El Plan Comienza
Nota: ¡Hola a todo/as! ¡Me alegro de haber vuelto, sobre todo ahora que he conseguido llegar a los más de 200 k de lectura!
No puedo agradeceros lo suficiente por el apoyo que me habéis dado durante estos últimos dos años, pero sí puedo decir que sería un gran error no celebrar la publicación de este nuevo y deseado capítulo sin esta grandiosa canción ;)
¡A bailar con "Échame la Culpa" y a festejar las vacaciones de invierno y la llegada de la Navidad! Así es como mi familia la celebra en nuestras respectivas casas: la mía y la de mi familia materna.
Y obviamente, no podía faltar el belén...
¡El espíritu navideño nunca debe ignorarse! Os demuestro todo esto del mismo modo que quiero compartir esta canción tan hermosa del grupo musical femenino de pop colombiano, Ventino: "Ya es Navidad".
https://youtu.be/gmJSlBPT8fg
Junto con el más que conocido "Tamborilero" ;)
https://youtu.be/VeUUtVWb1cs
Desde España os envío un millón de gracias por seguirme un año más en Wattpad y... ¡Felices Fiestas XD !
Alaska.
Una tierra salvaje, famosa en todo el mundo por sus extraordinarios paisajes, la exuberante flora y la exótica fauna. Pero nada era más espectacular que el no va más de la belleza atmosférica: la aurora boreal.
Sin embargo... todos los paraísos tienen su lado oscuro y tenebroso.
Era 17 de marzo, y el clima era relativamente seco: las abundantes heladas y nevadas, presentes durante todo el año, dificultaban la vida vegetal y animal.
Las condiciones climáticas eran peores que las de febrero y la gente que vivía allí era consciente de que era un suicidio salir al aire libre con ese tiempo que amenazaba con congelarlos hasta la muerte, sobre todo si uno se encontraba atrapado en la Cumbre del Sur, la zona más alta, gélida y peligrosa de la montaña más grande de Alaska: el Denali.
Para muchas personas que lo escalan cada año, la altitud, el clima y las temperaturas bajo cero significan un peligro mortal. Pero eso no era ningún problema para los enemigos de los Vengadores.
HYDRA y el KGB llevaban décadas acostumbrándose al frío de distintas partes del mundo, y no les preocupaba si sus bases eran descubiertas. La razón de esto era que, si llegara el caso de que sus enemigos los encontraran, no sólo tendrían que luchar contra los agentes y sus armas, sino también contra el entorno en el que vivían.
Y si lograban sobrevivir a la lucha exterior, pronto tendrían que vérselas con las numerosas trampas que los esperaban dentro, junto con una lluvia de balas acosándoles a cada segundo.
Ambas organizaciones terroristas eran maestras en el arte del engaño, el espionaje y las emboscadas, pero quizás presumían demasiado de ello.
"Creerse invencibles". Ese era el principal error que todos los ex líderes de HYDRA habían cometido. Al menos eso era lo que opinaba Víctor Herrman.
Él podía haber fracasado en sus anteriores intentos de destruir a los Vengadores en la Antártida y Moscú, pero no estaba dispuesto a permitir que eso volviera a pasar. Jamás sería como Cráneo Rojo, Zola o Alexander Pierce, y su objetivo se haría realidad, con o sin la colaboración del KGB.
La misión de capturar al Capitán América y la Viuda Negra había sido un éxito y Herrman sabía que los héroes más poderosos de la Tierra no tardarían en llegar para salvar a sus queridos amigos, pero confiaba en que esta vez acabaría definitivamente con ellos.
...
El líder máximo de HYDRA se encontraba en su despacho mientras veía por un monitor al supersoldado y su recién convertida prometida.
Rogers estaba encadenado de arriba a abajo a una silla de metal duramente enganchada al piso. A Romanoff, por el contrario, la habían colgado del techo, sujetando con cables resistentes sus pies y muñecas. Ambos seguían inconscientes desde hacía una hora y media.
Víctor estaba de lo más orgulloso con el resultado de la misión que le ordenó a Belova. Y no era el único.
Madame B, la antigua supervisora de la Sala Roja y segunda al mando del KGB se encontraba de pie a su lado, mirando fijamente un detalle que llevaba puesto su ex alumna.
Un objeto que no esperaba ver cuando se reencontrara con la pelirroja después de tantos años.
-Sigues observando la mano izquierda de Natalia, ¿verdad?
La pregunta de su aliado no la tomó por sorpresa ni mucho menos. En cuanto vio por primera vez aquel anillo de oro, destacado por el rubí del centro, no pudo evitar hacer una mueca de desagrado e ira contenida. Justo como le estaba pasando en ese momento.
-Todo lo que hice por ella... Todos los entrenamientos y la ceremonia... ¿Para qué? Para que al final me traicionara y se refugiara en los brazos de nuestro mayor enemigo. He desperdiciado muchos años de mi vida para nada.
-Eso no es del todo cierto -sonrió él maliciosamente- La tienes a tu merced, indefensa y débil. Si la obligamos a mirar cómo asesinas a su adorado novio, sufrirá hasta tal punto que te suplicará que la mates. Podrás demostrarle qué es lo que pasa cuando la Viuda Negra se encariña demasiado con alguien. Sobre todo si ese alguien es el Capitán América.
Ella correspondió a su sonrisa.
-Hablando de matar... Cuando lleguen los Vengadores, dile a tus hombres que traigan vivo al agente Barton. Él es el responsable de que mi Natalia se volviera en mi contra y huyera de su brillante futuro en el KGB. Quiero matarlo con mis propias manos.
-Así será, querida.
Ambos continuaron observando a la pareja a través del monitor a la espera de que despertaran y vieran la situación en la que se encontraban, pero el sonido de la puerta del despacho abriéndose les hizo levantar la vista.
Quien había entrado era ni más ni menos que Yelena Belova, y no estaba de muy buen humor como cuando regresó de Nueva York con los dos Vengadores.
-Tengo buenas y malas noticias. ¿Cuáles queréis escuchar primero?
Las palabras podrían haber sido cómicas, pero el tono de la rubia no lo era en absoluto.
-Las malas, Belova -contestó Víctor- Si son tan preocupantes como me imagino, al menos tendremos las buenas para equilibrar la balanza.
La ex aspirante a ser la Viuda Negra sabía que le caería una buena bronca, pero eso era lo de menos. No tenía miedo de Herrman, así reveló las malas noticias con toda la serenidad del mundo.
-El virus que enviamos a la inteligencia artificial de Stark ha sido destruido, y de alguna forma... se han hecho con los datos de nuestro sistema.
Tal y como había sospechado, la reacción de su maestra y el líder de HYDRA pasó de la incredulidad a la fría furia en cuestión de segundos.
¿Cómo demonios lo habían conseguido? Tony Stark podría ser un genio en muchos aspectos, pero ni siquiera él podría haber neutralizado el virus informático que los técnicos de HYDRA y el KGB habían creado específicamente para destruir a la FRIDAY de la Torre Vengadores.
Quienquiera que fuera el responsable, tenía que ser alguien con un conocimiento en tecnología superior al de Iron Man. Pero eso lo que menos le preocupaba a Herrman.
Todos los datos de ambas organizaciones ahora estaban en manos de los héroes y de S.H.I.E.L.D. Eso sólo significaba una cosa: ya no podrían ocultarse a plena luz del día ni utilizar identidades falsas a ojos de todo el mundo.
Esas no eran malas noticias como había dicho Yelena. Eran un total fracaso en el objetivo de conquistar el mundo mientras pasaban completamente desapercibidos entre la sociedad.
Ese pensamiento sólo tuvo un efecto en el hombre: coger un arma y disparar a la cabeza de Belova. Obviamente, como fantasma resucitado que era, la rubia se convirtió en un abrir y cerrar de ojos en espectro y la bala la traspasó, llegando a incrustarse en el techo del despacho.
El acto no sobresaltó en lo más mínimo a Madame B, y tampoco a su ex alumna. Ambas mujeres sabían que, para evitar liberar su enfado, Víctor Herrman necesitaba matar a alguien (literalmente), y la mejor diana en ese momento era Yelena. De todos modos, no podía morir... porque técnicamente ya estaba muerta. Así estuvo durante décadas hasta que Grace Bellerose se vio forzada a devolverle la vida.
Después de un tenso silencio que acompañó al eco del disparo, el líder de HYDRA volvió a hablar:
-Si no estuvieras muerta, te mataba ahora mismo.
Belova sonrió, pero no porque le resultara graciosa la manera en la que Víctor se desahogaba disparándole a un espíritu, sino porque sabía que no lo decía en serio. Una de las mejores armas que tanto HYDRA como el KGB tenían era ella misma, y sería una verdadera lástima perderla, sobre todo cuando estaban tan cerca de destruir a los superhéroes.
-Dejémonos de tonterías y concentrémonos. ¿Cuáles son las buenas noticias? -exigió saber la ex supervisora de la Sala Roja.
-Pues que Barnes ha picado el anzuelo. Ahora mismo está de camino hacia aquí. Las coordenadas que le envié le llevarán directamente a la localización del Escuadrón de la Muerte.
Herrman recuperó el buen humor cuando escuchó aquello. El Soldado de Invierno, por muy bueno que fuera en el combate, no tendría ninguna posibilidad de vencer a aquellos asesinos cuyo único objetivo era matar a todo lo que se les pusiera por delante.
-Agradezcamos a Karpov que decidiera conservar a esos salvajes. Me encantaría ver la cara de Barnes cuando los vea.
-No nos confiemos demasiado -dijo en un tono severo Madame B- No creo que sea tan tonto como para venir solo. Traerá refuerzos consigo, de eso estoy segura. Y si los Vengadores han conseguido entrar en nuestro sistema, no tardarán en descubrir dónde estamos. Celebraremos la victoria cuando todos estén muertos y tengamos la cabeza del Soldado de Invierno. Hasta entonces, centrémonos en qué hacer cuando vengan.
Era verdad. Los héroes más poderosos de la Tierra estarían allí en cualquier momento y no podían perder más tiempo.
Decidido a llevar a cabo su maléfico plan, el líder de HYDRA se puso en pie y le mostró a Yelena la imagen del supersoldado y la pelirroja en el monitor.
-Madame y yo nos ocuparemos de los preparativos para darles la bienvenida a nuestros invitados. Tú ocúpate de Rogers y Romanoff.
La jefa del KGB sonrió de forma maliciosa, preguntándose a cuál de los dos tortolitos debería torturar primero.
...
Las noches en Alaska eran un verdadero infierno helado.
Las temperaturas bajo cero no eran tan peligrosamente gélidas como las de otras montañas, como el famoso Everest, pero eso no significaba que no hiciera suficiente frío como para matar a un ser humano por hipotermia.
Por suerte, había personas a las que no les afectaban en absoluto las bajas temperaturas porque sus cuerpos ya eran fríos por naturaleza. Ese era el caso del Vengador que acompañaría al Capitán América a rescatar al Romanogers del pasado.
Ambos hombres acababan de salir del portal del tiempo, vestidos con trajes bien equipados de armas, cómodos para luchar cuerpo a cuerpo y perfectos para combatir el clima de Alaska.
Steve Rogers del futuro había cambiado un poco en los años posteriores a 2016, como el hecho de que, gracias a su inmortalidad, el suero del supersoldado le había hecho "evolucionar" físicamente, lo que permitió que su cuerpo y habilidades físicas mejoraran considerablemente.
Ahora era más fuerte, más rápido, más hábil... y más atractivo, según le decía su amada Natasha desde que decidió dejarse un poco de barba. Esa nueva costumbre apareció justo después de pasarse dos semanas en una misión con los mellizos recién convertidos en adolescentes, y no se arrepentía de su decisión. ¿Cómo hacerlo si al regresar a casa cayó víctima de la mayor arma de la Viuda Negra?
¿Qué arma? Pues su seducción, claro está.
Su compañero no era tan musculoso como él, pero no tener un cuerpo como el del Capitán América no le quitaba importancia a su imponente e intimidante presencia.
Y esa no era la única diferencia que tenían.
Ambos llevaban armas distintas. El soldado llevaba su inseparable escudo atado magnéticamente a la espalda, como si de un metal atraído por un imán se tratara. Su amigo, por el contrario, sólo tenía una katana muy especial, atado también a la espalda. No necesitaba nada más, porque su mayor arma... eran sus poderes.
Y el hecho de que no era humano como el capitán, le hacía aún más poderoso. Mucho más de lo que había sido en el pasado.
El portal del tiempo acababa de cerrarse y los dos Vengadores del futuro, todavía arrodillados en la nieve, inspeccionaron el lugar donde habían aterrizado, asegurándose de que estaban solos.
Una vez confirmado eso, se pusieron de pie y, en medio de la oscuridad, Steve se quitó el casco con el que escondía su verdadera identidad.
Sin duda alguna... tanto sus amigos como sus enemigos sufrirían un shock tremendo si revelaba quién era antes de tiempo, aunque en el caso de los superhéroes, sólo tendría que ocultar su aspecto puesto que sus sobrinos ya estaban en la Torre y seguramente les habían contado que el yo del futuro de su líder había llegado para ayudarles.
Su compañero era una historia muy diferente. No llevaba nada que le ocultara el rostro, pero llevaba consigo un casco especial (creado por el propio Tony Stark) para cuando estuviera delante de los Vengadores o cualquiera de sus enemigos.
Él era el que más debía esconder su identidad, porque de lo contrario sería él el que estaría en graves problemas si sus sobrinos y Rogers no estaban allí para defenderle de los héroes más poderosos de la Tierra y calmarlos.
¿Por qué querrían matarle? La respuesta saldría a la luz en cuanto cumplieran la misión de rescate y regresaran sanos y salvos a casa.
El capitán consultó su brazalete para saber su localización.
-Estamos sólo a un kilómetro de distancia de donde HYDRA y el KGB tienen presos a mi yo del pasado y a Natasha. Debemos darnos prisa.
A punto estaban de ponerse en marcha cuando el sensible oído del misterioso Vengador detectó el sonido de un batir de alas. En realidad... eran más de uno.
Ambos hombres fueron testigos de un espectáculo que no se esperaban para nada, pero tampoco les desagradaba: cientos de murciélagos sobrevolando encima de ellos, esquivando las ramas de los árboles con una excelente agilidad.
El compañero de Steve sonrió sin poder evitarlo. Durante muchos años había visto a esas fascinantes criaturas volando cerca de su casa, y nunca se cansaría de verlos. Sobre todo porque su familia tenía cierto vínculo especial con ellos.
Como si creyeran que era uno de los suyos, todos los murciélagos bajaron a toda velocidad al unísono y volaron a su alrededor, chillándole de una forma que sólo él podía interpretar como un saludo.
Una vez más, el sujeto le devolvió el "hola" con una sonrisa que antaño todos pensaban que era falsa y arrogante, pero ahora reflejaba toda la bondad que había ocultado durante muchísimo tiempo.
Dicha bondad se la ofreció a un pequeño murciélago que parecía tener problemas para seguir el ritmo de los demás. Éste se posó en la mano plana del Vengador, acomodándose mientras intentaba recuperar el aliento.
Con mucho cuidado de no asustarlo ni hacerle daño, el hombre le tocó lentamente con un dedo la espalda y utilizó sus poderes curativos para darle las fuerzas necesarias que el pobre animalito necesitaba desesperadamente.
Nada más terminar, el pequeñín se sintió mucho mejor y, tras darle un "gracias" en el lenguaje de los murciélagos, echó a volar para reunirse con sus congéneres. Un segundo después, los únicos mamíferos capaces de volar habían desaparecido tan pronto como aparecieron.
Rogers también sonreía, y con motivo.
Ninguno de los Vengadores podría haberse imaginado que ese hombre, contra el que había luchado tiempo atrás, pudiera llegar a ser tan bueno. Todo gracias a que encontró en la Tierra la vida y la familia que tanto necesitaba para ser feliz y olvidarse del odio y la tristeza que había tenido que soportar desde niño.
Con pasos lentos pero firmes, se acercó a su compañero. Éste habló en cuanto estuvo a su lado.
-Myotis lucifugus. Pequeños murciélagos café. Una especie muy abundante en Norteamérica. A Rux le hubiera encantado verlos.
El sonido de su voz presentaba signos de tranquilidad, teniendo en cuenta que se encontraban en una misión muy importante y peligrosa. Sólo él podía mostrarse calmado, incluso en momentos de vida o muerte.
-Me sorprende que se acerquen a ti sin miedo. La mayoría de los humanos se moriría de celos de verte ahora mismo.
El vengador sonrió aún más, sabiendo que era totalmente cierta la afirmación del supersoldado. Antes era el envidioso, y ahora es el envidiado. ¡Cómo habían cambiado las cosas en sólo dos décadas!
-Vivir con cinco vampiros (dos de ellos, híbridos) tiene sus ventajas. Su olor está impregnado en mí desde hace más de 20 años, y ahora los murciélagos me consideran uno de ellos -sin previo aviso, su sonrisa se vio sustituida por una mueca de decepción- Me dan lástima. Su ciclo de hibernación puede durar de cuatro a seis meses. Si el escondite de HYDRA y el KGB se encuentra en una cueva, esos pequeños deben haber vivido un infierno por el ruido de las máquinas.
El Capitán América soltó una carcajada, estando completamente de acuerdo con su amigo.
-Entonces, será mejor darse prisa y liberarlos de ese sufrimiento, y de paso salvar también a mi yo del pasado y a Nat.
Oh, sólo el pensar en la paliza que les daría a los detestables terroristas y en lo mucho que disfrutaría haciéndolo, le dieron ganas de sonreír de nuevo.
-Buena idea.
Terminada la conversación, ambos héroes empezaron a correr, directos a la cumbre donde sabían que pronto estallaría una feroz batalla.
...
Al mismo tiempo... en la Torre Vengadores
Exactamente... ¿cómo se recupera uno después de escuchar a un chico venido del futuro decir que el Capitán América es su padre?
La respuesta era sencilla: no se podía.
Los Vengadores serían fuertes y poderosos en muchos sentidos, pero seguían siendo seres vivos que sentían distintos tipos de emociones: miedo, amor, sorpresa, alegría, etc. Y en ese momento, lo que todos sentían era estupefacción.
Durante las últimas semanas, habían sobrevivido a numerosas sorpresas imposibles de creer: la llegada de los Guardianes Vengadores X, el vídeo del año 2042 y la resurrección de sus amigos y familiares gracias a Psíquica. La última sorpresa ocurrió unos cuantos minutos atrás, cuando se presentaron los hijos del futuro de los Barton, la hija de Thor y Sif, y la próxima generación de agentes de S.H.I.E.L.D.
Cuando pensaban que no podía haber nada más sorprendente, ven a James portando el escudo de Steve Rogers y diciendo en voz alta que es el hijo de este. Eso ya era el colmo.
Nadie sabía cuánto tiempo había pasado desde que el mellizo reveló su secreto, pero estaba claro que alguien debía romper el silencio. De lo contrario, no serían capaces de moverse de sus sitios. Quien tuvo la energía suficiente para recuperarse un poco del shock fue Clint.
-Que a nadie se le ocurra desmayarse, porque el único que se está mareando ahora mismo soy yo.
El arquero habló demasiado tarde. El nuevo sonido que retumbó en las paredes de la sala fue el cuerpo de Tony cayendo de espaldas al suelo.
Aquello ayudó un poco a los héroes a volver a estar conscientes y a darles a todos los viajeros del tiempo un nuevo motivo por el que reírse.
-Desmayo Nº3 en casi un mes. Ha batido el récord -no pudo evitar bromear Piper, mientras que Rhodey y Bruce hacían todo lo posible por despertar a su amigo.
El resto de la familia, junto con Fury y María, no tardó en suplicar por una explicación al rubio.
-¿¡Que el Cap es tu padre!? -preguntó en nombre de todos Sam.
-Así es. Maggie y yo somos los hijos del futuro de Steve y Natasha. Yo soy James Nicholas Rogers Romanoff, alias el Soldado América.
Colocándose al lado de su hermano, la pelirroja aprovechó el momento para presentarse formalmente.
-Y yo soy Margaret Sarah Rogers Romanoff, también conocida como la Viuda Roja.
Al fin lo habían confesado. Se notaba el alivio en sus ojos azules, que ahora podían decir sin ningún problema que habían heredado de su padre.
-Finalmente os habéis quitado un gran peso de encima -les sonrió Wanda. Los futuros Rogers la correspondieron.
Esas palabras tuvieron un fuerte efecto en los Vengadores.
-¿Lo sabías? -le preguntó Pietro a su gemela con cierta molestia. Ella asintió.
-Lo siento mucho. De verdad quería decíroslo, pero era necesario mantenerlo en secreto. Tenían que ser ellos los que dijeran la verdad.
-Fue cuando rescatamos a la señorita Bellerose de HYDRA y el KGB en la Antártida, ¿verdad? -adivinó Visión- De ahí tu reacción al leer la mente de Maggie.
-Sí. Prometí no revelarlo hasta que fuera el momento adecuado.
-Y ese momento ha llegado -se propuso a decir Mag- Esta noche, James y yo seremos concebidos. Si nuestros padres mueren, nosotros desapareceremos y todo lo que hemos hecho a lo largo de 26 años... jamás ocurrirá.
-¿¡Hoy mismo!? ¡Entonces el capitán y Natasha lograrán escapar de esos payasos! -se emocionó Scott.
-Gracias a la intervención de nuestros tíos. Ahora mismo deben estar de camino a su base secreta -dijo la Lila adulta mientras sonreía.
Más buenas noticias y esperanzas para el equipo. La situación no podría ser mejor.
-Ya me parecía a mí que vuestras caras me resultaban conocidas -comentó con alegría el Dios del Trueno, quien abrazaba a Sif y Siriana- Sois unos dobles perfectos de vuestros padres. ¿Cómo no nos dimos cuenta antes?
La pregunta del príncipe de Asgard no pudo ser contestada porque en ese instante, Stark ya se estaba recuperando del desmayo y era sujetado por sus compañeros para evitar que se derrumbara de nuevo.
Sólo había una cosa que se le ocurría decir y la reveló mirando en dirección al asgardiano.
-Thor... Me has echado hidromiel en la cena, ¿verdad?
Las ligeras carcajadas de los presentes inundaron de nuevo la Torre. Por una vez, Iron Man ni se molestó en hacerles caso. Necesitaba estar seguro de que no estaba soñando.
-Lo digo porque... No sé si es por el shock de conocer a nuestros nuevos sobrinos, pero creo haberle entendido a James que su padre es el Capipaleta.
Nuevas risas y sonrisas iluminaron el salón. Todo eso fue prueba suficiente para que el multimillonario se recuperara completamente y casi saltara de alegría.
-¿¡Es en serio!? ¡Entonces la sorpresa funcionó! -justo cuando gritó eso, se dio cuenta de lo que había dicho y se tapó rápidamente la boca. Pero ya era demasiado tarde. Todo el mundo dirigió sus miradas al filántropo.
-¿Qué sorpresa, Tony? -quiso saber Betty, tan confusa como el resto.
Por suerte para él, su hija lo explicó todo muy emocionada.
-El tío Steve utilizó la cita en el restaurante como una tapadera para pedirle matrimonio a la tía Nat.
Las reacciones de los presentes fueron justo como lo predijeron los primos. Sus caras pasaron de la más absoluta conmoción a la pura felicidad.
-Maldito Rogers. Se lo tenía muy bien guardado -murmuró para sí mismo un sonriente Ojo de Halcón.
-Ahora entiendo porqué fuisteis a la joyería el día que compramos los trajes para la boda -descubrió Banner, igual de contento que sus amigos.
Después de un par de minutos disfrutando de la alegría que estaban experimentando, la familia de superhéroes se dispuso a correr al Quinjet, acompañados de Hill y Geneviève, pero no sin antes despedirse de sus seres queridos: Clint y los hermanos Barton del futuro abrazaron a Laura y a los niños, prometiéndoles que volverían pronto; Bruce besó a Betty para luego susurrarle al oído que estaría bien; Tony y Piper aumentaron el campo de fuerza de FRIDAY alrededor de la Torre, conscientes de que sus enemigos podrían atacarla mientras ellos no estaban; y en cuanto a Fury, le deseó buena suerte a todos y contactó con Coulson para avisarle de las noticias.
S.H.I.E.L.D ya no tenía porqué buscar al Romanogers. Esa misión sólo podían realizarla con éxito los héroes más poderosos de la Tierra.
Una vez todo preparado, el arquero y María, sentados en sus respectivos asientos de pilotos, pusieron en marcha los motores y activaron el mapa donde se mostraban las coordenadas de la zona de Alaska en la que se situaba el escondite del enemigo.
Sin embargo, antes de que la nave despegara, Hill observó desde la ventana el lugar en el que se suponía que tenía que estar el segundo Quinjet. El que Barnes cogió, y donde seguramente se había colado Dalia. Probablemente el hombre del brazo de metal ni siquiera sabía que la mutante le había seguido.
Sea como sea, lo cierto es que se dirigían hacia una trampa y ellos lo sabían. La agente de S.H.I.E.L.D sólo rezaba para que su hermana y el soldado estuvieran bien.
No era la única preocupada. Aunque no podía leer mentes como la Bruja Escarlata, Gabe sabía lo que María estaba pensando y, a pesar de que sabía que todos sobrevivirían a la nueva batalla, una parte de él no podía evitar preocuparse por el supersoldado y Shield Woman.
Él tenía la misma misión que los mellizos Rogers, y estaría más que dispuesto a destruir por completo a HYDRA y el KGB si eso significaba salvar a su propia familia.
...
Mientras tanto... en el Quinjet Nº2
Bucky sabía que era un suicidio lo que estaba haciendo.
Sabía que había sido un grave error no haber avisado a los Vengadores de la llamada de Yelena, pero no tenía otra opción. Su mejor amigo y Romanoff estaban en grave peligro y lo único que su mente le repetía una y otra vez era que tenía que salvarles, aunque le costara la vida.
Indirectamente, el secuestro del Romanogers era culpa suya, y creía que todo se arreglaría si se intercambiaba por sus amigos. No se tragaba el cuento de que HYDRA ya no necesitaba al Soldado de Invierno. A pesar de que el mundo entero ya conocía su secreto, la organización continuaba ejerciendo sus planes en las sombras, y si necesitaban matar a alguien sin correr el riesgo de ser descubiertos, el supersoldado era la herramienta perfecta para dicho trabajo.
HYDRA le necesitaba, y si para salvar a su casi hermano y a Natasha tenía que sacrificar su recién descubierta libertad, incluso su propia vida, él estaba más que dispuesto a hacerlo.
Llevaba más de una hora conduciendo el Quinjet y se encontraba en plena zona de nubes negras, señal de que pronto vendría una tormenta. Tenía que darse prisa.
Barnes se encontraba como una piedra en su asiento. Su mirada sólo fija en el frente, salvo cuando miraba el holograma que le indicaba cuántos kilómetros le quedaban para llegar a su destino.
Sin embargo, una parte de él también pensaba, sin poder evitarlo, en la Torre Vengadores. ¿Ya se habrían dado cuenta de su fuga? ¿Habrían oído su discusión con Belova? ¿Estarían intentando comunicarse con él? ¿Dalia... le odiaría por su decisión de marcharse?
Pues claro que sí. Juró que dejaría a un lado su pasado en HYDRA y comenzaría una nueva vida, pero al parecer nadie puede escapar de las pesadillas y los horribles recuerdos, al menos no del todo.
"Eso ya da igual" concluyó en pensamientos. Su única prioridad era rescatar a Steve y Tasha, no pensar en sí mismo de forma egoísta.
Pero de repente, escuchó algo que no eran sus propios pensamientos. Algo que estaba dentro del Quinjet: el sonido casi sordos de unos pasos.
De no ser porque tenía los sentidos más agudizados gracias al suero del supersoldado que le inyectaron hacía décadas, probablemente no se habría enterado.
Él sabía que no podía ser uno de los Vengadores, así que debía ser algún enemigo. Esa debía ser la trampa que Yelena le había tendido.
Con toda la calma y lentitud que podía reunir, se levantó dejando el piloto automático y cargó su pistola. Ocultándose en uno de los extremos de la puerta abierta de la cabina, se preparó para sorprender a quienquiera que fuera el intruso.
Pero tras moverse y mirar al frente, con el arma apuntando velozmente hacia todas las direcciones, no encontró a nadie. Dejando escapar un pequeño suspiro, se dio un momento para tranquilizarse mientras bajaba la pistola.
Hasta que repente...
-Hola, Bucky.
Barnes giró a toda velocidad sobre sí mismo a la izquierda e intentó golpear con su puño de metal hacia la voz que le había susurrado a pocos centímetros de su oreja.
Pero lo que terminó destrozando no fue un rostro humano, sino la pared metálica gruesa del Quinjet. Y el intruso resultó ser la mismísima Dalia Blair, con la espalda y la cara echadas para atrás. Esquivó por muy poco el puñetazo que terminó dejando una marca enorme en la agrietada pared.
-Bonita forma de saludar a una amiga -bromeó la mexicana con una ceja alzada.
El atónito soldado no sabía cómo sentirse exactamente. ¿Aliviado? ¿Furioso? ¿Feliz? ¿Confundido? No tenía ni idea. Simplemente se quedó mirando a su psicóloga como fuera la criatura más rara del universo.
-¿¡Qué demonios estás haciendo aquí!? -preguntó medio gritando.
-¿No es obvio? Ayudarte a salvar a Steve y a Nat e impedir que cometas una locura.
-¿Intentar salvar a mis amigos es una locura? -contraatacó Buck, sacando el puño de la pared.
-No. Lo que es una locura es que te escapes de la Torre y te metas en la boca del lobo como si fuera la única salida para este gran problema.
Entonces, ella sí había escuchado su conversación con Belova. Estupendo, Blair sabía lo que tenía pensado hacer y decidió ir con él. Ahora no sabía si estar agradecido o cabreado por su presencia.
-¡HYDRA tiene a mi mejor amigo y a su novia! Si quieren que vaya a entregarme a cambio de salvarles, lo haré sin la menor duda. Ellos tienen toda una vida que vivir con su familia. ¡Yo no tengo nada que perder!
Shield Woman permaneció en silencio mientras Bucky se desahogaba. Comprendía la impotencia y la rabia del supersoldado mejor que nadie. Ella también se culpó en el pasado por cosas que no pudo evitar, y no iba a permitir que Barnes pasara por lo mismo.
Sólo había una forma de calmar al hombre del brazo biónico... y no sería agradable.
Con valentía y confianza, se acercó peligrosamente al rostro de Buck. Éste, como todas las anteriores veces que estuvieron en una situación como esa, pasó de estar enfadado a muy nervioso.
-Te aseguro que esto va a dolerme más a mí que a ti.
-¿El qué? -preguntó él, con el ceño fruncido de la confusión.
El Soldado de Invierno nunca habría visto venir lo que le dio Dal: un bofetón tan fuerte que le hizo girar toda la cabeza.
La mejilla no tardó en ponerse roja.
-Bueno, a lo mejor te ha dolido más a ti -se limitó a decir la mutante de nivel Omega.
-¿¡A qué ha venido eso!? -exclamó Bucky, recuperándose del shock.
En respuesta a la pregunta, ella volvió a acercarse al todavía anonadado y confuso hombre, pero esta vez estaba completamente seria y hasta un poco furiosa.
-Retira inmediatamente lo que acabas de decir. ¿Que no tienes nada que perder? ¿Y qué hay de Steve y los Vengadores? ¿Qué hay de tus sobrinos del futuro? Ellos vivirán, pero no tendrán una vida feliz porque tú no estarás en ella, ¿me oyes? Que quieres salvar a tus amigos, lo acepto y te ayudaré, pero no permitiré que mueras ni te sacrifiques. No has llegado hasta aquí para morir de esta forma, Barnes. Vales mucho más que eso.
Tras esas palabras, se apartó de él y se dirigió al asiento del copiloto de la cabina. Buck estaba mucho más allá de estar simplemente sorprendido. No había pensado que Dalia actuara de esa manera, ni mucho menos había esperado que mostrara esa fiera determinación en ayudarle.
Todavía no entendía la razón, pero se prometió a sí mismo que lo descubriría. Por ahora, lo importante era llegar a Alaska y sabía que tendrían que hacerlo juntos, le gustara o no.
El supersoldado la acompañó y continuaron el viaje, sin decir ni una palabra.
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