Dieciocho


Black la miró un momento.Se debatía entre las ganas de castigar su insolencia y el hecho de que no quería lastimarla. Pero aquella petición lo lleno de frustración. Esa muchacha le acababa de dar a entender que prefería morir con el resto de los humanos a seguir en compañía de ellos, de él ¿Por qué? ¿Por qué la promesa de una vida junto a los dioses no le era justa gratificación? Porque eso era,una gratificación;una recompensa a su nobleza,a su pureza o al menos así lo veía él. Cerró su mano entorno a la barbilla de Sora para acercar al suyo teniendo que inclinarse un poco para mirarse en esos ojos.

-Te soy un díos injusto y cruel ¿No es así?-le dijo tras meditarlo un momento-Pero entiende esto, Sora no puedes juzgar a un dios con los estándares que juzgarías a un humano. Un humano es cruel si mata a niños,por ejemplo,un dios es justo pues su juicio no pasa por las apreciaciones subjetivas del razonamiento humano. No hay una muerte particularmente terrible en nuestras manos,ni a nuestros ojos.Los mortales son juzgados por nosotros,los mortales deben aceptar sin protestar los designios de los dioses ya sea una aniquilación masiva o la recompensa de vivir a nuestro lado,Sora.

No vino a su cabeza ningún contra argumento en ese momento. Sus ojos se llenaron de lágrimas que comenzaron a rodar por sus mejillas y terminaron por alcanzar la mano de Black. Esas lágrimas estaban ardiendo en contraste a sus frías falanges.

-¿Por qué lloras?-le preguntó Black sin entender esa reacción.

-Por nada...-respondió-suéltame por favor.

Black apartó su mano del rostro y el brazo de la muchacha que tomó su cesta y dándole la espalda limpió sus lágrimas con el dorso de su mano.

-Fue ingenuo de mi parte creer que poseía las razones para convencerles de darnos una oportunidad-dijo la muchacha mirando por encima de su hombro a Black-De los dos,pensé que usted sería el que podía llegar a entender,un poco, lo que siento al estar a salvo de su juicio mientras sé que allá lejos ciudades caen en la devastación...

-¿Por qué creiste que yo entendería y no Zamasu?-le pregunto Black cual inquisidor.

-Porque habita un cuerpo humano-le respondió Sora-Creí que tal vez esa carne podría hacer vibrar su esencia divina, pero usted tiene razón. Los dioses escapan a todo estándar humano. Para nosotros la muerte de un niño es particularmente terrible porque sentimos que no vivió lo suficiente, que no tuvo las mismas oportunidades.Para los hombres mi vida puede llegar a ser también bastante terrible,
pero para los dioses no debería ser más que otra de tantas demostración de la degeneración de la moral humana ¿No es así mi señor?

Black la miro con asombro,como si el significado de esas palabras no le cayera en la cabeza. Se sonrió después de un instante y camino hacia ella. Sora se giró a verlo.

-No lo había notado,tu dulce rostro y esa cándida voz...-declaro Black levantó la barbilla de la muchacha con los dedos- Está pequeña boca...Esconden tu gran inteligencia,Sora.

Se quedó mirando aquellos labios carnosos de color rosa, para luego mirarse en esos ojos que lo atormentaban sin piedad.

-Responde honestamente,pues sabré si me mientes ¿Qué piensas de mí?

-Es usted como la tierra mojada después de la lluvia.Tierra blanda que puede ser peligrosa, pero donde surgen las hierbas y pastos-le dijo-Es frío,terrible, implacable;pero...Si ve algo bueno en mí,no veo porque no puede hacerlo en otros,mi señor.

-Insistes en eso.Empiezas a fastidiarme.

-Arranqueme la lengua para que mis palabras no le molesten...

-¡¿Tan déspota me crees?! No me compares con Zamasu que sin piedad te quitó la vista...

-El dios Zamasu es distinto a usted-le interrumpió Sora-Es más solemne,menos irascible y más tajante...Tal vez más cruel.

-¿Te parezco más blando entonces?-le pregunto Black con esa media sonrisa.

-Me salvo de esos hombres,pudo matarme junto a los sujetos que me agredían cuando lo conocí...Y no lo hizo.Mi señor Black ¿Tuvo usted piedad?

¿Piedad? Probablemente.
Entonces él no lo noto. Sora desde el primer momento le cautivo de alguna forma. Ahora estaba todo más claro,salvo por una duda ¿El amor que Sora le despertó provenía de su cuerpo o de su esencia? ¿La amaba la parte de él que era Zamasu o la que era Black? En palabras más simples ¿La amaba como díos o como hombre? Aún no estaba seguro. Pero tal vez había una forma de averiguarlo ¿Por qué él no podía intentarlo? La tenía ahí,junto a él.

-Cierra los ojos-le dijo Black- Vamos cierra los ojos.

Sora lo hizo. Nunca se le hubiera pasado por la mente las intenciones de ese ser.

Black la miro,había visto a Zamasu hacerlo. Era prácticamente una caricia sutil y breve ¿Qué tan difícil podía ser?
Sin embargo,no prestó atención a algo que él hizo y su homónimo nunca hacia,eso era poner sus manos sobre Sora. Black lo hizo, rodeo la cintura de la muchacha y la aproximó un poco para luego besarla y no,no fue un beso breve de un segundo como se los daba Zamasu,fue uno que tardó más y que lo llevo a buscar abrir esos labios que temblaron producto de ese contacto.

De besos sabía Sora,de besos sucios que buscaban saciar en ella bajos instintos,derramar en su boca ideas repugnantes que la obligaban a irse lejos. Pero ese beso que indagaba sus labios y más allá tenía algo nuevo. Algo que no le daba asco,sin embargo, tampoco era de su agrado. Intento apartarse,pero escapar de los brazos del dios Black no era una opción. Tenía que esperar a que al acabara,
mientras sólo mantenía los ojos en la oscuridad. Por suerte para Sora el beso no fue tan largo.

Para Black aquello le dio la respuesta,no la amaba el Zamasu en su interior ni el cuerpo del humano Goku;la amaba Black y Black era quien era él ahora. Separo de ella sus labios y sus ojos,que cerro sin darse cuenta, los abrió para ver el rostro desconcertado de la muchacha que trataba de empujarlo. Quitó de ella sus manos y la vio salir corriendo hacia los árboles ¿Qué pasó? ¿Por qué huía? ¿Qué insensatez acababa de cometer? Se preguntó tras una breve reflexión.

-¡Sora! ¡Sora regresa!-la llamó.

Salió corriendo tras ella,pero la presencia de Sora era tan sutil que se confundía con la de los animales del bosque. La perdió de vista en menos de un minuto y fue inútil llamarla. De enfado por la situación y molesto consigo mismo exclamó su nombre en voz muy alta soltando algo de ki,cosa que llamó la atención de Zamasu que fue a ver qué estaba pasando.

Para Sora el dios Black usaba de vehículo el cuerpo de un hombre lo que hasta cierto punto lo hacía menos díos,por eso pensaba que su juicio podía ser algo más sensitivo,tal como se lo manifestó. Eso estaba bien,él sabría porque usaba un cuerpo humano,aunque tenía curiosidad por saber el motivo de ello. Pero ese beso,ese beso la perturbo bastante. Podía tolerar que el dios de Zamasu la amara de esa forma egoísta y caprichosa,aun que eso fuera peligroso,era menos dañino que el "amor" de los hombres y ese beso que le dio el dios Black estaba cargado de ese "amor". Lo sintió así y la lleno de temor. Demasiadas cosas surgieron en su cabeza y sólo quería alejarse. Corría descalza por la nieve traicionera que oculto la pendiente por la que ella resbaló. Casi veinte metros rodó cuesta abajo azotando la espalda contra el tronco de un árbol y lástimadose una pierna con una afilada roca. Llego a la planicie inconsciente.

Un media hora después,un sujeto robusto,de barba y bigote, vestido con un kimono de samurai sobre el cual llevaba una copa andrajoda,pasó por allí sujetandose el jigansas y descansando el antebrazo en la empuñadura de una katana. Miro a la muchacha sucia y entre unos arbustos secos. Apartó la vista y siguió su camino,cinco minutos después regresó y comprobó que la muchacha respiraba,exhaló un suspiro y la cargo sobre sus hombro.

"¡Ay Yajirobe! aveces tienes una personalidad muy amable"

Nota de la autora: jingasas sombrero que usaban los samurais hecho de hierro o cuero

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