Cuando abrí los ojos, me encontré otra vez en el suelo del bosque. Me paré con rapidez y volteé en todas direcciones bastante confundida y asustada.

«¿Qué hago aquí?¿Lo soñé todo?» pensé mientras llevaba las manos a mi rostro para retirarme mi cabello de ahí.

—¿Qué están haciendo conmigo? —pregunté al aire, agitada e intranquila—. ¡Quiero salir de aquí!¡Déjame salir de aquí, maldita sea! —vociferé muy alto y sentí como mis cuerdas vocales se dañaban un poco.

Tosí y me aclaré la garganta, bien, lo que me faltaba. Me iba a quedar afónica por mi impulsividad.

¡Perfecto!¡Estaba en un bosque que me habían advertido que no fuera, sola, desesperada, asustada y sin saber cómo salir de ahí! ¿Se nota mi sarcasmo, verdad?

«¿Quién es él?» pensé mientras caminaba otra vez.

Un crujido de unas hojas secas se escuchó detrás de mí, volteé a ver y por un momento, creí haber visto a una mujer joven. De aproximadamente veinticinco años y con el cabello rubio, llevaba un vestido blanco.

Parpadeé varias veces, extrañada, la silueta de esa mujer desapareció. Cuando decidí seguir mi camino, me la encontré en frente mío al levantar la mirada.

—Sal de aquí, Maldyra, corre... Por favor... No lo mires a los ojos, no cuando están rojos —susurró arrastrando las palabras, tragué saliva y antes de que pudiera articular palabra alguna; se esfumó.

¿A quién se refería aquella chica?Se refería a él, ¿No?

—¿¡Qué coño hacen molestando por aquí?! —bramó una voz, que no pude reconocer. Era grave, distorsionada, parecía la de un robot.

Mi sistema fue invadido por la adrenalina y comencé a correr, en cualquier dirección. Un viento muy potente se hizo presente en el lugar, levantando hojas caídas del suelo con el.

Los mechones de mi cabello se me pegaban a la cara, haciendo difícil mi visión. Debía retirarlos a cada segundo con mis manos.

En un momento, como era de esperarse, tropecé y caí al suelo. Fue un golpe fuerte, pero nada que no pudiera soportar.

Cuando iba a levantarme, algo me paró del suelo. No supe qué, pero era algo invisible.

Y mis pies se despegaron del suelo, como si estuviera levitando. Fruncí el ceño, extrañada y asustada, pataleando para bajarme.

Miré a todos lados, como tratando de descubrir que estaba pasando, hasta que lo ví.

Estaba ahí. Él. De sus ojos avellanas no había quedado rastro, sólo tenía unos orbes carmesí.

Tragué saliva en seco, bastante nerviosa. Movió un dedo y me acerqué a él, sin que yo quisiera hacerlo.

Mis labios se despegaron, quedando entreabiertos. Estaba sorprendida y paralizada, ¿Qué mierda estaba haciendo él?¿Qué carajos?

Y una vez estuve a pocos centímetros de él, me rodeó con uno de sus brazos, aplicando bastante fuerza. Sentí que se me cortaba la respiración de la fuerza que aplicó.

—¿Qué... eres?¿Quién e-eres? —pregunté entre tartamudeos y la respiración entrecortada.

Recordé el consejo de aquella chica: No lo mires a los ojos, no cuando están rojos. E hice mi mayor esfuerzo por no mirarlo a él.

Pero fue imposible.

Él colocó sus dedos en mi barbilla y sin moverlos, giré a verlo. Yo no me había movido, ¿Qué mierda?

Me encontré a pocos centímetros de su rostro, contemplé sus ojos rojo carmesí con extrañeza y curiosidad.

Entonces, él habló:

—¿Qué soy?Tu peor pesadilla, Maldyra.

Y fue ahí, cuando sentí que el tacto de sus dedos quemaban mi piel. Solté un chillido de dolor, involuntariamente. Traté de apartarme de él, pero claramente tenía más fuerza que yo.

—Has visto muchas cosas, quizá te deje salir, pero deberíamos jugar antes. ¿Qué opinas?

—¿¡Qué eres?! Suéltame, suéltame, ¡Me está ardiendo! —grité, luchando por zafarme.

Él me miró y me soltó con brusquedad, me sobé la barbilla mientras notaba como sus ojos volvían a ser avellanas.

Se pasó una mano por el pelo rubio y se esfumó.

Mercink~

¡Lamento tardar tanto en la actualización!

¿Les agrada este "Él"?

¿Por qué se comporta así con Maldyra?

¿Cómo es que esa chica sabía el nombre de Maldyra?