KEN

Era un día muy tranquilo. Al menos eso parecía para Brent. El chico se sentía muy tranquilo a pesar de no tener idea de que hacer.

Solo sabía que debía encontrar el artefacto de la mítica serpiente Quetzogander, ya que de ello dependía el futuro de la humanidad.

Los magos caóticos ya le habían jodido mucho la vida como para no hacer absolutamente nada.

Mike le veía con cierta preocupación. Sentía que el muchacho se estaba esforzando de más, aunque en parte entendía lo preocupada que podía estar en ese momento.

Brent le seguía recordando a la persona que en vida fue su hermano menor que murió asesinado por una maga caótica del fuego, aunque a veces se sentía incómodo por su presencia por alguna razón que no entendía. No quería verlo meterse en más problemas y perderlo también. De hecho, había algo en ese chico que le intrigaba y le hacía sentirse extraño. Algo que más que le hacia querer protegerlo, pero no estaba del todo claro que era. Tal vez, no... No era el parecido a su hermano, ya que en actitud, Brent era bastante... Terco, restaurado, idiota, pendejo, pero aún así, había demostraba mucha pasión a comparación a años atrás. El estaba más decidido a hacer algo, y en el pasado se le veía más nervioso por el tema de ser perseguido constantemente, aunque de igual manera se podía notar algo de liderazgo en él.

Los demás alistaban el terreno para pasar la noche, mientras que Brent decidió ir a buscar leña él solo. Expresó que lo necesitaba para poder descansar mejor.

Mike quería seguirle, pero Dave apareció detrás suyo para decirle que era mejor dejar así al chico, ya que todos en algún momento necesitaban algo de soledad para pensar mejor.

–A veces eres demasiado extraaño, amigo. –Le respondió el mago del fuego–. En fin, espero que Brent no se meta en problemas. Aunque siendo él, lo dudo.

Mientras tanto, Brent estaba usando sus poderes distintos a la magia elemental para obtener leña con facilidad. Él se encontraba muy centrado en la tarea, pero de pronto, cayó en un agujero.

El chico tuvo la suerte de no lastimarse en lo absoluto, pero se encontraba en un lugar que parecía estar hecho con manos humanas.

–Este túnel me da bastante curiosidad. –Dijo Brent–. Aunque debo de encontrar una forma de volver... ¡Nah! ¡Me gustaría encontrar algún tesoro o algún lugar escondido por aquí!

De esa forma, el muchacho siguió un camino por ese túnel. Caminó y caminó varios minutos, pero no parecía haber salida alguna. Comenzaba a desesperarse, pero entonces, salió a un pequeño pueblo de casas hechas de madera en su totalidad.

Habían algunos cultivos de plantas comestibles, algunos pequeños ranchos y la gente caminaba sin preocupación alguna.

Lo que más llamó la atención del muchacho fue una gran montaña de la que caía agua en una cascada.

El pueblo entero estaba rodeado de vegetación y montañas, pero se respiraba una gran tranquilidad.

–Es un lugar muy hermoso. –Comentó Brent al aire–. Me recuerda a «El Todo Y La Nada», pero con montañas, casas y una cascada.

El ruido de un Brent hablando hizo qué las personas fijaran sus miradas en él. El chico se quedó petrificado, ya que no sabía si las personas podían ser hostiles o no ante su presencia.

Él era un completo extraño para los pobladores de ese lugar, por lo que debía ser muy cuidadoso con lo que hacía.

–Lamento el escándalo. –Expresó el avergonzado muchacho, aunque nadie parecía prestarle atención en ese instante–. No sé como es que llegué aquí.

Entonces, Brent observó que un niño de unos seis o siete años escalaba la montaña. Él sabía que el pequeño podía correr peligro, por lo que decidió ir en su ayuda, o al menos tratar de convencerlo de que eso era demasiado peligroso para alguien de su edad.

Un hombre lo tomó del brazo y le dijo que ese chico no valía la pena. Ese chiquillo era un sucio vagabundo que no hacía más que robar comida.

–¡Es solo un niño! –Gritó Brent. ¿Acaso no merece que alguien le de un hogar?

Pero nadie parecía estar realmente interesado en aquel chicuelo. El Heredero Del Caos Y El Orden sentía que debía de salvarlo, pero entonces, una mujer salió y dijo que nadie se interesaría por el hijo de una traidora.

–¿De qué está hablando? –Reprochó Brent a la mujer.

Entonces, un hombre de edad avanzada se aproximó al chico. Dijo ser el jefe de la aldea. Él preguntó al muchacho si quería conocer la historia del niño qué subía la montaña.

Mientras tanto, los demás se estaban preocupando debido a que Brent no aparecía por ningún lado.

Mike estaba dispuesto a buscarle por el aire, pero Dragtor no estaba interesado en ayudar, ya que estaba muy somnoliento.

–¡Dragón flojo! –Protestó el mago del fuego–. Ayer dormiste como tronco.

Adolfo sugirió buscarle en la zona boscosa, ya que era justo por el lugar que se fue.

De esa forma el grupo se separó en espera de dar con el paradero del muchacho.

Jenna y Oswald estaban cerca del lugar en el que Brent había caído. El chico fue el que encontró algo de madera, mientras la chica notó que alguien había estado allí.

Sin embargo, ambos cayeron en el mismo agujero que el Heredero Del Caos Y El Orden.

Jenna cayó sobre la espalda de Oswald.

–¡Quítate de encima, puerca! ¡Pesas mucho!

La muchacha le dio una cachetada, y un coscorrón al chico por su comentario.

–La verdad no sé porque me gusta viajar con tarados. –Protestó la muchacha.

Ambos se dieron cuenta de que estaban en un túnel hecho por otras personas. Aunque tenían la duda de que camino seguir.

–¡Bris Furate! –Gritó la chica–. Espero este hechizo rastreador me sirva, ya que no lo he perfeccionado...

Por el suelo se comenzaban a dibujar huellas de zapatos. Estas parecían ir en una sola dirección.

Jenna y Oswald se miraron. Los dos parecían estar de acuerdo en seguir las huellas qué tenían frente a ellos.

En tanto, Brent entraba a la casa del jefe de la aldea. El lugar lucía muy modesto. No habían varias de las comodidades que el muchacho tuvo con sus abuelos o con su tío.

El anciano se sentó sobre una suerte de cojín qué estaba rodeando una mesa. Brent se sentó en otro.

Una mujer ofreció algo de té de hierbas oscuras a ambos. La bebida estaba caliente, pero era refrescante a la vez.

–Ese muchacho no es bienvenido a la aldea, debido a que su madre nos trajo la desgracia. –Comentó el anciano–. Ella siendo una maga del orden, se enamoró de la persona incorrecta. Ella tuvo un hijo con un mago del caos.

Aquello fue un extraño golpe para Brent. Había dado con alguien igual a él en ese lugar. El chico poseía la sangre del caos y el orden en sus venas.

No sabía si sentir alivio o preocupación por el chico. Le alegraba conocer a alguien en su situación, ya que no se sentía tan solo, pero por el otro lado, no le gustaba que la gente le tratara de manera indiferente.

–Sigue sin ser algo justo para él. –Expresó el muchacho–. Lo sé bien, porque soy igual a él. ¡No tienen idea de lo doloroso que es cargar con el caos y el orden dentro de uno!

Muy enojado, el Heredero Del Caos Y El Orden salió del lugar. No podía entender que la gente tratara mala a un niño tan pequeño. No deseaba que alguien más viviera las mismas cosas que él experimentó.

–No pienso dejar solo a ese chico. –Dijo Brent–. Tengo que ayudarlo.

Jenna y Oswald recién salían del túnel cuando se dieron cuenta de que el muchacho subía la montaña.

Ellos dos iban tras él, pero una anciana les detuvo. Ella mencionó que Brent hacía lo que los habitantes del pueblo evitaban.

Jenna le cuestionó sobre el tema, por lo que la mujer iba a contar más de la historia del pequeño.

–Hace años nació una mujer muy hábil con la magia del orden. Ella tenía buen dominio sobre el elemento tierra.

Era amada por la gente del pueblo, y respetada por todos por ser responsable y amable con todos, de acuerdo a la anciana.

La mujer ayudó a construir túneles que comunicarían al pueblo con asentamientos vecinos.

De esa forma, el lugar comenzó a prosperar más y más con el paso del tiempo.

Pero un día, un desconocido caería de a uno de los túneles y llegaría a la aldea. Él se encontraría con la mujer, y esta le miraría con buenos ojos.

El extraño comenzaría a vivir en el lugar y se ganaría su lugar ayudando a otros. Con el tiempo, el ya no desconocido y la mujer comenzaría una relación. Sin embargo, el hombre comenzaría a sentir preocupación.

Él amaba a su «doncella», más de guardaba un oscuro secreto. El hombre deseaba huir de su gente. Él no quería saber nada de los magos caóticos.

Su máximo deseo era vivir lejos de todos ellos y estar con su prometida. El día de la boda finalmente llegó.

La pareja se encontraba muy ilusionada de concretar el siguiente paso para formar una familia, pero los magos caóticos arribaron.

Ellos buscaban al hombre. En su paso, comenzaron a atacar a la aldea y a su gente. 

El tipo trató de explicar que lo buscaban a él y que haría cualquier cosa para detener a los magos del caos. Sin embargo, la mujer, en un ataque de furia, le exigió irse y no volver nunca más.

El sujeto, con el corazón hecho trizas, se marchó para no volver. Sin saberlo, la mujer quedó embarazada, por lo que cuando todos comenzaron a saberlo después de un tiempo, le veían de distinta manera. Inclusive muchos le daban la espalda. 

Ella murió el día del parto, deseando que su hijo no fuera mal visto por las personas, aunque la gente de la aldea ya lo veía como una peste.

–Ese chico es como Brent. –Expresó un preocupado Oswald.

–Me preguntó sobre el padre de ese chico.

–La madre se llamaba Kyoko, mientras su apuesto padre respondía al nombre de Kendall.

–¡¿Kendall?! –Preguntaron Jenna y Oswald al unísono.

Brent terminaba de escalar la montaña, donde el chico se encontraba descansando.

Pero pronto, el niño se despertó y se encontró con Brent. Llenó de miedo, retrocedió un poco.

–No quiero hacerte daño. –Expresó Brent al pequeño–. Vengo a conocerte. Me llamó Brent.

–¿Burento?

–Solo Brent.

–¡Burento-San!

–¿Qué hice para merecer esto? –Se preguntó el Heredero Del Caos Y. El Orden.

–¿Y tú cómo te llamas? –Preguntó Brent al chiquillo.

–Ken.

De pronto, el muchacho vio la imagen de una mujer en una fotografía. Él preguntó al chico la razón por la que conservaba consigo dicho retrato.

–¡Es mi mami! –Le respondió el chiquillo–. También tengo a mi papi aquí. 

El niño mostró una fotografía de su padre, dejando petrificado a Brent. Él conocía a ese sujeto, pero no de buena manera.

El padre del niño era uno de los magos caóticos que le habían causado tantos problemas en el pasado, además de que fue el asesino de su novio y la novia de Brett.

El chico lucía tan tranquilo y apacible en comparación a su padre.

–¿Qué tienes, Burento-San?

–Tuve un calambre en el pie. –Mintió Brent–. ¿Te gustaría venir conmigo?

En ese momento, Jenna y Oswald subían a la montaña con ayuda del espíritu elemental de la chica.

El pequeño les vio, y algo asustado, se refugió detrás de Brent. ¿Qué hizo el muchacho para merecer aquello?

Jenna agradeció a su ave espiritual y los tres amigos se reencontraron. La chica saludó al niño, mientras Oswald se veía algo mareado.

–Le dije que si volar con mi espíritu elemental le provocaba náuseas, lo mejor era quedarse. –Mencionó Jenna. 

Preocupados, los amigos de Brent le contaron sobre ese chico al muchacho. Sin embargo, eso no le importaba. Él no quería que ese chico fuera tratado de forma cruel por los habitantes de la aldea.

En ese momento, una explosión de fuego oscuro tuvo lugar. Brent invocó a Nerostic para proteger a Ken y a sus amigos.

–¡MIERDA DE DRAGÓN, AL FIN TE ENCUENTRO DE NUEVO!

Mientras Brent y Kendall intercambiaban groserías. Jenna tapaba los oídos de Ken.

–Puede ser hijo de ese sujeto, pero no tiene porque escuchar las palabrotas de su padre. –Comentó una molesta Jenna.

–Estoy de acuerdo contigo. –Expresó Oswald.

–¡Un momento! –Dijo Kendall–. ¿Por qué ustedes tienen la imagen de esa mujer.

Kendall miraba la fotografía de la madre de Ken. De pronto, observó los alrededores y se quedó congelado un instante.

–¡Es mi mamita! –Dijo el niño–. ¡Tú te pareces a mi papi!

Se respiraba un aire de una profunda inquietud en el ambiente. Kendall observó al niño y recordó a una mujer hermosa de cabellera castaña de la que una vez estuvo enamorado.

Sin embargo, cuando reveló sus orígenes caóticos, le rechazó el día de la boda.

–¿Y tu madre dónde se encuentra? –Preguntó Kendall al niño.

El chico señalaba a la fotografía, pero Jenna dijo que el jefe de la aldea le dejó morir el día que nació Ken.

–¡VOY A MATAR A ESOS PAYASOS Y ME LLEVARÉ A MI HIJO! –Gritó Kendall, dando un salto en dirección al lugar que alguna vez habitó la mujer de la que se enamoró.

–Hemos causado un alboroto. –Dijo Brent–. Oswald, Jenna... Cuiden a Ken. No voy a dejar que ese sujeto le ponga las manos encima.

–¡Estás loco! –Expresó Jenna, pero el muchacho también dio un salto desde la cima de la montaña.

Kendall comenzaba su ataque a la aldea, reprochando que no hicieron para salvarle la vida a su querida Kyoko.

–¡Astrani-Pirato! –Gritó Brent, golpeando a Kendall con una ráfaga astral.

–¡Basta, Kendall! –Gritó Brent–. Si de verdad tú hijo te importa, deja al bando de Okuros. Puedes iniciar desde cero y criar a Ken.

–¿De verdad crees que no pasó eso por mí mente? –Respondió el mago del caos–. Justo eso quería cuando conocí a mi domcella, pero ella no quiso saber más de mí cuando le dije que soy lo que soy. ¡NO QUIERO QUE UN MAGO CAÓTICO TRAIGA DESGRACIA A MI Pueblo! Me dijo ella el día que nos íbamos a casar. Jamás me enteré de su embarazo y esta gente la dejó morir. ¡TODOS ESTOS PUERCOS VAN A PAGAR CON SUS VIDAS!

En la montaña, Ken veía con horror la destrucción que su padre estaba causando. Estaba tan asustado y no comprendía lo que sucedía.

Jenna le abrazó, y le prometió que las cosas se iban a tranquilazar.

Brent y el mago caótico comenzaron su enfrentamiento. El muchacho pedía a su contrincante recapacitar e irse con su hijo y ser una familia, pero Kendall estaba más interesado en destruir el lugar.

De pronto, junto a los amigos de Brent apareció la mujer que les habló sobre los orígenes de Ken.

Con alegría en su mirada, Ken corrió abrazarla.

–¡Abuelita!

–¿Usted es la abuela de ese niño? –Preguntó Jenna.

–No, más soy la única persona que se preocupa por él. –Respondió la anciana.

Abajo, a Brent no le estaba yendo muy bien contra Kendall. Se dedicaba a mostrar un lado más defensivo que atacar al enemigo.

–Yo siempre quise tener a mi padre conmigo. –Comentó Brent al mago caótico–. Estoy seguro de que Kendall siente lo mismo. ¡Deja estas tonterías, y vete con él!

–Pienso llevarlo conmigo, y entonces, conocerá a su abuelo Okuros. Estoy seguro de que papá se va a alegrar de conocer a otro con la Sangre Del Caos Y El Orden en sus venas. Seguro mi hijo será su nieto favorito y yo tendré un ascenso.

–Eso es todavía peor. –Dijo Brent–. Van a hacer ese experimento de suministrarle energía caótica como a mí. Lo vas a perder como hijo para siempre.

–¡Eso a ti te debe importar un culo, mierda de dragón!

El jefe del lugar apareció para pedir piedad, pero cuando Kendall le vio, lanzó un hechizo para asesinarle. Mike le repelió con el encantamiento «Feoro».

–Gracias, Mike. –Dijo Brent al mago del fuego.

–¡Por favor, es suficiente! –Dijo el anciano–. ¡No queremos conflictos!

–¡USTEDES SE LO GANARON POR NO HACER NADA PARA EVITAR LA MUERTE DE KYOKO! –Le reprochó Kendall. 

En ese momento, un manto de niebla cayó sobre la aldea. Una voz femenina comenzó a escucharse cantar.

Brent escuchaba algún susurro en su oído derecho. Parecía ser algún tipo de hechizo.

–¡Merium! –Exclamó Brent.

La niebla de hizo más densa, además de que comenzaron a mostrarse recuerdos de la mujer que dio vida a Ken.

Ella se había quedado sola cuando el mago caótico se marchó. Pero pronto se daría cuenta de que estaba embarazada.

La mujer pidió ayuda a muchos pobladores, pero la mayoría le negaba su apoyo por tener al hijo de un mago caótico en su vientre.

Solo la anciana y su padre, quien resultó ser el jefe de la aldea, le mostraban apoyo. Aunque su padre no parecía contento de tener un nieto de Kendall.

Llegó el día del parto. El bebé nació sano y fuerte, pero Kyoko sufrió complicaciones y comenzó a desangrarse.

Muy alejados de cualquier ciudad, la anciana dijo que no había mucho por hacer.

–¡Pero no quiero dejar morir a mi hija! –Chilló el jefe.

–Lo siento mucho, pero no podemos hacer nada aquí. –Dijo la anciana.

El hombre de edad avanzada, llorando, tomó la decisión de dejarla partir de este mundo.

La mujer decidió cuidar a Ken, pero este parecía decidir escapar siempre al lugar en el que alguna vez vivió su madre. Hacía muchas travesuras y prefería robar pan desde un par de años antes.

La gente le dijo que era un caso perdido por culpa de su padre, pero a veces ella se metía en uno de los túneles para dar con él.

Pero Ken seguía prefiriendo la soledad, teniendo esperanzas de conocer a sus padres.

Brent y Kendall lloraban, y se mostraron escenas en las que la madre de Kendall se arrepentía de decirle al mago del caos que no lo quería más en su vida.

Después, la mujer apareció frente al chico. Ken estaba feliz, y esta le abrazó,y cantó para él.

–Esa melodía... ¡Esa melodía! –Gritó Kendall, con los ojos empapados en lágrimas –. ¡Yo le compuse esa melodía a Kyoko el día de nuestra primera cita!

–Lo siento mucho, Kendall. –Dijo Brent–. Creo que es mejor terminar este desastre. Muchos terminaron lastimados. Incluyéndote a ti.

El espíritu de Kyoko apareció frente a Ken, pero Brent decidió que esos dos no lo necesitaban para despedirse, pero ella se puso delante del muchacho unos segundos más tarde, le agradeció por ayudarle a mostrar a Ken lo que ella quería. Y tras irse, la niebla desapareció. 

–¡Me largo! –Dijo Kendall.

–¿Y qué hay de Ken? –Preguntó Brent.

–Estará mejor sin un padre como yo. ¡Escúchame bien, mierda de dragón! ¡A partir de ahora tú serás su hermano mayor! ¡Si algo le pasa a mi hijo, te mato!

–¿Qué hice para merecer esto? –Pregyntó Brent, en un aire de indignación.

El mago caótico emprendió la retirada. Los pobladores de la aldea agradecían a Brent y compañía por ayudar a que no ocurrieran peores desastres, pero el muchacho dijo que la madre de Ken merecía todo el crédito.

Ken bajó para abrazar a Brent, al que ya consideraba su hermano mayor.

–¡Eres mi hermanote, Burento-San! –Dijo un feliz Ken.

–De verdad no sé qué hice para merecer esto. –Protestó el muchacho, pero todos le ignoraron.

Jenna y Oswald comenzaron a reír, aunque Mike dijo que los demás debían de estar preocupados por su ausencia.

El grupo debía reunirse, pero entonces, Brent tenía un asunto pendiente.

–Ken, fue un gusto conocerte, más por ahora, estoy en una misión peligrosa. No quiero ponerte en peligro.

–Pero yo quiero ir contigo...

–Me gustaría, pero ahora no es seguro. Por favor, quédate aquí. –Dijo un Heredero Del Caos Y El Orden al que le faltaba poco para entrar en modo llanto.

La anciana que cuidaba de él dijo que se haría cargo del chico. El jefe de la aldea prometió cambiar para mejorar la situación del chico que era su nieto.

Y Brent se sintió mejor de dejar al chico con ellos.

De esa forma, Ken y Brent separaban sus caminos. Dos Herederos Del Caos Y El Orden se habían conocido separado, pero sus destinos se volverían a cruzar.

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