Capítulo 35: ¡Vete!

Una delgada línea de sangre goteó de la comisura de sus labios cuando la lanza se desprendió de su pecho, y alguien salió de entre los inmensos árboles.

Ethan estaba sobre el suelo desconcertado, pero se quedó ahí, ya que la mano de Aris presionaba su hombro para que se quedara donde estaba.

Pero palideció al mirar el agujero en su pecho y la sangre en su boca.

—Quédate detrás de mí—musitó Aris con los dientes apretados.

—Príncipe Sirilius, por favor, deténgase—dijo Lucdark junto a Lady Phoenix.

—Váyanse a la mierda—exclamó despectivamente y escupió sangre.

—Dentro de muy poco serás coronado, no debes perder el tiempo con...eso—dijo la reina parándose delante de Aris.

Ethan se pudo nervioso.

Si ayudaba a Aris y mataba o lastiman a alguien se convertiría en arena, pero si no hacía nada sólo sería un estorbo para Aris.

—Por favor, ríndete—suplicó Elderloth, quién no estaba muy lejos de la reina.

—¡¿Creen que voy a volver?! Jamás lo haría, antes preferiría estar muerto—y justo después de eso vómito una bocanada de sangre.

"Esto es... ¿qué rayos...?"

—Sabemos lo especial que eres, lo hemos visto con nuestros propios ojos—dijo la reina con determinación—por eso tomamos medidas.

—Malditos...—dijo Aris lleno de ira.

"¿Qué fue lo que hicieron?"

Se preguntó Ethan confundido.

—Sabíamos que protegerías a ese humano...no intentes oponerte, ese veneno puede debilitar a trescientos de nosotros—anunció el rey con una expresión de asco. 

La lanza que lo atravesó tenía un potente veneno, y Aris comenzó a percatarse de ello.

Su espiración se volvió más pesada y se sentía débil y mareado. Y sin darse cuenta fueron rodeados por más de quinientos, los consejeros, los reyes, Elderloth y Phoenix.

Pero no le importó y rápidamente recitó un hechizo, el agua brotó del suelo y lanzó varios picos de hielo.

Todos tomaron tácticas defensivas y evadieron el ataque.

En seguida Aris formó un domo de hielo y los cubrió a ambos.

Y de la superficie de este seguían apreciando picos, siendo lanzados sin piedad.

—Vamos Aris, guarda la calma—se dijo a sí mismo agitado, y tocó su frente con fatiga.

—¿Hay algo que pueda hacer?—preguntó Ethan sin perder tiempo, y su rostro mostraba una severa preocupación.

—No, lo mejor será que no hagas nada, si tocas a alguien lo más seguro es que...

—Está bien, pero debemos escapar lo antes posible.

—Mm.

Aris respiró profundo y formó tentáculos unidos al domo, cerró los ojos y se concentró.

Los látigos, repletos de púas de hielo azotaban con fuerza contra ellos, pero la mayoría los esquivaba, otros eran perforados por todos lados y unos eran arrojados muy lejos.

Aprovechando la confusión salieron del domo, Aris tomó la mano de Ethan para salir corriendo, pero rápidamente fueron rodeados.

Y todos apuntaron a Ethan con intenciones asesinas. Aris estaba furioso y volvió a formar el domo y se defendió de los ataques.

—Si sigues así ya no podrás usar magia, tu núcleo se dañará—exclamó Elderloth preocupado.

—¿Eso que te importa?, yo no les importo. ¡Sólo les importo porque soy el estúpido heredero!

Ethan estaba preocupado por el estado de Aris, que cada vez se miraba peor, su rostro era más pálido de lo usual y sus manos temblaban, el veneno estaba haciendo efecto y lo hacía sentirse cada vez más cansado.

"¡Mi*rda! ¿Qué hago?"

Ethan estaba desesperado y ahora sólo era una carga.

—Usar el "Domo cristalino" alrededor de la isla por muchos años drenó la mayoría de tu magia. Es inevitable, obtendrás una derrota aplastante—declaró la reina con voz profunda.

—No me rendiré, protegeré a la persona que amo, cueste lo que cueste—desafió con una mirada penetrante y helada.

"Si no puedo siquiera protegerlo... entonces no lo merezco"

Aris recitó en voz baja y el agua salía sin parar del suelo, formando pequeños montículos que iban tomando forma. Hasta ser réplicas de la apariencia de Aris, hechas de hielo.

Todos tenían diversas armas.

Látigos, lanzas, espadas, flechas...

Sus cuerpos traslúcidos se miraban delicados, pero el hielo era tan fuerte que no podía ser partido fácilmente.

Aris sudaba frío mientras ordenaba a los clones pelear.

Eran rápidos y sus movimientos precisos y feroces.

Pero Aris se miraba cada vez peor.

—Aris...—musitó Ethan con voz preocupante. Se sentía impotente, inservible y débil.

—No te preocupes, voy a vencerlos—dijo Aris con determinación y su mirada se tornó oscura.

Sacó la espada de empuñadura blanca que Ethan le había dado y dijo unas palabras en voz baja.

—¡Aris! ¡Espera, no lo hagas! —rogó Ethan.

Quién sabía qué clase de hechizo estaba tratando de usar. Era una combinación de un hechizo prohibido con las habilidades de hielo que Aris poseía.

Vivir ochenta y cuatro junto a Aris hizo que pudiera aprender el lenguaje y todo sobre BlueLower. Incluso los hechizos prohibidos.

Aris hizo caso omiso a sus suplicas y se cortó el cuello, los tobillos a través de sus botas y las muñecas. Y apenas, con las manos temblorosas se apuñaló el pecho.

La sangre goteaba por todos lados y se unía con el agua que brotaba del suelo en gran abundancia.

Rápidamente formó una púa de hielo y con el talló en sus antebrazos un hechizo, los símbolos eran retorcidos y siniestros y las heridas se congelan al instante, saliendo de ellas un tenue brillo celeste.

El domo que los cubría cayó, la sangre y el agua combinadas se juntaron y formaron una bola de agua de seis metros, que crecía cada vez más. Poco a poco tomó forma y se convirtió en una réplica de Aris de ocho metros. Completamente hecha de hielo.

Llevaba la fina tela de la realeza que adornaba su cintura. Y unos gigantes brazaletes de hielo cubrían su cuello, muñecas y tobillos. Cómo si fueran grilletes.

Y un extraño sello brillaba en su pecho, justo donde Aris se apuñaló, y en sus manos poseía dos latidos que parecían no tener fin.

—Si queremos escapar de aquí no hay otra salida.

—Aris...

—¿A quién llamas 'Aris' sucio humano? —exclamó la reina con indignación—su nombre es sagrado y no debe ser modificado, mucho menos por un ser inferior como...

Aris hizo un extraño ademán con su mano y el enorme látigo del clon gigante cayó sobre la reina.

—Él puede decirme cómo quiera, me importa una mi*rda si mi nombre es sagrado...—escupió Aris con ira.

El látigo se retiró y dejó al descubierto a la reina, tirada en el suelo, llena de tierra y sangre. Estaba hecha un desastre.

—Les prometí que si volvíamos a vernos, los torturaría sin piedad, hasta la locura—añadió con una voz y una mirada tan siniestra que hasta hizo temblar a Ethan.

Todos agraviaron sus expresiones y tomaron posición de defensa.

Los diversos guardias reales eran hábiles en magia y combate. Sería una pelea difícil.

Quinientos contra uno.

Aris controló todos los clones a la vez, y el gigante azotó y balanceó ambos látigos, devastando toda la vegetación a su paso. Luego unió ambos látigos y los hizo girar sobre su cabeza. 

El agua de dichos látigos se desprendía y giraba junto a ellos, y finas espadas de formaban, absorbiendo la magia de Aris, volviéndolas más fuerte y veloces.

Y cuando ya habían suficientes las soltó de los látigos y cayeron como truenos sobre todos.

Fueron perforando por las gruesas y poderosas espadas de hielo. Sus gritos y sangre se derramaba en abundancia, la escena era aterradora, y lo que fue un hermoso bosque ahora era un lugar bañado de sangre y cuerpos moviéndose, a pesar de estar deformes hasta ser irreconocibles.

Aris no pudo soportarlo más y vomitó tanta sangre que se ahogaba en ella.

Ethan sintió un horrible escalofrío bajar por todo su cuerpo y lo sostuvo de ambos hombros.

—Aris, resiste...—musitó al borde de las lágrimas.

La situación no se miraba nada bien.

A pesar de ese poderoso ataque, la mayoría aún seguía moviéndose, sin brazos o con agujeros por todos lados. Pero aún seguían vivos y no los dejaban escapar.

Eran cómo un ejército de muertos vivientes.

—Sólo un par de veces...más—se dijo a sí mismo, se puso de pie por su cuenta y limpió la sangre de su boca.

Los guardias que estaban en mejores condiciones miraron a Ethan con frialdad y atacaron.

Los clones formaron una línea y se opusieron, el choque de las armas resonaba entre el sangriento campo de batalla.

Pero enfrentar a un clon contra un guardia real era difícil, y uno de ellos logró traspasar la defensa de Aris. Con espada en mano el guardia arremetió contra Ethan sin dudarlo, Aris quiso defenderlo, pero él rápidamente sacó su espada, se puso delante de él y bloqueó el ataque. 

Todos habían recibido una orden.

«Ese humano es el causante de la locura de nuestro príncipe heredero, mátenlo y traigan al príncipe de regreso»

Todos estaban decididos a matarlo a toda costa, y Aris, al tener que controlar un sin fin de clones, incluyendo al gigante, que enfrentaba a los consejeros y reyes, no podía ayudar a Ethan. Si aflojaba su ataque todos se le vendrían encima y podrían matar a Ethan.

Se sentía contra la espada y la pared, mirando cómo Ethan se defendía del ataque. Quién rápidamente decidió guardar la espada y pelear a mano limpia, reduciendo las posibilidades de morir.

El guardia ya había herido a Ethan en algunos lugares, cortando sus brazos y perforando ligeramente su hombro. Se alejó para tomar distancia y medir su siguiente ataque, debía ser cuidadoso.

El guardia no lo dejó analizar la situación y lanzó una serie de cuchillas de agua con su espada, asustado Ethan sacó una daga de su cintura y las bloqueó. Pero sin poderlo controlar una de ellas, al rebotar en su daga, salió disparada hacia el guardia.

La sangre de Aris se heló y rápidamente hizo que el gigante enviara un latigazo entre Ethan y el guardia.

La cuchilla cayó sobre el látigo y aplastó al guardia. Un segundo más y Ethan...

Aris casi veía su imagen, desmoronándose, junto con una expresión angustiosa.

Al desviar el ataque del látigo Aris quedó expuesto y más de veinte fueron contra él. Y sin titubear llamó de nuevo al clon gigante, tomó su espada y degolló al más cercano.

Luego atravesó a otro y un látigo cayó sobre ellos haciendo que pudiera llegar hasta Ethan, y se colocó delante de él. Aris no era tan hábil con la espada, así que formó un tentáculo de agua en su mano izquierda y comandó a sus clones con la derecha.

Ethan creyó que iba a morir, por poco hiere a un guardia, y con miedo se quedó detrás de Aris.

Ambos estaban entrando en pánico y la magia de Aris casi se agotaba, pero, aunque su núcleo mágico se rompiera no iba a dejar que mataran a Ethan. Habían pasado por tanto sólo para que al final él muriera y se quedara solo de nuevo.

Se reusaba a aceptar su realidad. Y su mirada completamente perdida y vacía fue llenada con locura, sus sentidos se volvieron confusos y nublados...Entró en un estado de trance, tan profundo que ya no sabía cuál era su límite. Y lo único que había en su mente era...

"Matarlos...debo matarlos a todos..."

—Aris—llamó Ethan asustado.

Pero no lo escuchaba.

—Una...otra...y otra vez—decía entre dientes, y estaba listo para dar otra orden, y formar otro clon gigante.

—¡Aris! —exclamó Ethan tomándolo de los hombros y lo miró a los ojos temblando.

Aunque fue tardado, Aris entró en sí y lo miró con angustia.

—Ethan... ¿qué debo hacer? —su rostro en verdad se miraba preocupado y confundido.

¿Qué podía decirle?

¿No lo sé?

Esa no era una opción.

Y sentía que si lo decía en voz alta Aris se desmoronaría en angustia y lágrimas.

—Respira profundo y cálmate. Piensa, ¿cuál es la opción más viable? Por qué yo sí sé cuál es, sólo dímelo y lo haré—dijo tratando de calmarse y le dio una suave sonrisa.

Aris apretó los dientes, tanto que casi se quebraban. Pensó que jamás llegaría a decir esas palabras, se negaba tanto a decirlas que era casi imposible que salieran de sus labios.

Pero al mirar la expresión tan dulce y calmada de Ethan su mente se despejó.

"Si quiero estar con él debo tomar una decisión"

Respiró profundo y exclamó con voz temblorosa:

—¡Vete! Aléjate de aquí lo más que puedas...—sus ojos se llenaron de lágrimas, renuente a dejarlo ir—Yo los mantendré ocupados mientras escapas. Los venceré.

—Mm, nos veremos pronto, lo prometo—dijo alzando su meñique.

—Lo prometo...espera por mí, pronto iré a buscarte.

Y con la mano llena de sangre entrelazó su meñique con el suyo.

Ethan le robó un rápido beso y dijo con determinación:

—Saldremos de aquí juntos ¿de acuerdo?

—Mm—asintió con un nudo en su garganta—te abriré paso.

Aris hizo una pequeña piedra de hielo y se la entregó.

—El escudo durará hasta que la piedra se derrita, corre lo más rápido que puedas.

—De acuerdo—la tomó entre sus manos y salió corriendo.

En seguida un domo se formó a su alrededor, y el clon gigante, junto con un escudo de hielo le abrió paso entre la multitud, apenas pudieron pasar y Ethan logró salir del campo de batalla.

Y al ver esto varios intentaron seguirlo, pero Aris los detuvo con su látigo, quién apenas se defendía de un sin fin de soldados que arremetieron contra él.

—¿Qué creen que intentan hacer? ¿Eh? —interrogó con una sonrisa oscura—al que quieren es a mí ¿no es así? Inténtenlo, si pueden...

Ethan corrió lo más rápido que pudo, lleno de frustración.

"Soy un completo inútil"

Se regañó a sí mismo con severidad.

Ethan bien hubiera podido acabar con varios y ayudar a Aris, pero la estúpida maldición se lo impedía.

"¿Qué puedo hacer para quitar esa maldición de mí? ¿cómo puedo ayudarlo...?"

Su cabeza estaba hecha un caos, la piedra se había derretido y corría sin control por la isla. No sabía dónde estaba y se sentía cada vez más ansioso.

Cuándo una idea descabellada surgió de repente.

"¿Y si pido a la diosa Amanzi un deseo?"

Con eso en mente trató de ubicarse y buscar el "Estanque Sagrado" dónde se podía invocar a la diosa.

Corrió y corrió por todos lados, pero debido al agobio se desorientó aún más. Y buscó desesperado la ruta que tanto había visto en los recuerdos de Aris.

"Aris no morirá...no lo hará"

Se decía para calmarse, dejarlo ahí le había dolido tanto, y más por el hecho de que no pudo ayudarlo en nada.

"No me importa qué clase de deseo tenga que pedir, o que precio tenga que pagar. Voy a sacarlo de aquí..."

Y cuando creyó conocer el lugar escuchó unos sonidos a lo lejos, voces de personas que le resultaban muy familiares discutían más adelante.

"¿Acaso son...?"

Se apresuró y llegó hasta la fuente del sonido, sorprendido se detuvo ante ellos y se paralizó.

Eran los que quedaban de su tripulación.

Ocho personas.

Ben se asustó ante un extraño ruido entre los arbustos y subió la guardia. Pero en cuanto vio que era Ethan se tranquilizó, pero palideció al verlo lleno de sangre y heridas.

—Capi...—exclamó desconcertado.

Ethan se mantuvo alerta, y se acercó un poco hacia ellos.

Al escuchar a Ben decir "Capi" todos miraron en la dirección donde él observaba, y también se quedaron perplejos.

—¡¿Qué rayos te paso?! ¿estás bien? —interrogó Ben y se acercó a Ethan.

—Estoy bien...—respondió en voz baja—es peligroso que permanezcamos en la isla, hay personas muy violentas viviendo aquí.

—Justo íbamos de camino al barco ya que no encontramos el tesoro, y cómo estabas solo pensamos que estarías aburrido—dijo Ben sacando unas vendas de su mochila—Toma.

—Gracias—dijo vendando una herida en su brazo—por cierto, ¿dónde están los demás?

—Nos separamos para cubrir más terreno, pero no hay de qué preocuparse, en el grupo iban dos peleadores, y de líder se eligió a Henry.

—Oh...ya veo.

—¿Peleaste con las personas peligrosas de las que hablas? —interrogó Ben preocupado.

—Si...

Ethan observó a los demás.

Y entre ellos estaba Robert, el único peleador que quedaba aparte de Ben, su mirada era de preocupación, pero en el fondo sentía que algo no andaba bien.

Luego de ver a Ben después de mucho tiempo decidió creer en él, su actitud era muy sincera y no parecía tener algo en su contra.

A excepción de los otros siete.

Los estudiaría de cerca y averiguaría que es lo que están tramando, pero por ahora quería guiarlos hacia el barco y perderse a propósito para ir a pedirle un deseo a la diosa.

—Entonces volvamos al barco, te ayudaré con tus heridas si quieres—comentó Ben casualmente.

—Claro, el camino...

En ese momento, cuando Ethan dejó de ponerse las vendas y miró a los ojos a Ben, observó cómo Robert se colocaba detrás de Ben rápidamente y le apuntaba con una daga a un lado del cuello.

—Das un paso y le meto la daga entera—amenazó con una expresión malvada y despectiva.

Ethan se quedó paralizado ante tal movimiento, estaba tan concentrado en la situación de Aris que no se dio cuenta en qué momento pasó todo eso. Pero era inevitable, ya que Robert era ligeramente más fuerte que Ben.

Quien puso una mirada asesina y exclamó:

—¡¿Qué es todo esto?! Maldito, suéltame o....—Ben quiso forcejear, pero la daga hizo presión en su cuello, y una línea de sangre salió de la herida.

—Ambos son unos idiotas. Tú todo embobado hablando y cuidando de tu estúpido amor no correspondido—escupió Robert hablando con Ben—Y tú, estúpido niño que sólo anda perdido en las nubes. Son tan fáciles...

Ben se llenó de ira y apretó los dientes, mirando a Ethan, quién tenía el rostro en blanco.

—Por favor, suelta a Ben—rogó Ethan en voz baja.

—Como si fuera a hacerlo—se burló alguien que estaba detrás de Ben y Robert.

—John, ¿qué es todo esto? —interrogó Ben al reconocer la voz.

La mayoría de la tripulación se había unido de a poco durante los años de viaje de Ben y Ethan. Y Henry, Robert y John habían sido de los últimos en unirse, hace poco menos de un año.

John no sobresalía en ningún aspecto, su cabello era negro y sus ojos tenían un tono café oscuro, alto y delgado, de facciones toscas y nariz pequeña. Sus delgadas cejas se arquearon en una expresión malvada y sonriendo dijo:

—Ethan... ¿dónde están los demás?

Su voz profunda emanaba ira y resentimiento.

—¿Ethan? —preguntó Ben admirado.

—...No lo sé—respondió Ethan con una expresión tensa.

"¿Cómo sabe mi nombre?"

Pensó asustado.

—Me resulta extraño que tengas todas esas heridas, y digas que peleaste con los habitantes de la isla—y acercándose añadió con una sonrisa grotesca—cuando nosotros no hemos visto a nadie en ningún momento...Ethan, acaso ¿me estás mintiendo?

Ethan sintió un miedo tan extraño y familiar al verlo a los ojos, algo en su interior le decía que corriera y se alejara de John.

—Bueno, qué más da si los has matado, todos eran unos inútiles—y sacando un frasco de su bolsillo amenazó con su espada a Ethan y ordenó—bebe esto o tú lindo perro fiel se muere.

Ethan se sintió invadido por una sensación angustiosa. Muchas cosas estaban pasando y parecía que todo estaba en su contra.

Nada estaba saliendo bien.

Asustado miró a Ben con preocupación y tomó el frasco.

"No creo que sea veneno o algo, si Aris está en lo correcto planean hacer algo conmigo. Me necesitan vivo"

—¿Si lo bebo dejarás ir a Ben?

—Mm, tal vez—contestó con deleite.

Ethan no tuvo más remedio que abrir el frasco y beber el líquido en su interior. Que quemó su garganta y dejó un regusto amargo.

—John... ¿por qué haces esto? ¿qué está pasando? —interrogó Ben angustiado.

—Tú no sabes nada imbécil, este asunto es entre mi querido Ethan y yo—y mirándolo exclamó fascinado—he esperado mucho por este momento...








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