Las Termas de la Montaña
La mañana comenzó a abrirse con el dulce canto del lago cercano. Aunque el viento seco y cálido lo interrumpiera, los vapores de las aguas termales seguían produciendo su armonía singular. Mi mano atravesó toda la estancia hasta posarse en mi frente firme. Luz en las claraboyas, me deslumbraban. En definitiva el tiempo y la situación me estaban diciendo que me despertara del letargo. Me limpié las marcas de sabana usada, y en un intento de poner mi pie desnudo contra la fría tarima. No pude evitar desplomarme a causa de un mal uso de la coordinación. Últimamente no había podido relajar mis músculos y huesos, el descanso no era lo suficiente. Tenía cortes sin sanar y golpes con hematomas. Hasta ahora no me había dado cuenta de la situación. Siempre preocupándome de los demás, sanando heridas físicas de las víctimas de mi pueblo atacado. Las de Link y de Gareth. Nunca pude tener un momento para mí. No quería sonar egoísta, pero estaba cansada. Aún incluso después de dormir.
Rápidamente, Ricardo y el resto del pueblo habían venido a socorrerme. Y en unos instantes borrosos, me encontraba en la cama de nuevo con el paño mojado de la frente.
Sus palabras lucían distantes.
- Ha cogido una fiebre muy grave, y junto a los cortes infectados y esa cicatriz, sólo puede significar una cosa. - Leonardo hablaba con el otro hombre de la aldea.
- ¿Crees que puede ser...?- su rostro preocupado lo decía todo, tragó saliva.- ¿La enfermedad maldita de los campesinos?
- Han tenido que pasar un montón de situaciones horribles, sólo puede ser eso.-
No entendía nada, ¿Enfermedad maldita? Esto empezaba a ponerme nerviosa. Link no estaba, Navi tampoco. No sabía si estaba al borde de la muerte, o si mañana podría cabalgar con Epona, hacia el sol poniente.
Empecé a toser repentinamente. ¿Qué me estaba pasando? ¿Me despierto y todos los síntomas del Hyrule se posan en mí?
Los dos seguían cuchicheando. En la habitación entró la niña de Leonardo. Pero una vez que me fijé en su rostro terso y fino, pude vislumbrar facciones masculinas, que me exaltaron por un momento. En realidad era un chico, pero al tener ese pelo liso y cuidado, escondía su verdadero ser.
Los pasos de botas viejas, hacían que el rechineo del suelo viejo. El cantarín silbido de Link me tranquilizó por unos segundos. Pero al ver que estaba acompañado por Ilia, mi corazón se desbocó. Estaban muy felices, ellos juntos. Me mordí el labio.
La expresión de Link, tenía un semblante preocupado, al mirarme indispuesta.
- ¡Linkle! ¿Estás bien?- dijo el chico rubio al posarse en mí cama.
Yo no le contesto, por una parte era el estar con ella. No era de fiar, y la siguiente razón, porque no había venido ha ayudarme, en estos momentos. Me sentía fría por dentro.
- Link, déjala descansar- el chico se retira, cabizbajo. Comienzan a hablar en la penumbra.
- Bueno... Será mejor que intente levantarme. - las primeras palabras del día.
Mis pies tambaleaban, pero daba los pasos con fuerza. Aunque la cojera me impidiese andar con normalidad. Me dirigía hacia la puerta. Link y los demás me miraban conmovidos de alguna manera. El joven vino hacia mí. En un intento de agarrarme la mano, yo se la aparto con brusquedad. No necesitaba de ninguna ayuda. Y menos la de él.
Me fui de allí. A tomar el aire. La cabeza me daba vueltas. Todo se volvía negro y me dolían los ojos.
Me posé en la valla de madera. Observé el camino de arena, y como el viento arrastraba los sedimentos. Un sonido de carro destartalado y cascos rápidos resonaban en la lejanía. Y de repente... Un carruaje de madera con unos niños dentro. Uno de ellos intentando parar al asno enloquecido.
Los otros gritaban despavoridos.
El animal cayó por un tropiezo desenfrenado. Y los otros con el, en la arena y las piedras. Yo los observaba anonadada. ¿Quienes eran, y que hacían allí?
Link e Ilia salieron rápidamente de la casa. Sus rostros sorprendidos indicaban que eran conocidos suyos.
Corrieron a por ellos.
- ¡Talo, chicos! ¿Que hacéis aquí?- Link los ayudaba a levantarse.
- ¡Link, Ilia! Vinimos a rescatarla, pero parece que te has adelantado.
- ¡Siempre tan considerado! - decía una entre los niños.
Todos se veían en un ambiente agradable.
Me acerqué con mi camisón para ver sus identidades.
Todos me miraron consternados.
-¡Una chica!- todos los niños vinieron hacia mí. Se abalanzaron, y me tiraron al suelo.
- ¿ Es tu hermana Link? - dice el niño rubio emocionado. Ilia me ayudó a levantarme, con lo que yo gruñona, le respondí con una mirada de rencor.
Ella sonreía como siempre.
- No, chicos esta es Linkle, es mi compañero de aventuras.- "Compañera de aventuras" como si eso fuese fácil de explicar. No se lo que era ya, si su amiga, un estorbo.
- Entonces, es tu novia...- la pelirroja me señalaba inocente. Él enseguida se enrojeció avergonzado.
- ¡No, no, no nada de eso!, je je...Mira que tenéis cada cosa.
Mejor empecemos con las presentaciones, Linkle, este es Talo y su hermano Lalo.- Había bastante diferencia de altura. Talo se presentaba como un niño normal sonriente y lleno de felicidad, a diferencia de su hermano pequeño, que aunque tuviese aspecto de un bebé, su rostro estaba serio y lucia más maduro que su aspecto.
- Esta es Bea, la chica de la pandilla.- una niña coqueta, pelirroja con pecas en la nariz, parecía una niña común, con sus cuentos de princesas y príncipes.
- Y por último Iván, mi "aprendiz"- este al escuchar la última palabra de Link, se emocionó tanto que empezó hacer aspavientos. Cabello rubio, con semblante triste, y una adoración inexplicable hacia Link.
Con todas las presentaciones, la aldea se llenó de alegría al ver a los críos corretear por el hotel derruido.
Mientras me siento, en una de las sillas viejas, los demás explican mi situación por completo, y buscan solución alguna.
- ¿No hay alguna medicina contra esos síntomas?- pregunta Link interesado en encontrar algún remedio.
- Desconocido hasta ahora.
-¿Pero se podrá contrarrestar temporalmente de alguna manera, no?- decía Ilia.
- De momento, será mejor que investiguemos en alguna de las recámara del Ayuntamiento. Hay libros que ayudarán en parte a la búsqueda.- Todos se fueron rápidamente, incluso alguno de los niños que conocí anteriormente, estaban dispuestos a ayudar de alguna manera. Me conmovió.
Link se dirigía hacia mi decido. Giro la cabeza cabizbaja. Pero en un instante le miro a los ojos.
- Link...
- Sé lo que vas a decir, y no, no te voy a dejar aquí, hasta que te recuperes, por mucho tiempo que tenga que esperar.- Me leyó la mente en esos momentos, pero, él tenía que seguir con su aventura, no podía retenerlo aunque fuese yo también la heroína.
Necesitaba seguir con su camino, por Zelda, por Hyrule...
- Pero, tienes un deber que cumplir, por un aliado caído no puedes dejar tus responsabilidades.- mi tono de voz se alteraba cada vez más.
- Linkle, ¿lo has olvidado?, ¿Acaso no son nuestras responsabilidades? ¿Qué haría yo sin ti?- abrí los ojos sorprendida, por esa frase. Las lágrimas estaban apunto de salir, pero las retuve por miedo a verme así.
Pasé el brazo por mi rostro discretamente.
- Está bien... Descansaré aquí hasta que encontréis una cura.- le sonría con la mejor sonrisa que tuve en ese momento. Supongo que era mi manera de agradecérselo.
- Vale, descansa- me revolvió el pelo alegre. Como hubiera deseado tener mi capucha en ese momento.
Chasquee con la lengua.
Y unos instantes después me dormí.
En el tiempo de mi letargo, todos empezaron a buscar libros, etiquetas de cuadernos de medicina, algún indicio que me mantuviese con vida.
Las horas pasaban, hasta que se volvió atardecer. La luz se ocultaba dando lugar a un Crepúsculo magnífico. Ese tipo de acontecimiento solar, me recordó a la leyenda de La Princesa del Crepúsculo. Una joven heredera en el mundo del Crepúsculo, que fue desterrada y convertida en monstruo por un malvado. Este mundo vivía en un atardecer eterno, que gracias a ese desastre, el atardecer pasó a nuestro mundo, creando un universo de maldad y demonios. Menos mal que el héroe mantuvo a raya a los malvados y restauró la paz. Unos de los sucesos ocurrirá en esta era. Y tendremos que estar preparados.
¿Tendrá algo que ver con la frase que dijo el ser en el Templo del Tiempo?
"Los demonios y los monstruos volverán a dominar la tierra, y está vez no tendréis isla en el cielo que os detenga".
Mientras todos estos pensamientos ocurrían en un sueño lúcido. Un desastre estaba a punto de suceder.
En el pueblo, un ejército de bublins, entró con intención de saquearlo todo. Link salió con la Espada Maestra y su escudo de hierro. Todos los bandidos retrocedieron al recordar lo que este era capaz de hacerle.
Después de unos momentos, todos se fueron, pero no por la intimidación del héroe, si no por algo aún mayor. El jefe de los bublins había entrado en escena. La armadura pesada, el hacha magullada, un casco cornudo y su característico jabalí enloquecido. Era la batalla final. Entre los monstruos y los humanos.
Pero sólo sería una lucha limpia entre los dos jefes.
Las armas chocaron saltando chispas incandescentes.
La batalla se iba desarrollando sin precedentes. Pasaba tiempo entre estocadas y hachazos, y el jefe iba en desventaja, el cansancio y los cortes de la magnífica Espada, hacía que fuese perdiendo, pero con intenciones poco buenas. El bublin cogió una de sus bombas y la interpuso entre ellos dos. Haciendo una explosión que alcanzó de lleno al joven rubio.
Ese acto hizo que se terminara con el juego limpio. Tenía la oportunidad de vencer a su oponente rendido en el suelo. Los niños que observaban la situación, indignados empezaron a lanzar cantos y piedras contra el monstruo. Sin poder hacer nada, el bublin se encontraba en apuros por la gran puntería de estes.
Entre ese tiempo de jaleo, yo me disponía a levantarme de mi sueño de reflexión. Una intuición extraña, me decía que me dirigiese hacia una de las puertas traseras del edificio. Esta daba a una especie de terraplén que se dirigía hacia la parte superior del hotel, como una rampa en la montaña. Un olor emanaba ese sendero rojizo. Como el que se sentía en la mañana. Subí, haciendo caso omiso a lo que pasaba en el medio del pueblo. Justo en la cima de la cuesta. Un vapor repentino, me empujó ladera abajo. El escaldado de ese sitio, había hecho que toda lo empinado que hice cojeando, se esfumase de pronto.
Me imaginaría que tendría los huesos rotos por la debilidad, pero en vez de eso, todos los dolores y la cojera habían desaparecido. Pero una vez sorprendida, vi toda la trifulca de la plaza. Mi honor no estaba dispuesto a dejar a un amigo en ese estado.
Sorprendentemente corrí hacia Epona, cargué mi ballesta y del otro lado del pueblo me dispuse a montar a la yegua, para arremeter contra mi enemigo.
-¡Hey! - grite a lo lejos. El bicho me miró extrañado, había retenido a los niños con sus secuaces, y justo iba a dar su golpe final. Link impresionado me miraba preocupado, no sabía que me recuperé hacía unos instantes.
- ¡Prepárate para ser derrotado!- mi voz sonaba fuerte y sin dudas. No podía soportar ese juego sucio.
-¡No Linkle no lo hagas!- decía Link con voz desgarradora.
Tenía mis ojos apuntando hacía el enemigo. Epona estaba lista para el torneo entre bestias. El jefe se reía mientras montaba en su jabalí. En cuanto nos cruzamos las miradas, Epona comenzó a cabalgar, yo con las dos manos en mi arma y con solo mis muslos aguantando la montura.
El jabalí también avanzaba. Mientras nos íbamos acercando yo mantenía la flecha para el momento.
Después de un grito por parte del monstruo a dos metros mía mi flecha voló para acabar entre ceja y ceja, que con la fuerza del arco, mando la cabeza por los aires. El cuerpo decapitado, seguía andando con su montura igual que pollo sin cabeza, que segundos después cayó suavemente. El animal sin saber que hacer ralentiza el paso.
Todos los secuaces al ver la situación, corrieron despavoridos. La recuperación repentina perdió efecto y me desmayé. Lo último que recuerdo de caerme del caballo es Link corriendo hacia mi preocupado.
A la mañana siguiente, todos me observaban abriendo los ojos. En seguida se alegraron al verme bien, y los niños fueron a abrazarme.
- ¡Wow Linkle eso fue increíble, si pareces más fuerte que Link!- Talo sonreía junto a mí. No sé, había algo que me recordó a mi hermano Helli, eran igual de alegres.
Los demás le seguían coreando.
- Pero, hay algo que me extraña. ¿Como conseguiste recupérate? - preguntó Leonardo.
Rápidamente le expliqué la situación.
Justo en ese momento sus ojos se abrieron mucho y sorprendido dijo:
- Claro, eso es. ¿Como pude no darme cuenta? Tan cerca...- todo en él era misterioso, ¿a que se refería?
- Bea, prepara las medicinas y las sales. Tengo una idea.
- ¡Enseguida!- dijo la pelirroja.
Todos en seguida fuimos llevados hacia el lugar del terraplén. Que en la cima se encontraban un conjunto de aguas termales.
- Esto es lo que te hizo recuperarte, las termas de la Montaña. Las famosas termas de Kakariko, tienen un beneficio médico, y son capaces de curar cualquier cosa. Un baño completo en estas aguas y no tendrás este problema. -
Exacto, lo que hacía famoso al pueblo eran las afrodisíacas termas de La Montaña de la Muerte, un nombre un poco intimidante en las Minas de lo Goron.
Un rato después Bea y yo nos encontrábamos en un lugar donde me preparaba para el baño. Mientras me esparcía las medicinas y las sales en el cuerpo, tenía algunas cosas que preguntarle.
- Oye Bea...
-¿ Sí?- decía con voz dulce.
- ¿Link e Ilia siempre fueron muy cercanos?- era una pregunta un poco atrevida, espero que no se notara nada.
- La verdad son amigos de la infancia, pero nunca fueron nada más, si, yo también me lo pregunto...- estaba un poco más relajada.- Pero bueno, siempre andaron juntos, más tarde o más temprano... Terminarán juntos si nada los detiene.
- Ahora que lo dices...¿ Porque me lo preguntas? ¿ Te gusta Link?- enseguida mis mejillas se enrojecieron.
- ¡No! Sólo era...
- La verdad se mostró bastante preocupado por ti en la batalla, nunca antes había sido así con otra chica. - me sorprendió lo último que dijo, para la edad que tenía, sonaba bastante madura en estos temas. Yo sin embargo no se que me pasa y ella controla como si la vida le dependiese de ello. Y se fue dejándome sola.
Mientras me disponía a pasarme en el agua. Los pies fueron primero, hasta llegarme por la cintura. Pero de repente, Link entró en la estancia. Yo desnuda y él viendo todo mi cuerpo.
- ¡Perdón, perdón perdón! No sabía que ya estabas aquí.- ¿Qué rayos andaría buscando?
- Wow tienes una cicatriz muy grande en la espalda. ¿No te duele?-
¡Dios mío! La había visto. Esa parte de mi cuerpo no se la enseño a nadie. Es una cicatriz que me recuerda a una época de sufrimiento, donde un padre tortura a su hija con una barra de hierro hasta la muerte. Todo eso es lo malo que tenía la Leyenda del Héroe. La otra cara de la moneda. Una marca grisácea con forma estrellada.
- ¡No la mires por favor!- dije mientras metía todo el cuerpo en el agua hasta la altura de mi pecho. Aunque me escondiera, de podía vislumbrar debajo del agua.
Link seguía ahí pasmado como si nada.
- ¿Te podrías ir por favor?- dije con tono retórico. Verlo ahí, mientras observaba todas las partes de mi cuerpo con la cara colorada, era un poco perturbador.
- S-si, si, si, ahora me voy - y con eso se fue sin decir nada más. Al cabo de una hora, tenía todo el cuerpo intacto, menos la cicatriz de la espalda, eso no se iría hasta mi fin. Me vestí como siempre, y bajé por la ladera.
En el otro lado de la calle estaba Bea, mirándome de una manera extraña, seguramente por los acontecimientos de allí arriba.
Al andar por el pueblo me encontré con Link, tenía que hablar con él, debía agradecerle todo lo que había hecho por mí, el no haberme dejado aquí sola.
- Link...
- Sé lo que vas a decir... - estaba un poco colorado.
- No, no lo sabes. Quería agradecerte todo lo que has echo por mí, y... Bueno el haber estado apoyándome y luchar contra el enemigo pues ha estado bien. Gracias...- no sabía cómo decirlo.
Él, sin decir nada, con una sonrisa dibujada en su rostro. Me abrazó contra su torso. Una lágrima caía por la mejilla, sin saber muy bien que decir o que hacer. Nos quedamos unos minutos así, mientras Ilia nos observaba con semblante serio y dubitativo.
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