CAP 13. RECUERDOS DE UN AMOR NACIENTE
‒Por favor detente ‒la peliazul interrumpió el beso con la respiración entre cortada.
De pronto detrás de la puerta una sombra se quedó detenida, al parecer alguien se había dado cuenta de la visita de Ryu a Akane.
Ambos jóvenes se quedaron callados preparados para lo peor, la manija giraba y la silueta seguía sin moverse.
‒ por fin, aquí están ‒dijo esa voz familiar
‒Yoichi ¿Qué haces aquí? ‒cuestiono asombrado.
‒ ¿no es obvio? Vine a ayudarlos ‒sonrió el castaño
‒ ¿lo conoces? ‒pregunto Akane.
‒ Es mi amigo
‒ Y vecino también ‒agrego el joven‒ antes de que pregunten no vine solo, seguramente el nombre de Hideaki les es familiar.
‒ El señor Hideaki
‒ese mismo, él está haciendo guardia afuera esperando por nosotros, lo siento Ryu pero no podíamos quedarnos sin hacer nada.
‒ ¿Cómo es que no se han dado cuenta de tu presencia?
‒ Parece que no les importa conocer a sus compañeros de trabajo como sea ¿tienen un plan?
Los tres se quedaron mirando entre ellos, las nubes cargadas de agua anunciaban la primer tormenta de la temporada gotas de lluvia golpeaban cada vez más fuerte el cristal de la pequeña ventana de aquella habitación antes que la tormenta les impidiera escucharse mutuamente Akane busco entre el vestido que acababa de quitarse.
‒ Tengo algo que darte ‒ dijo la joven tomando la agenda negra entre sus manos‒ lo encontré en la oficina de Kanye.
El pelimorado tomó la agenda acercándose a la pequeña ventana, difícilmente apreciaba las letras y números plasmados en las hojas.
‒ ¿Y entonces? ‒la joven interrumpió‒ ¿sirve o no?
‒Son registros de dinero en diferentes cuentas, parece que Kanye traspasa dinero de una cuenta a otra...
‒No entiendo mucho pero ¿podría ser lavado de dinero? ‒preguntó Yoichi
‒Tal vez al parecer el dinero sale de una sola cuenta miren ‒señalando con el dedo una letras que al parecer se repetían en varias páginas.
‒ Hisao ‒leyó Akane‒ ¿crees que sea un presta nombres?
‒No, Hisao es el jefe de Kanye ‒respondió Ryu ‒Yoichi mira este es el número de Hisao llámale y dile que alguien lo está traicionando es muy importante que el vea esta agenda y tiene que ser mañana mismo.
‒Seguro, aprovechare que no se han dado cuenta de mi presencia y me las ingeniare para contactar a ese hombre cuenten con ello.
‒vámonos, mañana será un día largo, adiós Akane duerme bien. ‒ agrego Ryu llevándose a Yoichi.
La joven se quedó sola ahora veía el final de su estadía en ese lugar por fin las cosas iban a explotar y con ello todo se terminaría de una vez y por fin Ryu podría ser libre de esas personas.
En el cuarto de Ryu, ambos jóvenes se ponían de acuerdo.
‒Es urgente que Hisao esté enterado mañana mismo, es mi último día.
‒de acuerdo ahora mismo me pongo en contacto con él,
‒te voy a pedir otra cosa, mañana en punto de las seis de la tarde vendrán por mí en cuanto lo hagan quiero que permanezcas cerca de Akane si Hisao llega para entonces no vayan por mí, llévatela de aquí.
‒ ¿y tú? ‒pregunto el castaño confundido
‒yo me las arreglaré pero es importante que aprovechen cuando todos se reúnan con Kanye y conmigo, es mas en cuanto veas que todos se están reuniendo si pueden escapar en ese momento lo hacen no esperen más y no le digas nada.
‒Me la llevaré de aquí te lo prometo, huiré con ella a donde esta Hideaki pero si no vienes detrás de nosotros yo regresare por ti.
‒Trataré ‒contestó finalmente.
La tormenta ganaba fuerza conforme avanzaba la noche la joven Tendo comenzó a dejarse vencer por el cansancio poco a poco sus párpados comenzaron a cerrarse y el recuerdo de aquel pelinegro de pañoleta se apoderaba de su mente, tal vez el ruido de la lluvia le recordaba aquel día.
TIEMPO ATRÁS...
‒Te digo que no quiero escuchar nada Ryoga ¡lo vi todo! ‒ exclamó una peliazul que entraba furiosa a su recamara.
‒Akane por favor escúchame, déjame explicarte nunca fue mi intención hacerte daño ni aprovecharme de ti ‒suplicaba Ryoga recién salido de la ducha siguiendo a la chica.
‒No te quiero escuchar, ya fue suficiente no voy a creer nada de lo que tengas que decir vete de aquí Ryoga ‒sentenció Akane.
‒Entiendo Akane tanto tiempo he estado evitando esto, pero sabía que cuándo sucediera no soportaría tu rechazo, lamento el dolor que te he ocasionado, adiós ‒contestó el joven resignándose al rechazo.
El joven de la pañoleta salió del cuarto, se vistió tomó su mochila y se marchó.
La bomba de Pchan había explotado y de la manera más burda; Akane regresaba de clases más temprano de lo normal abrió la puerta del departamento esperando encontrar a su mascota a quién había dejado encerrado en casa ya que las lluvias no cesaban y temía perderlo o que se enfermara, pero un ruido alertó a la joven sin hacer escándalo se acercó a la cocina y tomó un gran florero el ruido provenía del baño lugar donde jamás esperaría ver a aquel chico.
La evidencia era más que obvia y ya no lo podía ignorarlo su amigo aquel joven amable y distraído también era su mascota, al voltear el chico se quedó hecho piedra no encontraba excusa para zafarse aunque sentía que ya estaba de más seguir con aquella mentira.
Akane miró a Ryoga y arrojó el florero sobre el chico mojándolo al instante, restos de cristal cayeron al suelo la joven no dijo nada y sólo caminó a su habitación, muchas cosas pasaban en su mente; su intimidad, secretos, confesiones y todo aquello que creía privado ahora sabía realmente a quien se lo había contado.
El chico ya transformado no tardó en ponerse bajo el chorro de agua caliente y siguió a la joven hasta su habitación para finalmente tener aquella conversación.
En la calle la gente era escasa y la que había se apresuraba buscando protección, la tormenta se acercaba y en el puerto olas grandes irrumpían en la arena, a pesar del clima un joven bajo el paraguas rojo no hacía más que pensar en lo ocurrido, su corazón dolido lleno de recuerdos a lado de la joven Tendo nublaban su mirada las palabras de la chica le hacían tanto mal, pero lo que más le dolía era saber que le había hecho daño.
Una conversación en particular llegó a él recordando la primera noche de tormenta que paso a lado de la chica.
‒Pchan es hora de dormir ‒dijo la joven sujetando las primeras puntas de su cabello que empezaba a dejar crecer‒ Tapate bien amiguito y no te destapes hará mucho frío más que ayer ‒los truenos en el cielo nocturno sobresaltaron a la chica‒ vaya parece que la tormenta será toda la noche, no importa no tengo miedo ¿tú me vas a cuidar verdad? ‒sonrió contenta, realmente estaba feliz de no estar sola en aquella nueva ciudad, tanto le había costado tomar la decisión de alejarse de su casa y de aquel tipo.
La luz se había ido y el ruido de las gotas de lluvia golpeaba el cristal mientras la peliazul se aferraba a su mascota tratando de quedarse dormida, sin embargo, su corazón latía alterado por el miedo que le daba escuchar la furia de la tormenta.
Al recordar esto Ryoga dejó de lado el paraguas y corrió a buscar a Akane, él se lo había prometido la cuidaría aunque por ahora no quisiera verlo él sabía que la chica temía a los truenos y al ruido del aire azotando a los árboles durante la noche, ahora mojado por las primeras gotas de lluvia el pequeño cerdo llegaba al edificio de 6 pisos, logró saltar el muro quedándose en el patio todas las puertas y ventanas se encontraban cerradas y algunas selladas, sin embargo, eso no impediría cumplir su promesa.
La luz del día apareció nuevamente, la joven Tendo despertó y el ruido constante de las gotas de lluvia en la ventana se había detenido, aún se sentía herida y un sentimiento de vacío aplastaba su corazón al mirar la pequeña frazada de su cerdito en el suelo, a pesar de la decepción tan grande que sentía no podía ignorar que lo extrañaba pero ¿A quién extrañaba a Ryoga o Pchan? Se preguntaba.
No había a donde salir todo seguía cerrado por peligro de tsunami, la chica se levantó y puso agua caliente para café en una pequeña olla.
‒ ¿Por qué lo hiciste Ryoga? Yo confiaba en ti ‒pesaba mientras miraba el agua convertirse en vapor sobre la estufa.
‒Buenos días ‒tocaban la puerta del departamento interrumpiendo los pensamientos de la joven.
‒Hola ‒Akane abrió la puerta‒ señor Masao buenos días ¿que se le ofrece?
‒Solo pase a dejarle su correspondencia quería dársela ayer pero con lo de sellar las ventanas y asegurar las puertas del edificio se me olvidó ‒dijo aquel hombre ya mayor algo calvo, bajo de estatura y un poco panzón.
‒Muchas gracias no se preocupe ‒sonrió Akane
‒De nada señorita y recuerde tenemos prohibido salir es muy peligroso hay mucho viento. ‒indico el señor.
El hombre se retiró era el portero del pequeño edificio y se encargaba de entregar el correo a los inquilinos.
Un par de horas pasaron y la curiosidad de la chica la consumía sabía que era peligroso siquiera asomar la cabeza por las ventanas, pero no escuchaba nada de ruido y el viento ya no soplaba con tanta fuerza.
‒ ¿Será que todavía esta feo allá afuera? ‒ se preguntó la peliazul una y otra vez‒ Tal vez cuando pase todo esto pueda ir a buscar a Ryoga ‒dijo.
Akane se acercó a la ventana de su habitación y levantó la cortina dudó un momento, pero como pudo deslizó la puerta encontrándose con la tabla de protección que tenía sobrepuesta, en el marco entre las rejas y la persiana estaba algo que impedía empujar a un más la tabla para poder ver hacia afuera.
‒Algo estorba aquí ‒ dijo jalando el pedazo de madera ahora hacia el lado contrario, la mirada de la joven se desvío por un momento‒ ¡Pchan! ‒ exclamo asustada.
Ahí estaba inerte aquello que estorbaba en la ventana, como pudo tiró la tabla que cayó desde el tercer piso al patio del inmueble.
Tomándolo entre sus brazos Akane sostuvo al pequeño cerdo que yacía frío y rígido por el frío, sin tardar más corrió al baño y abrió el agua caliente mientras le rogaba al pequeño animal que despertara, entre lágrimas sumergió a su pequeño amigo en la tina, la visión del chico desfallecido no la tranquilizaba más.
‒ ¿Ryoga que hiciste? por favor despierta ‒llena de desesperación tomó fuerte la mano del chico en un intento por despertarlo pero este no respondió.
Asustada Akane sacó a Ryoga de la bañera y lo llevó a su recamara no había tiempo de sentir vergüenza la peliazul lo recostó en su cama que todavía no estaba tendida, tomó varias toallas y comenzó a secar el cuerpo del muchacho que seguía sin reaccionar; sacó una pijama de ella y como pudo lo vistió
‒señorita ¿está bien allá adentro? El señor Masao golpeaba la puerta alertado por el grito que había pegado Akane.
La joven Tendo se apresuró a abrir la puerta.
‒Señor Masao mi amigo está muy mal no despierta ‒ explicó jalándolo adentro del departamento.
‒ ¿Pero cómo es posible? ‒preguntó mirando al joven que yacía en la cama
‒Él estaba colgado en la ventana y lo metí ‒ contó la joven omitiendo ciertos detalles.
‒ ¿Cómo es posible eso?, bueno lo importante es que está adentro, no se preocupe llamaré al señor Fudo vive en el departamento de abajo, él es doctor.
El señor Masao salió corriendo de ahí, tardó solo unos minutos cuando regresó con el doctor.
‒Veamos ‒decía Fudo sacando un termómetro de su botiquín‒ por favor señor Masao póngale esto
‒Si doctor ‒obedeció el portero.
‒Su ritmo cardíaco está bajo ‒dijo mientras retiraba su estetoscopio ‒ seguramente pasó toda la noche afuera ‒declaró tomando el termómetro‒ Tiene fiebre.
Al oír estas palabras le llegó a la mente de Akane el golpeteo que escuchó toda la noche ¿sería posible que no fuera la tormenta en realidad?
‒ ¿Él va estar bien doctor? ‒preguntó preocupada.
‒Si señorita solo necesita reposo le voy poner un analgésico por vía intravenosa, el joven está muy débil aun así es muy fuerte otro en su situación probablemente hubiera muerto. ‒declaró el médico.
‒ ¿Cuándo va despertar?
‒No sabría decirle puede ser en horas, incluso días lo importante es que esté en reposo y con estas vitaminas que también le pondré en el suero estará bien, solo cuídelo mucho y no se preocupe.
‒Muchas gracias doctor Fudo ¿Cuánto es? ‒dijo más calmada
‒No se preocupe no es nada, somos vecinos y debemos ayudarnos entre nosotros, volveré antes que se termine el suero. ‒agregó guardando sus cosas en el maletín.
‒Tranquila niña el doctor Fudo es de los mejores y si él le dice que estará bien así será‒ animaba el señor Masao
El doctor y el portero salieron del departamento dejando un poco más tranquila a Akane quién no se despegaba del chico Hibiki.
‒Por favor Ryoga sé que puedes escucharme eso espero estoy tan enojada contigo pero voy a molestarme más por ser tan tonto ¿cómo fuiste capaz de regresar y quedarte toda la noche? Debiste preocuparte por ti ‒Akane sostuvo la mano del chico‒ No quiero que te pase nada malo Ryoga despierta pronto por favor estoy dispuesta a escuchar tus razones.
Las horas pasaron y como lo prometió el doctor regreso a revisar a Ryoga retirándole el suero, la peliazul para agradecerle le regaló un poco de sopa de mejillón lo único que entonces le salía bien, el día terminó, la noche llegaba, la temperatura bajaba y Akane acomodaba un par de cobijas en el suelo junto a la cama.
‒Ahora yo cuidaré de ti ‒la joven se recostó alzando su mano para sujetar de nuevo la mano del joven hasta quedarse dormida.
El sol trataba de asomarse por detrás de las grandes nubes que se encontraban en el cielo, un chico despertaba de un profundo sueño y sentía su cuerpo pesado
‒Akane ‒ decía con dificultad sin abrir los ojos‒ Akane, Akane, Akane...
‒ ¡Ryoga! ‒ exclamó la peliazul hincada a lado de la cama mientras se tallaba los ojos ‒¡Estás despertando!...
‒Akane ¿Dónde estás? ‒preguntó confundido.
‒Aquí estoy Ryoga ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué pasaste toda la noche en la ventana?
‒Te prometí que te cuidaría ‒respondió el joven de la pañoleta, poco a poco abrió los ojos encontrándose con la chica Tendo que no tardó en echarse a llorar encima del pecho del pelinegro.
‒Te odio Ryoga ‒ reclamó entendiendo a quien extrañaba.
‒Y yo te amo Akane ‒confesó por fin.
Como una película en su cabeza Akane soñaba recordando aquel día mientras la lluvia de afuera le hacía viajar al pasado, podía darse el lujo de dejar volar su mente, su cabeza era un lugar seguro para tener a ambos chicos, agradecía que fuera menos caótico tenerlos ahí.
A pesar de la distancia esa noche la tormenta unía a la peliazul y a Ryoga con recuerdos dulces para ambos pues el joven a pesar de estar con otra compañía no dejaba de soñar con la chica Tendo.
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