Once
Ella apareció a mediados de otoño y para cuando el invierno llegó,los dioses estaban habituados a la presencia de Sora, de tal modo que ya no les molestaba que comiera con ellos o que se sentara en la sala a disfrutar del calor de la chimenea.
Habían algunos libros en ese lugar, propiedad de los legítimos dueños,Sora los miraba con paciencia por horas a veces,pues ella no sabía leer. Disfrutaba de las ilustraciones que le mostraban sitios distantes. Hubo una imagen en particular que le llamó más la atención que todas las demás. Mostraba el océano. Era una hermosa postal de un atardecer,con colores anaranjados y amarillos que parecía que el cielo se incendiaba,lo mismo el mar. Amaba esa imagen y a veces se quedaba contemplandola pérdida en quien sabe que ideas, hasta que alguno de los dioses la llamaba para que hiciera alguna cosa o sólo para pedirle que les hiciera compañía. Con ella en medio los dioses no solían haber discusiones,tampoco sostenían conversaciones muy prolongadas,mas al menos no se peleaban.
Una mañana,Sora despertó sintiendo más frio del usual y sabía lo que eso significaba.La había sentido tantas veces,mas nunca la había visto. Se vistió rápido para salir de la cabaña,
pero apenas puso un pie en la terraza resbaló en el hielo y cayó sentado sobre las heladas tablas. Sintió bajo sus manos la nieve áspera y fría que tantas veces sintió,pero sus ojos quedaron maravillados con el paisaje que tenía en frente,a los lados y en todo su alrededor. Los árboles,las colinas y las montañas, todo estaba cubierto de blanco.El sol que se asomaba por entre las nubes oscuras que el viento barría,hacia que el mundo resplandeciera puro,limpio y quieto como una pintura que vio alguna,vez colgada en la pared de la que fue su casa. Una escena estática que palpitaba en sus pupilas y le dibujo una sonrisa entre lágrimas dulces de cálido regocijo. La nieve nunca fue más confortante para alguien,como lo fue para Sora, en ese momento.
Se levantó con cuidado,para no volver a caer y se sostuvo del barandal para colgarse y asomarse a ver el lago.
-Creo que está es la primera vez que sonrie así-comento Zamasu que la veía a través del cristal de la ventana.
-Seguramente está es la primera vez que ve la nieve-señalo Black-Es como una niña que está descubriendo el mundo,todo la maravilla.
-Parece que la chica te causa algo más que una simple admiración-le dijo Zamasu de forma incisiva.
-No digas estupideces. Es sólo una muchachita ingenua nada más.
-Claro...Pero que en un mundo insensibilizado como este,que ella haya logrado mantenerse así es un proeza digna de admiración. No me molesta admitir que se a ganado mi simpatía hasta cierto punto-confesó Zamasu.
-Le das demasiado crédito-comento Black con desdén.
-Para nada-respondió Zamasu-Me gusta porque es pura como está nieve recién caída,me gusta como una criatura única por esa misma cualidad y me gustará mientras permanezca así. Más te vale no ensuciarla.
-¿Dé que hablas?
-Ese cuerpo que tienes puede ser muy poderoso,mas es el cuerpo de un mortal y por tanto su carne es débil y sucumbe ante ciertos estímulos-le dijo Zamasu poniéndose la mano sobre su pecho para referirse así mismo-Mi cuerpo es el de un díos,los dioses experimentamos los sentimientos de una forma sublime.A nosotros no nos surgen esos apetitos por lo que amamos, pero los mortales son tan vulnerables...
-Insinuas que soy menos dios que tú -inquirió Black tomando a Zamasu por la ropa.
-Sólo digo que mantengas los instintos de esa carne bajo control-le dijo Zamasu con un sutil irónico-Si llegas a tocar a Sora...La mato me oíste. Si llegas a ponerle un sólo dedo encima, como hombre, le arrancare la vida para enviarla al paraíso. No creas que no me doy cuenta de cómo la mirás.He visto esa mirada en los humanos muchas veces...
Black se sonrió y lo soltó dándole un pequeño empujón.
-¿No será que te han surgido esos mismos anhelos,Zamasu? Después de todo si me cautivó a mi,no sería raro que hiciera lo mismo contigo.No olvides que somos el mismo ser...
Zamasu lució tranquilo y sin responder a esa provocación,sólo se alejó y fue hacia ella. Black lo miró pararse a un lado de Sora y poner sobre su cabeza su mano, para frotarle el cabello en forma fraternal. Era un gesto limpio, desprovisto de segundas intenciones. Black comprendió entonces que Zamasu no mentía. Ella le agradaba,mas no como le agradaba a él. Para su contraparte Sora era como la flor del pantano.Algo tan puro y hermosos que valía la pena preservar,para la contemplación. Así la quería Zamasu y ¿Cómo la quería él?
La sonrisa que le dió Sora,el dios Zamasu fue amable. Últimamente ese dios le sonreía a a veces o le hacía una caricia de cumplido, como frotarle el cabello. La avergonzaba un poco y la halagaba también. Su forma de retribuir aquello era ser más eficiente en sus tareas,algo que no le era en nada difícil. Pero el dios Black parecía siempre querer decirle algo y en lugar de eso, se le quedaba mirando en juicio silencioso,cosa que era bastante incómoda. No le reclamaba,era atrevido hacerlo,
pero la hacia desear apartarse un poco de él.
Zamasu le puso una mano en el hombro para darle un atuendo más acorde al clima,pero entonces cayó en cuenta que el negro y el gris no le venían bien a Sora.
-Dime ¿Qué color te gusta?-le preguntó.
La muchacha lo pensó en un momento. Habían tantos colores, pero no recordaba sus nombres, así que le solicitó volver a la cabaña en busca de algo y él se lo permitió. Ella jamás corría en frente de los dioses,así que se tomó su tiempo para ir a buscar un objeto que estás sobre el librero y volver con el dios Zamasu, para enseñarte el color que le gustaba por sobre otros. Él puso su mano en el hombro de la muchacha y le dió un abrigo de color rosa además de unos guantes.
Black los observaba y al verla vestida así se sonrió de una forma menos torva que de costumbre,sus iracundos ojos se suavisaron y en voz muy baja,casi que de un susurro dijo antes de apartarse de la ventana:
-El rosa es el más apropiado para ti,Sora.
Alguna vez Gowasu le habló del significado que tenían los colores en la naturaleza y el que le otorgaban los mortales en base a los que los hacían sentir. Ese recuerdo le resonó en la cabeza mientras salía volando a ninguna parte en particular.
El color rosa es un color relajante que influye en los sentimientos invitándolos a ser amables, suaves y profundos, e induciéndonos de esta forma a sentir cariño, amor y protección. Las palabras claves que se asocian con el rosa son inocencia, amor, entrega y generosidad (existen otros significados,pero escogi este)
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