1. Estoy Huyendo de Todo
Aquí estaba, parada enfrente del espejo de mi habitación. Me siento segura pero un poco nerviosa. Desde que llegué de New York no había conseguido trabajo en cuatro meses y luego de mandar mi currículum a cientos de empresas y sets de abogados ya estaba empezando a desesperarme cuando recibí la llamada de una mujer dándome con un amigable "¡En hora buena!" la mejor noticia de mi vida. Desde ese momento me he pasado cinco días preparándolo todo para hoy; la ropa, el maquillaje, las alarmas, lo que comeré. Todo, absolutamente todo.
Donde posiblemente trabajaré es en la empresa "WOOD'S ENTERTAINMENT". Por lo poco que he investigado, es una de las mejores empresas de La Florida. La información me la brindó mi hermano, "El Señor Banquero". Paulo y yo somos muy cercanos. Crecimos muy juntos y ahora es que nos separábamos físicamente. Lo adoro aunque solo seamos hermanos por parte de madre. Es el director de uno de los mejores bancos de New York. La inteligencia la heredé de él, fue mi ídolo durante mis primeros años de estudios. Hoy, todo es diferente. Hoy, yo misma soy mi modelo a seguir. He superado lo que nunca pensé ser lo suficientemente fuerte para conseguirlo. He cumplido mis sueños. Me he levantado sola luego de cada tropiezo que he tenido. Hoy, que estoy dispuesta a seguir saliendo victoriosa de las peleas que me ofrece el destino, estoy orgullosa de mí.
Cuando encuentro un lugar para aparcar (que es un santo milagro) me bajo del año. Mi Mercedes Bens del año pasado color negro estaba apagado. Al asegurarme que las puertas estaban bloqueadas por dentro, emprendo mi caminata. Al doblar en la esquina miro mi reloj y veo que las diminutas agujitas marcan las ocho en punto.
No me sorprende ver a tantas personas en la calle. ¡Eran las ocho y tres de la mañana del Lunes! ¡¿Qué más podría pasar?! Sigo mi camino en línea recta. La entrevista era a las nueve de la mañana, podría llegar a tiempo, no hay apuro. Al caminar por la acera, me percato que mi conjunto de hoy le ha gustado a varios hombres. Con uno de mis zapatos con tacón asesino de punta de triángulo en frente, de color beich de Chanel del mes de Abril del año pasado, a juego con unos jeans azul oscuro (que por cierto esta es la segunda vez que me lo pongo) ajustado desde un poco más arriba de mis tobillos y alto hasta mi cintura, con una camiseta blanca metida por dentro. Encima me puse un suéter color rosa pastel que me encanta, por cierto, también es de Chanel de la colección de mayo del año pasado, las mangas las llevó subidas a cuatro dedos debajo del codo y apesar de su cómoda tela, me cubría del tiempo templado de otoño.
En mi mano izquierda sostengo mi bolso también de color rosa infantil que tanto me llama la atención. Mi larga melena lisa caía a lo largo de mi espalda y se paraba en un corte recto en la parte trasera de mis caderas luciendo mi color natural castaño claro. Que conste que ayer cuando lo repasé con las pinzas se comportó de lo mejor.
Parada en la esquina y frente a mí está ese enorme edificio, que, si pasaba la evaluación del jefe, podría ser mi nuevo trabajo. El hombrecito se tornó verde y crucé. Subo las escaleras y me encuentro con un enorme parqueo a mis dos costados y enfrente está el edificio. ¡Oh dio! ¿Cuántos plantas tiene? ¿Unos 25? Pues, ya veremos.
Dos enormes cristales se desplazan hacía los lados en cuanto me detengo. Wao, todo tipo de personas caminaban de un lado a otro. Mientras subían tres personas más en un ascensor de otro bajaban seis personas más. ¿No había fin? Dos escaleras enormes llevaban hacía un segundo piso donde, por lo que puedo observar, a mi izquierda a través de los cristales empañados había un bar. Un momento, ¡¿qué?! ¡¿un bar?! ¿Para qué? ¿Se puede ir de fiesta en horario de trabajo? Será una pena sino me contratan. A mi derecha, una biblioteca. ¡Por dios! ¡Es enorme! Habían muchas personas dentro y aún así se veían espacios vacios. En el medio, justo enfrente de mis ojos, estaba una amplia cafetería donde la mayoría de las personas están sentadas con sus Mac escribiendo o hablando por sus smartphone. Justo abajo estaba una amplia recepción con seis personas ordenadas. Una mujer con el cabello de color negro, un hombre con el mismo color en el cabello, una mujer rubia, un hombre rubio, una mujer afroamericana y un hombre afroamericano, y todos sonriendo.
Me acerqué a la mujer afroamericana que era la única que estaba desocupada. Me tendió una sonrisa y me dijo muy amablemente.
- Buenos días. Bienvenida a "Wood's Entertainment". ¿En qué puedo ayudarla? - dice sin desaparecer su sonrisa
- Tengo una cita con el señor.Harris - le digo nerviosa
- Sí, un momento - me dice con la misma sonrisa. La escucho teclear algo. Me observa. Agarra el teléfono luego de presionar una tecla de bajo del mostrador y la oigo decir- ¿Señor Harris? La señorita Bloch Robert está aquí. Si. Hasta luego- cuelga. Repasó todo con los ojos, del ordenador a mi rostro, de mi rostro al ordenador- Puede subir, último piso. Fue un placer atenderla. Que pase un feliz día
- Igualmente- le dije devolviéndole la sonrisa
Corrí un poco hacia un ascensor que casi se iba. Logré meterme sin que me atraparan las puertas. Sólo cuatro personas habían aparte de mí. Tres mujeres y un hombre que se presentaban muy serios. Al mirar todos los botones del ascensor me di cuenta que mí cálculo era casi exacto, treinta y una plantas tenía que subir. Me fui quedando sola, dos bajaron en el piso diez, el otro en el piso veinticinco y cuando tenía la esperanza de no quedarme sola, la última persona se baja en la planta treinta. "Sólo un piso más" me dije a mi misma en mis adentros dándome ánimos.
Escucho el sonido de las puertas antes de abrir y me erizo. ¡Por Dios, que nervios! Doy dos pasos hacia afuera y me acerco a otro mostrador pero esta vez un poco más pequeña con una rubia sentada detrás.
- Buenos días. Bienvenida a Wood's Entertainment.¿En que puedo ayudarla?-me dice con una sonrisa. ¿Qué pasa con todas estas personas? ¿Serán robots?
- Tengo cita con el señor Harris- le digo
Antes de que ella pueda levantar el teléfono para informar sale de una de las personas puertas un hombre de aproximadamente treinta años de edad peinado hacia atrás, con barba tupida color cobre bien arreglada y de un tamaño moderable (pegada al rotro para ser más exacta, que diciéndolo así parece a Santa Claus y no) Vestido de traje color azul marino, con camisa blanca en el fondo y zapatillas deportivas (si personas que leen esto ZAPATILLAS DEPORTIVAS y muy bien que le quedaba el outfits se los digo) y los lentes en la mano derecha.
- ¿Señora Bloch? - me dice con una sonrisa
- Sí, esa soy yo - le dije. Era muy guapo pero no mi tipo
Al parecer hoy entraré sólo por esa puerta, la primera a mi derecha. La del medio, fabricada de Coíba, con dibujos enormes tallados y cerrojos dorados no la conocería, bueno, al menos hoy, amaría entrar ahí, con solo observar la puerta ya me imagino muchas cosas. La segunda puerta a mi derecha, justo al lado de lo que supongo que es su despacho, está cerrada y no tiene nada de especial en verdad, es una puerta común pero también me entra la curiosidad. El señor Harris da dos pasos hacia mí y extendiéndome la mano como muestra de saludo me muestra una sonrisa muy luminosa.
- Mucho gusto, Dan Harris, el segundo del Jefe- le agradezco el saludo estrechándole la mano y dedicándole una sonrisa igual que la que me mostraba, radiante.
El señor Dan Harris me parece un hombre agradable y muy amable. Debe ser un buen Segundo Jefe, como el se hace llamar. Me invita a pasar a su despacho. Era bastante espacioso, a mi derecha veo detrás de su enorme escritorio de madera barnizada (un mueble bastante costoso por si presentación) tres paredes continuas (formando un semi cubo diría mi aplicada madre) forradas de libros. Tres estanterías enormes desde el suelo al techo, desde aproximadamente veinte centímetros de separación con el marco de la puerta a mis espaldas,hasta la pared de enfrente, separado, exactamente a la misma distancia, pero esta vez de una ventana enorme (casi todo era puros libros, lo adoro) Me invita a sentarme en un Duncan Phyfe Sofa (1790-1830) forrado de rayas blancas y negras a juego con los dos cómodos muebles a dos dos lados. Derecha negro e izquierda blanco.
Cuando me siento me percato que de lante de mis ojos está un gemelo de este donde tengo plasmado mi trasero. En el centro de todos lo antes descrito una pequeña mesa de madera fina con dibujos tallados, me percato que hay un documento que no toco para nada. Él toma asiento frente a mí, mira el reloj en su muñeca izquierda.
- Ya he leído su hoja de vida y es muy buena en lo que hace. ¿Por qué dejó New York?- me pregunta acomodandose en el mueble
- Por cuestiones de comodidad. Regresar a donde crecí. Tener mi casa. Privacidad. Comodidad. Muchas cosas juntas. Nunca me adapté a New York- le dije
Vuelve a mirar el reloj. Suena el teléfono encima de su escritorio
- Disculpe un segundo - se levanta. Camina y descolgando el teléfono contesta despaldas a mí- Diga.....Si - lo escucho colgar y rápido retoma su lugar frente a mí - Emm.... - dice mirando al suelo por un momento - El jefe se encuentra enfermo y lastimosamente es él, y sólo él, el que se encarga de contratar a su abogado personal. Los siento mucho señorita Bloch - se levanta y con rostro desanimado me extiende la mano.Lo imito
- No se preocupe señor Harris - le contestó el saludo - Me ha parecido una persona muy amable
- ¿Puede usted esperar unos días? - lo observo asombrada. Pensé que sólo era una excusa para no lastimarme con un "Ya no te necesitamos"
- Por supuesto Señor Harris. Esperaré la llamada - le dijo. Creo que este hombre puede ser mi futuro mejor amigo. Es muy amable y desde que me volteé para verlo hasta ahora no desaparecía su sonrisa
- Haré todo lo posible por contactarla cuanto antes - me dijo
- Gracias, sólo espero que no me diga de nuevo "Señora" - le dije con una sonrisa
Salgo del despacho del señor Dan Harris (mi futuro "MEJOR AMIGO") La rubia de la recepción me saluda con un "Vuelva Pronto" y le dedico una sonrisa. Parada esperando el elevador la sonrisa de mi rostro se desapareció por completo. Estoy feliz pero no satisfecha. Bajo lentamente por el ascensor , no se detiene así que sin interrupciones llego a la planta baja. Me vibra el teléfono en el bolsillo derecho de mi suéter. Veo que es un mensaje de mi hermano que leo instante.
"Espero que todo halla salido bien en tu entrevista. Llámame cuando termines. PD: Usa mi nombre como referencia. Tu hermano mayor te quiere"
Su actitud de querer ayudarme me saca una sonrisa pero no lo haré. Quiero hacer las cosas por mi cuenta. Salgo por las puertas y mientras camino escribiendo un mensaje para su respuesta siento un fuerte golpe en el hombro, casi se cae el teléfono de mis manos pero lo agarro con fuerza.
- ¡Ten cuidado por donde caminas! - me dice una chica de pelo negro mediano con ondas. Vestida con una falda ceñida color negro con botones por delante a juego con tacones grises de Chanel del mes pasado (es difícil no poder detectarlos) con una hermosa camiseta de mangas cortas color gris y un bolso gris más oscuro de Prada (es de la colección de la semana pasada)(Soy adicta y muy buena con la moda y la decoración. Gracias Mom) - ¡¿Estás ciega!? - me vuelve a gritar parada a unos metros de mí
- No, no estoy ciega. Parece que tu sí - le gritó. Es muy pija la muchacha, ¿quién se cree que es?. Me molesta su actitud
- Estúpida - oigo que me dice regulando a tono medio su voz. Se da la vuelta y camina sólo un poco
- Te he escuchado...- sigue caminando - Pija - le grito - Tan creída. Calva - me digo en voz alta a mi misma
Sigo mi camino hasta mi auto y antes de entrar me percato que lo dejé justo enfrente de una cafetería muy bonita que por el cartel que leo se llama "Las Flores". Es muy atractiva visualmente, está adorada con flores, obviamente.
Su decoración es sólo de flores naturales y hermosas. Me muevo y delante de mi está un señor de unos cincuenta años vestido de traje . Es mi turno, ordeno un descafeinado simple y dos dulces muy apetitosos visualmente, aunque no tengo ni idea de que son.
Cargo con mi pedido luego de pagar. Casi al abrir la puerta escucho que me llama el dependiente
- El vuelto, señorita - me dice
- No importa, propina - le digo girándome sólo un poco
Todo fue tan rápido que apenas sé sólo pasó. Terminé con todo el café caliente quemándome los pechos, la barriga y mis pies. Me quedé quieta, todos los ojos estaban dirigidos a mi. Levanto la vista y veo a un hombre de casi treinta y cinco (como máximo). Es de pelo negro, bien tupido y desordenado perfectamente. Tiene ojos café y muy penetrantes. Vestía una camiseta de mangas cortas metida sólo la parte delantera por dentro de unos jeans negros rotos en ambas rodillas.
- ¿Estás bien? - me pregunta con una sonrisa
- ¿Estás ciego? - le digo con ironía. Acepto las servilletas que me ofrece una chica con delantal que aparece a mi lado derecho. Me limpio el pecho y las manos.
Camiseta blanca de Zara: Inservible
Café descafeinado: En el suelo y en mi cuerpo
Misión fallida
El chico se me acerca y veo que en cuclillas me limpia los pies con un pañuelo.
- ¿Qué haces? -doy medio pasó hacia atrás y siento como sus manos calientes y fuertes me dejan los pies inmóviles y empuja hacia él.
Me recorre un escalofrío por todo el cuerpo y me ruborizó. Dejo que termine. Me siento dominada. Se levanta y cuando quiere limpiarme más le quito el pañuelo.
- Yo puedo sola - le digo orgullosa
- Tiene que tener más cuidado para la próxima - me dice con esa misma sonrisa del principio, rara y oscura, pero descarada
¿Se estaba burlando de mí? Era muy hermoso. Jodidamente atractivo pero no le iba a permitir reírse de mí.
- Eres inútil - sus ojos se sorprendieron pero su sonrisa no desapareció y yo seguía insultada - Eres tú el que no se fijó que estaba justo al salir
Sus dientes perfectos y su hermoso rostro me molestaban aún más. Molesta, lo esquivo y salgo. Estaba arruinada por completo.
Abro la puerta del piloto, me subo, pongo los dulces en el asiento de mi lado junto con mi bolso y me marcho.
Finalmente en mi casa , dejo todo en el mostrador donde como en mi pequeña cocina al lado de la puerta y entró al baño. Cuando me cae en la cabeza el primer chorro de agua templada, poco a poco por todo el rostro y luego el cuerpo, cierro los ojos y veo los suyos. Veo su hermoso rostro. Veo su cuerpo. Abro los ojos sin poder creerlo, ¿qué me pasa?. Es cierto que a mi cuerpo no lo habían tocado otras manos en cinco a seis meses que no fueran las mías para mimarlo con crema hidratante, porque no había tenido ganas de usar a Grey, mi vibrador de cuatro velocidades color azul celeste que me compré en mi cumpleaños #27 y ahora con casi veintinueve no lo uso. Sólo una vez. Casi está nuevo. Tengo a Grey y no lo uso. ¿Qué estoy haciendo con mi vida?
Me siento en mi cama con la Mac. Sólo tengo prendida la lámparita a mi lado derecho de la cama. La luz principal está apagada y la luna entra a través de los cristales de la amplia ventana. El viento también entra, se adentra dulce y suavemente. Mueve ligeramente las cortinas. Me pierdo ahí, ¿cómo algo tan simple se veía tan hermoso? Los marcos de madera se reflejaban en el suelo. Dejo la computadora a un lado de la cama y me voy en dirección derecha hasta la ventana.
Tengo como si fuera un espacio muy amplio justo a la medida para sentarme o acostarme a dormir. Junto a todas mis almohadas me siento mirando hacia los edificios lejanos que se observaban. Suena mi iPhone en el bolsillo de mi shorts pijama, veo la pantalla iluminada, mi hermano cual ya empezaba a extrañar.
- Dime -
- ¿Cómo te fue? - me pregunta
- Mmm, bien..- no le diré lo que pasó, no quiero preocuparlo - Empiezo mañana - le miento
- ¡Que bueno! - me grita feliz - ¿Te sucede algo?
- No - le vuelvo a mentir
- A mi no me puedes engañar - me dice convenciéndome al fin
- Si, si que tengo algo atorado en el pecho -
- ¿Lo puedo saber? - me pregunta
- Te extraño..- mis ojos se humedecieron - Extraño a mamá y a papá - la voz se me hizo un hilo y ya las lágrimas habían salido
El se quedó en silencio, le dolía tenerme lejos. Le dolía que estuviera molesta con mamá. Le afectaba la muerte de su padre biológico.
Bruno fue un padre excelente. Estuvo a mi lado desde mis 15 años de edad y adoró como si fuera como si fuera su hija biológica. Era juez-abogado estelar y correcto. Buen padre, buen hombre y buen amigo.
Desde que nací mi padre no me ofreció el cariño que necesitaba, siempre estaba ocupado con su trabajo. Mi hermano me contó que mi padre golpeaba a mi madre incluso cuando el siendo muy pequeño observaba. Yo no me acuerdo de nada de esos episodios porque estaba demasiado pequeña. El señor Willian, mi padre biológico, es un gran hombre de negocios, dueño de varios hoteles por todo el mundo.
En el juicio contra él, Bruno participó como abogado de mi madre ya que luego de separarse compartían una buena relación de amigos. Yo solo tenia 9 años y me acuerdo de todo lo que tuvimos que pasar. Ver a mi madre llegar toda golpeada por unos hombres mandados por Willian era doloroso.
El señor Willian Bloch ganó el juicio, compró a todos en la sala, así cualquiera. Sólo se llevó una orden de alejamiento, una multa de mucho dinero y una mensualidad de cincuenta mil para mí mamá por tener un hija, es decir yo.
El señor Bruno Casa y Rebeca Robert, mi madre, se unieron de nuevo cuando cumplí los 15 años, bueno, fue cuando nos lo dijeron. Estábamos viviendo en la mansión Cass en Tampa, Florida. Era muy grande y hermosa, bueno, es grande y hermosa, vivimos allí desde que Willian Bloch nos quitó todo hasta que papá enfermó y se mudó a New York junto con mamá.
Mis días desde mis quince hasta mis veintiocho años fueron buenos. El señor Bruno fue mi amigo y mi padre. Amaba a mi madre, a su hijo y a mi como tal. A los 27 años estaba viviendo con mi hermano en un gran apartemento en New York, algo comenzó a tornarse extraño, sentía que estaba raro. Mi hermano viajaba mucho a La Florida y evitaba mis preguntas sobre nuestros padres que aún vivían allí. A penas nos veíamos, pero tengo que admitir que siempre fue un hombre de negocios y al principio no veía nada raro en los viajes, mi padre le había dejado el banco a su nombre porque ese era su sueño, no podía defraudarlo.
En mi cumpleaños estuvieron todos, mi madre y mis amigas, Anne y Lily. Todo fue bien, aunque sí, faltaba alguien, mi padre. Mi hermano llegó ese día tarde, según él del trabajo, pero lo recompensó con un regalo maravilloso. Mi padre me llamó en la noche y sus palabras me llenaron de alegría justo cuando la fiesta había llegado a su fin.
- Mi niña bella, siento mucho no haber estado allí - su voz estaba débil
- No te preocupes se que estás ocupado- seguía sentada en el borde de la cama
- Luego te llevo tu regalo - me quedé pensativa, mi madre me había dado un regalo de su parte y ha mi padre nunca se le olvidaba nada
- No te preocupes, sólo son 27 años. Dentro de un año llegan los 28 y sé que no vas a faltar - le digo con una sonrisa
- Pase lo que pase estaré allí contigo- y estoy segura de que su promesa se cumplirá- ¿No vas a salir con tus amigas?- me dice. Siempre fue muy divertido, en mi cumpleaños #18, cuando ya tenía la tarjeta de mayoría de edad pero no lo era hasta los 21 nos llevó de fiesta a mis amigas y a mí a las discotecas más caras y lujosas de La Florida. Ese día me divertí mucho y por primera vez tomamos alcohol como unas locas.
- No. Si te animas y vienes creo que Anne y Lily se sumarán - le dije
- Cuando regrese te prometo que iremos de fiesta-
- Ya descansa que mañana tienes trabajo- le ordeno- Te amo, papá
- Te amo mi osita- me dice- Duerme bien
-Si daddy-
Luego colgamos, busqué encima de la mesa el regalo que me dió mi madre de su parte. La tarjeta de "Te quiere papá" pero con la letra de mi madre, adentro había un anillo hermoso, esto está raro. Mi padre , no es de regalarme Joyas, más bien flores, chocolates en grandes cantidades y una reservación para cuatro personas. Le gustaba que conociéramos el mundo como él lo hizo. Al final terminábamos iendo todos, los seis, incluidas mis dos amigas.
Mi hermano entra al cuarto y se sienta justo al frente mío.
- ¿Cómo la has pasado?- me pregunta. Examino su rostro y le noto algo de tristeza
- Bien.. pero.. - lo miro y veo sus cejas arqueadas.
Mi hermano es alto como Bruno, su padre. Realiza ejercicios todos los días en la noche cuando ya no tiene que trabajar, muy meticuloso con su alimentación y por dios, no es porque sea su hermana pero las pocas veces que he logrado verlo en ropa interior mis ojos han ido solos por todo su definido abdomen y su bulto entre su entrepierna, ya se imaginarán el cuepazo que tiene. Se los describo un poco más, lleva el cabello negro brillo si con dos ojos verdes oscuros que me fascinan, los heredó de su padre y su voz, por favor con esa voz grave puede provocarte un orgasmo muy fácil. Es un bombón se los digo.
- ¿Qué pasa? - me dice
- ¿Sucede algo con papá? - le preguntó y su expresión cambió
- No - me respondió sorprendido
- Es que mamá me dió un obsequio de su parte y cuando hablamos se le olvidó -
- Tiene mucho trabajo y puede que no lo haya recordado, o quizás mamá lo hizo para que no te sintieras mal - me dice tranquilo
Algo me escondía, él y todos lo hacen, hasta mis amigas, pero no le dije nada. Esa noche dormimos juntos, solemos hacerlo a menudo. En la mañana me despierto por el ruido de la aspiradora que Lourdes usa para limpiar la alfombra del salón. Me levanto toda despeinada como de costumbre y voy al salón.
- Good morning, Lourdes - le digo luego de un gran bosteso
- Buenos días, señorita Nora - me dice
Lourdes es cubana y tiene 53 años, solo nos cocina y limpia la alfombra. La conozco desde los 15 años, trabaja para mí padre en ese entonces haciendo las labores de la mansión Cass. No queremos que realice otras labores por su edad pero es muy terca y nos quiere mucho, la consideramos de la familia y la cuidamos.
Voy para la cocina, tengo sed. Abro la puerta de la nevera y caen al suelo unos papeles, cierro, los recojo del suelo y veo dos cartas. Leo, una del hospital y otra de la farmacia internacional. Entra Lourdes mientras estoy por ver su contenido de adentro de la mandada del hospital, ya estaba abierta, mi hermano ya lo había hecho.
- ¿Quieres que le prepare el desayuno? - me dice nerviosa. Quiere que desvíe mi atención pero no lo hago, ella también sabe algo.
- Si - le digo sin mirarla y comienzo a leer
Veo que hay una factura a nombre de papá que paga mi hermano. La dirección a donde fue mandada nos es este apartamento y tampoco la mansión Cass en La Florida, allí estaban las respuestas a mis preguntas, pero ¿Paulo compró una casa nueva aquí en New York?
En una hora estaba allí. Un portero me preguntó mi nombre y luego de ver mi identificación me dejó entrar. En cinco minutos dejo el auto y entro en la gran mansión. Una empleada me encontró en el salón algo perdida y alarmada me corría del allí.
- Señorita ¿qué hace aquí? No puede estar aquí - me dijo nerviosa
Mi hermano sale de dos puertas muy bonitas y me observa. La casa es de una sola planta pero es demasiado grande, ya estaba acostumbrada a eso sin presumir.
- No se preocupe, es mi hermana - le dice a la chica que se marcha luego de disculparse - ¿Qué haces aquí?
- Explícame esto - le doy los papeles que encontré los ve y pasando una mano por su rostro me observa
- Vamos a hablar - me dijo acercándose a mí
- ¿Qué pasa? Tú, mamá, Anne, Lily, hasta papá, todos me ocultan algo - le dije levantando la voz
Veo a mamá salir de las mismas puertas
- ¡ Por Dios ! - fue su reacción cuando me vió allí parada
- Sabía que tramabas algo - le digo a mi hermano y me acerco a mi madre. La examino bien, observo sus ojos tomando sus delicadas manos - Ya basta con esto, ¿me puedes decir que es lo que pasa?
Mamá me agarra fuerte las manos y comienza a llorar, no puede hablar, me pongo nerviosa, me tiemblan los pies y las manos.
- ¿Qué pasa? - le digo a mi hermano. Él se me acerca, sus ojos también están tristes - ¿Qué pasa? - le digo con la voz hecha un hilo. Coloca sus fuertes manos en mi rostro y seca con los pulgares las lágrimas que caían.
- Papá tiene cáncer - las lágrimas salieron descontroladas, no entendía nada, hace una semana que estábamos corriendo en la playa, estaba sano y tan lleno de vida, no comprendo. - Los doctores ya perdieron las esperanzas, cuatro meses es el promedio
- ¿Cuatros meses? ¿Solo cuatro meses? - digo desesperada
No paro de llorar. Mi hermano era un hombre fuerte pero cuando me veía llorando se destruía. Me atrapó con sus manos en un gran abrazo y sentí sus lágrimas en mi cuello. Estaba destruida por dentro, no sé si estaba preparada para esto.
Decido entrar a la habitación donde estaba mi padre con mi hermano, mi madre le había avisado que había venido. Con cinco pasos me acerqué y me quedé parada, quieta, inmóvil y impresionada.
El poderoso y alegre Bruno Cass estaba delgado con un suero puesto en la mano derecha. Vestía de azul, con su cabello blanco y con barba en el rotro que nunca había visto. Estaba esperándome sentado en el borde de una espaciosa cama. Nunca le gustó que le viéramos débil así que esto debe ser muy duro para él.
Mi padre me mira con esos ojos que me encantan. Esta vez esos ojos no estaban vivos como antes, los párpados los tapaban un poco. Se notaba el cansancio en sus pupilas, en su rostro y en su cuerpo. Sus labios me esbozan una sonrisa y se vé tan diferente, estaba un poco apagada, no sonreía como antes. La vida lo había destruido.
- ¿Dónde está mi osita? - me dijo abriendo los brazos
Odiaba cuando me decía eso. Me daba vergüenza que me llamara así delante de las personas, pero hoy estaba parada justo ahí esa niña de nueve años a la que antes de entrar al juicio le regaló un oso pequeño de peluche. A la que le prometió que protegería de todos y de todo. A la que ayudaba con las tareas de la escuela. A la que mimaba en todo lo que pedía. A la que soportó cada mes con sus cambios de humor desde su primer sangrado. A la que cuidó cuando estaba enferma. A la que escuchó y comprendió cuando tuvo su primera relación sexual a los 17 años de edad. A la que le secó las lágrimas y abrazó luego de que un chico la dejara. Me acerqué y lo abracé con lágrimas ya saliendo.
- ¿Por qué lloras? - lo miré y acaricié su rostro con mi mano derecha - ¿Cómo pasaste el cumpleaños?
- No tan bien. Faltabas tú - le dije secándome las lágrimas
- No te preocupes, te prometo que estaré en el próximo - me dice
Estuve esa noche entera en mi habitación llorando. ¿Qué iba a pasar con mi vida si mi padre ya no estaba? Él era todo para mí.
Pasaron los días. Pasaron meses. Estuve meses viviendo con mi padre y cuidándolo. Con el tiempo su piel se pegaba cada vez más a sus huesos. Le costaba levantarse y a veces alucinaba con que yo era su madre. Lo sacaba a caminar por el jardín, al principio por sus propias piernas, luego en la silla de ruedas y más tarde sólo lo podía observar por la ventana. Dormía todos las noches con él. Lo bañaba. Le limpiaba las heridas. Le leía historias. Le bailaba. Le cantaba. Le pintaba. Todo lo que le hiciera feliz. Hacia cualquier cosa para ver su sonrisa.
Mi cuerpo también sufrió grandes cambios. Me puse demasiado delgada. Con los párpados caídos y las bolsas oscuras debajo de mis ojos seguía adelante para darle fuerza a mi madre, a mi hermano y a mi padre.
Siguieron pasando los días cuando llegó el 26 de abril del 2018, mi cumpleaños. Estaba comprando ropa todavía en New York junto a Lily. Me contaba sobre sus nuevos proyectos y yo la escuchaba. Cuando salimos recibo una llamada de Anne diciéndome que mi padre estaba muy mal. Hacía ya un mes que papá estaba en el hospital lleno de tubos y alrededor de equipos que sonaban y tenían lucesitas. Conduzco como loca , desesperada por llegar al hospital.
Corrí adentrándome a penas llegué. Abro la puerta de la habitación de papá y escucho un sonoro "Felicidades". Los globos y las serpentinas estaban por toda la habitación. Miré a mi padre, estaba riendo aunque los tubos se lo impedían.
Mis lágrimas corrieron. Estaba mi hermano, mi madre, Anne, Lourdes, la enfermera y Lily a mis espaldas, todos con globos y gorros. Me había asustado un montón. Estaba alegre de que no habiese pasado nada. Saludo a todos.
Luego de partir el pastel me senté junto a mi padre. Le dí un beso en la frente y me dió un pequeño sobre.
- ¿Mi regalo? - dijo que "sí" con un movimiento arriba y abajo de cabeza
Desde que entró al hospital no podía hablar. Lo abrí y era un billete de avión a Dubai para un mes de estancia.
- ¿Quieres que conozca Dubai? - me vuelve a responder de la misma manera - Creo que será un buen viaje
- Cumplí la promesa - oigo su voz suave y muy baja. Le doy un beso en la frente y me seco las lágrimas que corrían
- ¿Sabes que te amo? - le digo abrazando sus manos con las mías
- Yo más - logro escucharle de su débil voz
- Siempre serás mi Daddy - le digo con ojos húmedos - ¿Sabes, nunca te he dado las gracias por todo lo que hiciste por mí...- trato de tragar el nudo que tengo en la garganta y se hace aún más grande - Gracias por todo lo que has hecho por mí. Has sido el mejor padre del mundo y el mejor amigo también...- le doy un beso en sus manitas ya marcadas por sus huesos frágiles y delicados - Te amo, y si en otra vida tengo que volver a pasar lo mismo sólo para que tú llegues a mi vida, estoy dispuesta a pasarlo pero no te vayas, ¿si? - seco mis lágrimas - Todavía te necesito aquí conmigo. Quiero que me lleves a la iglesia. Quiero que veas como mi hermano se casa. Quiero que veas a nuestros hijos. No quiero que mamá esté sola. Quiero tenerte siempre - le digo y respiro hondo - ¿Puedes? - no paro de llorar y mi padre tampoco. Sus lágrimas caían tratando de decirme algo que no podía descifrar, o que no quería descifrar.
Esa noche mi madre me convenció de que saliera a celebrar con mis amigas. Ella y mi padre nos prometieron a mi hermano y a mí que no sucedería nada malo. Esa noche la pasé demasiado bien, conocí fases de mí hermano que no conocía. Fumamos hierba y nos divertimos al cien por ciento. En la tarde del día siguiente me levanto junto a mi almohada. Era la única en el apartamento que compartía con mi hermano, Lourdes no estaba. Miro el reloj y eran las 4:20 pm, ayer me había pasado con la hierba y el alcohol, mi cuerpo necesitaba descansar. Regresamos a las once de la mañana y me tiré en la cama con ropa y todo, estaba muy mal.
Tomé un poco de agua y decidí darme una ducha. Me vestí con unos jeans cómodos blancos con rayas negras gruesas, una camiseta de mangas cortas negra con "Rock and Roll" en al parte delantera en blanco, los pies los cubro con zapatillas deportivas nike blancas y mientras peino mi melena mojada el iPhone suena. Oigo la voz la mamá desesperada, no entendiendo muy bien lo que dice, había mucho ruido. Sólo comprendí que papá estaba muy mal.
No se como pasó, pero en minutos llegué al hospital. Entré corriendo, me detengo en la puerta. Los doctores se acababan de dar por vencidos a que mi padre volviera. Mi madre lloraba abrazada a mi hermano, mis amigas lloraban abrazadas mientras lo miraban.
Todo fue en cuestiones de segundos. Si corazón volvió. Todos lo miraron. El señor Bruno Cass, el mejor padre del mundo abría sus ojos de nuevo. Observaba a todos con una sonrisa y al llegar a mis ojos sus pupilas me llamaban más que nunca. No pude llorar. Estaba asustada, todo había pasado tan rápido.
- ¿Dónde está mi Osita? - me dijo con su última sonrisa.
Ya su corazón dejaba de luchar bajo mi oído justo cuando lo abracé muy fuerte contra mi pecho. Mi padre ya había muerto. Mi padre quería verme antes de irse. Mi padre murió en mis brazos.
Fueron unos meses muy duros para mí. Mi hermano me apoyó en todo. Pasó un mes y peleo con mi madre ya que quería que asistiera a una cita que ella me había preparado. Al final voy al lugar por mi curiosidad.
Llego a una cafetería muy bonita, digo en recepción la mesa y en seguida me conducen hacia ella. Hay un hombre con pocas canas en el cabello sentado despaldas a mi. Camino y tomó asiento frente a él. Lo observo, lo noto algo familiar. ¿No entiendo por qué mi madre quería que me reuniera con este señor? El señor no dejaba de mirarme a los ojos.
- Eres hermosa igual que tu madre - me dice con una voz muy bonita
- Gracias - sus ojos son iguales que los míos - ¿Quién es usted?
- ¿Cómo estás? - me dice evitando la pregunta
Lo miro un poco molesta y confusa. ¿Quién era este hombre? ¿Qué quería conmigo? Saca de su bolsillo una cajita pequeña ¿Un regalo? ¿Qué pasaba?
- Es para tí - me lo ofrece y lo abro
Traía un brazalete de oro con piedras donde decía mi nombre con florecitas en los bordes. ¿Era costoso?, si. ¿Eea bonito?, también. Pero, ¿qué significaba todo esto? Guardo el regalo en mi bolso para no parecer grosera y lo miro directo a los ojos, tienen el mismo tono almendrados que los míos. Sus labios, aunque su bigote blanco interrumpían la vista, podía encontrarles algo muy similar a los míos.
- ¿Quién es usted señor? - le pregunto
Él no contesta. Dispuesta a marcharme me levanto, pero él me detuvo con sus manos en mi muñeca izquierda.
- Siéntese, por favor - me dice. Vuelvo a mi silla y le miro.- ¿No me conoce?
- No. ¿Debería? - le digo - Le noto algo conocido pero no sé...dónde...
- Yo soy...- tomó una pausa y sus ojos me miraban tristes - soy William Bloch - me quedé sin habla.
La sangre se tornó caliente y me recorría todo el cuerpo. En mis adentros todos los sentimientos se ligaron. Sentía rabia, tristeza. Me sentía furiosa y con ira.
- Si, yo soy tu padre - eso me enfureció aún más. Mis ojos se han nublado de rabia
- Creo que se ha equivocado señor Bloch. Mi padre en Bruno Cass quien no debió haber muerto - le dije poniéndome de pié y marchándome de allí.
Llegué a donde vivía con mi hermano y agarré una maleta. Metí un par de cosas. Lo necesario, ropa y sólo una foto de toda la familia unida. El gran apartemento estaba vacio, sólo estaba yo. Bajo al estacionamiento, tiro mi equipaje dentro del auto y al abrir la puerta del piloto las luces del auto de.mi hermano me detuvieron. Mi madre estaba junto a él.
- ¿A dónde vas? - me dice mi hermano
- Me voy de viaje - respondo sin apartar la mirada de mi madre
- ¿Estás molesta conmigo? - me dice mi madre - Dale una oportunidad
- ¿Oportunidad? - me río - No soy Dios y si lo fuera, mi padre, ese hombre que me dió todo el amor del mundo, no estuviera muerto.
- Tienes que aprender a perdonar. Tu padre quería eso -
- Mi padre me protegía y ese señor me hace daño - le grito llorando
- Él quería que le ofrecieras una oportunidad - me dijo
- No te creo - me limpio las lágrimas - Estás traicionado a mi padre y eso nunca te lo voy a perdonar
Furiosa me voy y por el camino no dejo de llorar. Ya en el aeropuerto compro un billete de avión en primera clase hacia La Florida. En la sala de espera dos areomosas contratadas para nuestro servicio me recogen mi equipaje y voy al baño.
Al salir me quedo mirando a la gran pizarra con los vuelos normales y el primero es rumbo a La Florida que ya casi se marchaba. Alguien choca conmigo. Es un chico, por su voz lo supe, se disculpó sin mirarme si quiera y sin detenerse. Lo observé iéndose. Su maleta azul con estrellas negras me llama la atención por un momento, muy peculiar. No le doy importancia y vuelvo a la sala de espera. Sólo faltan 20 minutos para subirme en el ave con combustible y olvidarme de todo, incluso de la maleta azul con estrellas negras.
Huyo. Si, soy cobarde. Estoy huyendo de todo y de todos. Estoy huyendo de todos mis recuerdos. Huyo de tí, de mí y de todos. Mi mente necesita alejarse y reencontrarse. Necesito tiempo para mirarme por dentro y curarme las heridas. Quiero recuperarme de todo esto por lo que estoy pasando. Mi corazón necesita llorar y ponerse en orden. Necesita colocarse benditas para que deje de sangrar. Necesito viajar hacia otras tierras. Necesito volar con mis propias alas.
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Espero que les hallas gustado!!!
Ya verán que Rafael es un amor!!Así de complicado la quiere y mucho!!Nora para que hablar de ella es toda una chica divina que quiere a las personas muy de corazón!!Estoy pensando hacer un grupo de watsApp para hablarnos y poder responderles sus preguntas y así darles adelantos de historia!!😘😘😘😘
LOS QUIERO!!
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