2. Mundo normal

Maya era una chica no muy considerada con su familia. No adoraba a sus hermanos. No eran podres, pero tampoco eran multibillonarios ricos con una fortuna que todos desearían y atraería innumerables pretendientes y amigos falsos hacia ella. Su padre no había sido un sátrapas que se fue de su casa con otra mujer o que hubiera muerto en un accidente viajando. Su madre tampoco era una mujer que fuera demasiado buena, eso ella lo sabía porque no cumplía con las distintas situaciones que ella se imaginaba que hubiesen sido más interesantes. 

Maya era la segunda hermana de tres hermanos. Se trataban con normalidad, sus peleas por el control remoto eran lo que los divertía. Se llevaban dos años cada uno, su hermana mayor se llamaba ahora que recuerdo Dalia y su hermano era Carlos como un tío que se había muerto lanzándose de un edificio de 50 pisos, estoy seguro, seguro de que eso le gustaría decir a ella pero su vida era tan normal que ni aunque renaciera en un mundo de fantasía ella hubiera hecho algo importante.

Ella nunca tubo un sueño así mismo o eso fue lo que me dio a entender. Ella llegaba de la escuela directo a verme. Teníamos una relación un tanto profesional. Ella me contaba cosas y yo la escuchaba.  Maya no era una chica sombría o muy extrovertida, era lo normal que uno esperaría de alguien de su edad, no se metía en problemas con sus compañeros, pero tampoco  los defendía o delataba cuando su curso hacía chacota. Ella sabía que las personas muy metiches  acababan mal después de todo. Lo había visto en las noticias, en los programas animados y en las series incluso. 

Quizás por eso no te ayudó aquella vez. Quería evitarse los problemas o puede ser que le picara la curiosidad por ver algo interesante. Total, yo no estaba ahí. 

Cierto día ella se encontró con una amistad que no había visto hace tiempo. No habían quedado verse aquella vez, tampoco le pareció extraño verla y la saludó. Ambas estaban de vuelta a sus casas, después de procrastinar. Ambas llevaban uniformes de sus colegios, el de ella era plomo y el su amiga verde.  Eran las una y media de la tarde y Maya sabía que no podía llegar tarde a su casa así que ese saludo solo quedó como un saludo normal entre conocidas. Sus hermanos estaban con ella esa vez incluso, así que no podía dejarlos para hablar con su amiga de chompa verde. 

Esa vez ella se daría cuenta de que tampoco se metería en una amistad demasiado estrecha con alguien. Así mismo no parecía frustrada por eso, ya que ella tenía más amigas y amigos en el colegio. No estaba desesperada por aceptación a sí misma.  

Maya tenía problemas como cualquier persona, sentía que debía enamorarse o al menos tener alguien quien le gustase, no le importaba que fuera hombre o mujer su posible pareja. Aun así, ella no lo veía como algo que pasaría de la noche a la mañana con bibidi babidi y esas cosas de los cuentos de hadas. No había zapato mágico o una madrastra malvada en su mente. Tampoco pensaba en sufrir síndrome de Estocolmo para enamorarse o meterse en un bar y tomar hasta ser abusada por una persona rica y posesiva. Esa chica tenía una imaginación tremenda ahora que me doy cuenta. Recuerdo que nos reíamos mucho de sus planteamientos. 

Su cuerpo tampoco era 60, 90, 60  como el de una top model y su rostro tampoco era esplendido. Maya era realista y eso era lo que más me llamaba la atención de su personalidad, que no cambiaría aun después de conocerte. 

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