Capítulo 31: Ethan (Parte 5)
Parte 5: Simple
El sonido de las olas se escuchaba a lo lejos, y las aves graznaban mientras volaban sobre el mar.
Lo primero que sintió fue que le dolía levemente la cabeza, y los rayos del sol matutino acariciaban su cuerpo que estaba en la orilla del mar.
Abrió los ojos con dificultad y se levantó de la arena.
—Me quedé dormido en algún momento...—reflexionó al ver la hermosa vista del océano.
Y cuando ya estaba bastante despierto se preocupó.
—¡¿Qué haré ahora?!—se preguntó exaltado.
Tenía miedo de lo que pudiera pasar, pero decidió ir a hablar con Corwin y Malcom, ellos tal vez sabrían que hacer. O al menos le ayudarían a ver las posibles opciones con más claridad.
Corrió con pesadez y se dirigió hacia el burdel. Aún se sentía extraño, pero no tanto cómo anoche, y sus efectos eran casi nulos.
Después de tanto correr llegó al burdel y avanzó por todos los pisos, corrió con más desesperación y subió al último piso.
—¡Hay que seguir buscando! —exclamó alguien dentro de la oficina de Corwin.
—Preguntemos de nuevo al Conde Kernovich si sabe dónde está—sugirió Caleb.
—Pero él insiste en que no sabe—dijo Margaret preocupada.
—Iré yo misma y me postraré ante él si es necesario—dijo Verónica con tono molesto.
—Pero... ¿y qué pasará con Lowis? No podemos dejarlo, ¿qué hará Grinsel cuando se entere? —dijo Jack con nerviosismo.
—No se lo diremos—dijo Corwin con decisión—hay que mentirle y decirle algo...pero jamás hay que contarle lo que pasó.
—Se sentiría culpable, era el único amigo que tenía de su edad. Le destrozara el corazón—dijo Rossbeth con un tono triste.
—¿Creen que el Conde le hizo algo antes de llevárselo? —preguntó Len preocupado.
—Esperemos que no, pero sólo es cuestión de tiempo. Después de todo ahora es su sirviente...y estará bajo su techo hasta que él lo desee...
Ethan no podía creer lo que había escuchado.
"Acaso...el precio es mi amigo..."
Retrocedió con torpeza y sus ojos se humedecieron.
"No....Lowis no tiene nada que ver en esto...es injusto"
Corrió hacia los dormitorios y abrió la puerta. Llegó hasta su cama y puso las rodillas en el suelo mientras lloraba sobre el borde con gran pesar.
—Lowis... perdón. Nunca quise que te pasara nada malo—se lamentó entre llantos.
—Soy un mal amigo...no debí haberme ido...fui un cobarde... perdóname Lowis...
Levantó la mirada para limpiarse el rostro y se fijó que debajo de su almohada sobresalía un papel. Lo sacó y al verlo detenidamente vio que era una carta.
"Para Grinsel:
Si estás leyendo esto es porque me he ido.
Ayer te vi entrar en una habitación con un noble, me preocupe y los seguí. Escuché todo lo que hablaron, y me oculté antes de que te fueras, luego entré y hablé con él.
Le pedí que me reemplazara contigo y que estaba dispuesto a aceptar el castigo en tu nombre. Grinsel... sé que has sufrido mucho en la vida a tu corta edad, he visto tus cicatrices, y recordé el día en que casi quemas tu rostro. No podía seguir viendo eso. No lo mereces.
Y no te preocupes, estoy casi seguro que no me pasará nada malo. Y promete que no llorarás o te culparás. Porque no es tu culpa. Yo decidí hacer esto. Así que toma valor, y espero que salgas de ese lugar pronto. Puedes tomar el dinero que tengo guardado en mi casa, quiero que lo uses y pagues esa deuda de una vez. Y no abandones el trabajo.
Algo en mi me decía que te ayudara. Prometí que te salvaría, y así lo hice, estoy muy feliz de hacer algo por ti. Eres cómo un hermano para mí, y no podía verte sufrir así.
Te escribo esto antes de irme. Espero que nos veamos algún día. Y perdón por mi escritura, aún me falta practicar más. Gracias por enseñarme a escribir, así pude dejarte eso. Adiós Grinsel, que seas feliz."
Ethan estaba aterrado, no podía aceptarlo, Lowis se había ido, y decidió recibir el castigo en vez de él.
—¿Por qué Lowis? ¡No tenías que hacerlo! —exclamó con desesperación.
Lloró desconsolado sobre su cama y se limpiaba las lágrimas sin cesar.
Luego, cuando todos escucharon un ronco llanto dentro de los dormitorios entraron. Y vieron a Ethan sobre su cama, mojado, despeinado y lleno de arena, llorando con amargura...
[...]
Ethan nunca creía poder superar eso. Haber dejado que Lowis hiciera eso por él...
¿Por qué lo hizo?
¿Por qué alguien estaría dispuesto a hacer algo así?
Pero había algo que no entendía.
El Conde Kernovich lo había drogado, y le dijo que hiciera todas esas cosas, pero luego lo dejó ir, así nada más.
Si hubiera sido otro noble se hubiera enojado e iría detrás de él para hacerle de todo, aprovechando su condición. Pero no lo hizo, incluso le dio la sensación de el Conde ya esperaba la decisión que tomó.
Al final no le pareció tan despiadado cómo lo hacían ver. Y quería creer que el Conde no le haría nada malo a Lowis.
Su actitud le pareció realmente extraña...
Quiso preguntarle sobre Lewis cuando lo viera. Pero él Conde no volvió al burdel nunca más.
No fue visto en ese ni en ningún otro. Y nadie supo porque dejó de visitarlos...
[...]
Con tristeza fue a su casa y tomó el dinero que Lowis había dejado. Y cómo decía en su carta lo uso para la deuda, y no dejó de trabajar.
Pero con forme pasaba el tiempo a las personas le resultó aburrido, ya no era el mismo pequeño niño que hacía malabares.
Además, sin música todo era más triste.
Sin embargo, no se rindió y continuó trabajando. Comía los desperdicios de los restaurantes y daba todo el dinero que ganaba a Corwin para pagar la deuda más rápido.
[...]
Pasaron los meses y Ethan ya tenía quince años, casi dieciséis. Los nobles lo molestaban, pero siempre lograba escaparse o los ignoraba. Recibió varias amenazas, pero no les hizo caso.
Pronto su deuda estaría saldada...
Logró reunir un sacó de monedas y subió al piso de la oficina de Corwin. Se detuvo y apreció la hermosa vista a través de las ventanas y tocó la puerta.
—Señor Corwin, vine a pagarle.
—Pasa.
Abrió la puerta y vio a Malcom sentado en un sofá al lado del escritorio, donde estaba Corwin. Quién milagrosamente no estaba fumando.
—Logré reunir algunas monedas—dijo entrando y dejó las monedas en el escritorio.
—Déjame ver—dijo Corwin abriendo el pequeño sacó y contó las monedas.
Luego de un rato levantó la mirada, se quitó los anteojos y dijo:
—Ya has terminado tu deuda.
Ethan sólo se quedó ahí mirando sin reaccionar.
—¿Escuché bien señor Corwin...? —preguntó perplejo.
—Así es—respondió inclinándose hacia atrás en la silla—eres libre.
Ethan lo observó sin poder creerlo, él creía que aún le faltaban uno o dos años.
—Muchacho, ya tuviste suficiente de este lugar...ve a dónde quieras—dijo con una sonrisa y se giró hacia un lado.
—Gracias señor, eso haré—dijo en voz baja con una suave sonrisa.
—Y nunca dejes que hagan contigo lo que quieran ¿de acuerdo? —dijo Malcom desde el sofá sin dejar de mirar unos papeles.
—De acuerdo—dijo rápidamente, y miró de nuevo a Corwin—Señor, antes de que me vaya hay algo que quiero preguntar—dijo Ethan mirando hacia la inmensa ventana detrás de Corwin—¿por qué hay tantas ventanas aquí?
Corwin lo miró con una suave sonrisa melancólica y respondió:
—Siempre quise viajar, recorrer el Continente entero e ir a la zona Norte. No me importan las cosas horribles o las leyendas de ese lugar. Pero lo único que puedo hacer es mirar desde aquí arriba—dijo finalizando con un suspiro.
Luego se rio y añadió:
—Cuando era joven también tuve el loco sueño de enseñar a los niños. Sé que los maestros son sólo para los adinerados, pero por esa razón me interesó serlo.
—Aun puedes hacerlo—dijo Malcom mirándolo—todavía no estás tan viejo.
—Ya soy un anciano Malcom—dijo riendo—además sería aburrido hacerlo solo y no puedo dejar este negocio así nada más. Muchos nobles me matarían.
—Eres un dramático, sólo tienes cuarenta y tres años. Y no lo harías solo—respondió dejando los papeles a un lado—prometí que te seguiría, y no importa donde vayas, seré tu mano derecha.
Corwin lo miró perplejo y sin habla. Y aunque la expresión de Malcom fuera seria y helada podía sentir la sinceridad y calidez de sus palabras.
—Y con respecto a los nobles—dijo con una sonrisa malvada—no tienes que preocuparte, sólo tengo que matarlos.
—¡¡Malcom!!—exclamó asustado—no digas eso en voz alta. No puedes ir matando nobles así nada más—añadió en un suspiro y su rostro enrojeció levemente.
—Me importa una mierda que me escuchen—dijo con tono burlesco—que vengan a darme la cara, los mataré con gusto.
Ethan sólo rio viéndolos discutir.
Ambos recordaron que Ethan estaba ahí parado y dejaron de hablar.
—En fin—dijo aclarando su garganta—vete de una vez. Si te quedas más tiempo no podré dejar que te vayas.
—Muchas gracias por todo, señor Corwin, señor Malcom—se despidió inclinándose ante ellos.
—Toma—dijo dándole el saco con algunas monedas dentro—estas monedas sobraron.
Ethan tomó el saco y volviendo a despedirse se fue con una sonrisa.
[...]
—No quiero que te vayas—se quejó Jack con tristeza—¿quién va a levantarme en las mañanas?
—Que desvergonzado Jack—regañó Rossbeth.
—Te vamos a extrañar—dijo Verónica con una sonrisa—no soy buena con las despedidas. Así que no tardes en irte.
—Que cruel eres—dijo Len decaído.
—Espera un momento—dijo Jack corriendo por los dormitorios—no te irás sin llevarte algo como recuerdo.
—Buena idea imbécil—comentó Rossbeth imitando a Jack.
Todos hicieron lo mismo, y al final le entregaron una bolsa de tela con un sin fin de cosas.
Ethan sólo iba a llevarse algunas cosas para ir con carga ligera. Pero al parecer tendría que llevar muchas cosas.
—Adiós Grinsel—dijo Caleb con tristeza.
—Más te vale que no le hayas puesto alguna porquería, como un látigo a algo así, maldito enfermo—dijo Rossbeth con disgusto.
—Cállate loca de cejas calvas—gritó enfadado—sólo son libros que le servirán en la vida—añadió con una sonrisa.
—Seguramente son eróticos—dijo Verónica rodando los ojos.
—Ya basta—dijo Jack sintiéndose harto.
Verónica lo miró con melancolía, y Ethan, con una sonrisa la abrazó.
Todos se quedaron perplejos, en especial Verónica, ya que no había tocado a Ethan desde que curó sus heridas hace mucho.
—Gracias Verónica—dijo en voz baja.
—Qué envidia—se quejó Jack en un susurro.
Ethan logró escucharlo y soltando a Verónica también le dio un abrazo.
—Fue divertido pasar tiempo contigo—dijo Ethan con una sonrisa—y no seas holgazán en las mañanas.
—...De acuerdo—respondió con nerviosismo.
Y así hizo con todos, diciéndoles cosas y agradeciendo su amistad....
Caminó hacia la puerta y mirándolos por última vez se fue.
Salió por una de las puertas traseras y caminó por la calle.
No podía creer que al fin salía de ahí.
Sin nobles.
Sin trabajo.
Era libre.
Aún recordaba la decisión que había tomado aquella noche en la playa.
Iría al mar y viviría tranquilamente. Pero no había pensado en cómo rayos lo haría.
Iba caminando entre la multitud, los carruajes iban y venían, y las personas hablablan mientras comían o iban apresurados. Ethan miró a su lado y vio una tienda con un letrero en forma de violín, y observó que a través del vidrio había muchos estilos de violines, de tonos claros y oscuros.
"Sería genial tener uno"
Pensó con entusiasmo.
"Seguro estoy oxidado y tocó horrible. Pero qué más da..."
Se dijo con una risita y entró en la pequeña tienda. Se quitó la capucha y sacudió sus botas en la entrada.
—Buen día—saludó en voz alta.
Había estantes en ambas paredes, con arcos de diferentes tamaños, cuerdas de repuesto y piezas de violines. La iluminación era tenue y daba un color añejo a la tienda, el aroma a madera y barniz se sentía en el aire.
"Wow, hay muchos repuestos aquí"
—Hola muchacho, me alegra que quieras trabajar aquí. Estaba un poco nervioso porque casi nadie sabe leer, y no serviría de nada que pusiera un letrero—dijo un anciano saliendo de una puerta de la pared de enfrente y se acercó al mostrador.
Su barba y cabello blanco se confundían con su pálida piel, y su vestimenta era holgada y de color azul oscuro.
—¿?
Ethan no tenía idea de que estaba hablando esta persona.
—Y eres bastante joven, mejor para mí, hay algunas cosas que no puedo hacer yo sólo—dijo aliviado—hay un trozo de madera que necesito mover, ven y apresúrate—añadió abriendo la puerta del mostrador para dejarlo pasar.
Ethan no sabía cómo decirle al anciano que en verdad quería comprar un violín, pero obedeció sin demora y pasó al Interior del mostrador.
Entraron por la puerta y Ethan vio el taller donde el anciano hacia los violines. El aserrín estaba disperso en el suelo y había diversas mesas de trabajo con muchas piezas sueltas.
—Ayúdame a poner esa madera en ese banco—dijo el anciano.
Ethan se quitó la capucha y dejó todo a un lado, caminó hacia el trozo de madera y lo llevó a dónde le indicó.
Luego le dijo que tomara ese serrucho y cortara. Lo hizo barrer, ordenar y un sin fin de cosas.
"¿Cómo terminé en esto? Yo vine aquí buscando un violín, no un trabajo"
Pensó Ethan con un suspiro agobiante.
—Lo mejor es que te quedes aquí para que seas más eficiente. Ve, te enseñaré tu nueva habitación.
—Yo no...—trató de explicarle, pero el anciano lo interrumpió bruscamente.
—Descuida, no será una molestia, era la habitación de mi hijo, así que puedes usarla sin preocupaciones.
Lo guió sin demora al segundo piso por una escalera angosta y llegaron. En ese piso sólo habían dos puertas y una pequeña ventana al fondo del pasillo.
—Ese de ahí es mío, el de allí será tuyo—dijo señalando la del lado derecho.
—Baja después de ordenar tus cosas, te prepararé algo de comer por ser el primer día. Pero luego tendrás que conseguir comida tú mismo.
—D-De acuerdo—respondió en voz baja y el anciano bajó por las escaleras.
"¿Cómo rayos le digo que no quiero trabajar aquí?"
Pensó con un suspiro y entró a la habitación. Era simple.
Un mueble al lado de la cama y un pequeño ropero. Y entre la cama y el ropero había una ventana.
Dejó sus cosas a un lado y se acostó sobre la cama.
—Bueno, ni modo—dijo cerrando los ojos—después de todo no tengo prisa, sólo le ayudaré un poco y me iré.
[...]
Ethan cumplió dieciséis y todavía seguía trabajando con aquel anciano. Ya había pasado un mes y aún no podía decirle que no quería trabajar ahí.
Más porque no quería dejarlo solo.
Su nombre era Noah y hacía violines desde que tenía doce años. Heredó el negocio de su madre cuando tenía treinta, pero poco a poco dejó de vender. Las personas se interesaban menos por la música y ya casi nadie podía tocar dichos instrumentos.
Y hasta la fecha Ethan no había visto ni una sola moneda como pago. Noah le daba de comer de vez en cuando pero siempre le decía que le pagaría luego.
—¿Cómo rayos va a pagarme si no vende casi nada? —dijo mientras se ejercitaba en su habitación.
Desde hace un año decidió ponerse en forma y practicar las artes del combate que su madre le había enseñado, antes de que las olvidara. Ahora que tenía que valerse por sí mismo no sabía a que cosas se enfrentaría.
"Creo que con sólo darme esta habitación es suficiente"
Se levantó del suelo, leyó un rato para esperar a que su cuerpo se enfriara y corrió a bañarse. Luego trabajó junto a Noah hasta que anocheció.
Y en todo el día sólo vendió dos cuerdas para repuesto.
"Quisiera que el señor Noah vendiera más..."
Pensó mientras se ponía la capucha y saltaba por la ventana.
[...]
La noche era fría y la luna resplandecía con intensidad e iluminaba los callejones oscuros de la Región Este.
Ethan buscó una pared estrecha y comenzó a escalar con agilidad, sosteniéndose de los bordes sobresalientes.
Llegó hasta el techo y caminó sobre los tejados observando a las personas caminar por la calle.
—Ese de ahí se ve adinerado—se dijo tocando su mentón—me pregunto si será mala persona.
Y con esa incógnita decidió seguirlo de cerca.
Así es, Ethan ahora se dedicaba a robar.
Pero sólo a personas ricas que son malas, así que no era tan malo.
Se quitó la tela negra que había sobre su boca, que usaba para cubrir la mitad de su rostro. Bajó del techo y cayó en un callejón.
El adinerado se miraba arrogante y altanero. Coqueteó con unas jóvenes que pasaban a su lado de manera vulgar y les guiñó un ojo, (de muy mal gusto para Ethan), y entró a un bar que se miraba elegante, Ethan lo siguió y entró junto a él.
—Soy Lord Vikham, y puedo hacerles el favor de acompañarlas esta noche—dijo a tres doncellas que estaban sentadas en una mesa redonda.
Ellas lo miraron con disgusto y con asco dijeron:
—Gracias...
Él se sentó con ellas felizmente, puso su abrigo en el respaldo del asiento y exclamó:
—Yo invito los tragos, preciosas—y tomó de la cintura a una de ellas.
—...Que amable—respondió ella con un gesto sobreactuado.
Ethan se sentó en una silla que había detrás del Lord, por suerte él se había sentado en un sitio que se miraba más exclusivo y los asientos eran más juntos.
—Desde el momento en que las vi mi corazón deseó su compañía—dijo un...encantador piropo y les guiñó el ojo.
—Oh...—dijo una de ellas, y levantando la mano llamó a un camarero.
—Deme una botella de vino.
—Yo una jarra de agua ardiente.
—Y yo tres tragos de wiski.
—Y-Yo quiero un Martini—dijo el Lord un tanto sorprendido por la cantidad de alcohol.
Ethan se rio entre dientes por el pobre desgraciado y con disimulo metió rápidamente su mano en el abrigo del hombre y tocó todo lo que encontró.
Una caja de puros, una botella con licor y un encendedor.
"Esto no me sirve"
Se quejó y siguió buscando, y al fin encontró lo que buscaba.
Una bolsa con monedas, la sacó en silencio, y cuando la abrió observó que casi todas eran de oro.
Levantó la mano y llamó a un camarero.
—Deme dos botellas de vino, del más añejo que tengan, y un vaso por favor—dijo sin levantar mucho la cabeza y en voz baja.
El camarero se sorprendió un poco al escuchar el "por favor" de este joven, se inclinó hacia él con educación y se fue en seguida.
Ethan se quedó escuchando las chorradas del Lord y se reía en silencio por sus patéticas palabras vacías.
"Debería leer más y expandir su vocabulario, tal vez así encantará más a las señoritas. Por qué con la apariencia lo dudo"
—Aquí está lo que pidió—dijo el mesero con una sonrisa y dejó todo sobre la mesa.
—Muchas gracias—dijo Ethan amablemente.
—Si gusta de otra cosa no dude en llamarme—exclamó sonriente.
—Aprecio su ofrecimiento, gracias.
El joven se despidió y lo dejó.
Ethan vertió el vino en un vaso, cerró los ojos y tragó el vino sin parar, el líquido ardiente pasó por su garganta y la dejó ardorosa y caliente.
"Ahora sé porque a Jack le gusta el vino por las mañanas"
Ethan desde hace algún tiempo tenía curiosidad sobre el licor. Así que un día fue a un bar que encontró durante sus caminatas nocturnas y probó muchos, pero al final se quedó con el vino y algunos licores de fruta.
Aunque era la primera vez que probaba el alcohol no le resultó desagradable, incluso le gustó el sabor fuerte y el regusto que dejaba en la garganta.
Terminó de tomarse las dos botellas y llamó al joven. Pagó y le dejó propina al mesero, quién la aceptó con una amplia sonrisa.
—Sólo me quedaré un momento y luego me iré, no hay ningún inconveniente ¿verdad? —preguntó con amabilidad.
—Por supuesto que no, y si quiere cambiar de asiento con gusto puede hacerlo—respondió animado.
—Gracias—dijo Ethan levantándose.
No le preocupaba que el Lord escuchara su conversación, ya que estaba riendo con las serias y antipáticas doncellas.
Pero era mejor prevenir que lamentar.
Se movió a la siguiente mesa y sacó un libro escrito por Edam Fabris, uno de los que le regaló Jack.
Y hablando de Jack, Ethan recordó todos los regalos que ellos le habían dejado. Jack...le dejó varias cosas, además de los libros le regaló...algo un tanto vergonzoso.
"¿Cómo tuvo la cara tan gruesa como para regalarme algo así?"
Pensó con vergüenza.
Resulta que entre todas las cosas había una caja llena de aceites de baño, lociones y lubricantes...
Lubricantes....
Justo con una nota:
"Encuentra al amor de tu vida"
"Jack pervertido..."
Regañó internamente y sus mejillas se coloraron, trató de olvidarlo y se concentró en la lectura.
Luego de un largo rato el Lord al fin se cansó de tanto hablar y llamó al mesero.
—La cuenta—dijo sin mirarlo a los ojos.
—Son treinta monedas de oro—dijo con una falsa sonrisa.
El Lord buscó en su pantalón la bolsa, pero recordó que la había puesto en el saco y la buscó ahí.
Pero no había nada.
—¿Ocurre algo señor? —preguntó el joven algo impaciente.
—Sólo déjeme que la busque bien—respondió con una risa nerviosa.
Las doncellas se pusieron de pie y comenzaron a irse.
—¿A dónde van? —exclamó asustado.
—Ah...te esperaremos afuera—dijo una sin detenerse.
Pero era obvio que se irían.
—Saldré en un momento—dijo con desesperación mientras la buscaba.
Esta era la parte favorita de Ethan.
Ver a su víctima buscando lo robado.
Al principio no quería robar, su madre le había enseñado que era malo. Pero dada su situación no tenía otra opción, las monedas que le dio Corwin (que lo más seguro era que no habían sobrado) no le durarían mucho tiempo.
Además, si quería ir al mar tendría que ahorrar.
—Señor, tendré que llamar al jefe para que arregle esto—dijo el camarero un tanto molesto.
—¿Cómo se atreve? ¿Acaso no sabes quién soy? Soy el Lord Vikham, y aunque me título no sea el de un Conde sigo siendo un noble...—dijo furioso.
El mesero hizo caso omiso a sus escandalosas palabras e hizo una señal al guardia de la entrada y se fue.
El Lord palideció de vergüenza y rabia, Ethan pensó que ya se había divertido demasiada y se fue en silencio.
Aún le quedaban varias monedas, así que se cercioró de guardarlas muy bien, ya que no era el único ladrón en los alrededores.
Se dio cuenta que, por ser una zona donde habían muchas personas con dinero era un lugar ideal para los ladrones. Llevaba poco menos de un mes haciendo esto, y ya había visto a varios ladrones ser arrestados por guardias reales que rondaban por toda la Región.
Todos eran humanos normales, que no sabían defenderse o eran sólo niños. Pero Ethan estaba preparado, no dejaría que lo atraparan jamás, porque él era un peleador de nivel tres, que casi llegaba a nivel cuarto.
Se metió en un callejón y volvió a escalar hasta los tejados. Caminó sin rumbo y miraba a las personas, los edificios, las casas, y los carruajes pasar por la amplia calle de piedra...
Y sin querer recordó a su familia.
Tocó el objeto dentro de su bolsillo y lo sacó. La hermosa brújula plateada brillaba bajo la luz de la luna resaltando los bellos detalles en el acero.
La abrió y miró la aguja hasta que se detuvo.
Norte.
Siempre que Ethan la abría apuntaba al Norte. Incluso recordó que el día en que aún estaba herido en el burdel pasó lo mismo.
—¿Por qué el Norte?
En el Norte sólo habían dos bosques.
El Bosque de la muerte y El Bosque de las bestias.
Y el borde de estos bosques, que tocaban el mar estaba cubierto de neblina.
Nadie sabe lo que se esconde en la profundidad de dichos bosques, y no podías tomar la ruta fácil, que sería entrar por el mar, ya que si entrabas en la neblina no volvías a salir.
Alejada de la neblina estaban algunas islas, que serían las famosas islas tenebrosas del Norte.
Y si te alejabas más hacia el Norte encontrarías la famosa Niebla.
Habían muchas leyendas de lo que se encontraba ahí, pero se dice que nadie había vuelto a salir de ahí en los últimos años. Por eso las personas preferían alejarse de ese lugar.
—¿Debería ir? — se preguntó mirando hacia el Norte.
Su corazón latía con el sólo hecho de pensar en ese lugar, y sentía como si algo o alguien lo estuviera llamando.
[...]
Ethan caminaba por la calle, siempre usando su capucha negra, la zona costera siempre era animada. Ventas de mariscos por todos lados, personas desembarcando y atando sus botes y barcos al muelle.
Iba comiendo un panecillo que había comprado en un puesto y observaba los barcos.
"Si voy al mar tengo que robar uno de esos..."
Pensó con flojera, porque también tenía que tener una tripulación para poder manejar el barco. Pero no le parecía mucho la idea de navegar con desconocidos.
Cada vez se alejaba más de la zona concurrida y los barcos eran menos. Todo era silencioso y no había nadie cerca.
A lo lejos vio un gran y solitario barco atado al muelle. No pudo verlo ya que era de noche y el lugar no estaba iluminado.
Se acercó más y leyó unas letras elegantes a un lado del barco.
Lycka.
Felicidad.
—Es...
Ethan no podía creerlo.
Este era su barco.
Su padre le había obsequiado un barco para su cumpleaños número seis. Él lo llamaba "Barco mágico" ya que sólo podía usarse con dos llaves únicas, una de Charles y una suya.
—Nadie pudo llevárselo...
Pensó con asombro. Estaba fuertemente encadenado, y sin la llave no se podía liberar, y tampoco elevar el ancla, ni abrir la puerta de la oficina del capitán.
Ethan se quedó observándolo unos instantes y dijo:
—Robaré este barco—exclamó con una sonrisa y se fue mientras comía de su panecillo.
[...]
—Es todo por hoy—dijo Noah con un suspiro y dejó todo sobre la mesa.
—Está bien, hasta mañana señor Noah—se despidió y salió del taller.
Ethan se sentía triste de verlo tan decaído, quería hacer algo para animarlo, pero no sabía qué.
Tomó un violín prestado y se fue a la playa, y en la soledad y el silencio de la noche practicó.
Una suave y melancólica melodía resonaba, acompañada con las olas del mar, el arco y sus delgados dedos se deslizaba por las cuerdas con elegancia y con los ojos cerrados sentía la música.
Se detuvo y vio el mar.
"Si las personas supieran lo bello de la música quisieran tocarla..."
Pensó al recordar la pequeña tienda de violines. Si las personas vieran la belleza del violín quisieran aprender a tocarlo y así su negocio no estaría en el olvido.
Si Ethan tocara un poco afuera del local tal vez se animarán. Pero no podía hacerlo, ya que prometió que sólo tocaría para tres personas en toda su vida.
"S-Sé que es algo infantil, pero seguiré con mi promesa"
Aunque en parte también le daba pena tocar frente a tantas personas.
[...]
El violín y el piano sonaban en una armoniosa melodía dentro del bar.
La música acompañada con el alcohol era una sensación maravillosa, por eso a Ethan le gustaba mucho ese lugar.
Ya llevaba tres botellas y media de vino y sólo se sentía ligeramente mareado. Los peleadores tenían bastante resistencia al alcohol común, y sólo un tipo de alcohol era eficaz en ellos, pero era algo caro.
—Pronto llegarán varios barcos que han hecho negocios con los continentes vecinos. Debemos atacar—dijo un tipo en voz baja sentado adelante de Ethan.
—Pero sólo podremos con uno, y espero que no tengamos la mala suerte de encontrarnos a otros ladrones—comentó otro bebiendo de una botella.
A Ethan le resultó interesante esa conversación, ya tenía casi cuatro meses de experiencia como ladrón. Y si robaban uno de esos seguramente encontraría mucho dinero.
Pero antes de aventurarse tenía que practicar más. En especial con barcos, nunca había robado uno en su vida, pero por suerte aún tenía tiempo, ya que los barcos tardarían algunos meses en llegar.
Desde los tejados observaba cada barco que llegaba al muelle, los que eran pesqueros o locales los dejaba a un lado. A Ethan le interesaba que fueran de personas ricas, y malas.
Esto último era importante.
Después de un tiempo fijó su atención en uno que negociaba con telas y joyas. El dueño era alguien que abusaba de sus empleados y los maltrataba.
"Justo lo que estoy buscando"
Y aunque escondía muy bien su negocio Ethan pudo percatarse de que dentro del barco había muchas cosas de valor. Y esperaba que también hubiera dinero.
Cuando estaba planeando el atraco decidió que lo mejor sería tener un lugar cerca y que fuera seguro para guardar el botín.
Así que unas cuantas horas antes de cometer el robo comenzó a preparar el lugar.
Y dicho lugar era su barco...
Eran las cinco de la tarde y Ethan se dirigió a un lugar apartado, donde los árboles crecían altos y anchos. Era un pequeño bosque que rodeaba su antigua casa, y era el único que había en toda la Región Este.
Al cabo de dos horas Ethan llegó al mencionado bosque y entró en él.
Ahora esta era la propiedad del actual Marqués, por ende, tenía que tener cuidado de no ser visto.
Siguió caminado y se encontró con un conjunto de árboles bastante raros, sus hojas eran puntiagudas y su tronco era de color rojo sangre, la textura era lisa y parecía que se descascaraba.
Ethan recordaba cual era el árbol donde estaba escondida su llave.
Normalmente usaba la de su padre, y la que la suya estaba escondida en este sitio.
¿Por qué?
Porque podrían perder la otra, y eso sería un problema ya qué sólo habían dos.
Se acercó a un árbol y empezó a cavar entre sus raíces, que crecía de forma que, al expandirse dejaban huecos a su paso.
Después de un tiempo logró tocar algo, lo sacó con dificultad y lo limpió. Abrió la caja y tomó la llave de acero entre sus manos.
Volvió a meter la caja, dejó todo como estaba y se fue.
Muy entrada la noche, cuando las calles estaban totalmente solas Ethan decidió actuar.
El barco que quería robar era vigilado por dos guardias, y según sus observaciones los dos no eran peleadores. Y si lo eran estaba casi seguro que eran de un nivel inferior al suyo.
Había una técnica que su madre le había enseñado para pelear sin usar una espada, se llamaba "Pisadas de aire".
Dicha técnica se basaba en los movimientos de los pies, y pertenecían a un estilo de combate llamado "Rosse". Aunque también se usaban las manos, pero era muy poco.
Ethan se acercó usando dicha técnica para silenciar sus pasos y ser lo más silencioso posible. Llegó detrás del primer guardia desde la sombra de uno de los barcos y con el mango de su daga lo golpeó en el cuello.
El otro guardia se alarmó y atacó a Ethan con su espada, pero él se quedó ahí, esperando a que llegara. Y cuando iba a rebanar su cuello Ethan se movió y se colocó a su lado rápidamente, fue tan veloz que el guardia no logró verlo, Ethan tomó su muñeca y la apretó de modo que soltara la espada sin resistencia, al mismo tiempo que le daba un golpe en las costillas.
El guardia se dobló por el golpe y quiso devolvérselo a Ethan, pero él se agachó y lo golpeó en el abdomen. Se quedó sin aire, lo remató con otro y cayó al suelo inconsciente.
Ethan sabía que estás personas era humanos normales, así que no fue tan rudo y duro contra ellos.
Entró al barco en silencio y forzó la entrada que había en el suelo de la cubierta. Pero ahí dentro sólo había mercancía, como joyas caras y ropa de calidad.
"Bueno, tal vez algún día me sirvan"
Pensó guardando todo en un saco. Salió con prisa y le echó un vistazo a los guardias, que todavía estaban inconscientes. Rompió la manecilla de la puerta de la habitación principal y entró.
Encendió una linterna y observó su entorno. Había un sin fin de cosas por todos lados, documentos y artefactos extraños dispersos por todo el escritorio. Pero Ethan no les prestó atención y buscó el dinero.
Y ahí estaba, sacos de monedas de oro y cobre dentro de unos barriles, listos para ser robadas.
Ethan los tomó de prisa y los guardó en el saco, salió corriendo y bajó del barco. Observó que uno de los guardias se estaba moviendo un poco y salió disparado de ahí.
Y llegó a su destino, frente a él estaba Lycka.
—Hola hermosa, cuida bien de mi botín.
Dijo mientras dejaba las cosas de modo que el borde del barco las ocultara, abrió la puerta y metió todo con cautela.
Dentro estaba oscuro, avanzó y escuchó el sonido de sus botas sobre el piso de madera, trató de adaptar su visión y buscó una linterna.
Encontró una y la encendió. La levantó e iluminó su entorno.
—Justo como lo recordaba.
La primera parte era una oficina con un escritorio y unos estantes, más adelante había una entrada cubierta por una cortina de grueso tela azul marino.
Se quitó la capucha de la cabeza y apartó la cortina.
La habitación estaba repleta de muebles y baúles, contaba con una inmensa cama y a un lado estaba el baño.
—Mm....creo que se vería bien si quito la división de la oficina y la habitación. Así habrá más espacio—dijo tocando la división de madera—no es muy gruesa, puedo votarla fácilmente.
Recorrió todo el lugar, ordenando todo mientras pensaba en su padre. Todo en ese lugar le recordaba a él y lo hacía sentir cálido.
Con un profundo suspiro trató de disipar la melancolía y los malos recuerdos.
[...]
Lo mejor de su escondite era que nadie buscaría ahí, ya que se supone que nadie podía entrar en él.
Preguntó por los alrededores y descubrió que había algunas leyendas sobre el barco.
La más común era que el espíritu del hijo del Marqués vivía dentro del barco, y que sólo él sabía dónde estaba la llave mágica que lo abría.
Muchos intentaron entrar, pero era impenetrable, y la madera era tan resistente que apenas le hacían algunos rasguños. Y por temor al espíritu dejaron de intentarlo.
Otra decía que pertenecía a un mago, y que, quién podía pasar su prueba y entrar podía quedárselo.
Ya sea por temor y respeto, o tal vez por qué se rindieron, pero nadie intentaba llevárselo.
Y Ethan estaba más que encantado por ese maravillo hecho de la vida.
Así que aprovechando esto robó muchos barcos para practicar.
Cuando decidió empezar a robar no le gustó mucho la idea, sabía que lo que estaba haciendo estaba mal, y que podía ir a la cárcel por eso. Pero no había algo más que pudiera hacer.
Porque el señor Noah apenas le pagó dos veces en todos estos meses que estuvo con él. Y no quería volver a comer de la basura.
Pero no era porque el señor Noah no quisiera pagarle, él simplemente no tenía dinero.
—¿Entonces para qué rayos contrató a alguien? —exclamó afeitándose la diminuta barba de su mentón—quizás me vio cara de estúpido e ingenuo y dijo: "Este chico tiene cara de buena persona, estoy seguro que no me reclamará si no le pago"
Se lavó el rostro y se peinó con una coleta.
—Y vaya que tenía razón—dijo luego de un suspiro—no debería ser tan buena persona. Se aprovecharán de mí.
Salió del baño y caminó hasta la mesa del comedor.
Ese día era uno de esos en los que el señor Noah le daba de desayunar.
—¿Por qué tardaste tanto chico? —preguntó con molestia—Te estaba esperando, pero nunca salías de ahí.
—Me estaba afeitando—dijo arrepentido y se disculpó.
El señor Noah se acercó a él y lo observó con detenimiento. Y luego se puso a reír.
—Pero no tienes nada—exclamó riendo—aun no entiendo porque tardaste tanto.
—No sea tan malo señor Noah—se quejó con molestia y comió del plato.
—Olvídalo, mejor hay que pensar en los preparativos para el invierno.
—De acuerdo—dijo Ethan de mala gana.
Aún estaban en otoño¹, y faltaba poco para que Ethan cumpliera diecisiete, y días después de su cumpleaños vendrían los tan esperados barcos que robaría.
Pero no sólo tenía que preocuparse para eso, debía ayudarle al señor Noah a comprar todo lo necesario.
Así que ese día fue al mercado (con la capucha puesta) y compró muchas cosas. Iba con un montón de bolsas cuando vio un letrero en la pared, se acercó y se quedó boquiabierto.
Era un letrero de "Se busca" con el retrato de un joven encapuchado que sólo tenía la boca visible y decía lo siguiente:
"El ladrón silencioso"
Se dará una recompensa de ciento cincuenta monedas de oro a quien ayude en su captura. Se le acusa de diversos robos a nobles y a importantes barcos, nadie lo ha visto con claridad, pero aparenta de dieciséis a veinte años. Es altamente peligroso ya que se cree que es un peleador de nivel cuatro. Tener cuidado con cualquier sospechoso.
"¿Acaso soy yo?"
Se preguntó perplejo y palideció.
"Valgo ciento cincuenta monedas...eso es mucho para un mero ladrón"
Exclamó en su interior con asombro y se quitó la capucha de la cabeza.
"Tendré que andar así para verme menos sospechoso"
No le gustaba la idea por muchas razones, pero tenía que acostumbrarse a andar con el rostro descubierto.
Decidió pasar por el puesto de panecillos que estaba por la costa, aprovechando que el señor Noah le había encargado unos cuantos pescados.
—Deme dos panecillos por favor, uno de arándanos y otro de almendras—dijo al llegar al puesto.
La señora del puesto iba a atenderlo cuando lo miró y se quedó sin habla. Y sólo lo observó paralizada.
—Señora ¿se encuentra usted bien? —preguntó Ethan preocupado al ver la reacción tan rara de la señora.
—Y-Yo, lo siento, es que nunca te había visto por aquí—dijo rápidamente con nerviosismo y preparó su pedido.
—Qué extraño, pero si ayer le compré uno de manzana con canela, vine como a las cinco de la tarde—respondió un tanto extrañado.
—¡¿Eras el de la capucha?!—exclamó la señora—no sabía que fueras tan joven y guapo.
Ethan no sabía que responder a eso, sus mejillas se sonrojaron y bajó la mirada un poco apenado.
—Así te ves mejor y menos tétrico—dijo dándole los panecillos—y así también me alegras la vista de vez en cuando—añadió con una sonrisa.
—Gracias Señora—dijo pagándole por los pastelillos, tratando de ignorar lo último.
—Ten el cambio, sólo te cobraré uno.
—Muy amable de su parte, se lo agradezco mucho—respondió rápidamente y se inclinó levemente.
—Vuelve pronto—dijo la señora despidiéndose.
Ethan se alejó con una inquietud:
"¿Me miraba tan tétrico?"
Pensó dejando de lado todo eso. Y ahora que lo pensaba en realidad tenía una expresión dulce y amable, y nadie imaginaria que, sin la capucha, que lo hacía ver misterioso y sospechoso, se encontraría alguien gentil y....guapo.
Pasó por unos puestos más y compró lo último que necesitaba. Algunas personas lo recibieron con más calidez y con más amabilidad, incluso creyó ver qué alguien coqueteó con él.
"¿Por qué rayos pasó esto?"
Pensó nervioso.
Cuando sucedían esa clase de cosas no sabía que hacer o decir. Se quedaba en blanco, definitivamente no servía para esas cosas.
Llegó a la tienda y le ayudó a guardar todo, trabajó un poco junto a él y cerraron a las seis de la tarde.
Entró al baño para darse una ducha, se miró al espejo y pensó:
"¿E-Enserio soy atractivo?"
Jamás se había visto de esa manera, casi nunca se miraba al espejo y no le prestaba importancia a su apariencia. Sólo fueron algunas veces en las que Jack y Rossbeth le ponían cremas y cosas en la cara, cuando ya casi no le incomodaba ser tocado, las cuáles se suponía que ayudaban a la piel, y Verónica se encargaba de cortar su cabello.
Pero si no fuera por ellos él jamás hiciera todo eso.
—Supongo que tengo que preocuparme más por mi físico—dijo tocando su cabello y entró a la regadera—si no, no conseguiré...
Guardó silencio y meditó la palabra.
"Pareja..."
"Ahora que lo pienso, ya estoy en esa edad...en la que...sales con alguien. Supongo."
Y sin razón aparente se puso más nervioso.
"Pero, y si no le gusto a alguien ¿cómo sabré si le gusto? ¿cómo rayos sabré yo sí me gusta en verdad?"
Tantas dudas y nadie que pudiera contestarlas.
"Sería lindo tener a alguien que te ame..."
Pensó luego de un rato, jamás se había enamorado de alguien y el único amor verdadero que conocía era el de sus padres.
¿Dónde estará esa persona justo ahora?
¿Qué está haciendo?
¿Será feliz?
"Me pregunto quién será"
Trató de imaginar cómo sería el amor de su vida, pero no se le ocurrió nada, y sólo pudo pensar en que, si lo encontraba, lo amaría con todo el corazón.
Y jamás lo dejaría ir.
Y si se iba, él también se iría con él.
Aris lo observó en silencio, con un enorme hueco en su corazón. Sentía que no lo merecía.
No merecía nada.
Lo mejor hubiera sido que en vez de desear el amor, hubiera escogido la muerte...
Ya era el décimo mes del año y Ethan ya tenía diecisiete años. Pero no le emocionaba tanto su cumpleaños, sino más bien el robó a los barcos que pronto llegarían al muelle, dentro de un mes y medio.
Pero antes de ese gran robo descubrió otra cosa.
Dentro de dos días un barco mercante que viajó a uno de los otros dos continentes iba a llegar al muelle de la Región Este, y era seguro que tendría mucho para robar.
¿Y adónde lo escuchó?
Bueno, aunque las personas hablablan en voz baja Ethan podía escucharlos, ya que tenía un oído más sensible que el de una persona normal. Además de que él bar que frecuentaba estaba repleto de ladrones.
Los había solitarios como Ethan o formaban grupos. Y el que tenía un peleador entre ellos era más temido y respetado.
Nadie se metía con nadie, o al menos dentro de la cantina. Pero a Ethan no le importaba mucho eso.
Porque resulta que varios intentarían robarlo al mismo tiempo. Así que pensó en aprovechar el desorden y el ajetreo de los demás.
Y ahora que Ethan estaba "en el mundo oscuro" se dio cuenta que los robos eran muy frecuentes. Pero él recordaba que, cuando su padre era el Marqués no había tantos.
"¿Será que se incrementaron por el cambio del Marqués?"
Él ya había notado ese detalle, además del incremento en la pobreza y el desempleo. Y lo más seguro era que las personas más pobres habían migrado a esta zona para robar.
O los ladrones, al ver más desprotegida esta zona la vieron como una oportunidad de oro. Ya que según lo que escuchó, los guardias eran cada vez menos frecuentes.
Y eso era culpa del Marqués, porque él era el encargado de manejar y entrenar a las tropas de la Región Este, guiar a los líderes de las subdivisiones y asegurar el bienestar de los ciudadanos.
Pero a este nuevo Marqués no le daba importancia.
Ethan intentó no pensar mucho en eso, ya que le molestaba lo incompetente del Gobernante.
"No hay nada que yo pueda hacer..."
Suspiro y siguió bebiendo de su vino..
[...]
Llegó el día y se alistó con entusiasmo, con su capucha y una tela negra alrededor de la boca. Llevó una daga por si acaso y saltó por la ventana.
Cuando ya estaba bastante cerca pudo sentir que no era el único en ese lugar. Había muchas personas escondidas en las sombras, esperando la llegada del botín.
Era cada vez más noche, y al cabo de unas horas un barco se visualizó a lo lejos, y sobre el se encontraban muchas personas con espadas.
Y de repente, a lo lejos, se escuchó un sonido, trotes de varias personas que venían desde el lado izquierdo.
"Maldición"
Seguramente eran el ejército del Este, pensando que muchos ladrones se presentarían, y vinieron para proteger e impedir el robo.
Ethan no sabía si los demás atacarían aun así, pero una cosa era segura. Sea quien sea el dueño del barco, el Marqués se tomó la molestia de enviar a los guardias del Este, y esta situación, a Ethan lo hizo llegar a dos suposiciones:
O era extremadamente rico y era un noble con el que le convenía quedar bien o el Marqués era el dueño del barco.
Y cualquiera de las dos era maravillosa, una oportunidad para robar cosas de inmenso valor.
Ethan intentó adivinar las intenciones de los demás, y al parecer no mostraban señales de retirarse.
El barco ya había llegado al muelle, y los guardias ya estaban a unos quince metros. Y cuándo menos lo esperó vio a un grupo de seis ladrones dirigirse hacia el barco.
Luego otro grupo se animó, y otro, y otro...
Y en menos de cinco minutos ya se había armado un sólo revoltijo. Los guardias corrieron y enfrentaron a los ladrones con la ayuda de los que estaban a bordo del barco, todos se defendían con ferocidad, la pelea estaba muy reñido ya que en ambos bandos había algunos peleadores.
"Bueno, es ahora o nunca"
Y saliendo de su escondite saltó al barco en medio de la pelea.
Apenas tocó el piso con sus pies y una espada quiso apuñalarlo por su costado derecho, sacó su daga y evadió la espada con ella. Se colocó a su lado y lo pateó lo menos fuerte que pudo.
Pero siempre había alguien que lo atacaba, ya casi llegaba a la puerta de la bodega, cuando dos guardias con espadas desenvainadas se acercaron con velocidad.
En seguida supo que uno de ellos era un peleador, esperó a que estuvieran muy cerca, se agachó y con la daga en mano se defendió de la espada del peleador, y al otro le dio una patada en el abdomen. Este salió volando hacia atrás sin resistencia, y el otro al verlo se tensó y su expresión se volvió sería.
—Así que eres un peleador, bien, veamos quien es el más fuerte—dijo con enojo—maldito ladrón sinvergüenza.
Ethan se preocupó y en seguida comenzó a evadir cada estocada de su espada. Sus movimientos eran fluidos y logró esquivar cada golpe del guardia.
A veces el talento natural del nivel de un peleador puede palidecer un poco ante las habilidades de alguien de menor nivel. Pero la pequeña ventaja que estaba logrando Ethan con su técnica no era mucha, y tenía que librarse de este hombre ya.
—¿Qué clase de movimientos son esos? ¿acaso eres...? —dijo el guardia alejándose de Ethan—Eres el ladrón silencioso ¿no es así?
Ethan no respondió y dando un salto pateó su mano y la espada cayó al suelo.
— Nunca te detengas a medio combate ni hables con tu enemigo—dijo Ethan tomando la espada y le apuntó a la garganta—al parecer el nuevo Marqués no está entrenando bien al ejercicio.
—Tú...—exclamó entre dientes y lo miró furioso.
Ethan arrojó la espada al agua, odiaba las espadas y lo ponían demasiado nervioso. No quería tocar una otra vez en toda su vida.
—Pelea...—ordenó Ethan con voz profunda y molesta. En verdad odiaba que los guardias fueran tan inútiles, si esto seguía así la Región Este se volvería un caos.
El guardia se quedó perplejo, pero no tardó nada en dar el siguiente golpe, Ethan dobló su pie y al deslizar el otro quedó a su lado, tomó su brazo estirado y lo golpeó en las costillas.
—Soy nivel tres, casi cuarto, tú pareces un nivel cuatro—dijo alejándose de él—y dime, ¿por qué te estoy derrotando?
El guardia enfureció, pero en su interior sabía que estaba perdiendo, sabía que su entrenamiento era mediocre.
Decidido se abalanzó sobre Ethan y lo atacó lo más rápido que pudo. Al fin estaba en aprietos y cada vez más le costaba esquivarlo.
Un golpe iba justo a su rostro, levantó los dos brazos y lo bloqueó, y casi al instante recibió otro golpe, una patada en su costado. Se concentró y volvió a evadirlo.
"Mierda"
El guardia iba más enserio con cada golpe, y sentía como su sangre calentaba todo su cuerpo por el esfuerzo.
Pero algo era diferente, y luego de pensar recordó esa sensación.
"¿Voy a avanzar de Nivel?"
Se preguntó con emoción y deseó que el soldado le diera una paliza más fuerte.
Porque resulta que los mejores momentos para subir eran en una pelea brutal. Y cuando lo hacían tenían un subidón de energía bestial, que se calmaba a los pocos minutos.
Ethan continúo recibiendo golpes sin parar, su cuerpo estaba al límite, y justo cuando sintió que iba a perder una energía extraña surgió de su pecho y se expandió por todo su cuerpo.
Olas de poder se apoderaron de él y sintió que su cuerpo se recuperaba del cansancio.
Dio tres pasos rápidos hacia él, saltó con fuerza y en el aire le dio una patada a un lado de la cabeza.
El guardia ni siquiera lo vio y cayó hacia un lado con fuerza y quedó inconsciente.
Ethan respiraba agitado, tomó al guardia y lo puso a un lado para que no lo lastimaran aún más.
"Tengo que aprovechar esto"
Y corriendo por todos lados fue derribando a todos los ladrones que pudo, rompió la reja de madera y bajó.
Por suerte era el primero en llegar y los demás estaban ocupados peleando. Tomó todo lo que pudo y lo guardó en un saco que cargó sobre su espalda mientras se maravillaba con su nuevo nivel.
De repente escuchó que alguien más bajó. Esa persona se quitó la capucha de la cabeza y mostró el rostro. Era un hombre alto de piel clara, de cabello y ojos marrones.
—Hola—dijo mientras cogía todo lo que podía—es un gusto conocerlo ladrón silencioso.
—Mm....—respondió cortante y lo miró con desconfianza.
—Esta feo ahí afuera—dijo luego de que terminó—¿qué te parece aliarnos para poder salir de aquí con vida? —sugirió con una expresión animada.
Ethan lo observó e intentó juzgarlo con una mirada.
Tenía unos veintitrés años, y aunque se miraba delgado parecía alguien fuerte.
—Tú eres un nivel cuatro ¿verdad? Yo soy nivel tres—dijo subiendo las escaleras y cubriendo su rostro—no hacemos tan mal equipo.
—...De acuerdo—respondió con frialdad y lo siguió desde atrás.
Salieron y se enfrentaron a varios ladrones furiosos que querían quitarles el botín.
Ethan y el hombre los golpearon velozmente y avanzaron.
—Desde que apareciste me diste curiosidad—dijo el hombre gritando mientras peleaban—y al fin pude conocerte.
Ethan no dijo nada y sólo lo miró con una expresión complicada.
—Mi nombre es Ben, ¿qué te parece ir por unos tragos?
Ambos al fin salieron del alboroto y bajaron del barco de un salto.
Y en seguida cuatro soldados comenzaron a perseguirlos.
—Yo invito, mañana en el bar a las nueve—dijo despidiéndose y se metió en un callejón.
Ethan sólo lo observó y también se metió en uno mientras huía de los guardias...
[...]
—¿Qué pasa con ese tal Ben? —se preguntó mientras caminaba por los tejados—¿Debería ir?
Ya eran las ocho y aún no se decidía si ir o no.
—¿Por qué me invitó a un trago?
Todas esas incógnitas lo tenían inquieto, tanto que al final decidió ir a preguntarle el mismo.
Bajó y caminó por la calle hasta llegar al bar que frecuentaban todos los ladrones, las lámparas iluminaban con tonos amarillos y el olor a cuero y alcohol flotaba en el aire.
Al entrar vio que en una mesa al fondo estaba ese tal Ben. Se acercó y él al verlo lo saludó animado:
—Me alegra que vinieras—dijo bebiendo de su jarra y levantó la mano para llamar al mesero.
Ethan se sentó frente a él en silencio y espero a que el mesero llegará.
—Dos botellas de vino extra fuerte—pidió sin demora. Hace tiempo que no probaba el vino para peladores.
—Eres un buen bebedor—dijo mirándolo con una sonrisa.
—¿Por qué quería verme? —preguntó levantando un poco la mirada y mostró un poco los ojos.
—Yo...—Ben se sorprendió al verlo a los ojos y continuó—aunque ambos seamos ladrones solitarios es bueno tener a un camarada, pero ninguno me cae bien, así que pensé en que tú podrías caerme bien.
Ethan lo miró, pensó en sus palabras y dijo:
—No suelo confiar en nadie...además no seré un ladrón por mucho.
—Oh... ¿por qué? —dijo asombrado y se empinó la jarra.
—No quiero estar aquí, quiero irme—se limitó a responder.
—Igual yo—comentó con un suspiro—nunca quise ser ladrón, en realidad quería ser comerciante marítimo, como las personas a quienes robamos. Pero la vida no es como uno quiere.
Ethan guardó silencio y el mesero llegó con el pedido. Se sirvió y bebió de un trago.
—Por eso estoy ahorrando, para irme lejos, navegar y todo eso, pero es difícil conseguir una tripulación. Además de que no sé cómo se usan los barcos—exclamó riendo y se terminó el alcohol.
—De acuerdo, confiaré en ti, y depende de cómo vayan las cosas te ayudaré—dijo Ethan luego de un rato y bajó su vaso.
—Genial—dijo tomando la jarra vacía y dijo—es un trato.
—Trato—respondió chocando su vaso con el suyo.
—Bien nuevo socio, ¿cómo debería llamarte? —preguntó animado.
—Yo...no tengo nombre—dijo bajando la cabeza.
Decidió que era mejor no tener uno, dejó de ser Ethan hace mucho tiempo y ya no quería usar el nombre de Grinsel, no le traía muy buenos recuerdos. Justo ahora quería ser nadie y vivir sin preocupaciones, dejar toda su vida atrás y seguir adelante.
—Oh...bueno, tendré que aprender a hablarte sin usar un nombre—se quedó pensativo un momento y dijo—creo que te llamaré amigo.
Ethan no estaba seguro si merecía tener un amigo, pero al final lo dejó llamarlo como él quisiera.
[...]
Pasó casi un mes y Ethan se reunía de vez en cuando con Ben, hablaban de cosas al azar y se volvían más cercanos.
Ethan dejó de ser tan distante y sintió que podía confiar en él. Y al final le contó su sueño de ir al mar.
—Vamos—dijo Ben sentado al lado de Ethan sobre un tejado—ya no quiero seguir robando, temo que me atrapen algún día.
—Yo igual—respondió, el viento helado sopló e hizo revolotear sus ropas.
—Consigamos una tripulación—comentó mirando su rostro, que apenas era visible debajo de la tela—conozco a algunas personas que han querido ir al mar desde hace mucho...
—Pero si vamos al mar con un grupo de ladrones ¿no seríamos piratas? —preguntó Ethan confundido—igual seríamos perseguidos.
—Eso me da igual, que los demás piensen lo que quieran, si dicen que somos piratas que así sea. Pero al menos estaremos lejos de aquí.
—De acuerdo—dijo con convicción, y un ventarrón azotó con fuerza haciendo que su capucha cayera hacia atrás.
Y en ese momento Ben vio su rostro por primera vez, y su cabello rubio se alborotó con el viento.
—Bueno, qué más da—dijo Ethan sonriendo—si vamos a ser socios tenemos que confiar uno en el otro.
—Claro, hasta mucho te habías tardado—exclamó dándole una palmada en la espalda— al principio creí que no mostrabas tu cara porque eras feo—añadió riendo.
—Cállate—dijo con falsa molestia y lo empujó.
Pero Ben siguió burlándose de él...
[...]
En poco tiempo reunieron a varias personas, algunos eran personas normales que estaban aburridas de la vida y otros eran ladrones que querían retirarse.
Y el día que tanto esperaba Ethan, el día en que llegarían los tan esperados barcos llegó. Y ambos decidieron hacer de esto su último atraco.
Pero la noche antes del robó Ben estaba hablando con Ethan mientras caminaba por el muelle.
—¿Ya tienes pensado que barco robaremos para ir al mar? —preguntó observando todos los barcos a su alrededor.
—Ese—dijo señalando uno a lo lejos.
—Estoy hablando enserio—exclamó riendo—ese barco es imposible de robar.
—Apostemos—dijo Ethan con una expresión malvada—apuesto a qué puedo abrir la puerta de la oficina del capitán.
—De acuerdo—dijo un poco dudoso—y si puedes será tuya.
—Bien—respondió subiendo al barco, sacó la llave a escondidas y abrió la puerta—Listo.
Ben estaba en shock, y luego de recuperarse exclamó:
—T-Tú... ¡¿qué hiciste?!—interrogó espantado.
—Magia—dijo guiñándole un ojo.
—Seguro eres un anciano de más de cien años de experiencia y tienes trucos ancestrales por ahí—acusó señalándolo—no me mientas.
Ethan sólo rio por la alocada suposición de Ben, se limpió las lágrimas de tanto reír y dijo apenas:
—¿De qué hablas? Si sólo tengo diecisiete años. No soy ningún anciano.
—Entonces ¿no has alterado tu apariencia para verte más joven? —preguntó asombrado, ya que los de nivel cuatro no suelen ser personas tan jóvenes.
—Nop—dijo cerrando la puerta—pero te mentí respecto a algo—y mostrando la llave añadió—en realidad abrí con una llave.
—¿De dónde la sacaste? —preguntó mientras Ethan bajaba del barco.
—Es un secreto—dijo con una sonrisa.
—¿Acaso hablas con los muertos? —interrogó en forma de broma.
—...Tal vez—comentó Ethan con una expresión seria—pueda ser que el fantasma me dijeran donde estaba la llave...
[...]
Todo fue según el plan, robaron con éxito los barcos, justo cuando el invierno comenzó. Fue casi igual al robó anterior, un combate a muerte entre guardias y ladrones.
Por suerte ambos salieron casi ilesos, guardaron y prepararon muchas cosas dentro de Lycka para partir de inmediato, cuando el invierno finalizara.
Pero antes de irse Ethan tenía algunas cosas pendientes.
—Buenos días señor Noah—saludó Ethan por la mañana bajando de su habitación.
—Hola—saludó un poco decaído.
—¿Por qué tan triste señor? —preguntó y se sentó.
—Creo que voy a cerrar la tienda...para siempre...
—No diga eso—dijo Ethan con una sonrisa—todo va a mejorar.
—Ojalá fuera así...
Y justo cuando terminó de decir esas palabras escuchó algo afuera. Y al prestar más atención se dio cuenta que era la música de un violín.
Extrañado salió de la cocina y se dirigió al mostrador.
Y desde ahí observó cómo caía la nieve, y frente a su tienda alguien estaba sobre un banco, tocando un violín bajo el pequeño techo de la tienda.
—Esto...
—Pensé que, si las personas escuchan lo bello de la música querrían comprar violines y aprender a tocarlos—dijo llegando a su lado.
Hace unos días Ethan habló con el violinista del bar y le preguntó si podría tocar el violín frente a la tienda por doscientas monedas de oro si lo hacía por cinco días.
Él aceptó encantado, se notaba que estaba alucinado por la cantidad de monedas, pero en realidad Ethan sólo dijo un precio al azar, ya que no sabía cuánto tendría que darle para que quisiera tocar. Y ahí estaba, tocando una hermosa melodía muy alegre.
Las personas pasaban a su lado y observaban la tienda con curiosidad.
—No tenías que hacerlo muchacho—dijo en voz baja mirando al hombre tocar—seguro querrá que le paguemos muchas monedas de oro por tocar bajo la nieve.
—No hay que preocuparse, ya arreglé todo—y entrando al taller dijo—estaré cortando algunos trozos de madera, usted puede quedarse aquí por si viene algún cliente.
El señor Noah no sabía que decir, y sólo pudo ver que Ethan entraba en el taller y cerraba la puerta.
Pasó el tiempo y era el último día que el violinista tocaría, y también el día en que Ethan tenía que irse.
El señor Noah estuvo muy ocupado, algunos llegaron a preguntar si podían aprender a tocar, y que comprarían un violín si él les enseñaba. No tuvo más remedio que aceptar y comenzó a dar clases a las personas que querían aprender. Por suerte su madre le había enseñado a tocar...
—Tengo que irme—dijo Ethan luego de que todos se fueran.
—¿Cuando? —preguntó asombrado.
—Hoy—respondió y dándole la mano dijo—fue un gusto trabajar con usted. Aprendí mucho sobre violines.
—¿Crees que te irás así nada más...? —dijo sin mirarlo a los ojos—aun trabajas para mí, yo no te he despedido.
Ethan no quitó sus ojos de él hasta que le dirigió la mirada y continuó:
—Está bien, ¿qué derecho tengo yo de detenerte? Ni siquiera te he pagado—y suspirando añadió—pero no me preocupaba por eso, te miras cómo alguien que no reclamaría por eso. Te ves buena persona.
"Lo sabía"
Pensó molesto.
—Así que te hice un regalo—y debajo del mostrador sacó un estuche—vi que algunas veces te llevabas un violín a escondidas durante la noche, seguro estabas practicando.
Ethan lo recibió, tocó el estuche de cuero con sus manos y lo abrió.
—Espero que compense un poco tu trabajo—y comentó orgulloso—es uno de los mejores que he hecho. También incluí algunos repuestos, pero será mejor que vengas a darle mantenimiento algún día.
—Gracias señor Noah—y se inclinó hacia él dijo—vendré algún día a visitarlo.
—Eso espero, ahora vete—dijo entrando al taller—Nos vemos Grinsel.
Se metió al taller y cerró la puerta.
Ethan salió corriendo emocionado, la nieve ya se estaba derritiendo y el clima era menos frío, y después de tanto correr llegó al muelle. Ben lo estaba esperando junto a otras seis personas en la cubierta.
—Ya casi nos íbamos sin ti—dijo Ben animado y soltó la escalera de cuerda.
—Si claro—exclamó riendo, se colocó el violín en la espalda y jaló una cuerda que colgaba de su cuello, que tenía la llave—sin esto no van a ninguna parte.
—Entonces apresúrate—y dándole la mano le dijo—¿a dónde quieres ir?
—Veamos...—subió a cubierta, sacó su brújula y observó que la aguja apuntaba al Norte.
—¿Y?
—Al norte—dijo a todos los presentes—nos iremos por el lado Este para llegar al Norte.
—¿Por qué ahí? —pregunto un chico llamado Chris.
—No lo sé, supongo que es el destino.
Elevaron anclas y avanzaron por las frías aguas del vasto océano.
Ethan le echó un último vistazo a su antiguo hogar, donde vivió tantas cosas, y experimentó la felicidad, un poco tristeza, dolor, hambre, amistad, y el miedo...
Pero todo eso quedó atrás y ahora debía ver hacia adelante, y descubrir que era lo que hacía falta en su vida, ese vacío que lo inquietaba desde hace mucho...
"Tal vez vuelva algún día... Región del Este..."
[...]
Al día siguiente las personas notaron que el famoso barco fantasma había desaparecido. Y una nueva leyenda surgió.
El fantasma del hijo del Marqués, que vivía en su bello barco mágico quiso dejar el muelle y navegar por el cálido mar. Ya estaba aburrido del mismo lugar.
Y estar ahí sólo le traía malos recuerdos, por eso reconstruyó su llave mágica desde las cenizas y zarpó a media noche. Cuando nadie lo pudiera ver, y sus testigos sólo serían las relucientes estrellas y la dulce luna que guío su camino con su tenue brillo...
Y el hermoso niño de cabellera dorada vivió feliz en el mar para siempre...
[...]
Navegó junto a su pequeña tripulación sobre el bello mar azul, vieron las pequeñas islas que rodeaban el continente, pelearon con algunas bestias marinas peligrosas. Soportaron feroces tormentas que amenazaban con hundir su barco.
Vivieron tantas cosas emocionantes, peeero....
Resulta que...no era lo que quería. Eso no llenó el vacío en su corazón.
"Maldita sea"
Dijo tirado sobre la arena, su nariz y sus mejillas estaban coloradas por el sol y bebía una botella de vino.
Miró hacia las estrellas y dijo en su mente:
"¿Acaso tengo que ir al Norte para saber si ahí está lo que necesito...?"
Una línea de vino se deslizó por la comisura de sus labios, saboreó el licor y se terminó la botella.
"Tan simple..."
Su vida carecía de algo tan importante que todo le parecía demasiado simple, soso y aburrido.
—¿Por qué tan decaído capi? —preguntó Ben desde la fogata, dónde estaba charlando con todos mientras bebían cerveza.
Ethan estaba un poco alejado y miraba hacia el cielo con melancolía.
—Nada... sólo pensando.
—Siempre dices eso, pero sé que es algo más complicado.
—Si...es que...no estoy seguro de algo—dijo dejando ir su cabeza hacia un lado y lo miró.
—Pues hazlo, y después sabrás si fue una decisión correcta—respondió bebiendo de una jarra de madera.
—Mm....de acuerdo, seguiré tu consejo.
—¿Me dirás lo que es cuando lo hagas? —preguntó luego de un hipo.
—Depende—respondió con una expresión malvada.
—Que malo...—dijo bajando del tronco y se sentó sobre la arena.
—Ya es noche, deberían dormir—comentó Ethan mirando a Ben medio dormido medio borracho.
—Como diga capitán—dijo levantándose y tomó una sábana que había a un lado—¿Y tú?
—Sólo iré a revisar unas cosas a mi habitación, pero tal vez no duerma aquí hoy—contestó levantándose.
—Mm....—musitó con los ojos cerrados y se acomodó.
—Buenas noches Ben—susurró Ethan y se levantó.
Subió al barco y tomando un libro se acostó en la cama. Dentro de su cuarto ya habían un sin fin de cosas, todo desordenado, baúles regados por todos lados y estanterías gigantes cubrían las paredes con todos los libros que consiguió.
Cuando todos se iban a dormir aprovechaba el tiempo para practicar con el violín o leer, o a veces sólo se quedaba viendo hacia el techo, pensando en lo que encontraría en el Norte.
Rara vez dormía, porque ahora que era nivel cuatro podía permanecer hasta cinco días sin dormir, y lo prefería así, ya que desde que sus padres murieron no paraba de tener pesadillas, siendo casi diarias.
Leyó por varias horas, se cansó y cerró el libro, lo dejó a un lado y cerró los ojos.
Recordando las cosas que había vivido, las personas que había conocido...era tanto y apenas había vivido poco menos de diecinueve años.
Incluso fue nombrado capitán por ser el que tenía más conocimientos y por ser un peleador.
Sumergido en sus propios pensamientos casi se quedó dormido, pero de repente escuchó un sonido.
Era la puerta de su habitación que estaba siendo abierta.
"¿Qué rayos hace Ben aquí?"
Pensó con los ojos cerrados. Sabía que era él porque era el único que tenía permitido entrar a su habitación. Además de que le ayudaba a despertar en las mañanas, ya que tenía el sueño pesado cuando lograba dormir.
Ya había pasado varios días sin dormir y le dio flojera abrir los ojos y preguntarle. Así que esperó a que lo llamara o se fuera.
Pero cuando sintió que se había sentado a su lado se extrañó y no sabía si abrir los ojos o que.
Sintió cómo se inclinó ligeramente hacia él, se quedó ahí un momento y luego se fue.
Ethan abrió los ojos y se sentó en la cama.
"¿Qué estaba haciendo?"
No entendió el porqué de su actitud, pero estaba seguro que no quería hacerle daño. Tal vez...
"No, no, no, es imposible, él..."
La posibilidad de que Ben estuviera...
"No quisiera romperle el corazón..."
Hace tiempo todos sacaron el tema, de quién sería su tipo ideal, y resultó que Ethan era el único al que le gustaba los chicos. Y a Ben le daba igual.
En la actualidad a todos les valía cuál fuera tu preferencia, te dejaban con tus cosas y no decían nada. Aunque se notaba que a muchas personas en el fondo no les parecía esto.
Pero el tema se manejaba bastante bien ya que, gracias a los escritos de Edam Fabris, las personas lo miraban como algo común. También las personas guardaban silencio debido a que existía una leyenda que decía, que si maltratabas a alguien por amar a determinada persona o lo matabas por esa razón una maldición caería sobre ti y tendrías mala suerte por doce años.
Pero esto no era sólo una leyenda, muchas personas no creyeron en eso y la maldición los atormentó por años, incluso se dice que algunos murieron por la mala suerte.
Esta leyendo nació debido a que hace mucho tiempo, se decía que un malvado hechicero tenía un amante que también era hombre, y al ver que su amado podía sufrir por su amor decidió castigar a las personas que intentaran hacerle daño.
Aunque era muy romántico también era un poco tétrico.
Por eso a Ethan no le molestó decir eso ante todos, y aunque la maldición no existiera no le importaba lo que opinaran de él. Unas cuantas palabras hirientes no le afectarían, su corazón ya había experimentado tanto dolor que creía que algo así era insignificante.
"Pero porque Ben..."
Pensó con tristeza, lo quería cómo un amigo, pero nunca podría verlo de esa manera.
"Si me dice algo tendré que rechazarlo, pero será mejor que no diga nada"
Ya que en esas situaciones se ponía demasiado nervioso.
[...]
Pasaron los meses y por suerte Ben no dijo nada, así que concluyó que todo era parte de su imaginación.
"Que narcisista soy..."
Se dijo a sí mismo avergonzado.
Seguían navegando como de costumbre hasta que casi llegaban al Norte, y Ethan estaba cada vez más nervioso.
Se detenían en algunas islas para comprar comida y objetos de uso cotidiano. Por el agua no debían preocuparse ya que el barco contaba con una reserva que se llenaba sola, cogía agua del mar y pasaba por varios filtros hasta que era dulce y potable. Y recorría varios canales de tuberías para ser accesible en varias partes del barco.
Probaron comidas exóticas, disfrutaron de bellos paisajes y observaron extrañas y fascinantes plantas y flores. Pocas veces se encontraron en peligro, así que todo salió de maravilla.
Con forme viajaban se fueron uniendo más personas a la tripulación, siendo un total de quince. Ethan ya tenía veinte años y estaba cada vez más cerca de su destino.
Pasaron al lado de la extraña niebla que cubría la parte Norte del continente donde estaban los bosques y llegaron a las siniestras islas del Norte.
Ethan escuchó los rumores sobre lo que había después de la niebla y le fue inevitable no asemejarlo a una señal. Extrañamente convenció a todos y se dirigieron a la misteriosa niebla.
Un escalofrío recorría su columna y una extraña emoción inundó su corazón. Logró pasar por ella a salvo y descubrió una hermosa isla desierta.
Pero por ser distraído, el primer día de su llegada piso un erizo de mar venenoso, se supone que un veneno así no debería hacerle daño. Se equivocó.
Pero por arte del destino, por ese incidente conoció a alguien a quien jamás, ni en sus sueños más locos esperó conocer. Algo que se suponía que existía en las leyendas, diciendo que estaban extintos o escondidos.
Sirenas y tritones.
Aris conocía la historia de Ethan desde aquí, vio lo ingenuo y estúpido que se veía con su brillante sonrisa. Siendo feliz con Ethan.
Sin saber que había pasado por todo eso, que por su cumpla su destino fue uno de los más horribles y llenos de sufrimiento.
Todo por su maldito deseo.
Lo vio ser secuestrado por su hermano, le quitaron un sello de amor, y por consecuencia se olvidó de él.
«¿Quién rayos le puso eso a Ethan?»
Dijo Aris con ira y desconcierto.
No había ningún recuerdo de alguien poniendo ese sello en él.
Perdió la memoria y Ethan volvió a enamorarse de él, pero podría decirse que está vez fue de verdad. Ya que no tenía ningún sello que lo obligara a amarlo.
Lo vio caer en la locura y ser llevado por sus compañeros.
Y de repente todo se puso oscuro.
Siendo el último recuerdo, ver a Aris a lo lejos y gritar su nombre con desesperación...
[...]
El mar se miraba tan hermoso, y la burbuja que cubría el barco era tan transparente que se podía ver peces nadar por encima de él, y una cosa negra flotaba alrededor de la burbuja. Aris yacía sobre la húmeda madera del barco, esperó un momento para reaccionar y sus ojos se pusieron borrosos. Giró la cabeza y observó a Ethan, quién aún dormía plácidamente a su lado.
—Ethan...—sollozó con una tristeza tan grande que resonó en todo el fondo del mar.
—No te merezco...no lo merezco... Ethan...lo lamento—decía una y otra vez.
Sus frías manos descansaban sobre el pecho de Ethan mientras lloraba en él. Se sentía el ser más repugnante de todo el mundo...
No sabía lo que haría cuando Ethan despertara y lo viera a los ojos.
Con aquellos ojos, tan dulces y cálidos que derretía el corazón, tan amables y amorosos...no podría soportar recibir su compasiva y reconfortante mirada...
Fin del capítulo 31: Ethan
Nota:
1. Aún estaban en otoño: las estaciones en este mundo serían así.
—Primavera
Febrero
Marzo
Abril
—Verano
Mayo
Junio
Julio
—Otoño
Agosto
Septiembre
Octubre (cumpleaños de Ethan)
—Invierno
Noviembre
Diciembre
Enero (el invierno terminaría casi a principios de Febrero)
¿Qué les pareció el pasado de Ethan? fueron de las cosas que pensé primero, lo armé en mi mente todo desordenado por mucho tiempo pero al fin quedó, estoy tan feliz de haberlo terminado. Ahora sólo falta saber que le pasó a nuestro pececito Aris.
Nos vemos en el siguiente cap...
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