El Inicio del Rescate

Nota: ¡¡¡POR FIN LO TERMINÉ!!!

Este capítulo ha sido el más estresante de toda mi vida, no sólo porque haya tardado literalmente meses en acabarlo debido a mis problemas personales, sino porque me quedé atascada en varias escenas y no sabía cómo seguir adelante. También lamento haber cometido el error de publicarlo por accidente cuando no estaba terminado, viéndome obligada a borrarlo y reescribirlo.

Pero lo he conseguido XD, y he de daros una infinidad de gracias por ser tan pacientes conmigo y no dejar de leer "Los Mellizos Rogers".

En serio, sois los/as mejores <3

Ahora bien... ¿quién ha gritado o ha llorado de la emoción al ver el trailer de Vengadores 4: Endgame?

Yo sí, y es que parece como si hubiera pasado una eternidad desde que vi Infinity War, buscando cualquier información sobre la secuela.

"Todos juntos, de una vez por todas".


El final del viaje se acerca, pero la historia nunca se detendrá, y es porque si el fin existe, también existe un nuevo comienzo... como las futuras generaciones.

Es este pensamiento lo que me animó a inventar una obra de los hijos de nuestros superhéroes favoritos. Espero que otros como yo hagan exactamente lo mismo, o compartan el mismo pensamiento.

Pasando a otras novedades... no sé si estaréis al tanto, pero yo me muero por ver esta película: "Alita: Ángel de Combate", basada en el manga GUNNM, creado por Yukito Kishiro entre 1991 y 1995.

https://youtu.be/ojUPLEwH7Do


Se estrenará el 14 de Febrero de 2019, y como soy una "otaku" (aficionada a los mangas y animes japoneses) no pienso perdérmela por nada del mundo. Os invito a verla también ;)

Y hablando de mangas... Habéis visto en capítulos anteriores que, actualmente, sólo sigo 4 mangas (One Piece, Fairy Tail: La misión de los 100 años, Nanatsu no Taizai, y Eden's Zero), más los animes de Free!, One Piece, y la última temporada de Fairy Tail, estos dos últimos con nuevos openings increíbles.

https://youtu.be/t7xHamn5inQ

https://youtu.be/hA5P15f8i9I


Los amo a todos por distintas razones: a One Piece por ser mi anime de la infancia, a Fairy Tail por sus parejas, a Free! por su emocionante drama y sus "hipnóticos" personajes masculinos, a Nanatsu no Taizai por su originalidad y misterios...

Eden's Zero..., ¿qué puedo decir de él?

Se parecerá bastante a Fairy Tail, pero sé que la historia no será igual, y eso me encanta. Me enganchó desde la noticia de su lanzamiento. Adoro el diseño y la personalidad de sus personajes, y espero que siga sorprendiéndome como cada semana. Como cuando salió esta flipante portada XD


No creo que tenga nada más que decir... ¡Ah, claro que sí! XD

"Larga vida al Rey"...

https://youtu.be/g_HvZI-7aDo


¡Espero que hayáis tenido una feliz Navidad, y disfrutado del próspero Año Nuevo! ¡Qué viva el 2019! ¡Disfrutad del capítulo! ;)

...

Desde su creación, el monte Denali ha reinado sobre las tierras montañosas de Alaska, cercanas al Círculo Polar Ártico, siendo, a su vez, la pieza central del majestuoso Parque nacional y reserva Denali.

A pesar de no encontrarse entre las cien cumbres más altas del planeta, el ascenso a esta montaña es, sin duda, uno de los más complicados, pues, además de estar totalmente cubierta de nieve y puro hielo, también existe el peligro de los gigantescos glaciares que descienden de sus faldas, donde las monstruosas avalanchas son constantes, y las temperaturas extremadamente bajas, llegando a alcanzar los 40º bajo cero, con tempestades que aparecen de la nada y alcanzan una violencia inexplicable.

Si a los despiadados factores de latitud, altitud y climatología se le suma el desnivel de 4.000 metros entre su base y la cumbre, no es necesario ser un genio para hacerse una idea de la casi imposible hazaña que supone el coronarlo. Por una muy buena razón el nombre "Denali" significa "el Grande" en su lengua indígena amerindia original.

Toda esa información fue crucial para los líderes de HYDRA cuando decidieron construir su base secreta en el subsuelo de este enorme monte. No sólo estarían a salvo de las gélidas temperaturas, los destructivos aludes y los animales salvajes como el oso grizzly, sino también del propio contacto humano.

Y, hasta la fecha, el escondite había funcionado a la perfección.

Todas las ventajas que proporcionaba esa guarida fueron suficientes para recibir la aprobación de Víctor Herrman en el plan para secuestrar y encerrar al Capitán América y la Viuda Negra en ese lugar.

Incluso si por algún milagro lograran escapar, sus probabilidades de sobrevivir en el implacable Denali... eran prácticamente nulas.

...

La base secreta tenía cuatro niveles.

El primero, para los laboratorios en los que los científicos analizaban múltiples armas biotecnológicas, listas para utilizar en su guerra contra el mundo (empezando por los Vengadores y S.H.I.E.L.D.), y la computadora central donde los hackers accedían a la información de cualquier aparato electrónico del mundo, incluida la inteligencia artificial de Tony Stark, FRIDAY.

Todas las habitaciones estaban unidas por los lados y formaban diez pisos que se volvían cada vez más estrechos y pequeños a medida que se descendía al siguiente nivel.

Describiéndolo de una forma más sencilla: la primera planta era la representación arquitectónica de una colmena de abejas.

También había un área especial donde agentes y técnicos se encargaban de mantener las reservas de alimentos, armas de fuego o blancas, e incluso un tanque de agua dulce, conectado a un túnel bajo la tierra, en dirección a la "joya de la corona del Denali": el lago Wonder, con una longitud de 6,4 kilómetros y 85 metros de profundidad. 

En el segundo nivel se encontraban los despachos de Herrman, Madame B y Yelena, además de las habitaciones de los segundos al mando de ambas organizaciones, junto con una enorme sala de reuniones, donde los jefes de HYDRA y el KGB podían conversar tranquilamente y tramar sus oscuros planes.

El tercer nivel era un poco parecido al primero, excepto que este era como un cilindro donde uno podía perderse fácilmente por sus interminables pasillos, flanqueados por las celdas, destinadas a los prisioneros que tuvieron la mala suerte de encontrarse con los peores terroristas de la historia.


Y, por último, el cuarto nivel, que consistía únicamente en una sala gigantesca en la que se encontraban los jets y vehículos de asalto, los cuales eran trasladados a la superficie por otro túnel subterráneo que conectaba la base con otra instalación, oculta en la zona más profunda de la cumbre del Denali, completamente invisible para los ojos humanos y las imágenes de los satélites.


Todos los niveles en conjunto estaban conectados unos con otros gracias a un ascensor, altamente custodiado por agentes bien entrenados y armados hasta los dientes, junto con las cámaras de seguridad con sensores de movimiento y visión infrarroja.


Para cualquiera que nunca había visto una base como esa, seguro que pensaría que, más que unas instalaciones, ese lugar parecía una fortaleza de estilo futurista de la que era imposible escapar, y más difícilmente entrar.

Sin embargo, esto último era justo lo que estaban a punto de hacer el Steve Rogers del futuro y el misterioso Vengador que lo acompañaba. Ambos hombres habían estado caminando por el bosque, elaborando el plan de rescate del Romanogers.

Después de que el soldado llamara a Tony, confirmando que los héroes, con ayuda de los Guardianes Vengadores X, habían conseguido librarse de los jets que los perseguían, él y su compañero dieron por iniciada la misión.

...

Dentro de la base secreta de HYDRA

-"¿Qué demonios...?"

Fue el primer pensamiento coherente que articuló Natasha mientras emergía de la neblina oscura que la envolvía.

No tenía ni idea de cuánto tiempo llevaba inconsciente. ¿Minutos? ¿Horas? ¿Días? La verdad es que no le importaba. Sólo quería abrir los ojos y saber lo que estaba pasando a su alrededor.

Siendo espía del KGB, había pasado por situaciones similares, pero en ninguna de esas veces había sentido ni una pizca de temor. Sin embargo, ya no pertenecía a esa vida. Ahora era parte de S.H.I.E.L.D., y más importante aún... de los Vengadores.

A pesar de sentirse débil y mareada, sus recuerdos continuaban ahí, y enseguida recordó sus últimos instantes de consciencia antes verse forzada a quedarse dormida.

La cita en el restaurante... la pedida de mano... el baile con Steve... su apasionado momento en el coche... y después, la bala de la que salió el gas somnífero que los dejó a ella y a su prometido fuera de combate.

Una vez que su mente volvió a funcionar, intentó moverse. Pero como imaginaba, ninguna de sus extremidades respondía a las órdenes de su cerebro. Sin embargo, sí notó que los brazos los tenía por encima de su cabeza, completamente rígidos, y sus muñecas se encontraban sometidas a una increíble presión, tan grande que sintió cómo caía de una de ellas un filo hilo de sangre.

Tomó conciencia de que sus tobillos también se encontraban apretados, y no tardó en percibir que de ellos, igualmente,  estaba sangrando. Además de eso, notó que sus pies no estaban tocando el suelo. Estaba flotando, como una muñeca de trapo atada a una cuerda.

Poco a poco, la realidad fue tomando forma.

Parpadeó varias veces, tratando de acostumbrarse a la luz que venía de encima suya, y amenazaba con cegarla. Cuando sus ojos lograron ajustarse, y todo dejó de darle vueltas, Romanoff inspeccionó su entorno.

Como sospechaba, estaba colgando del techo. Sólo unos 10 centímetros la separaban del suelo, pero para ella, era como estar a 50 metros. Aún así, el mareo se convirtió en el menor de sus problemas en cuanto vio lo que había debajo de sus pies.

Un inmenso charco de sangre "pintaba" gran parte del piso bajo ella. Empezaba a sus pies y desaparecía al otro lado de la enorme puerta de acero macizo que tenía enfrente. Y cuando pensó que esa escena no podía ser más escalofriante, tuvo que tomar la mala decisión de subir la mirada, y ver que la pared de delante y la de su derecha también estaban llenas de manchas rojas, unas más grandes que otras.

No se atrevía a preguntarse si esa sangre era de una o más personas, pero luego pensó que no serviría de nada. Con quienes estaba lidiando eran con HYDRA y el KGB, después de todo.

Tras unos segundos recuperándose del sobresalto, continuó observando la celda.

Sólo podía describirse de una forma: terrorífica. Era oscura, y parecía estar hecha únicamente de hormigón pulido, sin ningún mueble a la vista. Los únicos objetos que había eran las dos lámparas de techo cuya luz se fundía con la que salía de una diminuta ventana en lo alto de la pared que tenía detrás. Esa luz... ¿era natural o artificial?

La Viuda Negra dudaba de la primera opción.


Después de inspeccionar su alrededor, miró su propio cuerpo.

Estaba hecha un desastre, eso sí que no podía negarlo. El hermoso vestido que había estado guardando especialmente para su cita con el Capitán América ya era historia. Ahora no era más que una gran tela negra y sin brillo, cuya única función era cubrir su ropa interior. Sus zapatos de tacón y joyas habían desaparecido, y ya se estaba haciendo una idea de cómo se encontraban su cabello y el maquillaje.

De repente, su mente juntó los trozos restantes de su aturdida consciencia y entró en pánico.

¿Dónde estaba Steve? ¿En qué lugar los habían encerrado HYDRA y el KGB? ¿Cuánto tiempo había pasado desde su secuestro? ¿Los estarían buscando los Vengadores y S.H.I.E.L.D.?

No podía buscar respuesta para las tres primeras preguntas, pero sí estaba más que convencida que sus amigos los estaban buscando, sin importar cuánto tiempo llevaran desaparecidos ella y Rogers.

Ahora, lo único de lo que tenía que preocuparse era en encontrar una forma de liberarse, salir de esa celda y encontrar a su prometido. Después podrían averiguar cómo escapar de dónde fuera que estuvieran. Lo único que la pelirroja quería ahora era estar con Steve. Nada más le importaba. Ni su situación, ni el dolor de cabeza, ni el estado de su cuerpo.

Pero sus esperanzas desparecieron en el instante en que la pesada puerta de acero se abrió, dejando ver a la persona responsable de su secuestro.

Yelena Belova.

En cuanto vio a Romanoff, la rubia sonrió de una forma tan perversa que a la agente de S.H.I.E.L.D. le dieron ganas de escupirle en la cara. Pero sabía que esa opción no le haría ningún bien ni le daría las respuestas a sus preguntas.

Pero empeorar aún más las cosas, Belova traía compañía consigo: unos veinte soldados, cada uno portando un fusil, tres o cuatro pistolas, y cuchillos repartidos por todos sus uniformes.

Con paso firme, los hombres la rodearon como tiburones analizando a su presa antes de abalanzarse sobre ella. Caminaron con la mirada fría y ausente de emociones, como auténticos robots, hasta que formaron un gran círculo a su alrededor, robándole sus probabilidades de buscar alguna escapatoria. Si de alguna manera conseguía salir de allí, lo más seguro es que lo haría dentro de una bolsa de cadáveres.

El único hueco libre del círculo fue ocupado por Yelena, justo enfrente de Natasha.

-¿Sigues dormida, Natalia? -se río la jefa del KGB mientras tomaba con fuerza el mentón de Romanoff, obligando a esta a mirarla a los ojos.

El brusco movimiento provocó un tirón en su cuello y el repugnante sonido de las vértebras cervicales al crujir. Otra prueba que demostraba que llevaba mucho tiempo inconsciente en aquella postura.

Y cuando Tasha pensó que la recuperación de su mareo y el crujido de su cuello eran más que suficientes para despertarse, de repente sintió en su costado izquierdo un dolor inexplicable que le hizo temblar incontroladamente, seguido por el sonido de la electricidad.

Belova la había electrocutado.

-¿Mejor ahora? -continuó con su enfermiza sonrisa mientras le mostraba su instrumento de tortura: una pistola paralizante- Esta preciosidad no tiene suficientes voltios como para matarte, pero hace un buen trabajo dejándote fuera de combate. ¿No es genial?

-¿Dónde está él? -gruñó la Viuda Negra, recuperándose poco a poco. No estaba de humor en absoluto para los juegos de Yelena.

Por desgracia, en lugar de una respuesta, la pelirroja recibió otra sacudida eléctrica por todo su cuerpo, esta vez con su vientre como punto de iniciación.

-Vuelve a interrumpirme y la próxima descarga será entre tus ojos -murmuró muy cerca de su oído.

Aquello la hizo estremecerse, como si hubiera sido un grito ensordecedor. Pero la estoica Vengadora no se dejaría intimidar. En todos sus años como espía, tanto del lado bueno como del malo, jamás había permitido que sus emociones la dominaran, y no iba a comenzar ahora. Haría falta algo mucho más aterrador que una pistola paralizante y unas palabras escalofriantes para ponerla nerviosa.

Sin embargo, su ex compañera de la Sala Roja también lo sabía. Era consciente de que sus amenazas no servirían de nada con Romanoff. Pero nadie, ni siquiera una superheroína, estaba libre de tener un punto débil, y la jefa del KGB conocía perfectamente el de Nat.

-No estás en condiciones de preguntar nada, mi querida Natalia. Pero ya que sobreviviste a nuestro último encuentro en Moscú, me saltaré el "protocolo" de ser yo la que haga las preguntas.

Tasha no tardó en recuperarse y volver a alzar la cabeza. No sabía qué demonios le habían hecho a Rogers, pero rezaba que, fuera lo que fuera, el supersoldado podría soportarlo y seguir vivo. Necesitaba desesperadamente que así fuera, porque de lo contrario, no sabría cómo seguir adelante, teniendo el recuerdo de la muerte del hombre al que amaba enterrado en lo más profundo de su memoria. Ya sentía demasiada culpa por los pecados de su pasado, con los fantasmas de sus antiguas víctimas atormentándola día y noche.

De ninguna manera podía perderle a él después de todo el dolor y las dificultades que tuvieron que pasar. Ni la vida ni el destino podían ser así de crueles.

-Conoces la frase... "tan cerca y a la vez tan lejos", ¿verdad, vieja amiga? -la siniestra voz de Yelena la sacó de sus pensamientos, sólo para traerla de vuelta a la injusta realidad- Bien, porque quiero que sepas que tú y tu hombretón sois la viva imagen de ello.

Antes de poder evaluar aquellas palabras, Belova sacó de un bolsillo de su chaqueta un mando y pulsó el botón del centro. De repente, la pared a la izquierda de la pelirroja se levantó... y su peor pesadilla apareció ante sus ojos.

Steve, medio inconsciente, sentado en una silla de metal y encadenado de los pies hasta el cuello por cadenas de acero, ancladas al piso. A su alrededor había diez agentes bien armados... y Madame B, apuntándole con una pistola a la sien.

Al ver la reacción de pánico en Natasha, la ex instructora de la Sala Roja sonrió sombríamente, caminando hacia ella, y dejando que Yelena ocupara su lugar.

Una vez a su lado, Romanoff luchó por recuperar la compostura y no dejar que el terror invadiera su mente, porque eso era justo lo que esas locas psicópatas querían. Sin embargo, era más fácil decirlo que hacerlo, puesto que, en ese momento, no le importaba lo que le pasara. Su único pensamiento era rezar para su prometido estuviera bien.

No le prestó atención a su ex maestra, hasta que esta hizo un movimiento que la enfureció a más no poder: iba a tocar su anillo de compromiso.

Ya que no había manera de impedírselo, ni con las manos, ni con los pies, ni siquiera con un cabezazo, sólo que quedaba una cosa por hacer: escupirle en la cara.

Lo logró, y mientras la vieja se limpiaba pacientemente la mejilla manchada de saliva, Tasha le gruñó como un animal salvaje:

-Tócalo... y te mato.

-¿Tocar el qué, querida Natalia? -se rió la mujer de forma macabra- ¿Ese precioso anillo... o a tu amado soldado?

Su risa vino acompañada del sonido que hizo Belova al levantar bruscamente la cabeza de Steve, para obligarle a ver el estado en el que se encontraba su novia. Él ya estaba casi consciente de lo que ocurría a su alrededor, pero todavía le costaba concentrarse en un punto fijo. Fuera lo que fuera que le habían inyectado cuando fueron secuestrados, estaba provocando que el suero del supersoldado ralentizara su curación.

Necesitaba recuperarse rápidamente, encontrar la manera de salir de sus ataduras, acabar con todos los que estaban en esa celda, y sacar a Natasha de ese infierno.

De pronto, su mirada conectó con la de su prometida. Sabía que estaba pensando lo mismo que él, que haría lo que fuera por ayudarle a escapar de allí. Por desgracia, su esperanza no sería suficiente, teniendo en cuenta que estaban rodeados de enemigos que podrían matarles en cualquier momento, y no tenían ni idea de dónde estaban.

-¿Es que no has aprendido nada, Natalia? -habló de repente Madame B, con una mirada de falsa inocencia- ¿En verdad pensabas que lograrías escapar de tu pasado? ¿Que vivirías una vida larga y feliz junto a tu nueva "familia"? Qué tan bajo has caído, pequeña.

La líder del KGB continuó el tortuoso discurso mientras colocaba de nuevo la pistola en la sien del soldado.

-La venganza perfecta contra tu peor enemigo no es causar su muerte inmediata, sino hacerle sufrir destruyendo todo lo que ama, y dejarle vivir en tormento constante, recordando día y noche, a cada segundo del resto de su vida, que fue incapaz de hacer algo al respecto.

-Y eso es justo que lo que haremos nosotros -dijo sombríamente la mujer mayor, acariciando la mejilla de Tasha, quien intentó alejarse del toque- Yelena se llevará al capitán Rogers a un lugar donde ni los Vengadores ni S.H.I.E.L.D. podrán encontrarle. Y, en cuanto a ti, vendrás conmigo. Te llevaré al lugar al que siempre has pertenecido, mi Natalia. Tu auténtico hogar.

La pelirroja se estremeció de pánico al escuchar esas últimas palabras. Sabía perfectamente a qué se refería su ex maestra.

¡Quería llevarla de vuelta a la Academia de la Sala Roja! ¡Ni en un millón de años iba a volver a ese infernal manicomio de homicidas! ¡Antes muerta que eso!






Mientras tanto, en la sala de mandos del primer piso...

Los agentes y técnicos del área especial de almacenaje estaban muy tranquilos por cómo iban las cosas, pero también estaban alerta, ya que no pasaría mucho tiempo hasta que tuvieran noticias de los Vengadores o S.H.I.E.L.D.


En cuanto llegaran, tendrían que desalojar todo el lugar, sin dejar evidencias de su estancia allí. Seguramente descubrirían algo que les diera alguna pista sobre el paradero de los líderes de HYDRA y el KGB, pero tenían cautivos al Capitán América y la Viuda Negra, por lo que confiaban en tener la suficiente buena suerte como para salirse con la suya.

Sin embargo, no estaban preparados para lo que pasó en ese preciso momento.

En cuestión de segundos, toda el área, los materiales, e incluso las personas, terminaron completamente atrapadas dentro de puro hielo... literalmente.

Y no fue por culpa de algún termostato gigante, ni las gélidas temperaturas de la superficie, sino por un hombre enmascarado, vestido totalmente de negro, que apareció de la nada y, en un abrir y cerrar de ojos, congeló todo el lugar mientras volaba sobre una "pista de patinaje" creada por él mismo.


Nadie reaccionó a tiempo, ni tampoco en la sala de control pudieron activar la alarma. ¿Y los que se dieron cuenta del peligro e intentaron huir? Tampoco llegaron muy lejos.


El desconocido se deslizó por el suelo, observando su obra, sonriendo a través de su máscara.

-¡Vía libre! -exclamó al aire, aunque sí estaba llamando a alguien.

Ese alguien no era otro que Steve Rogers del futuro, quien, con la ayuda de su traje y su casco, salió del tanque, mimetizándose con el agua. Esta había salido ilesa de la congelación, gracias a que el enmascarado tuvo mucho cuidado de no tapar la zona de entrada de su amigo.


Una vez fuera de allí, el líder de los Vengadores se dirigió hacia él.

-Una infiltración perfecta, aunque sea sólo la punta del iceberg.

-¿Mis oídos me engañan, o acabo de escuchar al Capitán América comparando un cubito de hielo gigantesco con mi poder? -se rió el Vengador, mientras caminaban entre las estatuas de hielo, que antes eran los terroristas genocidas.

-Tony es el que disfruta del sarcasmo, yo no -contestó el supersoldado, pasando rápidamente del humor a la seriedad.

Era cierto que su entrada a la base de HYDRA había sido un éxito, pero aún les quedaba mucho por hacer.

En cuanto salieron del área, se dirigieron hacia el ascensor de cristal que los llevaría al piso donde se encontraban atrapados el Romanogers del pasado. Por desgracia, la tranquilidad se esfumó en cuanto saltó la alarma de "Alerta, intrusos". Seguramente, los encargados de las cámaras de seguridad los habían detectado, e inmediatamente dieron el aviso.

Bueno, ya era tarde para volver atrás, pero no estaban preocupados, pues sabían con absoluta certeza que su misión sería un éxito. Después de todo, si el capitán estaba allí, sólo podía significar que su yo del pasado y la futura señora Rogers seguían vivos.

Nada más llegar al ascensor, se detuvieron y se voltearon, escuchando los pasos de los agentes, corriendo hacia ellos y portando toda clase de fusiles, listos para ser disparados.

Lástima por ellos, porque iban a enfrentarse a dos de los Vengadores más poderosos del futuro.

Ambos compañeros se miraron y, aunque no podían verse por culpa de sus cascos y máscaras, sabían que estaban sonriendo mutuamente. De repente, y antes de que los mercenarios supieran lo que estaba pasando, los héroes les dispararon al unísono con sus respectivas armas: una pistola ametralladora por parte del Steve, y pequeñas lanzas de hielo, saliendo de la palma de la mano derecha del desconocido.

Las pocas balas que los agentes de HYDRA y el KGB pudieron disparar, fueron directamente hacia el ascensor de cristal, rompiéndolo en pedazos. Los intrusos aprovecharon la oportunidad, y saltaron hacia el vacío, hasta llegar al último nivel.


De vuelta en la celda de Rogers y Romanoff...

Yelena y Madame B continuaban carcomiéndole la mente a Natasha, con sus palabras y más descargas eléctricas, mientras que Steve seguía intentando romper las cadenas a la fuerza bruta, pero no servía de nada. Sus mareos aún no habían desaparecido, y ni siquiera podía gritar o decir algo para que dejaran en paz a su novia.

Podía ver cómo la fuerza de voluntad de la Viuda Negra se apagaba en sus ojos, y eso le hizo sentirse más inútil e impotente de lo que nunca antes había estado.

Sólo quería que esa pesadilla terminara... y su deseo se hizo realidad.

Sin previo aviso, la alarma saltó, resonando contra las paredes de aquella maldita prisión. Y, por las caras de confusión de los agentes, y las de furia de las rusas, el supersoldado sabía que no era algo planeado.

La esperanza que había estado a punto de perder se iluminó de nuevo.

¡Sus amigos los habían encontrado! No tenía ni idea de cómo consiguieron localizarles tan rápidamente, pero estaba feliz de que llegaran justo a tiempo.

La iracunda Belova gritó a cinco de sus hombres, ordenándoles que fueran al primer nivel a ver lo que estaba pasando.

Por desgracia para ellos, ya era demasiado tarde.

En cuanto la enorme puerta de acero se abrió, apareció delante de ellos el Vengador enmascarado, quien creó una daga de hielo en un segundo.


Y, moviéndose más veloz que un rayo, cortó las gargantas de todos los agentes de la celda. Estos, antes incluso de saber lo que acababa de pasar, ya se estaban muriendo, cayendo como moscas, en el piso ya lleno de sangre.


Yelena, al darse cuenta del peligro que corría, intentó convertirse en fantasma, pero el hombre apareció como por arte de magia detrás de ella y la agarró fuertemente por la nuca, lanzándola contra la pared de hormigón, destruyéndola por completo.

Luego, se dirigió hacia Rogers, congelando las cadenas con un solo toque, resquebrajando el acero. Se volvieron tan frágiles, que el supersoldado no tuvo que usar mucha fuerza para romperlas.    

Una vez libre, quiso ir junto a Natasha, pero se detuvo en seco al ver en un rincón a la pálida Madame B, horrorizada por lo que acababa de presenciar.

Era una vista tan patética que le habría resultado divertido, pero en lugar de eso, le enfureció aún más y fue a por ella, levantándola de un tirón por el cuello de su traje.

La ex maestra de la Viuda Negra, todavía asustadiza, trató de fingir valor y una enfermiza risa salió de sus labios, mirando directamente al Vengador.

-¿Va a golpear a una mujer desarmada? Ese no es su estilo, capitán.

Sus palabras sólo incrementaron la ira de Steve, pero no iba a darle a esa arpía el gusto de caer en sus artimañas. En vez de eso, recordó un momento muy importante de su pasado que, sorprendentemente, se parecía mucho a ese.

Ocurrió el día que él y Nat, junto con Sam, habían descubierto los planes de HYDRA, aún escondida en S.H.I.E.L.D., a través de un "interrogatorio" bastante divertido que le hicieron a Jasper Sitwell, tirándolo de un edificio para luego volar gracias a Falcon.

Ahora, dos años después de aquello, muchas cosas habían cambiado, especialmente en su relación con Romanoff. Ya no eran sólo amigos y compañeros de batalla, sino una pareja que se amaba y querían crear un futuro propio. Para lograrlo, debían ser libres, estar juntos como el equipo perfecto que habían sido desde que se conocieron, pero HYDRA y el KGB se les habían metido en medio en numerosas ocasiones.

Era la hora de vengarse.

Su agarre no se suavizó, pero su voz sí cuando habló:

-Es verdad. No golpeo a mujeres... -Madame B, creyendo que iba a dejarla ir, se calmó. Qué equivocada estaba. No se esperó para nada que el Capitán América le asestara un buen puñetazo en el estómago, quitándole todo el oxígeno de los pulmones. Apenas pudo escuchar lo que le decía Rogers cuando comenzó a caer en la inconsciencia- Pero usted es la excepción, por haber hecho del pasado de Natasha un infierno. Usted no es una mujer... es un monstruo.

Dejándola caer como un peso muerto, el soldado corrió hacia su destrozada prometida, acunándola cuidadosamente en sus brazos mientras veía cómo el desconocido que los había salvado curaba sus heridas con... ¿magia?

Nadie en su familia de superhéroes, o de S.H.I.E.L.D. (que él supiera), tenía ese poder, a menos que fuera uno de sus sobrinos del futuro. Pero, de ser así, ¿por qué llevaba una máscara, si no había nadie a su alrededor, salvo las inconscientes rusas?

Otra pista que le decía que era alguien a quien nunca había visto antes, era su traje, semejante a una armadura de cuero. Consistía en un abrigo largo con cuello cerrado, cremallera y correas con hebillas metálicas; pantalones militares, y un par de botas de combate.


Todo de color negro, lo que le daba un aspecto de lo más gótico, incluyendo el sable que llevaba atado a la espalda, similar a una katana japonesa.

Su máscara era igualmente negra, unida a una especie de casco con visera, haciendo imposible el esfuerzo de averiguar quién se escondía dentro de ella.

El sonido de la respiración estable de Tasha le sacó de sus confusos pensamientos. Bajó la mirada, encontrándose con la de su novia, mareada pero viva.

-Steve...

-Estoy aquí. Tranquila -le murmuró, calmándola.

Podía entender el miedo que había sentido cuando le vio preso en esa silla, por no hablar de la tortura física a la que la sometieron Yelena y Madame B. Necesitaba un minuto para recuperarse.

Mientras ella aclaraba su mente, su atención regresó al enmascarado.

-¿Quién eres?

Él contestó a su pregunta, pero en un idioma que no pudo reconocer.

-Prieteni, vrem să te salvăm. (Amigos, venimos a salvaros.)

Con suficiente mejora, Romanoff se incorporó poco a poco, aún apoyándose en el rubio. Ella sí conocía el lenguaje que había empleado ese hombre, y estaba igualmente confundida.

-¿"Venimos"?

El misterio de sus palabras quedó casi resuelto cuando, sin previo aviso, la puerta de acero de la habitación, la cual se había cerrado automáticamente cuando el desconocido mató a los agentes, volvió a abrirse.

El Romanogers jamás se habría preparado para lo que estaban viendo, especialmente Steve.

-Hola, mi yo del pasado.


¡El recién llegado era el Capitán América del futuro!

El supersoldado del presente no daba crédito a lo veían sus ojos. Exceptuando la ropa negra y la barba de tres días, era perfectamente su gemelo. La pelirroja estaba igual o incluso más sorprendida que su prometido.

Sonriéndoles, echó un vistazo a la celda, viendo los agentes muertos y las mujeres KO. Por desgracia, antes de que pudiera saludarles correctamente, el cuarteto oyó sonidos de pasos corriendo en los pisos superiores.

-Cred că ne-am sunati prea multă atenție acolo sus. (Creo que hemos llamado demasiado la atención allá arriba.) -dijo el desconocido, levantándose.

Asintiendo de acuerdo con su compañero, Steve del futuro se dirigió a la pareja.

-Dejemos las explicaciones para otro momento. Ahora, nuestra prioridad es sacaros de aquí.

Con los pasos acercándose cada vez más a su ubicación, los Vengadores del futuro se pusieron manos a la obra con la huida. El enmascarado tocó una de las paredes, congelando toda la habitación en un instante, creando en el proceso un muro de hielo en la puerta, donde ya se vislumbraban las siluetas de los agentes que corrían hacia ellos.


A punto de preguntar cómo pretendían sacarlos de allí, el Romanogers se encontró de repente a las afueras de la base, pisando la fría nieve, con abrigos de pelo en los hombros y botas calientes, artículos que no tenían ni idea de dónde habían salido.

La respuesta era simple, y demasiado compleja de explicar al mismo tiempo: el compañero del supersoldado del futuro los había teletransportado a la superficie en una milésima de segundo.

Todavía atónitos por lo que acababa de ocurrir, quisieron respuestas por parte de su aliado, pero este los interrumpió, acercándoles un papel enrollado.

-Ia asta. (Toma esto.) -dijo, entregándoselo a Rogers y mirando a Nat, pues era la única que entendía su lengua- Este o hartă a muntelui, bazată pe locația acestui loc. Urmați calea până când ajunge la o colibă ​​ranger. (Es un mapa de la montaña, en base a la localización de este lugar. Seguid el camino hasta llegar a una cabaña de guardabosques.)

Mientras el rubio desenrollaba el papel, el Vengador desconocido se giró para regresar al escondite de HYDRA y el KGB, seguramente a ayudar al capitán del futuro.

-¡Espera! -le llamó Romanoff, haciendo que se parara- ¿Quién eres?

No era que desconfiara de ese hombre, puesto que era un amigo de su futuro marido, y el que los salvó de sus enemigos en aquella cámara de tortura, pero necesitaba saber quién era en realidad para poder agradecérselo.

El hombre no podía revelar su verdadera identidad aún, pero sí era libre de decir la clase de persona que había sido.

-Eu sunt omul care a comis cele șapte păcate mortale.

La Viuda Negra se quedó por un momento de piedra, antes de verle desaparecer ante sus ojos. Rogers, más confuso que antes, y todavía preocupado, le preguntó:

-Nat, ¿qué es lo que ha dicho?

Ella le miró por unos segundos, antes de responder, sin entender por qué le temblaba la voz.

-Hablaba en rumano. Lo que dijo fue: "Soy el hombre que cometió los siete pecados capitales".

...

De nuevo en la celda...

Yelena acababa de despertarse, pero dudaba que la conmoción desapareciera tan rápido como apareció.

No tenía ningún sentido. Ella era un fantasma, revivida por la mocosa mutante, Grace Bellerose. Era imposible que estuviera sintiendo un dolor físico tan fuerte como aquel. Incluso si no estaba en su forma espectral, el golpe no debería haberla dejado fuera de combate.

Para cuando se levantó, tambaleándose y con la vista aún borrosa, casi entró en cólera al ver a su ex maestra inconsciente, todos sus hombres muertos... y a los malditos enmascarados de ropa negra delante de ella, seguramente sonriendo a través de sus respectivas máscaras.

Natalia y el Capitán América no estaban a la vista, lo que no comprendía en absoluto. ¿Cómo habían escapado en tan poco tiempo, y dónde demonios estaban?

Demasiadas preguntas se arremolinaban en su mente, pero ahora mismo, sólo había una cosa de lo que sí estaba segurísima: ¡Iba a matar a quienes se habían atrevido a interponerse en su venganza contra su ex compañera y el líder de los Vengadores!

-Con que queréis jugar, ¿eh? -gruñó, insinuando una sonrisa sombría, pensando en todas las formas en que haría sufrir a esos bastardos- Pues a jugar.


Sintiendo cómo su interior se convertía en polvo y su exterior se volvía etéreo y gris, la líder del KGB transformó su magullado cuerpo físico en el alma de un fantasma terrenal.


Una vez recuperada y preparada para atacar, los Vengadores del futuro, ignorando los disparos y golpes de la puerta convertida en un muro de hielo, también arreglaron sus posturas.

-Play? Desigur, dar o vom face cu regulile noastre. (¿Jugar? Por supuesto, pero lo haremos con nuestras reglas.) -dijo el hombre que asesinó a sus mercenarios.

Sin perder más el precioso tiempo, los tres se abalanzaron al ataque.





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