Capítulo 43

La sexta tarea en el plan consistía en visitar dos locales emblemáticos de Portree: el restaurante The Granary y la panadería MacKenzie. Ambos establecimientos compartían una encantadora casa de estilo antiguo, con paredes de ladrillo de piedra y techos puntiagudos. Mientras que MacKenzie era conocida por sus deliciosas donas, The Granary ofrecía una experiencia gastronómica única con platos locales. Eran verdaderos íconos en Portree y atraían a numerosos turistas durante todo el año.

Además, se encontraban a solo unas cuadras del centro de la ciudad, lo que los convertía en una parada natural en el camino hacia el último destino del plan: el centro comunitario donde se llevaría a cabo la presentación del libro. Erin Acheron los esperaría allí, ya que formaba parte del comité de organización del centro y se encargaría de coordinar todo.

Después del mediodía, Joy y Tate se sentaron a almorzar en The Granary. Optaron por una mesa en el área exterior, lo que permitió que Joy se sintiera más tranquila al estar al aire libre en lugar de en un espacio cerrado. Antes de partir, compraron una caja de las famosas donas de MacKenzie y continuaron con la siguiente tarea.

El centro comunitario estaba a solo unas cuadras de distancia. Aquella tarde, el clima era fresco y el cielo se encontraba nublado. Las calles estaban animadas con personas que caminaban a un ritmo tranquilo, sin ninguna prisa aparente.

Caminaron por la calle principal de la ciudad, que los llevaría hacia su destino. Tate no dejaba de hablar; compartía comentarios sobre el clima, los locales y el almuerzo, en un intento constante de distraer a Joy. A veces, sus palabras lograban calmarla momentáneamente. Sin embargo, Joy no podía evitar estar en constante alerta, examinando cada rincón y vigilando a cada persona que pasaba a su lado. La sensación era agotadora, involuntaria y angustiante.

—Es aquí —anunció Tate.

Joy se detuvo y echó un vistazo alrededor, con curiosidad.

Se detuvo frente al Centro Comunitario de Portree y exploró su entorno con curiosidad. Había oído hablar de esta moderna instalación, conocida por ser un lugar versátil que albergaba una amplia gama de actividades y eventos comunitarios. Pero, para su sorpresa, la propiedad era mucho más grande de lo que había imaginado. Una estructura de color gris se alzaba ante ella con un imponente techo central en punta. Un sendero central, rodeado de hermosas flores de colores, conducía a una fachada sencilla con una puerta de madera y paneles de cristal.

Un sentimiento de anticipación comenzó a agitarse en el vientre de Joy, haciéndola sentir inquieta. La idea de la presentación de su libro se estaba volviendo cada vez más real y menos un simple sueño.

—¿Estás bien? —preguntó Tate.

Tate la observó atentamente y Joy se sintió aliviada de que él pudiera percibir su estado de ánimo. Sabía que Tate era capaz de captar sus emociones y, en cierta medida, eso la animaba a compartir lo que estaba pasando por su mente.

—Me siento algo nerviosa.

Era la primera vez que se aventuraba a salir tan lejos de su entorno seguro, pero se dio cuenta de que la distancia era relativa. En realidad, no estaba lejos de su hogar. Caminar desde la florería hasta el Centro Comunitario le tomaba apenas diez minutos, pero cada paso era un desafío para su tranquilidad. Era consciente de que sus sentimientos ansiosos eran válidos y comprensibles, considerando que se encontraba en medio de un proceso terapéutico y enfrentando nuevas experiencias. Sabía que necesitaba acostumbrarse, frecuentar esos nuevos lugares y repetir las tareas para sentirse más segura y cómoda.

Fácil, ¿no?

—¿Quieres entrar o sientes que fue suficiente por hoy?

Joy tragó saliva y se movió inquieta.

—Entremos.

Tate esbozó una sonrisa de ánimo y le recordó a Joy que debía respirar. Ella se percató de que había estado conteniendo el aliento y siguió su consejo, inhalando profundamente varias veces antes de continuar. Mientras avanzaban por la entrada, Tate sostuvo su mano, brindándole un apoyo reconfortante.

En la recepción, dos mujeres jóvenes estaban atendiendo y una de ellas, Carly, se ofreció amablemente a darles una visita guiada cuando Tate la presentó a Joy. Con una sonrisa, Joy asintió y agradeció la oferta, y Carly los condujo a través de las diferentes áreas del centro comunitario.

Dentro del edificio, Carly les mostró diferentes salas y espacios para diversas actividades. Había un polideportivo donde se practicaba baloncesto, bádminton, clases de baile y artes marciales. También había salas más pequeñas disponibles para talleres, reuniones de clubes o clases personalizadas.

El centro comunitario también contaba con una sala de reuniones equipada con escenario para eventos como conferencias, presentaciones y actuaciones. El escenario tenía luces y sonido, y se podía acceder a él a través de una pequeña escalera. La sala estaba amueblada con mesas y sillas dispuestas de manera que permitían una buena visión del escenario. Además, la sala contaba con dispositivos audiovisuales, conexión WiFi y servicios de cátering.

—¡Joy!

Erin Acheron entró en el salón y se acercó a ellos, reemplazando a Carly como su guía.

—Es bueno tenerlos aquí —comentó Erin—. Me reuniré con el comité de organización esta tarde para empezar la planificación de la presentación. Faltan tres semanas. ¿Estás emocionada?

Joy no estaba segura de si «emocionada» era la palabra correcta para describir la montaña rusa de sentimientos que experimentaba, que incluían preocupación y temor. Aun así, decidió ser optimista y asintió.

—¿Y qué te parece el salón?

—Es... más grande de lo que esperaba —respondió Joy, tragando saliva—. Pero el ambiente es acogedor.

Y no mentía sobre eso. Todo el centro tenía un ambiente acogedor y casi hogareño, pero el salón principal también lucía intimidante. Sobre todo el escenario. Joy se preguntó si podría pararse allí, enfrentar a la multitud y presentar el libro.

«Hiciste una promesa», se repitió.

—Es el lugar favorito para celebrar bodas —continuó Erin—. ¿Tienes alguna preferencia sobre la decoración?

—No tengo preferencias —contestó Joy. En realidad, no había pensado en eso porque tenía otras preocupaciones en mente, como evitar tener un ataque de pánico frente a los presentes—. Estaré agradecida con el trabajo que realicen.

—La semana de la presentación, la editorial enviará a alguien con el material promocional que se utilizará en la presentación —intervino Tate—. Yo trabajaré en el programa para la presentación. Puedo enviártelo cuando esté listo junto con la lista tentativa de invitados.

Al escuchar sobre los invitados, Joy volvió a tragar con fuerza. Aún no había decidido cómo manejar esa situación, pero la idea de estar frente a un grupo de personas le recordaba a su última presentación. Además, aún no se sentía cómoda con los grupos amplios de personas. La ansiedad de enfrentarse a una multitud seguía presente en su mente, y la preocupación de tener un posible ataque de pánico la invadía una vez más.

Debía prepararse.

~~*~~

Joy estaba estresada y ansiosa, y Tate lo había notado desde su visita al Centro Comunitario. Sin embargo, confirmó sus sospechas cuando regresaron a casa y Joy se refugió en el invernadero, buscando su propio espacio. Tate habría dejado que ella se mantuviera ocupada con eso, pero con la presentación a solo unas semanas de distancia, todavía había asuntos que necesitaban ser revisados y su presencia era necesaria.

Antes de que el atardecer llegara, se reunieron en el estudio para una videollamada con Evelyn. En ese momento, Joy parecía un poco más animada. La tensión en su conversación con su mejor amiga se disipaba y su sonrisa era más genuina y relajada. Esto alivió a Tate y se relajó a su lado, agradecido de verla más serena.

—Queremos enseñarte la portada antes de enviar a imprenta —soltó Evelyn con emoción—. Tate trabajó duro para garantizar que te gustara. Mantuvo todo el proceso en secreto hasta el final.

—Ahora estoy intrigada —musitó Joy con un atisbo de interés.

Él sonrió, disfrutando de cómo los ojos de Joy brillaban. Ella se mostró fascinada y perpleja al ver el diseño final de la portada. Lena Kaufman había logrado capturar el suspenso, el misterio y el romance en una imagen impactante. La portada mostraba a los protagonistas con expresiones tensas, en un entorno nocturno lleno de secretos. Los colores oscuros y saturados, como el rojo y el negro, aumentaban la sensación de peligro, y elementos como una pistola y un coche oscuro sugerían acción y violencia en la trama. La portada era una invitación intrigante a una historia emocionante y llena de sorpresas.

—¿Y qué opinas? —dijo Evelyn.

—Tiene el mismo estilo de las anteriores en la saga —contestó Joy, todavía sorprendida.

—Tate buscó a la misma diseñadora editorial.

—Pero creí que se había retirado...

—En efecto, Lena Kaufman se retiró hace casi un año —intervino Tate—. Pero cuando me contacté con ella y le hablé sobre el proyecto, aceptó. Dijo que era un honor hacer este último trabajo para ti y tu mamá.

Joy guardó silencio, pero su expresión revelaba su felicidad y su gratitud. Tate se sintió satisfecho con el trabajo realizado.

—Entonces, ¿apruebas la portada? —aventuró Evelyn.

—¡Sí, es perfecta! —Joy sonrió—. Estoy segura de que a los fans les gustará. Eso es un alivio.

—Lo que escribiste también les gustará —añadió Tate porque sabía que ella aún dudaba de su propio talento.

Joy sonrió con timidez y sus mejillas se tiñeron de color. Tate apretó con suavidad una de sus manos para transmitirle calma, y se quedaron en silencio, perdidos en su conexión. Fue entonces cuando Evelyn carraspeó.

—Tate, solo para confirmar antes de enviar a imprenta: aprobaste cincuenta mil copias en pasta dura y otras cincuenta mil en pasta suave para la primera tirada.

Joy soltó una exclamación ahogada.

—¿Esperas vender esa cantidad de ejemplares?

—Espero vender esa cantidad el primer mes —respondió Tate sin vacilar—. Y tendremos tiradas adicionales.

La expresión perpleja volvió al rostro de Joy, mientras que Evelyn soltó una risita y se encogió de hombros en respuesta.

—Llevo trabajando con Tate varios años, ya no me sorprende su seguridad sobre el éxito de un libro.

Joy giró hacia él, con el ceño fruncido.

—¿Cómo sabes que será posible vender esa cantidad? ¿O que el libro será un éxito?

—Joy, es el último libro de la serie. Tiene un gran número de admiradores y revisé los números de ventas de los libros previos. Créeme, estoy seguro de que venderemos aún más y la publicación será un éxito.

Aunque a sus colegas les podía parecer que su actitud era pretenciosa y engreída, eso no era cierto. Tate tenía sólidos fundamentos para justificar sus decisiones como editor, además de contar con experiencia y habilidad para evaluar novelas.

—Todo estará bien —aseguró Tate, sosteniendo la mirada de Joy.

—Pero la presentación está prevista para dentro de tres semanas, ¿es posible imprimir esa cantidad de ejemplares?

—Para nosotros sí —sentenció Evelyn—. Grupo Sterling adquirió varias imprentas en los últimos años. Para las impresiones más importantes, ya no trabajamos con externos, usamos nuestros propios recursos.

—Primero se distribuirán las ediciones en pasta blanda, que estarán listas entre cinco a diez días, mientras que las ediciones en pasta dura serán distribuidas entre dos y tres semanas después. En Reino Unido, hemos hablado con cadenas de librerías y librerías independientes, y luego de un acuerdo de confidencialidad, se ha coordinado que recibirán los ejemplares la noche anterior al lanzamiento y los exhibirán al día siguiente, sin previo aviso. Para el mercado internacional, estamos trabajando en pactos similares. Será una campaña secreta, fugaz e inesperada. Además, para despistar a la prensa, hemos planeado realizar un anuncio de que no estás en el país. Nadie sabe que estás aquí, así que todo estará bien.

Joy asintió con lentitud, aunque su expresión no reflejaba plena convicción. Sin embargo, decidió guardar silencio. La preocupación se dibujaba en su rostro, y Tate solo podía esperar que Evelyn estuviera en lo correcto y que Joy estuviera segura.

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