Capítulo 2.
—¡Es una orden! —me gritó viéndome fastidiado.
—Perdón, ya me alejo —me disculpé con nada de arrepentimiento. Claro que no estaba arrepentida.
La esfera de luz que se había fusionado con él, salió de su cuerpo. Logrando que vuelva a tener ese tono de piel característico.
—Listo, señorita, sólo debía aprender su idioma —habló con una voz muy dulce.
—Rasti, retírate —ordenó con aires de superioridad. La esfera de luz obedeció y desapareció.
Él me observó de pies a cabeza, una sonrisa que no sabría decir muy bien que significa, se esbozó en su rostro. Sus ojos avellanas me escrutaban en silencio.
Me estaba intimidando. Un poco.
—¿Tu nombre? —habló para romper el silencio.
—¿Debo responder? —retruqué. Ahora era yo la que se hacía la superior.
—Noo, le pregunté al aire —bufó molesto—. Bien, bien, te dejaré sola... Byee —desapareció al pronunciar eso.
—¡Espera! —grité, creía que así lo traería otra vez. Fue en vano aquel grito.
Él se había esfumado por molestarlo. O tal vez lo hacía para darme miedo, no lo comprendí.
No había esferas, ni tumbas, ni cadáveres, ni murmullos. Nada. Una absoluta nada era lo que había.
Simplemente estaba sola. Sin saber a dónde ir.
Luego de un rato, comencé a caminar, creyendo estar regresando a casa. El bosque era tan laberíntico, me estaba perdiendo aún más.
—¿No pasé ese árbol como tres veces ya? —pensé en voz alta, arrugando la nariz. La confusión me invadía cada vez más.
Me detuve en seco para apoyarme contra un árbol, respiré hondo varias veces para abastecerme de oxígeno.
Miré al cielo, parecía estar anocheciendo, era difícil saberlo. Las copas de los elevados árboles cubrían casi toda la luz que podía entrar.
Estaba sola.
A oscuras.
Sin agua.
Ni comida.
«¿Por qué soy tan tonta?¿Quién se atreve a entrar a algo así sin provisiones?Sólo yo» pensé abatida.
Una vez terminé mi "descanso", volví a retomar mi caminata. Estaba demasiado oscuro, así que iba con cautela.
El ruido de las hojas siendo molidas por mis pisadas me inquietaba. Pero más me inquietaba si alguien se preguntaría "¿Dónde está Maldyra?¿Por qué no regresó?" Quizá nadie lo haría y todos creerían que regresé.
Algo golpeó con mi cabeza. No sé qué fue, ya que al voltear no había nada. Ni en el piso ni arriba mío.
«Pero fue algo»
Largué un suspiro inmenso y me senté en el suelo. Exasperada comencé a respirar agitadamente.
—¡Quiero salir de aquí! —grité desesperada. Estaba demasiado nerviosa, mis manos temblaban.
Una lucecita se paró frente a mi rostro, no era una de las esferas de antes. Era...
Una luciérnaga.
¡Una luciérnaga!
—Hola... —saludé, sintiéndome una tonta por hablar con un animal.
La pequeña luciérnaga se fue en dirección hacia detrás mío. La seguí con mi mirada.
Y en un acto de desesperación, comencé a seguirla. Pensaba que me llevaría hasta la salida del bosque, a mi casa.
Creía que... Era mi salvadora. Qué ingenua que era.
La luz que emanaba se fue apagando poco a poco, finalmente quedé sumida en la oscuridad. Ya era de noche.
No veía nada. Absolutamente nada.
No sé en qué momento me tropecé, pero caí al suelo de cara. Pude sentir como las palmas de mis manos ardían por el impacto.
Seguro me había tropezado con una rama...
Una somnolencia terrible me invadió en cuestión de minutos y no pude evitar cerrar los ojos, quedándome en la misma posición en la que caí de cara contra el suelo.
En la oscuridad de esa noche, me dormí. Quizá me desmayé, no lo sé.
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