entre la luz tenue de las antorchas, un campo elevado de tatami, y unos Goron alrededor. Me fijé en el más viejo de todos, una expresión decaída y sin luz. Tampoco estaba triste, una sensación de indiferencia esotérica.
Nos colocaron, más bien... Nos empujaron delicadamente en el suelo de piedra. Al parecer los jefes nos direccionaba con la mirada descarnadamente.

- Mmm...- el que se encontraba en el centro del tatami, empezó a acariciarse la barba, en señal de duda.

- ¿Estos son los demonios?
- Si, señor- respondió el que me mantenía agarrado.

- Más bien... Parecen humanos del pueblo.- Link y yo nos quedamos anonadados. El viejo tenía un poco de cabeza.
- ¡Señor Goron, es lo que intentábamos decirle en un principio!- le digo yo desesperada.
- ¡Silencio monstruo!- sin previo aviso una patada ligera hacia mi espalda. Agacho la cabeza, mientras Link se pone más nervioso.

- ¡Bastardo!- este intenta salir de la trampa, inútilmente. Se veía realmente enfadado, sonreí al ver ese acto de defenderme.

- Bueno... No sabemos lo que sois, pero os dejaremos ver a nuestro jefe, si hacéis una sencilla cosa.
Si nos vencéis a un combate de sumo limpiamente, sabremos que no sois demonios sedientos de sangre. - El anciano sonreía a si mismo.

- ¿Y si nos negamos?
- Si te niegas a combatir, os mataremos a los dos...- Link y yo nos miramos con complicidad. Sabíamos lo que teníamos que hacer.

- Está bien, pero empezaré yo...- dice Link rápido. Este me mira sonriendo, a su vez yo negaba con la cabeza, ¿como iba a saber de sumo? Yo menos, pero, a excepción de él yo tenía cabeza.

- Normalmente no luchan las mujeres de nuestro pueblo, pero tranquilo su turno llegará...- cada vez el viejo me daba más mala espina.

Las reglas son simples, si sales del campo estás descalificado. Los luchadores utilizan la fuerza y resistencia para tumbar a su contrincante. En unos segundos, Link tenía el torso desnudo, y listo para el combate.
- Antes de empezar me presentaré, mi nombre es Gorleone, y después de vencer a mi guardia te espero yo. Si es que puedes...- como dijo el tal Gorleone, antes de pasar su prueba tienen que ver si es apto.

Los dos contrincantes se colocaron en las posiciones del tatami ovalado. Dieron los pasos horizontales de que estaban listos, y en cuanto dieron la señal, el Goron y Link empezaron su lucha de fuerza. Se mantuvieron unos minutos sin moverse del centro, Link tenía una gran resistencia al enfrentarse al ser de piedra. Pero poco a poco Link comenzó a ceder, el pié tocaba la línea azul, estaba en su límite, cuando de repente se apartó de él, con rapidez, y el propio Goron con su fuerza se había mandado fuera del campo rodando.

Mientras el rubio jadeaba y gotas de sudor caían por su cuello, hasta los abdominales, Gorleone se reía,

- Bueno pequeño, yo no seré tan fácil como él. Tendrás que tener más cabeza conmigo. - el joven mira al anciano senil, de arriba a abajo.
Yo me echo las manos a la cabeza. Le estaba subestimando a uno de los Ancianos de la Tribu. Increíble...

Gorleone se subió al campo, hicieron los mismo pasos, señal, pero a diferencia de el otro, este esboza una sonrisa antes de arremeter contra Link. Él se queda desconcertado, le estaba arrollando sin enterarse, le iba a sacar del campo cuando, da una pequeña voltereta, justo en ese momento. El contrincante se mantiene extrañado, alguien le repelió la técnica. Link le mira desafiante. Segundos después chocan como colosos. En mi lugar me sentía nerviosa, si perdía estábamos acabados. Link no podría seguir con su misión.

El chico sabía que a la fuerza no conseguiría sacar a ese anciano de la pista. Poco a poco también cedía y inclinándose hacia abajo, este me observa durante unos segundos, no quería decirme nada, supongo que observar mi reacción de frustración. Pero después de ese instante sonrío e hizo la misma estrategia que en el anterior combate. Utilizar sus mismas energías. Que funcionó a la perfección.
Mientras Gorleone no se lo terminaba de creer, sus súbditos le ayudaban a levantarse. Al final no era tan malo al sumo. Se ve que yo también le subestimé. Al pensar en ello, reía divertida, supongo por la felicidad de no ser sacrificada.
Volver a abrir los ojos, y ver que Link me miraba. ¿Esperando alguna aprobación? No creo, era una mirada que no me había puesto nunca. Como si fuese el simple hecho de observar mis movimientos. Igual que en las termas. Me ponía incómoda. Algunas veces Link tenía cosas un tanto extrañas.

- Ejem... Tampoco cantéis victoria. Aún te queda a ti pequeña.- me señalaba.- aunque me venciera, no sabemos si tu eres o no un demonio.-
Se me cae el mundo encima. Por lo menos si pierdo, Link podrá seguir. Pero no debía pensar eso, tengo que seguir a su lado.

Al cabo de un rato, me encontraba con el torso al descubierto con unas cintas tapándome el pecho, y el pelo totalmente suelto. Mi contrincante sería una mujer Goron, para que fuese más justo.

- Las mujeres no compiten en la tribu, pero si que practican este deporte. Así que mi nieta mayor te responderá al duelo. - una silueta esbelta entra en el tatami. Las mujeres Goron eran muy diferentes a los hombres. Tenían un cuerpo más flexible y ligero. Sería curioso combatir en estas condiciones. Ella no dice nada.

Al empezar el combate, hicimos los pasos, señal, y corremos hacia el centro. Pero en vez de empujarme, realiza un salto para terminar encima de mí. Y con eso justo detrás mía empujarme hacia el exterior. En el borde blanco, empiezo haciendo equilibrio para no caerme. Y al soltar un suspiro, la chica corre hacia mí con los brazos abiertos en señal agresiva. Paso rápidamente por debajo suya. Ella predice eso y manteniéndose de pie. Me mira despiadada.

- ¡Deja de moverte!- dice otra vez intentando embestirme.

Antes de su movimiento, me quedo en el suelo y observo a Link, que hace signos de que me levante. Pero sin poder reaccionar me quedo mirándolo embobada. Su pelo tenía un movimiento muy natural y con su expresión sería, le hacia muy atractivo en ese momento. Nunca tuve este tipo de ambiciones por parte mía.

Pero, debía concentrarme en el combate, por él, por los que creen en mí.

De un salto, comienzo a correr para embestirla igualmente. A diferencia de ella me agacho un poco para poder agarrar de la cintura, e ir tirándola poco a poco. Un paso tras otro, sin que ella pueda salir de mi agarre. Y en un golpe no tardó de dar un traspié y caer desplomada.

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¡Buenas! Nunca había hecho esto de hablar después de un capítulo, pero bueno... El caso, es que me gustaría que (si pudieseis) comentar en la historia, que os ha parecido y debatir conmigo por chat. Así, si no os gusta algo me lo comunicáis y hablamos.
Así que, pequeñas Navis, me despido con un ¡Sayonara!


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