Capítulo 1 - ¿Que no cunda el Pánico?
Premio
Pues sí creo que no entendí mal a Jou, soy un Gleenzt, me explicó que significaba extraño, una forma coloquial de llamarnos allí a los humanos, y para vosotros soy Eder Morales García, tengo veintisiete años, soy director en una empresa de investigación farmacéutica. Pero permíteme contarte un poco más sobre mí.
Cuando me miro al espejo, lo primero que más me llama la atención son mis ojos. Son de un azul celeste intenso que a veces me sorprende por su claridad y profundidad. Considero que son mi rasgo más distintivo y siempre he pensado que reflejan mi curiosidad y mi pasión por descubrir cosas nuevas. Algunos de mis amigos insisten en que soy alto, y la verdad es que me veo bastante bien en comparación con ellos. Mi estatura supera ligeramente la media y eso me ha valido algunos comentarios en tono de broma.
En cuanto a mi cabello, lo tengo corto y de un tono castaño claro. Pero aquí viene lo interesante: algunos mechones empiezan a mostrar algunas canas. Sí, canas a los veintisiete años. ¡Quién lo hubiera pensado! Según mis amigos, eso se debe al estrés que conlleva mi trabajo como director en la empresa. Pero yo siempre me he visto el pelo castaño, sin darle mayor importancia a esas canas rebeldes.
Mi rostro tiene rasgos definidos y una barba bien recortada que me gusta mantener. Creo que le da un toque de madurez a mi apariencia. Y cuando sonrío, se forma una expresión amigable y confiada en mi rostro. No puedo negar que me esfuerzo en cuidar mi imagen y vestir de manera elegante y profesional acorde a mi posición en la empresa.
Hasta que un día estaba en casa desayunando antes de irme a trabajar, tomando mi vaso de zumo como de costumbre, cuando mi perro Hisk no paraba de ladrar para que le pusiera su desayuno, deje de oír sus ladridos y me centre más en la televisión, en la cual decían que no era el fin del mundo, que no cundiera el pánico, pero los hechos afirmaban que sí, era todo tan contradictorio que me parecía una noticia muy absurda, y decidí apagar la televisión, ya que como en muchas ocasiones se dijo que se acabaría el mundo decidí seguir con mi vida normal como la mayoría, unos estaban aterrorizados y otros hasta lo ignoraban.
Cuando iba al trabajo pude observar cómo la gente se comportaba de forma extraña. Seguí mi camino, y no paraba de escuchar sirenas de policía cerca de donde me encontraba. Tras andar unos pasos fui embestido por dos tipos que iban con pasamontañas, y en sus manos unas grandes bolsas de comida, me percate que eran ladrones, pero no quise hacerme el valiente y los deje huir. Cuando estaba cerca del trabajo por el centro de Alicante, vi que todas las calles estaban acordonadas por la policía y había mucha gente concentrada fuera.
¿Estaba cundiendo el pánico? ¿La noticia que escuche esta mañana podría ser verdad?
Por mi mente pasaban todas esas preguntas. Conseguí hacerme un hueco entre la gente pasando poco a poco, ya que me era muy complicado, las personas estaban muy nerviosas y apenas me escuchaban cuando les pedía educadamente pasar.
De repente escuche un sonido ensordecedor cerca de mí, eran tiros, pero no pude ver de dónde venían, tras pasar por todo ese caos, llegue al trabajo, la puerta estaba cerrada, era extraño, ya que siempre estaba abierta, por suerte yo tenía una copia de la llave y pude entrar con facilidad. Cerré la puerta tras de mí, note como se me aceleraba el corazón, me sudaban las manos y me estaba entrando un poco el pánico, tome aire y subí al ascensor pulsando el botón de la quinta planta que me llevaría a mi oficina.
Me dirigía hacia mi puesto de trabajo tras abrirse el ascensor y vi que estaba todo en calma, la gente solo estaba mirando a las ventanas y no paraba de murmurar, se notaba un ambiente algo tenso e intranquilo. Abrí la puerta de mi despacho, deje mi mochila con Hisk sacándolo fuera para que anduviera, siempre lo llevaba a la oficina, además, escondido allí, nadie sabía de su existencia, o eso creo.
Me asomé a la ventana y pude observar que el cordón policial era rebasado por la avalancha de gente que se acumulaba detrás de él. Los antidisturbios que se encontraban en ese mismo lugar no hacían nada por reducir a la gente.
De repente llamaron a la puerta, yo me sobresalté, apareció la friki de Anne, una persona un tanto peculiar, pero muy trabajadora, era una chica de veinticuatro años con una estatura baja y una melena morena que enmarcaba su rostro. Su nariz menuda y algunas pecas le daban un toque encantador y único. Siempre llevaba gafas, que resaltaban sus grandes y expresivos ojos marrones. Su mirada reflejaba una mezcla de curiosidad y determinación.
Anne solía ser bastante reservada y rara vez se dirigía a mí directamente. Siempre pensé que era una persona tímida, pero últimamente parecía que nada era normal. A pesar de su aparente timidez, Anne era una profesional dedicada en su trabajo. Se encargaba de todo el sistema informático en mi oficina, demostrando su habilidad y destreza en el ámbito tecnológico.
Aunque no compartíamos muchas conversaciones, podía notar su compromiso y esfuerzo en cada tarea que realizaba. Anne era meticulosa y minuciosa en su labor, asegurándose de que todo funcionara sin problemas. Su capacidad de concentración y su atención a los detalles eran encomiables.
A veces me preguntaba qué pensamientos pasaban por la mente de Anne mientras trabajaba en el sistema informático. Parecía sumergida en un mundo propio, donde las ideas y los algoritmos cobraban vida. Su enfoque y dedicación eran admirables, y a pesar de su peculiaridad, Anne era una parte invaluable de nuestro equipo.
-Buenos días, señor director, parece que hoy será complicado realizar mi labor de trabajo- Dijo Anne.
-¿Por qué?- Respondí confuso.
-Hay varios cortes de luz, esto parece una discoteca un sábado noche- comento entre risas.
De repente se escuchó un gran golpe como si fuera una explosión, y mi perro Hisk salió corriendo de mi despacho asustado.
-¿Qué ocurre allí fuera? ¿Y qué hace un perro aquí...?- Ella dijo sorprendida.
-No lo sé... Hoy todo es demasiado extraño. Ayúdeme a buscar a mi perro...- Dije preocupado.
Ambos salimos de la habitación, yo algo nervioso porque no quería que nadie supiera lo de mi perro, aparte de ella. Estuvimos buscándolo por toda la oficina, pero no aparecía, el último lugar en visitar era el despacho de Anne y cuál fue mi sorpresa que al entrar allí me lo encontré con algo en la boca que brillaba.
-¡¡Suelta eso Hisk!!- Mi voz era entre enfadado y preocupado.
Anne acarició a mi perro y le pudo quitar esa cosa que tenía en su boca, no sabía si era malo para él.
-¿Qué hace esa cosa tan rara en mi oficina? ¡Podría pasarle algo a mi perro!- Estaba muy molesto con ella.
-Eso no es mío, además los animales no están permitidos en horario de trabajo- dijo Anne con tono sarcástico.
-Deme eso- Le dije.
Se lo quité de las manos, y observé que no era normal, además tenía una luz azul, tenue y extraña en el centro. Era una pequeña piedra con forma de octógono con unos símbolos muy raros que no había visto nunca. Toqueteándola por mi curiosidad, apreté una combinación de esos símbolos, los cuales empezaron a brillar como la luz del centro, con un orden; cuando todos estos brillaron, la piedra se quedó sin luz, Anne y yo nos miramos, y tras pasar unos segundos, de repente está se envolvió de una luz azul intensa que seguidamente abrió ante nuestros ojos una especie de portal el cual parecía que llevaba a algún sitio, no nos dio tiempo a reaccionar, estábamos muy cerca de aquel suceso que con su fuerza mágica empezó a absorber todos los objetos de la habitación y a nosotros también incluido a mi perro. Me desperté en un lugar que no conocía, abrí los ojos y todo parecía oscuro, de repente era de noche, me levante y comprobé que estaba bien, pude ver a Anne y a Hisk tumbados.
¿Qué es todo esto? ¿Y qué les habrá pasado a nuestros protagonistas?
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