Lanayru

Un halo blanco, eso fue lo último que vi, o quise ver. Aún tenía secuelas del sufrimiento, que había pasado hace instantes, que se presentaban igual que milenios largos y lentos.
Sentí que mis párpados se abrían, pero solo veía blanco, puro y sin matiz alguno.

Poco a poco, unas sombras cercanas, que se volvieron nítidas al instante. Parecían mis manos, rosadas, pero se llenaron de sangre al mirar al frente. Un hombre, más bien lo que quedaba de él. En el yelmo una Calavera, los huesos se distinguían por los cortes de sus cotas y ropas. Un espada oxidada y el escudo carcomido. Un escalofrío me vino solo con mirar sus cuencas vacías.

- Saludos héroe- su voz retumbaba en mis oídos, no movía las mandíbulas ni un milímetro.
Intenté comunicarme con el ser, pero mis palabras eran sordas.
¿Quien era ese hombre?
- Por ahora, no necesitas pronunciar palabras, solo escucha mi voz...- hice caso a las órdenes, y puse mis oídos ante esa voz grave.

- Yo, soy una sombra de lo que una vez fue El Héroe del Tiempo, me acabo de manifestar, al poder vosotros adquirir la Unión de los Objetos Sagrados, y cumplir lo que más deseáis.
Sigue mis consejos si queréis salvar la tierra y a todos los hylians.
Una sombra de acerca, burlando nuestras miradas, escondiendo sus propósitos.
Ya estáis listos para poder estar junto a la princesa, y saber el último secreto que guarda la raza de los Zora.

Alertar a la princesa, pues un manto de inocencia lleva puesto, cual velo etéreo. -

De repente las palabras surgieron
-¿Qué es lo que acecha a Hyrule además del plan de los demonios?- tenía que saber la fuente del problema.

- Una época de cambios, predecir una guerra, una guerra entre otro mundo, además de los demonios.
Debes abdicar la catástrofe.

- E-Espere- dije inútilmente, al ver que se volvía todo oscuro. Mis párpados cerrados, la consciencia había vuelto ha su cuerpo, ¿un sueño? No, más bien, algo como una visión lúcida. Podía interactuar, pero también era una predicción.
Terminé por sentir algo, estaba tumbada en una cama, debía abrir los ojos, pero, me era imposible.
Los minutos pasaban, y poco a poco iba abriéndolos, pero las imágenes no eran para nada nítidas. No estaba en las Minas, ya lo sabía, por la paleta de colores, pero, ¿estaba en el pueblo?

Enfoqué la imagen, y lo primero que observé fue el techo solitario del
Hotel de Kakariko. Dónde habíamos residido en relatos anteriores.
Sacudí la cabeza ligeramente, y me froté los ojos. Sentí como si hubiese dormido años, no podía prácticamente movilizar mis músculos entumecidos.
Salí de la habitación, unas caras familiares, Ricardo y su hijo, no sabía cómo habían llegado hasta allí, pero el verles me reconfortó.
- Ya despertaste, después de los tres días, ¿cómo te encuentras?-Tres días en cama, me preguntaba en ese momento cuál era la razón.
No le contesto. Pues los recuerdos sobrevolaban mi mente. Link... ¡¿Dónde está Link!?

- Link...- solo conseguí pronunciar su nombre.
- En la otra habitación...- dijo el niño.
Corrí en cuanto pude. ¡Estaba vivo! No podía creerlo, mi felicidad rebosaba en mis mejillas. Todo el sufrimiento que debió pasar, no tenía palabras, pero justo cuando me iba a disponer a verle, me detuve unos segundos. Todo lo que le ocurrió fue por mí culpa, es verdad. Todas las heridas fueron por mí culpa, debería haber estado en su lugar. Menos mal que nos salvamos, pero... No pude reprimir todo el poder que supuso mi mente en ese remordimiento.

No me atrevía a mirarle a la cara, si no hubiese provocado a Ghirahim, si no le hubiese retado... Todo sería distinto, podría hablarle con mi sonrisa, pero no...
No pude evitar ponerme a llorar, no solo por las imágenes traumatizantes, por todo lo que había sufrido la profecía, y todo lo que la profecía me hizo sufrir.

Ilia entró en escena, y me vió delante de la puerta, ignorándola solo atenta a mis lágrimas.

- Aparta...- no la escuché muy bien, haciendo que pareciese un poco idiota.
No lo iba a repetir dos veces... Me pego una ligera patada, no iba con mucha fuerza, pero fue suficiente como para desplomarse al suelo.
La chica chasqueó la lengua. En cierto sentido, la entendía, anteriormente le había dejado en mal lugar, dañando su orgullo, me merecía que me empujara.
No podía más, todos los pensamientos negativos inundaban mi mente.
Contraje las rodillas hacia mi pecho.
La puerta entornada que se encontraba a mi vera, dejaba pasar el sonido de la conversación inminente.

- Link... Despierta- Ilia habla de forma cariñosa y falsa mientras le acaricia la mejilla.
El chico sólo hace unos ruidos guturales.
- Estamos en el hotel, solo has dormido tres días, es poco ¿verdad?- soltó una carcajada cantarina, pero a la vez un tanto forzado.

Todos mis receptores pendientes de la situación en aquella habitación, ¿mi papel? Dejar que las lágrimas cayeran.
Cuál alquitara pensativa.

- ¿Ilia?- consiguió pronunciar algunas palabras.
- ¿Sí?

-¿D-Dónde está Linkle? ¿Está bien?- al principio no reaccionaba al instante, pero mis ojos se abrieron sorprendidos, que para la gracia de todo, Ilia también estaba un tanto estupefacta.
Lleva dormido tres días, y el primer pensamiento es sobre mi situación,
"si estaba bien", no evité parecerme a una magdalena.

- Esto...- dice Ilia desconectada.
- Me levantaré yo mismo- estaba preparado para sacar los pies de la cama.

- No, no, ahora la voy a buscar...- sólo tuvo que dar unos pasos para encontrarme al lado de la puerta. Hizo un movimiento para que fuese junto a él, con expresión de enfado, y rencor.
La Linkle del pasado le hubiese dado una lección, pero ese día, parecía una chica tímida, nada más.
Un paso, otro y otro, resonaban por la madera quebradiza, acercándome hacia el pie de la cama.

- Linkle...- yo me siento en la banqueta al lado suyo.
Me mira el rostro, no evito sonrojarme mientras se fija en mis facciones.

- ¿Estabas llorando?- acerca su mano para sacarme una de las gotas que faltaban por caer, pero en vez de eso, fue la privilegiada a la que se la llevaron sus manos.
- No hace falta...- parecía una colegiala, no podía con el rubor en mis orejas.
- ¿Estás bien?
- Eso debería preguntártelo yo a ti- observé las vendas en su torso, y como un resquicio indicaba una gran cicatriz.

Nos quedamos callados, y al poco se ríe, yo no entendía nada, pero me contagió su risa así que le seguía.
- Al final salió todo bien, pudimos saber lo que es la Unión de Luz supongo que, de no ser por ti...- dijo Link.

- Pero, pudimos hacerlo gracias a tu resistencia, yo... No hice nada.
Lo que me sorprendió fue el poder de la Espada...- los dos recordamos a un doloroso Ghirahim.

- Da igual, lo que importa es que estamos bien,- me mira con sus ojos profundos, casi se podía ver un mar lleno de sabiduría dentro de sus pupilas. Aparto la mirada, era demasiado... He estado tiempo ver lo importante que es para mí, de lo nerviosa que me pongo al vislumbrar su risa, sus gestos. No me he dado cuenta hasta que su vida peligraba.
Cabían pocos centímetros entre nuestros rostros, él me seguía mirando, no me atrevía a restar esa distancia entre nuestros labios, ¿era el momento? El destino lo negó al abrir la puerta Ilia, con su risa cantarina. Diosa...

- Link, dice Leonardo que...¿Interrumpo algo?- una sonrisa apareció después de la pregunta estúpida.

- Pues sí...- dijo Link con un suspiro.
- ¿Ilia podríamos hablar un momento?- se veía que Ilia estaba en apuros, pero lo ocultaba bastante bien, el chico estaba enfadado.

- Bueno Link, yo me voy... Seguro que tenéis muchas cosas más importantes que contar.- un brazo me coge de la mano, yo abro los ojos estupefacta. Una mirada de inocencia, y las palabras correctas de seguido.

- Después nos vamos, ve preparando a Epona.- Estaba a punto de decirle
¡Sí, amo! Pero me contuve.
Al salir de la puerta, los gritos comenzaban, ¿qué mosca le habrá picado?

Unas horas, los dos no salían de la estancia, Epona y todo estaba listo, mientras, pasaba el rato cepillándola y cuidando a la yegua.
Cada vez se estaba volviendo más mansa conmigo.
Por fin, una cara conocida, Ilia unos metros más al fondo, llorando muy exageradamente. A su lado Link, sin saber muy bien que hacer. Expectante me hallaba, al ver lo que ocurriría, una mala noticia. Podría ser...
Leonardo salió junto a ellos, Ilia se fue corriendo, y pasó delante de mí, con una mirada de desprecio, como de fuego se tratara.

Las miradas indiscretas hacia mí, por parte de los hombres, no faltaban en la situación. ¿Qué estarían haciendo?
Los preparativos para el viaje, estaban listos, y en unos instantes los niños y todo el mundo, (menos Ilia) se despedían en un corro.

- ¿Os vais ya...?- dice Talo durante unos segundos.
- “Volveremos antes de lo que piensas”,- las palabras resonaron en mi mente, fue la misma frase que le dije a mi hermano, antes de marcharme. Evite las lágrimas con una sonrisa.
-¿Lo prometes?

- Claro...- y con eso nos fuimos galopando como siempre pasó.
Aún era mediodía, y nos faltaba un gran camino, hasta el Castillo de Hyrule, donde reside la princesa Zelda.

Epona estaba completamente, recuperada, corría más rápido que nunca. Un rato después íbamos un poco más lentos. Era el momento para preguntarle, de lo que había hablado con Leonardo.

- Link...- él gira ligeramente la cabeza como señal de que me estaba escuchando.
- ¿De que hablarais tu y Leonardo?- el suspira.

- Le preguntaba que como habíamos llegado a Kakariko, después del ataque. Él me dijo que los Goron nos rescataron, pero que estábamos bien, y bueno, que... B-bueno...- la punta de sus orejas estaban enrojecidas.

-¿Sí? - le preguntaba.

- Que me estabas abrazando...- estaba en apuros, ahora sospecharía de algo. Debo salvar la situación de alguna manera, aunque mi voz no lo permita.

- S-seguro que era, por el momento,
n-no quería que murieses...-
- Está bien...- dijo Link, que cuando pronunció las últimas palabras, la yegua se paró.
Obedecía sus órdenes aunque no dijera palabra.

- Será mejor que te sientes tú delante mía, así estarás más cómoda y no tendrás que agarrarte a mí.-

Mis ojos se abrieron estupefacta, normalmente yo me sentaba detrás de Epona, pero quería que fuese con él, juntos, como una pareja. Así es, como montan las parejas a los corceles, no sabía si él estaba al tanto de sus palabras.

- No hace falta...- bajé la cabeza para que no me viera la cara.

- Por favor...- me mira a los ojos, no podía ignorar eso...
Nos bajamos simultáneamente, él sin previo aviso, me cogió de la cintura para subir a la silla. Estaba actuando como un auténtico caballero, no era así antes. ¿Qué le habrá hecho cambiar de parecer?
Los dos juntos de nuevo, pero él con los brazos rodeándome el cuerpo, nuestros torsos uno en delante del otro, y su cara aspirando el aroma de mi cabello rubio.

El paisaje iba cambiando, a la vez que avanzábamos lentamente, la vegetación se iba volviendo exuberante, y algunos afluentes del lago, pasaban a la par de nosotros.
Los muros de los puentes se iban acercando, indicaban proximidad de la Ciudadela. Dónde podría estar mi familia, por el contenido de la carta, que leí hace unas semanas.

Por fin, las paredes de piedra, que tanto esperábamos, las torres principales sobresalían tímidas, pero era el Castillo de la princesa, lo que habíamos esperado siempre.

Justo íbamos a pasar por la puerta, cuando una voz nos interrumpió...

- Linkle... ¿Eres tú?

______________________________________

¡Nuevo capítulo! Linkle se está dando cuenta de sus sentimientos, ¿Serán correspondidos?
No se sabe, pero,¿podréis averiguar quién es el misterioso personaje que interrumpió a los dos Héroes?

Lo sabréis pronto, no olvidéis comentar pequeños Hylians
¡Adieu! 😘









Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top