El príncipe de los Zora
¿Esto es amor? No, aún no era lo que anhelaba con tanta insistencia.
Pero, no podía rendirme, daba igual si no me pertenecía su corazón, lucharía por que estemos juntos. De forma justa todo se consigue.
Abrí los ojos, era noche cerrada, estaba con mi camisón, entre sábanas pesadas. ¿Que había ocurrido? Después de la pregunta en mi cabeza, la imagen de intentar quitarme la vida, y un Link atormentado.
Suspiré profundamente. No me imagino todo lo que ha tenido que pensar ahora de mí. Solo me dolía la cabeza al recordar. Crucé mis piernas con la manta, y rodé rápidamente por la cama, en intento de olvidarlo todo.
Poco tiempo ocurrió, que ya me encontraba mirando hacia el exterior del castillo, con melancolía. Imaginado una vida sin la aventura, sin estar con Link, sin poder sentir su piel cuando me coge de las manos despreocupado, o el aroma de su cabello, en los momentos que mi mirada se centra en el cuello de este.
Mis reflexiones se sintieron interrumpidas, al percibir el toc toc, de la puerta de madera, del cuarto.
- ¿Estáis bien Linkle?- era la Princesa Zelda, ¿porqué estaba en mi habitación a tales horas de la noche?
- El Señor Link me dijera que tuviera un pequeño accidente con la cocina, ¿Está herida? ¿Se encuentra bien?
- Sí, Princesa Zelda, no hace falta tales preocupaciones...- como siempre Link era el más discreto.
- Siento haber sido tan impertinente...
-¡No tranquila! Está bien...
Necesito descansar.
- Por supuesto, L-linkle...- se veía muy nerviosa, e incluso tímida, no se parecía en nada a la segura y poderosa Princesa Zelda.
Al poco rato se fue, dejándome inmersa en mis pensamientos. Qué extraño...
Al la mañana siguiente, los rayos del alba reflejaban mis ropajes verdes, estaba lista para la próxima misión, que seguro, realizaríamos con éxito.
Los pasos de mis botas resonaban por el pasillo de piedra, alertando a los guardias de los turnos más tempranos. Todos y cada uno saludaban como oficiales, su orden a la que tenían que acatar. Lo que hizo sentirme más importante entre las Cortes.
- Os explicaré vuestra próxima misión,- implacable, nada comparado con la noche anterior-
El Lago Hylia se está secando, y como nuestra principal fuente de agua que es, debemos buscar una solución, o la gente empezará a echar en falta eso, y podrían hacer una revuelta.
Los Zora son la raza que viven en los arroyos superiores, del caudal alto del río, son los encargados de que el agua se transporte por todo Hyrule. - se levanta del trono con semblante tranquilo- Sospechamos que es a causa de la muerte de su reina y soberana, La Reina Rutela. Que hasta hace poco estaba criando a su hijo Ralis. El príncipe, es el único hijo de esta, lo hace heredero al trono.
La escasez de agua, puede ser que algunos partidarios rebeldes hayan provocado un golpe de estado contra la casa Real, y cerrado el transporte de agua desde los deshielos del Pico Nevado. Provocando una especie de presa.
Vuestra misión será, recuperar el buen nombre de los Reyes, erradicando a los rebeldes. Ralis, se encuentra a los alrededores del lago, escondido de los captores. Si podéis ayudarle a su situación estaría mejor.-
Ese príncipe puede ser el principal motivo por la cuál los Zora se quejan.
Es importante para el resto de la misión. Link me miraba sonriente, lo que hizo que me sonrojara ligeramente, al lo que este pudo observar y ponerse nervioso de seguido.
- Pero, no estaréis solos, mi General de la Guardia os acompañará, para corroborar vuestra colaboración.- en ese momento, parecía haber visto un fantasma, Gareth apareció en el gran salón real, con una mirada de desprecio, no hacía mí, si no al chico rubio, que se encontraba a escasos centímetros de mí.
- Creo que ya os conocéis, ¿no es así?-
Y tanto se conocen... No podía evitar imaginarme a los dos chicos peleándose de nuevo.
- Tenéis unos minutos antes de partir- nos veremos de nuevo, seguro que pronto,- y terminó con los ojos apuntándome a mí. De forma automática.
Nos quedamos los tres solos, sin decir una palabra. Sólo incomodidad.
Y miradas desafiantes.
Pero, hubo una cosa que no me esperaba.
- ¡Estamos listos para sus órdenes!- dijo Link de alguna forma retórica. Después me agarró por encima de los hombros, acercándome a él. Podía sentir como su corazón latía, despacio, como si su intranquilidad se hubiera disipado al hacer aquel acto, que me ruborizó. Gareth se frotó ligeramente los ojos, fastidiado.
- Venga, vámonos...- y comenzamos a andar, y a poco tiempo en silencio, estábamos en el exterior de La Ciudadela. Esta vez, no usaríamos a Epona, de quedaría descansando en los establos, por todos los esfuerzos adquiridos.
Yo, daba pasos en el medio de los dos.
Gareth se acerca ligeramente hacia mí. Estaba susurrando para que el oído de Link, no escuchara.
- Aunque me hayas rechazado, no me rendiré, te haré ver la luz de lo que en realidad es Link- me quedé sorprendida, pero, duró poco la sorpresa, al ver que Link me agarraba del brazo, para llevarlo hacia él.
¿Qué estaba pasando? El agobio comenzó a crecer al estar en esa situación.
- Li...
- No me gusta que estés al lado de esa rata, por favor, déjame tenerte a mi lado.- me puse la caperuza para tapar mi cara de tomate.
- ¡La estas agobiando!- saltó Gareth al ver esa situación.
- No vaya ser saque la Espada otra vez... ¿verdad?- su voz daba miedo, parecía un psicópata. Los dos mantenían esa pelea conmigo en el centro. Link a mi derecha y Gareth a mi izquierda. Lo que hizo enfadarme ligeramente.
- ¡Basta!- los dos se quedaron sobresaltados.
- Vais a convivir o si no tendré que, hacer esto por mí misma. Creo que será la mejor solución.- empecé a correr hacia el río que conducía hacia el Lago de Hylia.
No miraba atrás, creí ver que los dos estaban corriendo a por mí, pero siempre estuve orgullosa de mi velocidad, en carreras soy siempre la primera. Ellos dos no conseguían alcanzarme.
Pararon, lo que me permitió poder llegar a la ladera de río. La presa de piedras hacía un pequeño puente, por el que pasé grácilmente, pero una de las rocas llena de musgo, hizo que me resbalara. Y cayera al agua.
Perdí la consciencia a causa de la fuerza de las corrientes y los golpes entre las aguas.
Lo último que pude vislumbrar, fue un rayo azulado, muy rápido, que me cogió y llevó a la superficie.
Estuve unos minutos sin sentir nada, rápidamente, comencé a toser y sacar el agua de mi cuerpo.
- Ya está, seguro que no ha sido nada...- una voz melodiosa que nunca escuché, de un hombre. Me embelesaba, era una sensación de protección y comodidad. No sabía que las voces pudieran hacer eso.
Abrí los ojos ampliamente, el hombre en realidad, era un hombre pez, un Zora para ser exactos. Sus aletas se encontraban en los pies, piernas antebrazos, prácticamente todo el cuerpo. Lo que explicó la rapidez en el agua. Los colores turquesa y azules, no faltaban en sus facciones cuidadas del rostro. Era muy bello, criaturas muy bellas. Nunca antes había estado ante un Zora. Me dejó petrificada.
- ¿Que ocurre?- seguía con es voz dulce
- ¿Te ha comida la lengua un pez gato?- no podía aguantar soltar una sonrisa, por el humor escaso de este.
- No..., estoy bien gracias por
s-salvarme- estaba listo para saltar al agua.
- De nada, ricura. Es lo que un príncipe debe hacer...- en ese momento me di cuenta.
- ¡Espera! ¿No serás acaso, el Príncipe Ralis?- cambia la posición de salto oara dirigirse a mí lentamente.
- ¿Cómo sabés ese nombre?- justo después, un grito se escucha en la lejanía.
- ¡LINKLEEEE!- las palabras del joven rubio, penetraron en mis oídos, asustándome, y sobresaltando a Ralis.
Antes de que nos alcanzaran a los dos, pude fijarme en la gran cola que le crecía desde la cabeza, la que utilizaría como movimiento. Estaba dañada, con varios cortes en las aletas de esta, tenía un pinta muy fea. Se veía ligeramente infectada, al contacto del agua estancada. Como una mancha en la obra de arte. Debía hacer algo con eso.
- ¿Porqué escapaste de mí?- me movía los hombros, preocupado, meneándome como un muñeco de trapo.
- No lo vuelvas a hacer, ¿vale?- Ralis nos miraba extraño.
- Bueno, ricura, no sé cómo sabes mi nombre pero debo irme.- Link al escuchar la palabra “ricura”, dirigió sus ojos amenazantes hacia la mirada inocente del Zora. Preví lo que iba a ocurrir, poniéndome en el medio. Apartando a Link, de que no lo matara con la mirada, como a otro que yo me sé.
- Príncipe Ralis, somos Los Paladines de la Princesa Zelda, hemos venido a ayudarle con su objetivo de recuperar su reino.- este se queda sorprendido, ahora todo se entendería mejor.
- Perdone señorita, pero... No sé si necesitan ustedes más ayuda que mi pueblo. - el Zora pudo ver como Gareth y Link seguían discutiendo.
- No se preocupe su Majestad, yo lideraré la misión a sus órdenes, po supuesto.
- O esto, llámame Ralis, puedes tuterme, pequeña- “¿Pequeña?” Tampoco era tan bajita, Ralis, con su esbelto cuerpo, me sacaba una cabeza, pero tampoco era tan pequeña. Mis pensamientos se silenciaron, al observar a los otros dos, que también me sacaban altura de sobra.
- Está bien, pero antes de todo, vamos a curar esa herida.
- E- Espera, no te he p-pedido nada a cambio...- era mi deber.
- No te preocupes, soy la mejor médica de aquí. Estará mejor dentro de poco, por favor siéntese.- el cruza las piernas a regañadientes. Empiezo a sacar los ungüentos caseros de la mochila, y observo detenidamente la parte dañada, aunque no pude evitar fijarme en la belleza de su anatomía, y la suavidad de su piel. Los otros dos, observaban como atendía a Ralis
Justo cuando me disponía a tocar su cuerpo, se apartó ligeramente, impidiéndome seguir.
- ¿Por favor?- le pregunté sarcástica.
- Entiéndelo, en mi pueblo, si una pareja se tocan las aletas, es sinónimo de matrimonio prematuro. - me enrojecí rápidamente, él se veía avergonzado también.
- L-lo siento, pero... Así no puedo curarte.
- Era broma, tu no tienes aletas así que no pasa nada je, je...- sonríe dejándome en evidencia. ¿Se estaba metiendo conmigo?
- Bueno, entonces empezaré- mientras poco a poco, le cubría la parte herida, Link y Gareth miraban al hombre pez extrañamente. Con hastío.
Una vez terminado...
- Linkle...-
- ¿Qué pasa Link?- digo una vez, intentando sonar borde.
Este me enseña un hematoma simple.
- Yo también necesito atenciones médicas.- suspiro.
- Lo que necesitáis es intentar llevaros bien- los dos se miran, después de darse la espalda el uno al otro.
- ¿Qué les pasa?- me preguntaba Ralis, inmiscuyéndose en la conversación.
- Nada importante, lo que debemos hacer ahora, es, ayudarte con tus propósitos- él asentía.
- Está bien, pero antes... Debemos ir al Lago, allí lo entenderán todo mucho mejor...- levantándose, con una mirada pícara hacia mí.
- Aún faltan dos horas de camino, ¿cómo piensas que confiemos en tí, hasta que lleguemos?- dijo Gareth, cruzándose de brazos.
- Bueno, pues no hace falta que vosotros dos confiéis en mí.- en unos segundos, ya me había agarrado de la mano, para llevarme repentinamente con él, a las aguas del río. No podía reaccionar, solo dejarme llevar por él, entre las corrientes. Y ver como su cuerpo se ondeaba detrás de mí, mientras yo me sujetaba en sus hombros.
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