Capítulo 27.
El lunes temprano, todos en el instituto se quedaron impresionados al ver una limosina estacionada delante de la entrada. Volteaban a verla con curiosidad.
—¿Es de los Quintana? —Murmuraban algunos.
—Me parece que no, ellos son exagerados pero no tanto.
—¿Y si lo son?
—No, ellos acaban de llegar en el auto de Erick, están dirigiéndose a la entrada.
Los mellizos también dirigieron una mirada de curiosidad a la limosina, pero en seguida dejaron de verla cuando Amanda se acercó a ellos para saludarlos. Iban a retomar su camino pero, al escuchar muchas exclamaciones y halagos, no pudieron evitar voltear. Vieron, junto con sus otros compañeros, a la persona que se bajaba de la limosina. Los Quintana junto con Amanda se sorprendieron de ver que Vanesa, la chica que se habían encontrado en el partido, fuera la que se bajara de la limosina.
—¡Eva! —Exclamó al verla. Ella fue hacia Vanesa con paso rápido.
—Hola, Vanesa. ¿Qué haces aquí?
—Solo vine a entregarte tu celular. —Le extendió el aparato—. Lo olvidaste en el partido.
—Oh, gracias —dijo con sinceridad. Ella lo había dado por perdido—. ¿En serio viniste hasta aquí solo para traerme mi teléfono? —Preguntó asombrada.
—Sí —le sonrió.
—¡Eres un ángel!
—Aww, gracias... Por cierto, ¿cómo está tu novio? —Preguntó con preocupación.
—Está bien, solo me falta saber los resultados que le hicieron en un estudio.
—Vas a ver que todo saldrá bien —le sonrió.
—Gracias, Vanesa.
Las chicas se despidieron y Eva volvió con su hermano y Amanda, que no habían dejado de verlas, al igual que todos los chicos que se encontraban allí.
—¿Qué te dijo? ¿A qué vino? —Preguntó Amanda.
—Vino a entregarme mi celular —sonrió.
—¿En serio? —Preguntó Erick.
—¡Es un ángel! —Exclamó Amanda—. Mínimo dime que le pediste su número, ¿cierto?
—¿Qué? —La miró raro—. ¡No!
—¿Por qué no le pediste su número?
—Sí, Eva —concordó Erick—, ¿por qué?
—Cállense.
***
Mientras tanto, dentro el salón de clases, todos hablaban acerca del accidente del sábado. Jaime, que había ido al partido, les estaba contando todo con detalle a Carlos y a Silvia.
—Y luego el estúpido de Federico lo dejó caer, si vieran el azotón que se dio, ¡madrazón! De milagro sigue vivo...
A pesar de que Federico se encontraba al lado de él y le estaba dirigiendo una mirada de odio, el chico lo ignoró y siguió contando.
—¡Qué mal! —Exclamó Carlos preocupado.
—Sí, bueno, quizás sea el karma por todo lo que te hizo.
Carlos frunció el ceño.
—¿Es en serio? ¿No puedes guardarte ese tipo de comentarios ni siquiera en una situación así? —Lo regañó.
Jaime vio a Silvia, buscando su apoyo, pero la chica lo miró mal y negó con la cabeza.
—¿Qué?
—Esperemos que todo salga bien —murmuró el castaño, acomodándose los lentes.
En ese momento Carlos sintió que le aventaron una hoja de papel arrugada. Volteó hacia la persona con molestia y enfocó a Federico.
—Perdón, Carlos, no era para ti, era para el otro imbécil.
—¡Ja, no me diste! —Se burló Jaime.
Federico lanzó otra bola de papel pero le cayó a Silvia. La rubia volteó a verlo con el ceño fruncido.
—¡Perdón, Silvia! ¡Era para el imbécil ese!
—¡Qué mala puntería tienes! ¡Y eso que juegas basquetbol! Por eso andas tirando a tus amigos al suelo.
—¿Quieres pleito, imbécil? —Federico se levantó de su asiento.
Jaime tragó grueso y se arrepintió de sus burlas.
—Federico, cámate, pofavo.
—Ahora sí, ¿verdad?
Mientras su amigo se excusaba de sus tonterías, Carlos se levantó para tirar la basura en el bote. En el momento en que volteó para dirigirse a su asiento, tropezó con alguien. Tragó grueso cuando se alejó y vio que la persona con la que había chocado era Eva, pues tenía la idea de que la chica lo odiaba.
—Lo siento —murmuró.
—No hay problema —respondió ella con voz cansada.
Carlos la miró bien. Se veía apagada, pálida y ojerosa. Había notado que últimamente la chica no lucía muy bien, pero en ese momento se veía peor que cualquier día anterior. No había rastro de la chica osada y fresca de la cual quedó impresionado hasta no hacía mucho. Se hizo a un lado para que pasara, cosa que ella hizo. No pudo evitar sentirse mal por su exnovia, sabía que no la estaba pasando nada bien.
—Amm... Eva.
—¿Sí? —Volteó a verlo con curiosidad.
—Solo quiero que sepas que si hay algo en lo que pueda ayudarte, con mucho gusto lo haré.
La chica le sonrió levemente.
—Eres un buen chico, Carlos.
—Gracias. —Le devolvió la sonrisa.
***
En la primera hora de clases, Eva estuvo nerviosa todo el rato. Esperó a que Víctor llegara pero no lo hizo, además no podía marcarle porque su celular estaba descargado. «¿Y si pasó algo malo?» pensó. «¿Por qué no llega?». En la segunda hora volteó esperanzada cuando escuchó que abrían la puerta del salón, pero al ver que la persona que entraba era Ximena, se desanimó.
En la tercera hora ya no aguantó, así que pidió permiso para salir.
—Profesor —levantó la mano—, ¿puedo salir?
El profesor, al verla afectada y sabiendo el motivo por el cual estaba así, le dio permiso, total, de por sí no estaba poniendo atención. La chica salió del salón para ir al de Erick. Una vez allí tocó la puerta y le dijo al profesor que necesitaba hablar con su hermano. El maestro le dijo a Erick que saliera, cosa que él hizo. Una vez que estuvo frente a Eva, la miró con atención.
—¿Qué pasa?
—Préstame tu auto.
—¿Para qué? —Frunció las cejas.
—Quiero ir a ver a Víctor. No sé nada de él y me estoy volviendo loca.
Erick la miró con fijeza.
—No te voy a prestar mi auto...
—¡Erick! —Se quejó.
—Mira en qué estado estás —le dijo—. Estás muy nerviosa. Incluso tiemblas.
—Por favor, no tengo tanta práctica pero sí sé manejar, siempre lo hago con cuidado —insistió.
—Yo te llevaré.
—No es necesario.
—Si no dejas que te lleve, no vas.
—Está bien. —Terminó aceptando.
—¿Irás a su casa o al hospital?
—Pensaba en ir al hospital primero, y si no lo encontraba, iría a su casa. Por eso no quiero que me lleves, no quiero entretenerte.
—Bah, no te preocupes, de por sí no estoy haciendo mucho.
—Deberías estar aprendiendo.
—Tú también, pero aquí estás.
Eva le sonrió y le dio una palmadita en el hombro.
—Gracias.
Se dirigieron al portón de la escuela.
—¿Qué le diremos al portero? —Preguntó Eva.
—Tú déjamelo a mí, él es mi amigo. Siempre me hace el paro y me deja salir —sonrió con suficiencia. Se dirigió hacia el portero mientras Eva se quedaba esperando la señal de su hermano.
—¡Eva! —Escuchó que la llamaban. Volteó hacia la persona y vio a Ximena, que venía acercándose a ella con paso rápido.
—¿Qué pasa, Ximena? —Preguntó cuando la chica estuvo frente a ella.
—Víctor está bien, está en su casa, de seguro no vino porque no se le antojó pero no porque tenga algo grave. Ayer la señora Mildred llamó a la casa y nos avisó que en la tomografía todo salió bien. Habló conmigo, dijo que ella y Víctor te estuvieron marcando pero no contestaste, mandaba directo al buzón, así que me pidió que te avisara... Te iba a decir en el receso, pero al ver que saliste imaginé lo que pretendes hacer... De ser su novia, yo también habría hecho lo mismo.
—¡Me hubieras avisado antes! —Le reclamó—. ¡Me estaba consumiendo en mi preocupación!
—Como lo habrás notado, llegué tarde y el profesor de la tercera hora entró muy rápido. No iba a interrumpir la clase sólo para darte un aviso. Incluso tuve que pedir permiso de ir al baño para venir a decirte esto.
—Ah. Gracias, Ximena.
La castaña se dio la media vuelta pero antes de dar siquiera un paso, Eva la detuvo.
—Ximena, espera.
—¿Qué? —De nuevo volteó para quedar frente a ella.
—¿Desde hace cuánto tiempo Víctor y tú son amigos?
Ximena alzó una ceja al escuchar su pregunta, sin embargo aun así respondió.
—Nuestros padres son amigos desde antes que naciéramos, así que desde que estábamos en pañales... Toda la vida, se podría decir —agregó.
—Deberías volver a ser su amiga. Él te estima. De hecho no sé por qué el sábado te fuiste con Ariana sin avisar. Víctor estuvo preguntando por ustedes después de hablar conmigo. No nos habríamos dado cuenta de que se fueron de no ser porque Erick nos avisó. Víctor se puso triste al escucharlo, aunque ya no dijo nada al respecto.
Ximena se sintió culpable al escuchar eso.
—Sé que lo quieres más que un amigo, siempre lo supe —aceptó—. Pero no sería justo que una amistad de años terminara porque no correspondió tus sentimientos de otra forma. Él te quiere y lo sabes, puede que de manera diferente a la que esperabas, pero aun así lo hace. Y uno no sabe qué tiempo va a tener a las personas que quiere, así que hay que aprovecharlas.
La castaña sonrió con tristeza. Sus ojos se llenaron de lágrimas pero se las limpió en seguida.
—Tienes razón. Hablaré con él.
Las dos chicas se miraron y se abrazaron.
—Ay, Eva —dijo Ximena con un tono que era una mezcla de risa y llanto—, siempre te odié.
—Y yo a ti —sonrió con sinceridad.
—¡Qué lindo! —Exclamó Erick con sarcasmo—. ¿Ya nos vamos?
—¿Qué escuchaste? —Le preguntó Eva.
—Lamentablemente lo más cursi.
Ximena rodó los ojos y se volteó.
—Nos vemos, mellizos Quintana.
—Hasta luego, Ximena —respondió Eva—. ¡Vámonos! —Le dijo con determinación a su hermano.
Ya era hora de que esas dos se contentaran :3
Me da mucha nostalgia porque estamos en la recta final :'D ya casi termina... Pero luego recuerdo que faltan dos libros más y se me pasa xD
Espero que les haya gustado el capítulo, recuerden votar y comentar.
Nos vemos, y ya saben, si quieren pueden agregarme a Facebook o seguirme en Instagram, en el primero estoy como Diana C Fdez y en Ig como dianacoutinofdez
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