Cap 13
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- Eres estupido - espetó Dirk con desdén.
- Vete a la mierda - Le respondió Kurloz usando el mismo tono.
- ¿Por qué? Solo estoy diciendo los hechos -
Kurloz se frotó la sien. La tensión era evidente entre ambos demonios.
Lo curioso era que, toda esta situación, podía resumirse en un solo nombre.
Meulin.
- Desde que pactó contigo te has estado volviendo más blando ¿Acaso te has olvidado del plan inicial? -
La reacción de Kurloz ante el comentario de Dirk fue apretar los puños en un intento de controlar su ira.
- No lo he olvidado - gruñó Kurloz.
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Jake abrió los ojos y lo primero que percibió fue el olor de té de limón recién preparado.
Se levantó del sofá lentamente, la manta que lo cubría cayó al suelo.
- Buenos días, bella durmiente - bromeó Dirk.
- ¿Cuanto tiempo llevo dormido?- preguntó Jake mientras se frotaba los ojos.
- Un mes -
- ¡¿Un qué?! - Jake sintió como si el corazón se le fuera a salir del pecho.
El rubio se echó a reír.
- Tranquilo, estoy bromeando. No llevas más de veinte minutos K.O.- admitió Dirk.
Jake suspiró aliviado.
- No me asustes así - se quejó el humano.
Dirk se acercó a Jake sosteniendo una bandeja con una tetera y dos tazas. El demonio apoyó la bandeja en la mesa y sirvió el té.
-Gracias - dijo el humano aceptando la taza con té de limón que Dirk le ofrecía.
Ambos comenzaron a tomar su té en silencio, apreciando el leve momento de paz, hasta que Dirk abrió la boca.
- Jake, si las cosas se salen de control, necesito que busques a alguien. -
- ¿A quien? - sería mentira decir que Jake no se esperaba lo peor.
A estas alturas, si no terminaba en la cárcel terminaría muerto.
Dirk sacó de su bolsillo una tarjeta de presentación y se la dio a Jake.
- Dile que es hora de cobrar su deuda y sabrá que hacer- añadió Dirk.
Jake miró con curiosidad la tarjeta. En ella se podía leer en letras doradas "Tavris Serram - Serafín"
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Todos estaban sufriendo. Era imposible no verlo.
Está guerra había sido un error, Tavris se arrepentía profundamente de sus actos y sus malas elecciones, pero ya era demasiado tarde.
Había perdido a Erisol y a Arquius de vista, en sus brazos heridos sostenía a Fefeta quien se estaba desangrando. A su alrededor, miles de ángeles peleaban entre ellos, mutilando a otros y quitándose la vida. La sangre fluía como ríos carmesí y manchaban el cielo con su impureza.
Tavris estaba en shock. Se había quedado en un estado de parálisis, sin soltar en ningún momento el cuerpo de su amada, y mirando fijamente a la nada.
Una fuerza misteriosa agarró sus hombros y movió su cuerpo lejos de ahí.
Cuando consiguió volver en si, se dió cuenta de que se encontraba en un circulo de protección, a salvo de la guerra.
- El suicidio va en contra de las leyes de dios - Dijo la voz de su rescatador.
Dirk se encontraba parando la hemorragia de Fefeta y aplicando algún que otro aguendo que ayudarían a sanar rápido las heridas de la querubín.
- ¿Por qué haces esto? Hemos traicionado a dios. Tú dios.- espetó Travis tratando de encontrar claridad en todo aquel caos.
Dirk sonrió de forma macabra.
- Tavris, tengo una propuesta para tí: Tomaré tú lugar y el de tus amantes. Vosotros podréis permanecer al lado de dios y vuestro pecados quedarán en el olvido, yo en cambio seré arrastrado al infierno con Caliborn. Todo a cambio de un favor que te pediré en el futuro. Con este caos nadie notará el cambiazo, te lo aseguro.- explicó el ángel rubio de gafas triángulares.
Tavris le miró con desconfianza.
- ¡No trates de engañarme diciendo que haces esto a cambio de que quieras que te deba un favor! ¡¿Cual es la verdad?!- insistió el ángel de género neutro.
Dirk frunció el ceño.
- No tienes por qué saberlo y yo no tengo por qué decirtelo - fue la respuesta del rubio.
Tavris se iba a quejar, pero en ese momento Fefeta despertó.
- ¿Tavris... ? - habló la querubín con voz débil. Sus heridas no habían sanado del todo.
Tavris se apresuró rápidamente a su lado.
- Mi amor... - le susurró mientras acariciaba una de sus mejillas con cuidado.
Fefeta intentó corresponder el gesto, pero todo su cuerpo dolía y terminó por gritar de dolor.
- Entonces... ¿Cuál es tu respuesta?- quiso saber Dirk.
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- ¿Un Serafín? - preguntó Jake, atónito.
- Sí, genio. Dios y sus angelitos son tan reales como tú y como yo. - se burló el demonio.
- No es eso ¿Cómo es que tienes una tarjeta de presentación de un Serafín? No... Mejor dicho ¿Por qué te debe algo? -
Un silencio sepulcral llenó la cabaña.
- Eso no importa. Lo importante ahora es salir de aquí, ocultarnos de la policía y terminar el ritual. Solo nos quedan dos ojos. Acuario y piscis. Cuanto antes los consigamos, antes obtendremos lo que queremos. - dijo Dirk después de un rato, incapaz de aguantar el silencio.
El demonio se levantó y tiró su taza de té, vacía, al fregadero. El sonido de porcelana rompiéndose era de esperar.
Jake se quitó un momento las gafas y se apretó el puente de la nariz.
- De acuerdo, acabemos con esto - suspiró Jake.
El humano volvió a ponerse las gafas y caminó hasta su cuarto. Debajo de su cama había una escopeta que Dirk había ocultado ahí para casos de emergencia (como esta situación).
La escopeta en cuestión era una escopeta de calibre 12, lo cual significaba que tenía una mayor potencia y un mayor alcance que una escopeta promedio.
Por desgracia solo tenían cinco cartuchos. Lo cual les dejaba con solo cinco tiros.
- Será mejor no desperdiciarlos - comentó Dirk mientras observaba a Jake desde el otro lado de la puerta.
Mientras el demonio y su humano terminaban de prepararse, Kurloz estaba cada vez más cerca de la cabaña.
Por otro lado, Jane no había perdido el tiempo. Los refuerzos ya habían llegado y tras una serie de llamadas y discusiones se había decidido que, la mejor manera de librarse de la amenaza que suponía Jake English, era quemándolo junto al bosque.
Cabe destacar que Jane no estaba de acuerdo con la decisión tomada, pero ya no había nada que ella pudiera hacer al respecto.
Los agentes rodearon el bosque por completo y, con antorchas en mano, le prendieron fuego a los árboles.
Los bomberos y las noticias ya habían sido informados al respecto. Las sirenas de los camiones se escuchaban por todas partes, camuflando el sonido de las aspas del helicóptero donde Meenah y su camarógrafo viajaban.
- ¡Más rápido, inútil! ¡Tenemos que ser los primeros en cubrir está noticia! - le gritaba Meenah al piloto del helicóptero.
- Sí - respondió Arquius aumentando la velocidad del vehículo.
El final estaba cerca.
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