◼La moto y la chica de Sirius Black
- ¿Y esta cosa? – pregunté con curiosidad
- Esta cosa – dijo imitándome - es mi moto
- Sí, ya sé que es una moto pero es tuya
- Sí, es mi amante cuando tú no estás - me guiñó un ojo – ¿Te apetece montarla?
Le miré con los ojos entrecerrados
- Eso ha sonado muy mal
- Hoy estás muy mal pensada - dijo Sirius riéndose – Venga, sube
Le hice caso. Quería experimentar lo que era conducir una moto al menos una vez en la vida y más sabiendo que era la moto de Sirius. Después de una clase rápida, conseguí que se empezara a mover.
Volví a darle al acelerador. Sirius dejó caer su mano sobre mi muslo y la apretó un poco para darme tranquilidad.
- Vale, vas bien. Sube los pies y acelera.
Le hice caso. Sirius se agarró con fuerza a mi ropa. Iba bien, incluso me estaba gustando hasta que vi una curva a lo lejos.
- Ay, ay. ¡Hay una curva! – Frené con el freno de delante y Sirius se aplastó contra mi espalda.
- ¡Perdón! – grité
- Con los dos frenos sino nos vamos a matar.
- No me gusta nada – me quejé
- Lo estás haciendo bien, cielo. Relájate – dijo acariciando mi espalda con su mano
La moto comenzó a coger velocidad y volví a frenar con la rueda de delante. Sirius volvió a estamparse contra mi.
- Ah – gemí
- No te cortes – me dijo Sirius desde atrás
- ¿Qué?
- Nada, nada – respondió él.
En la siguiente curva volví a frenar mal.
- Ah – gemí al sentir otra vez que Sirius volvía a aplastarse contra mi
- ______, por favor
- Ah – gemí – Lo siento
Nos estábamos acercando al pueblo y un coche nos adelantó y yo volví a frenar. Sirius volvió a chocar y lo escuché gruñir.
- Ah, perdón.
- Lo estás haciendo aposta
- ¿Qué? No es cierto pero se me olvida – dije mirando el manillar
- Deja de frenar – dijo Sirius
- Déjame parar y sigues tu – me quejé
- Solo sigue acelerando – La boca de Sirius se apoyó en mi hombro. Como pensaba que lo estaba haciendo mal, volví a frenar.
- ¡______! – gritó
- Lo sé, perdona.
- Cada vez que frenas, mi polla te golpea contra el culo. Y joder, me está costando no frenar yo la moto y hacerte el amor aquí mismo
- ¡SIRIUS! – exclamé avergonzada, tanto que volví a frenar
- Tu frena, frena – le escuché reírse – Pero no te preocupes, que lo que notas es la varita en mi bolsillo
- ¡Sirius! – protesté pero de mi boca salió un gemido al decir su nombre
- Tu sigue gimiendo y frenando así que voy a necesitar el cigarro del después
Me mordí el labio disimulando una sonrisa.
- Te estoy viendo, capulla – y, para joderme más, se acomodó, pegándomela contra el trasero durante todo lo que quedó de paseo.
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