Capitulo 5
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Hacía bastante que no pasaba tiempo con España y su compañía era grata en cada momento, era como un padre para ella.
Lo obligó a sentarse mientras ella terminaba de preparar el desayuno para ambos, mientras tanto, compartían algunas palabras y disfrutaban de la compañía del otro.
—Entonces, ¿qué te trae por aquí? Creí que esta vez tu primera parada sería con Bolivia. Si se entera que llegaste primero aquí se pondrá furiosa con los dos... pero más contigo.
—Créeme, no necesitas decírmelo— rió mientras daba un sorbo a su café— pero el motivo de mi visita lo ameritaba... ya os contaré sobre ello. Ahora, ¿ya casi terminas por ahí? Te dije que entre los dos podría ser más rápido.
—¿Y dejar que veas mi técnica experta para machacar frijoles? Oh no, ¡sería una afrenta!— sus risas llenaron la habitación de forma fluida y natural, como si eso fuera cosa de todos los días.
Por fin, con el desayuno servido, pudieron sentarse a comer en paz. Un plato de frijoles fritos con tortillas cocinadas en ellos, nopales, y algo de queso le dieron la bienvenida al gallego de buena gana mientras la mexicana servía más café en su taza, un cuenco con salsa de ajonjolí lo invitaba a probar, pero tenía pinta peligrosa para el.
Terminada la comida, España se ofreció a lavar los trastes para no estar de ocioso mientras México limpiaba el comedor y la barra; luego de eso, fueron a la sala para hablar tranquilamente antes de que ella iniciara sus labores.
Pero la expresión alegre y relajada de España pareció nublarse de repente, y eso su hija lo vio.
—Conozco esa mirada. Pasa algo, ¿cierto?— México parecía temerosa, ya decía que la visita desviada no era casualidad.
—De hecho si, México, algo pasa o... pasará mejor dicho.
El hecho de que la llamara por su nombre indicaba un asunto serio, y que hablara a futuro no la tranquilizaba mucho menos.
—Lo mejor es que tengas lista una maleta. Lleva ropa, pero no demasiada; procura también llevar algo extra que puedas necesitar, el tiempo que estarás fuera no será poco.
Si España lo decía, es por que sería verdad. Sin rechistar hizo lo que le pidió, suponiendo qué tal vez la llevaría con él pero desechando la idea al instante, no podría estar tan serio solo por eso.
Una vez hecho y bajado con una maleta mediana, ropa cómoda y teléfono en bolsa fue cuando se dignó a preguntar, pero se detuvo al escuchar una conversación:
—... No, solo te pido que mandes un equipo a mi ubicación actual. En breve estarás saturada de llamadas y no quiero que nos hagan esperar... Bien, sabes que puedes confiar en mi cuando te lo digo, estoy seguro de que pasará... ¿Cuándo me he equivocado?... Esta bien, gracias.— finalmente colgó el teléfono.
—Te escuche hablando, ¿que va a pasar?— por fin hablo con la preocupación a flor de piel, alguien iba a llegar y España se oía más preocupado que antes.
—No estoy muy seguro, pero necesitaremos ayuda en pocos minutos y yo no soy el indicado para manejarlo. Un equipo especial está en camino; me anticipé con dos días para pedirle a ONU que envíe uno a ciertos lugares, Argentina es uno de ellos...
—¿Con Arge? No entiendo. ¿Que estas...
Fue interrumpida por España de manera repentina.
—Es mucho que explicar y poco tiempo para hablar. Joder, las visiones nunca me suelen dar detalles claros pero siempre son precisos. Algo está por suceder y no solo será aquí, puedo decir que será por lo menos en otros 5 lugares y con personas similares a ti—. Hablo un poco exasperado, no sabía por lo que su "pequeña" tendría que pasar.
México estaba a punto de decir algo, pero las palabras se convirtieron en un jadeo al sentir un calor abrasador en el pecho, seguido dolor extendiéndose por sus extremidades. Callo al suelo abrazándose a sí misma y soltando gemidos de dolor. España, asustado, no pudo hacer más que estar a su lado; eso hasta que el un resplandor dorado lo obligo a aparatarse y México se levantó unos centímetros del suelo.
En medio de la luz su cuerpo comenzó a cambiar, tomando diferentes formas y tamaños como si fuera moldeado. Se detuvo al tomar la forma exacta de la silueta de un águila hecha del mismo resplandor, ahuyentando las sombras de la habitación con un estallido final.
Ahí la vio, tendida en el suelo después de su inesperado tormento.
España la tomó en brazos y la estrechó contra su pecho de forma protectora, cual verdadero padre a sus pequeños.
De pronto, la puerta de la casa fue estrepitosamente abierta por un pequeño escuadrón que, al ver a España con la chica, no dudaron en apuntar.
—¿por que tardaron tanto, manguarrianes?
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