2. La primera clase de Slughorn

Las cuatro mesas de las casas estaban repletas de estudiantes de distintas edades. Esperaban impacientes la llegada de los de primero.
No para ver en que casa quedaban, ni mucho menos, si no porque después de acabar la selección, tendría lugar el Banquete de Bienvenida.
Todos los alumnos se morían de hambre y estaban deseando subir a sus habitaciones con todos los demás para pasar la primera noche del curso como era debido.

-No me preguntéis cómo, pero he conseguido cervezas de mantequilla para toda la noche-susurró Frank Longbottom, que estaba sentado enfrente de los cuatro amigos.

Las puertas de Gran Comedor se abrieron y por ella entró, como todos los años, la profesora McGonagall seguida por una fila de curiosos niños contemplando asombrados el techo de la estancia.

Cuando llegaron al banco que sostenía al Sombrero Seleccionador, por orden de lista, los pequeños se fueron colocando para ser repartidos por las casas.
Cuando todos los alumnos se hubieron sentado, las mesas se llenaron de deliciosa comida y de montones de vasos de zumo de calabaza. James y Sirius no tardaron mucho en empezar a llenarse el plato con todo lo que pillaban, Remus en cambio, no tenía hambre y miraba pensativo a todos los demás. Colagusano comía como siempre y aprovechaba que su amigo no quería cenar para comerse su parte también.

-¿No tienes hambre?-preguntó preocupado James.

Lupin hizo un gesto negativo con la cabeza.

-¿Cuándo es el siguiente?
-Dentro de dos días.

James asintió y le dio una palmada amistosa en la espalda a su amigo.

A medida que pasaba el tiempo los platos se fueron quedando vacíos y fueron sustituidos por riquísimos postres de chocolate.
Todos los alumnos comían como nunca, pues el viaje había sido largo y las chuches del carrito no fueron suficientes para calmar el hambre de todos ellos.
Cuando habían terminado de cenar, las fuentes, antes llenas de postres, desaparecieron y Dumbledore se levantó. Todos los presentes en el Gran Comedor callaron al instante.

-Otro año más, Hogwarts abre sus puertas al nuevo año escolar. Bienvenidos todos, mayores, pequeños y profesores. Como todos los años, Filch, el conserje, me ha pedido que recuerde las normas más importantes de la escuela. Está totalmente prohibido entrar en el Bosque Prohibido y estar fuera de...

Los niños de primero escuchaban atentamente al director, aunque el resto y sobre todo los de último curso ya se sabían de memoria las normas. Se las sabían, si, pero otra cosa era que las cumplieran.

-...y antes de que os vayáis, quiero deciros que tenéis el horario de clases en el tablón de anuncios de vuestra sala común. Y ahora, todo el mundo a la cama.

Todos los estudiantes empezaron a levantarse de sus asientos y el Gran Comedor comenzó a vaciarse.

-Los de primero por aquí, seguidme-gritaba el nuevo prefecto de Gryffindor.

Los cuatro subieron a la sala, dónde había ya mucha gente. Algunos estaban sentados en el suelo, otros subían a sus cuartos para acostarse y otros, como James, Sirius, Peter y Remus se acercaban al tablón de anuncios para ver el horario.

-Niño, quítate del medio-dijo Sirius apartando a un chaval de tercero.
-Los mayores primero-James empujó a otro de segundo.
Peter iba detrás suya y los cuatro se colocaron en primera fila, haciendo que los de atrás no vieran debido a su altura.

-Mira Sirius, coincidimos en Defensa, Pociones y Herbología con Ravenclaw. El mundo juega a tu favor.
-Cállate, no me apetece que se entere todo el mundo.
-Y mañana a primera hora tenemos Pociones...
-James-avisó Black-como no te calles te juro que...

Unas risas resonaron por toda la Sala Común. El grupo de amigas de Lily Evans apareció por el hueco del retrato, haciendo que James dejase de prestar atención a Sirius que le amenazaba con colgarle del árbol más alto que encontrase si no se callaba. Los ojos verdosos de la chica se fijaron en el tablón y después en Potter, que la miraba descaradamente.
Evans, se separó de su grupo y se acercó al tablón, en el que ya no había tanto niños. Se colocó a propósito al lado de James, quién sentía que sus tripas daban saltos de alegría.

-A si qué te han concedido el Premio Anual, ¿eh? No me lo esperaba-dijo Lily.

James vaciló antes de contestar, buscando una manera de no estropear aquel momento que, seguramente, no volvería a repetirse.

-Si, bueno, yo tampoco me lo esperaba, osea si, pero...-contestó nervioso.
-La primera reunión de delegados es dentro de una semana-cortó la joven-espero que vengas y no te vayas con Black a meterte con el primer niño que pase por delante tuya.

Evans se dio la vuelta y se fue de nuevo con sus amigas, que se dirigían a los dormitorios. James, todavía sin procesar lo que acaban de ocurrir, se sentó en el sillón en frente de la chimenea, al lado de Sirius que estaba igual de perdido que él.

-Mujeres.
-Qué me vas a contar.

En la butaca a la derecha del sillón, un Peter hinchado por su doble cena, tomó asiento. En cambio Remus se quedó de pie delante de la chimenea. Estaba más pálido de lo habitual y tenía un aspecto cansado y tristón.

-Me voy a la cama.
-Pero Remus, Frank ha conseguido...
-Buenas noches-cortó este a Pettigrew.
-¿Qué le pasa?-preguntó Peter en un susurro cuando Lupin ya se había ido.
-Ya sabes cómo se pone cuando queda poco.

Cuando no quedaba nadie en la sala, Longbottom sacó de su baúl un montón de cervezas de mantequilla. Todos se pusieron a beber y contarse cualquier estupidez que se les pasase por la cabeza. Las risas y las voces hicieron bajar más de una vez a la nueva perfecta amenazándoles con decírselo a McGonagall.
A las cinco de la mañana, cada uno subió a su cuarto y descansaron unas escasas tres horas.

A la mañana siguiente, fue Remus el que tuvo que despertar a sus amigos, pues ninguno tenía la intención de hacerlo. A regañadientes todos se vistieron con el uniforme y se pusieron las túnicas preparados para ir a desayunar.
James casi se caía por las escaleras al bajar porque se le cerraban los ojos del cansancio, Sirius se intentaba colocar el pelo para impresionar a Sophia, a la que vería a primera hora y Peter, se quedó dormido en la mesa de Gryffindor.
Lupin estaba mucho más pálido que ayer y no comía nada. Ninguno insistió en ello, pues ya sabían como se ponía de cabezota el día antes de la luna llena.

Cuando acabaron de desayunar, despertaron a Peter y bajaron a las mazmorras a dar la primera clase de Pociones del nuevo curso. Justo delante de ellos, una persona delgada y alta, con pelo negro y grasiento, hizo sonreír a Potter y a Black. Se miraron y fueron a por él. Los otros, ya no le decía nada a James y Sirius, no valía la pena.
Se acercaron por detrás de él y Sirius se tomó el placer de ser quién le diera la bienvenida.

-Que pelo más bonito, guapetón-susurró en su oído poniendo voz aguda.

Severus pegó un salto y los miró a los dos. Su ceño se frunció e intentó sacar la varita de la túnica antes de que le hiciesen ellos algo.

-¿No nos vas a decir nada? Eso es de mala educación, Quejicus-le picó James.
-Veo que sigues sin lavarte el pelo, normal que no tengas a amigos, ¿sabes?

Snape hizo una ademán de contestar pero el profesor había llegado. Slughorn tenía el mismo aspecto del año anterior. Su cara de loco no había cambiado y su ropa tampoco.
James le mandó un beso a Severus en el aire y entraron a clase.
Se dividieron todos en grupos y se colocaron alrededor de una de las cuatro mesas del aula.

-Hoy, para empezar, tenéis que hacer el filtro de muertos en vida que encontraréis en la página 12 de vuestro libro. El que mejor le haga ganará esta frasco de Félix Felicis. Aunque he de deciros que nunca he tenido un alumno que la hay hecho tan bien como para ganársela, no obstante, os deseo mucha suerte a todos.
-Profesor-interrumpió una dulce voz que provenía de una de las mesas de delante, voz que Sirius no tardó en reconocer-¿cuánto tiempo tenemos?
-Tenéis toda la clase, señorita Anderson. Ya podéis empezar-anunció Horace-Por cierto Sophia, ¿cómo está tu madre? Recuerdo lo bien que se le daban las Pociones, sí, era una gran alumna...

Todos los presentes abrieron sus libros por la página que había dicho Slughorn y se pusieron manos a la obra para intentar conseguir aquel frasco. Durante toda la clase, James no apartó la vista de Snape, pues escribía a toda velocidad en su libro de Elaboración de Pociones Avanzadas, mientras hacía cosas que no venían en las instrucciones. Lily, que estaba unos puestos más allá de James en su misma mesa, había casi terminado la poción; Remus al igual que Lily, daba los último retoques a la suya; Peter miraba su libro perdido, pues el color del líquido de su caldero, era de un rojo intenso; James y Sirius se fijaban el uno del otro, por lo que los mejunjes eran iguales y Severus miraba impaciente su reloj para ver cuánto quedaba para que Slughorn revisara.

-¡Tiempo!-anunció el profesor, mientras empezaba a pasarse por las mesas, tomando nota.

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