CynoxTignari
Tras la batalla contra Scaramouche, Tignari quedó bastante herido, por lo que con ayuda de algunos compañeros guardas, volvió a casa donde fue recibido por Collei, misma que al verlo en aquel estado, no pudo contener su nerviosismo.
- Mmm... - Se quejaba Tignari de las heridas mientras que algunos colegas lo ayudaban a recostarse en la cama.
- Maestro... - Collei llamaba la atención del anterior muy preocupada. A su vez, este la miraba y le sonreía en un intento de calmarla y darle a entender que estaría bien.
- Collei, tienes que hacerme un favor, mezcla las... siguientes hierbas... - Un par de hierbas un tanto especiales eran mezcladas con nerviosismo y rapidez. Tras un par de minutos, la propia Collei se las acercaba a su maestro en un recipiente junto con algo de té.
- Se que estas son bastante amargas, así que probablemente sea mejor tomarlas de esta forma. - Tignari tan solo asentía mientras se incorporaba y dejaba que su alumna le diera de beber la medicina, tras lo cual, fue ayudado a recostarse para poder descansar.
Minutos después, una visita llegaba al lugar, por lo que la joven salía de la habitación y dejaba descansar a su maestro.
- Cyno, qué alegría verte. -
- Igualmente, veo que ya te sientes mejor. -
- Si, pero el maestro...-
- Lo se, el viajero me puso al tanto de lo ocurrido... - A la par que estos dos se ponían al día en la otra habitación, cierto amigo de orejas y cola peludos, despertaba sumido en una extraña sensación, al principio no identificaba que ocurría, es más se maldecía a si mismo ya que no sabía a que se debía, pero muy pronto lo descubriría. Un calor intenso recorría todo su cuerpo, desde la punta de sus orejas a los pies, lo cual intentó calmar con un poco de agua que al parecer Collei había dejado cerca suya. Tras un trago, se percató de que era inútil, y que aquello sería un problema aún mayor si alguna de las personas que estaban tras la puerta entraban a la habitación.
Sabía que una de ellas era Collei, aunque si no fuera porque había sido la última persona en estar cerca suya no podría jurarlo, ya que al parecer sus sentidos estaban totalmente alterados. Su cabeza daba vueltas y su visión borrosa, y para empeorar las cosas, su entrepierna estaba totalmente despierta. Si no tuviera todo el conocimiento que poseía en su haber, no tendría tan claro de que se trataba. En esos momentos se maldecía a si mismo al dejar que la nerviosa joven que tenía por discípula mezclara los ingredientes, de nuevo había cometido un error, que aunque no mortal, le daría serios problemas durante un buen rato.
Volvió a meterse en la cama y taparse hasta arriba, tras lo cual comenzaba a bajar sus manos y a acariciarse su entrepierna mientras intentaba controlar su respiración para que sus visitantes no se percataran.
- Creo que debería ir a comprobar como se encuentra el maestro, me preocupa que le de fiebre durante la noche. Sus heridas parecían graves... -
- No te preocupes, yo me encargo de él. Tú aún no te recuperas del todo. -
- Pero... -
- Nada de peros. Estoy acostumbrado a hacer guardia, si empeorara, te avisaré. Deja de preocuparte. - Collei tan solo podía asentir, no quería marcharse, pero Cyno tenía razón, no había hecho grandes esfuerzos, y ya notaba el cansancio. Al final tan solo aceptó y se marchó a su habitación, después de todo, el otro era de total confianza para su maestro y para ella misma. Era de seguro que lo cuidaría mejor incluso que ella.
- Creo que recogeré es... - Un ligero ruido proveniente del cuarto de Tignari era percibido por Cyno, el cual de forma precavida se acercaba a la puerta y se concentraba en la presencia dentro de la misma. Tan solo unos segundos pasaba para conseguir escuchar la respiración alterada de Tignari quién parecía sufrir. Cyno se preocupaba, si hacía poco que había tomado la medicina, ¿qué podría hacer?. Dejó de pensarlo y en silencio abrió la puerta, y entró, tras lo cuál cerró con seguro la misma tras de si. Poco a poco se acercaba hasta la cama, y mediante lo hacía, sonido de algo conocido penetraba sus oidos y hacía que se sonrojara un poco. Paraba a medio camino, iba a marcharse y dejarlo en su mundo, en esa situación sería lo mejor. Respiraba hondo. Repentinamente un olor familiar entraba por sus fosas nasale. - Este olor... - susurraba. Té del desierto mezclado con hierbas muy concretas y en una proporción muy conocida por el mismo Cyno, el cual recordaba en ese momento su adiestramiento y el como podía afectar en distinta medida a los pobres destinados a los interrogatorios.
Tignari por su parte continuaba con lo suyo, ya no era consciente de los que había a su alrededor, tan solo estaba concentrado en desahogarse. Hacía tiempo de todas formas, y aunque realmente nunca fue algo que lo desesperara, en ese momento lo abrumaba.
- Maldición... - un suspiro salía de sus labios mientras continuaba sin suerte, ya que aunque llegaba a correrse, la sensación de calor no cesaba. - Me pregunto cómo se las ingenia él. - Cyno venía a su mente por alguna razón. Suponía que era por cercanía o quizás porque hacía tiempo que estaba interesado en él, pero eso jamás se lo diría, no quería que en el momento en que se declarara, este lo convirtiera en una situación incómoda y finalmente uno de sus chistes realmente tuviera gracia.
De todas formas en ese momento no lo podía soportar, por lo que comenzó a pronunciar el nombre de Cyno en voz baja. A su vez, las mejillas del nombrado se enrojecida, y tapaba su boca debido a la vergüenza. No podía creer lo que estaba pasando, aunque en cierto modo lo hacía feliz, ya que él mismo deseaba que eso pasara, aunque no de esa manera. Al final tan solo dejó que terminara.
- Ha, ha... maldi...ta sea, no es... sufi... ciente. -
- Me lo imaginaba. - la voz de Cyno era escuchada por Tignari quién se sorprendía, pero poco podía hacer al respecto y pronto se desmayaría debido al otro.
En tan solo un instante, Cyno hizo a Tignari incorporarse levemente para beber agua, agua que bebió a la fuerza mediante un beso. Su sorpresa al percatarse de quien era, lo dejó completamente en shock, impidiendo al pequeño ranger que reaccionara, tan solo pudo observar como el moreno abría sus ojos, unos hermosos ojos rojos que lo cautivaban aún más a cada momento que pasaba.
- Cy...- un sentimiento de desvanecimiento inundaba la mente de Tignari, el cual terminaba por caer dormido. -no.-
A la mañana siguiente...
-Mmm... - Tignari despertaba y se levantaba para quedarse sentado en la cama mientras comenzaba a quejarse debido a una jaqueca un tanto molesta. - Si no fuera porque... -se echaba la mano a la cabeza y continuaba hablando para si mismo. - se que no es posible juraría que me emborraché anoche. - soltaba un suspiro y terminaba por levantarse de la cama, aunque el mismo supiera que no era una buena idea. Un par de pasos bastaron para confirmárselo, y caer el los brazos de alguien más.
- Quién te mandó levantarte. - este personaje se notaba un tanto enfadado. - Acaso tendré que tratarte como un niño... -
- (¿Cyno?, ¿ Cuándo...- pensaba, mientras una imagen de la noche anterior volvía a su cabeza y este pasaba a ponerse rojo como un tomate y a cubrir su cara con ayuda de sus manos.
- Parece que por fin recuerdas.- Incluso fuera un susurro, a Tignari le precedía su fama por su buen oído. Este comentario hizo que se tensara, ¿hasta donde sabía el otro de lo que hizo la noche anterior?. Antes de que pudiera seguir pensándolo, Cyno lo soltaba de forma gentil en la cama, pero por la adolorida cabeza del joven de oscuro cabello, ideas sobre lo que podría pasar rondaban y se desbocaban. Seguro que Cyno se sentía traicionado, el descubrir que en realidad tenía esos pensamientos lascivos hacia él, seguro que lo odiaba. Con este último pensamiento sus orejas quedaban caídas. Ahora el dolor de cabeza pasaba a segundo plano. -Tignari.- este no contestaba, mostraba un semblante triste mientras seguía en sus pensamientos.
En este momento Cyno apretaba levemente los labios. ¿ Cómo debía tomarse lo de la noche anterior?, estaba seguro de Tignari no lo odiaba, pero sentiría algo más que amistad, o lo de llamar su nombre en realidad era porque pedía ayuda. Estaba algo temeroso, pero confiaba en su instinto, eso y también en la suerte, por lo que lo apostó todo a una única carta.
Se arrodilló ante Tignari y con una cara triste posó su mano en la mejilla del mismo, llamando por fin la atención del otro joven.
- ¿ Odiaste mi ayuda ? - esto sorprendió a Tignari.
- ¿ Qué...? - Cyno quitaba su mano de la mejilla y colocaba ambas en las rodillas del contrario. En ese momento parecía un cachorrito triste pidiendo perdón.
- Te desagradó, o era tu primer beso. - Ahora estaba en shock. Era justo lo que no quería, la situación era rara y el maldito Cyno estaba haciendo bromas al respecto.
- Tú. - Tignari estaba enfadado, era raro pero no imposible, pero a diferencia de lo que esperaba, Cyno suavizó su semblante y sonrió de forma genuina.
- Por fin vuelves en ti. - a partir de ese momento ya no podía seguir enfadado. Se maldecía a si mismo por ser tan fácil, pero comprendía que aquello era más simple de lo que siempre pensó, mejor dicho no tenía que haberlo pensado para empezar, simplemente debía actuar.
Miró directamente a los ojos de Cyno y en un abrir y cerrar de ojos tomaba su sombrero y alborotada ese cabello riendo en el proceso.
- Eh. - Cyno se quejaba mientras levantaba sus manos para evitar que Tignari continuara con su burla, sin percatarse de que el mismo había soltado su sombrero y con esa mano libre tiraba del largo cabello para terminar besándolo. Ahora era el joven de tez morena quien quedaba sorprendido.
Apenas unos segundos después, Tignari cesaba el beso sin apartarse demasiado, mostrando una sonrisa pícara pronunciaba las siguientes palabras.
- Acaso era tu primer beso. - Cyno por fin salía de su estado anterior para reírse. Ambos pensaban en ese momento que sus bromas quizás si que tenían gracia.
- Ya veo. - El joven de tez morena sonreía mientras... - Prepárate Nari, te haré rabiar. - Cyno tumbaba a la persona frente a si y comenzaba a hacerle cosquillas. Pocos segundos después le besaba y hubieran seguido en eso si no fuera porque cierta joven preocupada terminó irrumpieron en aquella casa.
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