Prólogo

Descripción completa de la historia.

Desde que comenzaron a formarse las primeras civilizaciones, también se comenzaron a librar batallas entre los pueblos por distintas causas; entre ellas el territorio, la etnia, la religión y la forma en que se regían sus adversarios.

Se cree que a raíz de esto surgieron las representaciones:
Seres de apariencia similar a los humanos que adquirían los rasgos más notorios de su pueblo y que portaban sobre sí la marca o enseña que los distinguía como nación. Estos nuevos seres se dedicaban a ayudar a su pueblo, poseían dones adquiridos según su propia cultura o folclore que les servían tanto para asegurar la convivencia pacífica entre ellos como en la cuestión política, económica, para asegurar el bienestar social y la protección de su pueblo, pero sobre todo, los dones eran apreciados por su utilidad en la guerra.

Los dones, eran principalmente destinados a la protección de su gente ante cualquier amenaza inminente, especialmente de otros seres que también tomaron una forma física al igual que las representaciones, cuyo origen provenía del caos entre los pueblos y sociedades.

Por desgracia, no todo es para siempre.

Por naturaleza el hombre busca apropiarse de todo aquello que asegure su supervivencia y les otorgue un puesto alto en la escala imaginaria del poder. Aquellas representaciones tan amadas por su gente, poco a poco fueron perdiendo el respeto y valoración del que alguna vez gozaron:

Eran solo el rostro de la nación.
Una herramienta para la protección del pueblo.

Perdieron autonomía y sus decisiones fueron pasadas por alto mas de un sentido. Lo único importante para los grandes líderes y gobernantes eran los dones, que les permitían ganar guerras y expandir su territorio.

Fueron muchos los que se aprovecharon de ellos. Alejandro Magno, Gengis Kan, Suleiman el Magnífico, e inclusive Napoleón Bonaparte son solo algunos ejemplos.

Pero un día, todo cambió.

Una nueva generación surgió tras la conquista del nuevo mundo. Era distinta a sus predecesores.

Los colores de su enseña no se cernían en sus rostros, su personalidad seguía siendo influenciada por su gente pero no de la misma manera y principalmente: sus dones nunca se presentaron.

La nueva generación libró sus propias batallas y se vio obligada entre las sombras como espectadores invisibles que desde las sombras observaron asu gente y los cambios que surgieron en su territorio.

Muchos participaron activamente dentro de los grandes movimientos, escalando desde las más bajas posiciones hasta tomar el liderazgo de grupos, regimientos e incluso de ejércitos, negándose a permanecer ocultos observando cómo su pueblo de disolvía ante ellos.

A estas nuevas representaciones fueron llamadas Los Neutrales, puesto que su falta de poder hacía que Los Altos mandos perdieran interés en ellos, así que eran libres de elegir en que parte participar, con quienes harían alianzas y a que grupo apoyar.

Hasta nuestros días, las únicas amenazas que el mundo viviría serían de origen humano o natural, pero un nuevo cambio estría por ocurrir el los días del mes de Septiembre.

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