Ocho
La miraba sin saber que hacer con ella. No le agradaba su forma de ser, lo ponía de mal humor. Su voz lo irritaba y su sola presencia lo ofendía, mas de pronto no era capaz de lastimarla, aunque si deseaba hacerlo. No se atrevía. Esa muchacha le recordaba un poco a Gowasu. A las enseñanzas de su maestro para ser preciso. Seguramente él hubiera adorado a esa muchacha ¿Por qué estaba pensando en Gowasu. Todo era culpa de ella.
-¡Lárgate!- le gritó después de unos minutos- ¡Largo!
La muchacha bajó la cabeza y le dio la espalda para caminar por la orilla del río. Zamasu pudo irse de inmediato, mas se quedó viendola hasta que se cansó de ver aquella figura alejarse.
Black volvió a la cabaña. Zamasu no estaba, pero eso no le importaba en cambio la muchacha si. Y no la encontró en ningún lado. Zamasu apareció en ese momento y sin rodeos, Black le preguntó que había hecho con ella.
-La devolví a su lugar -respondió Zamasu de forma algo extraña.
-¿Por qué hiciste eso? Debiste haberme consultado antes...
-Fui yo quien la trajo y soy yo el único que puede disponer de ella-le respondió- Además ¿Por qué te importa? Crei que te desagradaba.
-Para ser humana tenía buenos modales. Con ella aquí no tenía que lidiar contigo- le dijo Black sin interés y salió hacia la terraza- ¿Habrá regresado a esa choza?- se preguntó mientras descansaba su espalda en el barandal.
"Quizá así sea mejor. Se feliz mientras puedas Sora, porque cuando el plan cero humanos haya terminado no tendremos piedad de ti "
Fueron las palabras que le dedicó Black desde su mente a la muchacha.
Los días pasaron sin grandes novedades. Black salió para tener una nueva contienda con Trunks y al volver a la cabaña paso volando por el pueblo cercano al bosque donde vivía Sora. Decidió bajar a ver aquel lugar que estaba más o menos intacto. Él no había hecho de las suyas ahí, todavía. Caminó por esas calles con un semblante duro y frío que hacia que lo miraran con desconfianza. No era un lugar ni mejor ni peor que los demás. Un asentamiento humano como cualquier otro. Lo único que llamó su atención fue un grupo de hombres jóvenes y su conversación respecto a "la bruja del bosque". Hablaban de ella de forma desagradable y luego se encaminaron hacia allá. Los siguió discretamente y pronto descubrió, sus sospechas eran ciertas, esos sujetos iban a la choza se Sora.
La muchacha solía cuidar de animales heridos o enfermos que encontraba por el bosque. El interior de su casa estaba lleno se espacios para esos seres, como también de todo clase de plantas y flores. El piso de su casa era de tierra blanda y el tejado tenía un hueco por donde entraba la luz. Ella dormía en una hamaca y allí estaba cuando los animales se pusieron en alerta, haciendo que ella entrara en el mismo estado. Derribaron la puerta como habían hecho muchas veces y rompieron algunas cosas antes de ir hacia ella. Lo habían hecho antes y lo harían después de ese día. No podía defenderse, aunque eso no significaba que no lo intentará, que no sintiera miedo o asco por todo. Sora luchaba cada vez que aquello volvía a suceder. Peleaba aun sabiendo que al final ellos tendrían lo que habían ido a tomar, solo que esa vez pasó algo diferente.
Black dudo si debía o no interferir. A fin de cuentas ese tipo de cosas eran repugnantes, pero era tan típico de los humanos que no había porque molestarse. Sin embargo, Sora era algo muy puro para que seres tan ruines le pusieran un dedo encima. La sola idea le dio náuseas y entró en el lugar a tiempo para evitar que cumplieran sus oscuras intenciones con ella.
Los mato rápido y sin piedad.
Eran indignos de merecer algo así. La muchacha se quedó a medio cubrir por los harapos que era sus ropas e inclinó la cabeza ligeramente a un costado,
como un animalito que escucha el rumor del bosque. Black se le quedó viendo en absoluto silencio, como si esperará a que algo rompiera esa extraña atmósfera, esa escena que le recordó algo que había visto en las montañas.
Había un pantano al que llegó por casualidad. Un sitio no muy agradable de aspecto inmundo y olores nauseabundos, pero en medio de todo eso había una flor cuyo color blanco destacaba sobre los oscuros y fríos tonos de ese paraje. Una flor con forma de copa que parecía fuera de lugar. Una flor que nació en medio de un ambiente putrefacto que no estaba rodeada de la belleza, el sol y las aguas limpias que merecía. Sora le resultó como esa flor de hecho pensó en ella cuando la vió.
-Mi señor Black ¿es usted?
-Sí-respondió secamente- Levántate, volverás conmigo a la cabaña.
-Pero el señor Zamasu...
-¡Volveras conmigo a la cabaña! ¿Vas a cuestionar mis decisiones? ¡Yo soy el díos, tú la mortal! ¡Yo ordeno,tú obedeces!- le gritó.
-Si señor...-le dijo la muchacha.
Sora intentó levantarse, pero su tobillo lastimado se lo impidió. Con fastidio, Black tomó una sábana, o algo así, para cubrir el cuerpo mal trecho de Sora y al hacerlo notó que ella mantenía los ojos cerrados y el motivo fue obvio.
-¿Ellos te quitaron la vista otra vez?-le preguntó mientras la levantaba en sus brazos.
-No...
-¿Fue Zamasu?
Sora no respondió y el asumió que aquello fue un "Si". Se la llevó volando de allí, aunque antes lanzó una esfera de energía pequeña a la cabaña de la que los animales habían huido. Lanzó una esfera de ki más grande a aquel pueblo. Si ella noto o no lo que hizo, no le importaba en nada, mas cuando de esa pequeña boca amoratada salió una palabra fue que se cuestionó lo que acababa de hacer.
-Gracias...-le dijo Sora.
Él no respondió. Recordó como se interno en ese pantano para rescatar esa flor y ponerla en un lugar donde recibiera más luz y el agua limpia que necesitaba para vivir. No había pensado en lo antinatural que había sido aquello hasta que lo comparó con haber rescatado a esa muchacha de su calvario.
En la cabaña Zamasu estaba sentado frente al fuego. Absorto en sus propias cavilaciones cuando sintió llegar a Black. No estaba solo y eso lo hizo salir a su encuentro, con una expresión que ocultaba su asombro. Miró a la muchacha primero que a su contraparte, luego entró en una contienda visual con Black.
-Desde que la echaste que te quejas que no tienes porque limpiar este lugar-le dijo Black.
Zamasu no pronunció palabra y puso su mano sobre el hombro de la muchacha que en un instante quedó vestida y curada por completo. Abrió los ojos lentamente al sentir la luz a través de sus párpados. Lo primero que vio fue a los dioses, que parados frente a ella la veían con esa expresión calmada, intensa y suave a la vez. Un ese modo que daba y quitaba, que no era negra ni blanca. Que podía ser todo o ser nada.
La flor de alcatraz o cala,en la lengua de las flores significa pureza y compasión. Una flor que crece en pantanos o sitios de gran humedad que también tiene relación a la belleza y a la expresión "la flor que crece en el pantano" que hace referencia a la capacidad de esta flor para levantarse sobre la impureza y asi florecer plena. Así como la bondad e inocencia se alzan de la corrupción y la miseria.
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