Catorce
Dos días pasó Sora en cama, antes que le bajara la fiebre y pudiera levantarse,mas aún así Zamasu se lo impedió. Él estuvo al pendiente de ella todo ese tiempo. Fue un poco extraño para la muchacha ver a un dios cuidar de ella,pero aún más extraño fue ese beso que en esos dos días pasó una vez más.
El dios Zamasu le habló del amor de los dioses,uno sublime, absoluto y caprichoso.Un amor que reclama al objeto, para su deleite,como un humano que va por el campo,ve una flor bonita y decide arrancarla porque siente que tiene el derecho a cortarla sólo porque le gusta,le es fragante y hermosa. Un amor peligroso, que Sora aceptó con humildad y temor.
Cuando pudo levantarse salió a la terraza,con las ropas de abrigo que le dió el dios Zamasu. Había un sol pálido de calor pobre que resplandecía en un cielo azul casi uniforme. La nieve aún cubría el paisaje,aunque no como el primer día. Caminó hacia el barandal para mirar el panorama,ignorando que el dios Black estaba allí también,
recargado en el muro de la cabaña. Como ella no lo vio,él sólo se le quedó viendo con atención mientras ella,cerraba los ojos para disfrutar de la brisa fría contra su rostro. Fue el viento el que le arrebató la gorra rosa que contrastaba con su oscuro cabello y la arrastró hasta los pies de Black. Al girarse para levantarla, fue que Sora descubrió al dios, que la miró con esos ojos que parecían siempre estar desaprobando todo,pero que se suavizaron un poco al posarse en ella. Sora se le quedó viendo con algo de timidez y no se atrevió a levantar la gorra.
-Tómala-le dijo Black tras coger la prenda y ofrecersela.
-Gracias-le dijo ella cuando la tomó de esas manos fuertes,tan distintas a las del dios Zamasu.
Se ponía la gorra cuando aquel dios puso sus manos frías sobre las de ella, para ayudarle a acomodar aquella prenda sobre esos cabellos que se agitaban con el viento y parecían pelear por no quedar cubiertos. Black retuvo aquellas manos ásperas entre las suyas y juntos las bajaron sin separarlas. Ella porque no se atrevía,él porque ese contacto le agradaba.
La miró con unos ojos inusualmente calmos por demasiado tiempo,pese a ese Sora no apartó la vista de esa mirada negra como la tinta en la que estaba escritas esas páginas que no podía leer,mas decidió dar aquella singular situación por terminada buscando apartar sus manos de las de Black.
-¿Quieres ver el océano?-le preguntó como si esas palabras se las hubieran empujado desde alguna parte-Te he visto observar esas imágenes en los libros.
Responde ¿Quiere ver el océano si o no?
-¡Sí!-respondió la muchacha rápidamente.
Black no le dijo más,la cargo en sus brazos y salió disparado en dirección al océano. La velocidad a la que volaba era demasiada para que ella pudiera siquiera mantener los ojos abiertos.Asi que Sora apoyo su menton en el hombro del díos Black para mirar hacia atrás y poder respirar. Cuando él notó aquello disminuyo la velocidad para que ella pudiera estar más cómoda, una consideración que desde su estado de negación no tenía razón de ser,pero que le permitió a Sora contemplar el mundo desde las alturas.
Colinas,valles,bosques,paramos; la geografía era tan rica como colorida. El mundo le pareció, a la muchacha,tan enorme que no pudo evitar sentirse mínima en comparación a todo eso,mas sus ojos no sólo contemplaron la belleza de las tierras fértiles,sino también ciudades devastadas; reducidas a escombros donde humeaban los fuegos de los que buscaba comer o abrigarse del frío,en medio de los escombros. Pudo ver la mueca de repudio en el dios Black y como cada vez que pasaban por un lugar como ese aceleraba un poco.
No hacía falta siquiera preguntaron,era obvio que el responsable de todo eso era él. Sora lo lamento. No habían muchos argumentos para defender a la humanidad,pero no dejaba de parecerle cruel que el único remedio para el mal de los hombres, fuera la aniquilación.
El juicio de los dioses era indiscutible para Sora,mas ahora de pronto creía otras cosas,pero al llevar conviviendo con ellos casi dos meses.
-Mi señor...-le dijo tímidamente buscando su atención.
-Si vas a preguntarme si fui yo el que arrasó con esas ciudades,
creo que conoces la respuesta-le dijo Black-Lo sabes hace tiempo ¿Vas a protestar ahora?
-Sólo quería manifestar lo triste que me resulta saber que puedan ver algo bueno en mí y no en otros -le dijo la muchacha logrando detener el vuelo de Black.
-Tú eres un ser excepcional,Sora-le dijo Black-Tú no lo notas,pero estas por encima de la plaga humana que corrompe este hermoso planeta. Tú no dañas a este mundo,tomas de el sólo lo que necesitas y le devuelves tu gratitud. Eres obediente de los dioses y valoras los dones que se te han otorgado,te sientes humilde siendo rica en formas que el resto de los hombres desprecia. Eres valiente porque muchos,por menos de lo que has vivido terminan sus existencias o se vuelven contra sus pares en violencia y de generación. Eres noble,pues no permites que el rencor contamine tu ser y eres fuerte,porque pese a que te han mancillado,tu espíritu sigue intacto.No Sora tú no eres como ellos y no mereces un castigo, pues no has hecho algo malo. Tu única oscuridad es la tristeza de tu soledad. No te confundas.No fuiste tú quien se aisló de los hombres,sino ellos. Al verte sola y desamparada pudieron ofrecerte abrigo,mas ¿Qué hicieron? ¿Qué hicieron,Sora?
Tenía sólo seis años cuando sus padre murieron en el incendio y díez cuando su abuela simplemente no despertó. Un leñador que andaba cerca fue alertado por ella y fue al pueblo a pedir ayuda. Cuatro hombres llegaron a la casa,al principio fueron amables con ella y le explicaron que paso,una vez que pusieron a la anciana en la caja de madera. Uno de ellos la tomó de la mano y la llevó al dormitorio,luego fueron los otros...
Nada fue igual después de eso. Su cuerpo dolió por días y a penas pudo llegar al pueblo. Se arrastró por las calles,pidiendo agua o comida,sobras fue todo lo que pudo conseguir y que le arrojaran monedas. Tal vez se desmayó,la verdad no recordaba mucho,mas término en un hospital. Hablaban de que necesitaba tratamiento,pero de que era una niña de la calle que no podía pagar así que la sacaron fuera ese mismo día. Indiferencia,fue todo lo que encontró hacia ella. Pero podía oír como las madres consentian a sus hijos amorosamentes, los besos de los amantes y tantas otras cosas...Pensó entonces que era ella la que estaba mal,que algo en ella no inspiraba el amor de las personas y como pudo volvió a la choza y ahí se quedó.
Esos hombres volvieron dos veces más,sólo que en la última oportunidad lo hicieron una noche de tormenta. El viento bramaba y la lluvia era un diluvio. Intentó defenderse, consiguiendo escapar momentáneamente de ellos.No los veía aún así sabía que estaban los cuatro juntos en un punto de la casa. Temblaba de terror y en su mente clamaba a dios por ayuda y entonces,como divina respuesta,como si la muda naturaleza que era silencioso testigo de su sufrimiento respondiera,un relámpago cayó en un árbol cercano y este fue a dar sobre la choza matando a dos de esos sujetos instantáneamente. La sangre derramada de sus cuerpos atrajo a unos animales que devoraron a los otros dos,mas no la tocaron a ella. Por la mañana la gente del pueblo (que buscaba a los leñadores) se encontraron con la escena horrorosa y una niña ciega que acariciaba un animal con el hocico ensangrentado. Desde entonces la llamaron bruja.
Esa fue la historia que Sora relato a Black mientras volaban rumbo a mar. Él escuchó el relato con asco y reprobación,mas aumentaba eso que sentía por ella en su interior y que le causaba una sensación agradable al sostenerla entre sus brazos. Black no hizo comentarios,le ordenó mantener los ojos cerrados hasta que él le señalara los abriera.Pero el agudo oído de Sora, le hizo oír las olas y su sofisticado olfato oler el mar. Sabía que estaba en su presencia aún cuando mantenía los párpados cerrados. Por fin el dios Black le señaló abrirlos y sus pupilas parecieron querer deborarse ese escena...
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