Los Peces En El Río
La televisión mostraba una grabación de las explosiones del tren y los collares bombas. En la imagen se podía ver el tren ardiendo en llamas, con la mitad delantera del tren enterrado debajo del suelo y los bomberos entrando valientemente entre los restos de tren, buscando algún indicio de vida, de vez en cuando sucedía otra pequeña explosión, casi 10 horas después de que el tren fuera explotado, el combustible de la maquina salió de su válvula y se derramo hasta llegar a una zona del tren que sin importar cuanta agua le echaran seguía, y seguía ardiendo, a las 15 horas lo que quedaba del tren exploto, acabando con la vida del jefe de bomberos y dos bomberos más. Los rescatistas y los bomberos hacían hasta lo imposible por entrar e intentar salvar a alguien, algunos desesperados se rociaban litros de agua entera sobre sus cuerpos antes de entrar nuevamente entre las llamas, pero 48 horas después del atentado se confirmo que todas las victimas fueron mortales, 900 personas murieron entre la explosión, el impacto y la caída de algunas almas desesperadas que intentaron sobrevivir saltando por las ventanas, tres personas murieron como consecuencia directa de la explosión por gasolina y otros quince murieron por los collares bomba. 918 personas murieron ese día.
Aquel tren contenía a familias y humildes trabajadores — la mayoría inmigrantes — que volvían de su jornada laboral nocturna, algunos venían de meses de trabajo, con la esperanza de reencontrarse con sus seres queridos.
El video del hombre rompiendo una ventana y lanzando a su esposa e hijo por la ventana se hizo viral, el hombre fue reconocido como un trabajador de la planta eléctrica cercana a la frontera marítima con Gondwana, el ho mbre acababa de lograr traer a su esposa y bebé de su país natal, llevaba casi cinco años trabajando sin parar para poder comprarle una casa a su mujer, por fin lo había logrado, justo ese día se dirigían a firmar los papeles cuando todo aquello sucedió.
La presentadora no portaba su usual impecable maquillaje, sus manos cuidadas temblaban mientras sujetaba la tableta con la información, cada cierto tiempo ella hacía una pausa para llorar, dado un momento la reportera no pudo más y se puso de pie alejándose del en vivo. Una reportera más calmada pero igualmente perturbada llegó pocos segundos después para reemplazar a su compañera.
— Las autoridades aún buscan al responsable, quien ha sido apodado como "El Bombardero" por la comunidad en lineá y la población mundial. Las teorías indican que posiblemente El Bombardero sea un miembro de la secta religiosa y de ultra religiosa "Un Mundo Libre", se ha confirmado que varias de las victimas fatales de la explosión del tren eran inmigrantes que habían logrado escapar de la guerra civil que se desarrolla en Gondwana en busca de una mejor calidad de vida, presuntamente los asesinatos y atentados serían una forma de "castigo" por haber escapado del país...
El Bombardero apagó la televisión, ¿Enserio acababan de decir semejante disparate? Se sentía sucio de que las personas creyeran que él era parte de esa comunidad, pero ciertamente no le sorprendía, el caos y el temor provocaba en las personas ideas extrañas, en algunos casos demasiado extrañas.
El Bombardero se puso de pie feliz, se estiró un poco, escuchando el crujir de sus huesos, El Bombardero bajo las manos sorprendido e inspecciono su cuerpo.
— Aparte de guapo, crocante, ¿Acaso no hay algo que no haga bien?
Con cuidado volvió a colocarse las botas de cuero, había estado lloviendo muy seguido y para lo que estaba a punto de hacer necesitaría tener cuidado de no caerse o terminaría lleno de lodo. El Bombardero se dirigió a su armario y de allí saco un impermeable amarillo, también tomó una bufanda de lana y la enrolló siete veces sobre su cuello, asegurándose de no dejar los extremos demasiado largo, conociendo su incapacidad para no caerse, tropezarse o resbalarse era mejor prevenir que lamentar una caída o un nuevo hematoma. Con cuidado se colocó los guantes de látex, luego tomó otro par y los coloco sobre sus otros guantes, repitió esta acción con otros tres pares más de guantes y se miró al espejo, se aseguró de que la bufanda le cubriera el rostro, podría usar alguna de sus mascaras para impedir que vieran su rostro, sería demasiado cruel que aquellas criaturas vieran el rostro de su verdugo antes de morir, pero ese día era especialmente helado y lo que menos quería era enfermarse. El Bombardero dio unos cuantos saltitos y bajo las escaleras de dos en dos, al llegar a la parte baja de su hogar, se aseguró de esquivar cada una de las líneas negras del suelo, no porque fuera racista o algo por el estilo, no las pisaba con tal de no romper su récord de un año, el próximo año jugaría a pisar solo las líneas negras, pero sentía que aquello sería más complicado.
El Bombardero dio un salto final y perdió por unos segundos el equilibrio, sus manos se alzaron en el aire intentando sujetarse a cualquier cosa, pero después de tambalearse un poco termino por recuperar el equilibrio, miró con orgullo el suelo y sacó su libreta, anotando "Día 444, las líneas aún no me dominan", alegremente saco sus llaves de los bolsillos y tarareando abrió la puerta de la bodega.
— Soy una serpiente que anda por el bosque, buscando una parte de su cola, ¿Quiere ser usted una parte de mi cola? — canturreo El Bombardero, en la oscuridad se escucho un chillido ahogado, El Bombardero encendió el interruptor y toda la enorme bodega se ilumino, la luz lo dejó ciego por unos segundos, pero poco a poco las pequeñas figuras de los niños atados en una esquina de la bodega se hizo visible. El Bombardero se puso en cuclillas y les sonrío a los niños, olvidando el hecho de que la bufanda no permitía que vieran su radiante sonrisa —. Hola, ¿Recuerda de lo que hablamos? ¡Es hora de ir a nadar! — los niños emitieron un chillido agudo cuando El Bombardero tomó unas cadenas y los ato de forma seguida a las pequeñas cinturas de los niños, atándolos en fila india.
La mordaza en las bocas de los cinco niños hacía que no pudieran hablar, pero los sonidos que hacían le parecían graciosos Al Bombardero, con cuidado los sentó en el suelo y coloco unas cuerdas en sus tobillos, pero todavía sin atar nada a ellos. Tomó una mochila y la lleno de ladrillos, la coloco en su espalda y con delicadeza ató su largo cabello negro en una larga trenza, no quería tener que ocultarlo bajo un sombrero de lana o una capucha como había hecho en ocasiones anteriores, tampoco quería usar esa peluca de cabello corto que había comprado específicamente para eso, pues le daba comezón.
Se aseguró que las ataduras en las manos de los niños estuvieran bien ajustadas y que la mordaza estuviera bien colocada, luego, tomó un extremo de la cadena y empezó a tirar de ellos, los niños de entre cuatro y siete años no opusieron resistencia, y pronto empezaron a caminar uno detrás de otro como les habían enseñado en la guardería. Con cuidado abrió la puerta y espero a que todos los niños estuvieran a afuera de la bodega, para empezar a caminar por el claro hacía el lago de la parte de abajo de la montaña, lo suficientemente cerca como para ir caminando pero lo suficientemente lejos como para que la policía no sospechará de él. El Bombardero marchaba canturreando, de vez en cuando un niño se caía y tenían que detenerse con todos, en otras ocasiones los sollozos eran demasiados, tanto que ni las mordazas los opacaban y El Bombardero tenía que cantar, y marchar más fuerte para opacar los ruidos.
— Pero mira cómo beben los peces en el río. Pero mira cómo beben por ver al Dios nacido. Beben y beben y vuelven a beber, los peces en el río por ver al Dios nacer — cantaba El Bombardero, casi escuchando los tambores y los cascabeles —. Ahora que lo pienso — El Bombardero se detuvo y miró sorprendido a los niños que emitieron un grito opacado al ver esos ojos verdes agua abrirse forma extraña — ¿Los peces beben? ¿Y por qué beben cuando nació en niño Dios? ¿Qué estaban bebiendo? ¿Alcohol? ¡El alcohol es malo para los niños! — El Bombardero volvió a sonreír, olvidando nuevamente que los niños no podían ver su sonrisa —. Por eso nunca deben tomar alcohol — El Bombardero se giró sobre sus talones, casi resbalándose por el barró alrededor del lago — ¡Hey, miren! — El Bombardero señaló hacía el otro lado del bosque, pero en vez de mirar los niños sollozaron más fuerte, El Bombardero miró con curiosidad en esa dirección —, la vieja mansión...parece que tiene nuevos inquilinos, nuevos vecinos igual a...— El Bombardero miró sus manos, como si hiciera una suma con los dedos — ¡Nuevos amigos! — la sonrisa del Bombardero desapareció —. Pero eso yo ya lo sabía.
Sin perder el tiempo volvió a jalar de la cadena, tirando de los niños que lloraron con más fuerza. Al llegar frente al muelle los coloco a uno al lado de otro, descargo la maleta en el suelo y saco los ladrillos uno a uno. Uno a uno ato dos ladrillos a cada tobillo de los niños, luego se colocó detrás de ellos. El Bombardero pensó en lo bonito que eran los días nublados y como le gustaban hacer las cosas así, sin demasiada planificación o preparación, sin tener que cubrirse hasta el apellido que no tenía para no ser reconocido, ni tener que usar esos kilos de maquillaje y las prótesis para modificar su apariencia, le gustaba ser espontaneo, a veces era mejor hacer las cosas por impulso que premeditarlas y decepcionarse porque no resultaban como se deseaba.
— Oki, doki, al agua patos — El Bombardero empujo a los niños al agua, empujándolos de sus cabezas o dándoles patadas a sus piernas y haciéndolos caer al agua.
Los cuerpos de los niños hicieron un fuerte sonido de salpicadura cuando entraron al agua, casi al instante intentaron surgir a la superficie, pero los pesados ladrillos los tiraban de ellos hacía el fondo del agua, sus manos atadas resurgían de las profundidades intentando sujetar lo que fuera, el niño más grande, de siete años, logró sujetarse al borde del muelle, El Bombardero puso los ojos en blanco.
— Yo quería que fuera indoloro, pero la gente no colabora.
Con una mueca de asco tomó un remo que encontró en un bote aparcado al lado del muelle y la descargo en los pequeños dedos del niño, el niño soltó el borde del muelle, pero para asegurarse que no volviera a intentar subir El Bombardero golpeo el remo contra la cabeza del niño y no paró hasta verlo hundirse.
El Bombardero miró el lago en silencio hasta que las pequeñas figuras de los niños desaparecieron en la oscuridad del agua.
— Al menos no vivirán para pagar impuestos — dijo El Bombardero antes de irse dando saltos de un lado a otro y subiendo la montaña, y regresando a su casa.
— Tengo nueva información — anuncio Tabares dejando unos documentos en la mesa, algunos oficiales se veían terribles, como David, por ejemplo, aún tenía residuos de vomito seco en su camisa y llevaba tres días sin dormir, bueno, en realidad nadie había dormido y salido de la comisaría en tres días —. El día en el que los pasajeros tomaron el tren desde la frontera, habían guardias en la estación, todos revisaron quienes iban a entrar — Tabares hizo una pausa, pasando saliva —, hicieron que más de 300 pasajeros que iban a abordar el tren ese día se devolvieran, no dieron alguna excusa, solo dijeron que ese tren era para ciertas personas especificas.
Ramírez se puso de pie y tomó las hojas en la mesa.
— Son los nombres de todas las víctimas.
Suárez bajo sus gafas y las coloco en la mesa, un silencio inquieto hizo a todos darse cuenta de lo que estaba pasando.
— ¿Me estás diciendo que el tren iba lleno de víctimas especificas?
Tabares asintió.
— Literalmente los guardias dejaron solo a ciertas personas tomar el tren ese día, quien no estaba en la lista no le permitían subir.
— ¿Se dan cuenta de lo qué eso significa? — Ramírez dejó caer los documentos sobre la mesa y se sentó en la silla —. El Bombardero es alguien del gobierno, debe ser alguien muy importante y poderoso como para poder hacer algo así.
La sala de conferencias permaneció en un silencio sepulcral, tanto que hasta se podía escuchar las respiraciones de los oficiales. Tabares se sentó en la silla la cual correspondía a Udolf, quien estaba siendo reconstruido en la morgue, aunque lo más posible es que fuera un funeral a cajón cerrado, nadie querría ver el estado de ese cuerpo, a David le daban ganas de vomitar de solo recordarlo y eso que su estomago estaba vacío.
— También...— Tabares pasó saliva, luciendo nerviosa —, se encontró que nuestro difunto jefe hacía...
Tabares no siguió hablando, solo paso los documentos a cada oficial en la sala. David inspecciono los documentos, al leerlos se hecho hacía atrás, con una mano en la frente y sintiendo que su corazón no aguantaría más descubrimientos por el estilo.
— Así que...el jefe era un espía — hablo en voz alta David, con la mirada sobre Tabares.
La mujer asintió.
— Así es — respondió Tabares algo inquieta —, no sé sabe específicamente para quién trabajaba el traidor, lo cierto es que, pasaba información confidencial de nuestra unidad a un remitente anónimo, cuyo paradero es desconocido. Inteligencia esta tratando de rastrearlo, pero parece tener mucha seguridad, debe ser alguien poderoso.
— ¿Del gobierno de la zarina Analeigh? — hablo Ramírez, intentando encontrar a un culpable —. Tal vez...el jefe espiaba para ella, no es la primera vez que la zarina sangrienta manda a espías a investigar los gobiernos que desea conquistar, puede que esté planeando un ataque a la zarina Allegra.
— Es muy poco probable, Ramírez, recuerda que la zarina Allegra perdonó los pecados de Analeigh después de que se descubriera que ella en realidad ayudo con la captura y posterior ejecución del sumo "sacerdote" de Un Mundo Libre, ¿Carmichael se llamaba?
Pero la charla fue interrumpida por una periodista que de forma indiscreta y nada legal entraba en la sala, los guardias corrieron hasta ella y la sujetaron llevándosela.
— ¡Saquen a esa bruja de aquí! — grito Tabares indignada.
— ¡Solo una pregunta! — insistió la reportera logrando liberarse del agarre de los guardias unos segundos — ¿Enserio creen que una persona proveniente de Gondwana sea una buena adquisición para su equipo?
La cabeza de todos en la sala reboto hacía la indiscreta periodista, David se puso de pie enojado.
— ¿Disculpe? ¿Qué tiene que ver mi origen con mi trabajo?
— Todos saben que usted es de Gondwana — continuo la periodista — ¿Quién sabe si es un espía de su gobierno? Quizás incluso este trabajando con El Bombardero, muchos no se sienten seguros con que un hombre de color como usted con dicho origen trabaje en el caso, hay rumores de que ustedes son aliados. En internet hay muchos rumores sobre usted y su origen.
— ¿Cómo te atreves? — Tabares corrió dispuesta a partir por la mitad a la mujer, pero fue detenida por Ramírez — ¡David esta aquí partiéndose el culo para proteger a ingratos como tú de un terrorista!
— Sí, pero este hombre de color...
David se colocó frente a la periodista y le sonrío.
— Señora, soy negro, no de "color", negro es el tono de mi piel, yo no tengo la culpa que los blancos lo hayan vuelto un insulto — David tomó de los hombros a la mujer y la empujo con suavidad a la salida —. En cuanto al tema de si soy un terrorista o no, ¿No cree usted que si lo fuera no hubiera caminado por días sin comida y solo con lo que tenía puesto para llegar a la frontera? Más aún, ¿No cree que no me hubiera expuesto a las frías, heladas y peligrosas aguas del caribe con el 90% de posibilidades de no sobrevivir, de ser un terrorista, no le habría dado información confidencial al gobierno sobre la familia Lovec y de hacerlo que haría quedar como un hereje estúpido — la mujer se dio la vuelta claramente consternada por tal humillación —. Si tan solo hubiera dicho el nombre de los dioses de UML en vano sería considerado un hereje, por ende querrían matarme, ¿Por qué apoyaría a una secta esclavista, pedofilica y que practique todas las parafilias, y aberraciones existentes? Más cuando mi mayor objetivo es detener su reinado del terror y en lo que a mí concierne voy a poner Al Bombardero tras las rejas.
Sentencio David antes de ordenarle al guardia que se la llevará.
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