Capítulo 23.

Al siguiente día, Erick llegó a la escuela junto con su hermana. Mientras Eva estaba sacando unos libros de su casillero, el chico estaba al lado de ella recargado en el suyo.

—Apúrate, tardas mucho.

—¿Quién te pidió que me esperaras? —Dijo ella. Como todavía tenía tiempo, decidió acomodar un poco sus cosas.

—Estoy esperando a Amanda.

—Pégame por preguntona.

—Mmmm —masculló—. Mira, eso te puede interesar.

Eva volteó hacia donde su hermano le indicó y vio que Carlos y Silvia llegaban de la mano. Pasaron junto a ellos sin prestarles atención. La chica frunció el ceño.

—Tal para cual, son igual de idiotas —murmuró ella, regresando la vista a sus libros.

—Ya, no seas ardida —se burló Erick.

—Ariana una vez me dijo que una vez que salieron te embriagaste tanto que terminaste embarrado con tu propio vómito.

Erick se ruborizó visiblemente.

—Ariana chismosa —farfulló.

Eva rio con fuerza.

—No me dijo nada de eso, lo inventé, pero al ver tu reacción puedo ver que sí es cierto.

—¡Cállate!

—Qué asco, yo que ella te hubiera dejado ahí tirado. ¿Cómo te aguantó tanto?

Erick se alejó de ella. Caminó hacia su salón y unos minutos después entró Amanda. Él se acercó a saludarla pero vio que la chica lucía triste.

—Amanda, ¿qué pasa?

—Nada —le sonrió con tristeza.

—Vamos, dime. ¿Tiene que ver con tus padres? —Le susurró. Ella negó con la cabeza—. ¿Entonces?

—El día de ayer me encontré a Felicia. Iba con su novio e hizo como que no me vio —explicó—. Sé que es estúpido pero todavía me afecta.

Erick la miró con atención sin decir nada.

—Es que no lo puedo entender.

—¿Qué?

—¿Por qué tuvo que usarme? Si ella quería experimentar, está bien, pero me hubiera dicho la verdad. ¿Para qué dejó que me ilusionara? —Musitó—. No lo entiendo. Lo único que me dejó ver es que es una persona sin consideración ni empatía.

Erick bajó la mirada mientras reflexionaba sus palabras.

—¿Qué quieres que te diga? Yo soy el menos indicado para juzgarla —aceptó, metiendo las manos en sus bolsillos—. Hice lo mismo que ella.

Amanda lo miró con fijeza.

—Tienes que disculparte.

—Es que... ¡No! De seguro que Ariana prefiere que ya no le hable, no tiene caso...

—¡Tienes que! —Le ordenó.

—Pero...

—Erick, puede que para ti no signifique gran cosa, pero es horrible que te usen.

—Ya sé, ya sé, pero...

—Sin peros.

—Agh, eres peor que mi madre —se quejó.

—Vamos.

—Está bien. Al rato la busco.

—¿Por qué no ahorita?

—¿Y que todo el mundo me vea disculpándome? No, gracias, no se me ha pegado tanto la bondad.

—Ay, eres increíble. —Puso los ojos en blanco.


***


Después de la práctica, Ariana y Ximena salieron de los vestidores mientras charlaban. Ximena le estaba contando que le dolía separarse de Víctor pero que era lo mejor para ambos.

—Pero hemos sido amigos mucho tiempo —dijo Ariana.

—Eso no quiere decir que tú no tengas que ser su amiga, yo prefiero alejarme.

—Bueno, al menos deberías hacerlo hasta que sanes por completo, pero no me gusta que una amistad de tanto tiempo se vaya por la borda.

—Sí, bueno. —Se encogió de hombros—. No sé hasta qué punto fue una amistad sincera. Desde que era niña, Víctor me gustaba y por eso prefería jugar con él que con mis primas —admitió.

—Pero antes tú le decías a Eva que se veían muy bien siendo pareja —dijo Ariana un poco confundida.

— No era mentira, se ven bien juntos, aunque siempre estuve celosa... —Ariana la miró fijamente—. Está bien, admito mi mal, ella nunca me agradó, fui una hipócrita al igual que ella conmigo... Y perdí mi oportunidad de pedirle a Víctor que fuera mi novio cuando lo botó —suspiró—; aunque nunca me animé porque en el fondo sabía que me rechazaría.

—Ah...

En ese momento, las dos pararon porque vieron a Erick un poco más lejos de ellas, recargado en la pared del pasillo; lucía desinteresado como siempre. Siguieron su camino sin decir nada pero la voz del chico las detuvo.

—¡Por fin! Se estaban tardando demasiado en salir de ahí — se quejó. Ariana alzó una ceja y sin poder evitarlo, volteó hacia él. El chico se quedó callado unos segundos pero finalmente se alentó a pronunciar las palabras que tanto había repasado en su mente—. Ariana, quiero hablar contigo.

La chica se enojó por el tono autoritario que usó. ¿Qué se creía? ¿Que podía hablarle de esa manera? Las chicas siguieron su camino. Ximena le echó una mirada inquisitiva a su amiga que decía: «¿en serio lo vas a ignorar?», a lo que ella le respondió con otra que significaba «obsérvame». Erick entendió el porqué de esta decisión. Por un momento pensó en dejarlo y no decirle nada, pero recordó las palabras de Amanda. «Está dolida, es normal» pensó él. Caminó tras ellas.

—Vamos, Ariana, no lo hagas más difícil.

La chica comenzó a aumentar la velocidad de sus pasos y, por ende, Ximena también lo hizo.

—Oye, no me dejes —le recriminó, pero la morena seguía yendo a paso veloz.

—¿Qué es lo que quiere? —Susurró.

—Si quieres saber quédate a escucharlo —le contestó su amiga en el mismo tono.

—No.

Erick respiró profundamente. Su paciencia se estaba acabando. Apresuró el paso para alcanzarla, iba a hacer un último intento, pero si la chica no quería hablar, no iba a quedar en él.

—¡Ariana! ¡Vamos, Ari, necesito hablar contigo!

Al escuchar el apodo «Ari» la chica se detuvo en seco. Ximena siguió avanzando pero también detuvo su paso al ver que su amiga no caminaba con ella y volteó a verla. Erick aprovechó para alcanzar a su exnovia y se puso a su lado.

—No me digas así —masculló la chica.

Como usó un tono bajo, no la alcanzó a escuchar muy bien.

—¿Qué?

—¡No me digas así! —Alzó la voz y levantó la mirada hacia él—. ¡No tienes derecho! —Le recriminó. Sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas y el chico dio un paso hacia atrás.

Ximena decidió darles privacidad.

—Ariana, ya me voy, pero si necesitas algo no dudes en llamarme —dijo. Después se alejó con rapidez y una vez que estuvieron solos, la morena volvió a recriminarle.

—¿Qué quieres? —Preguntó colérica. Le había dolido que la llamara Ari, pues era el apelativo que él le decía de manera cariñosa cuando eran novios.

—Yo...

No pudo decir nada porque la chica se soltó en llanto. Erick se removió en su lugar con incomodidad. «¿Ahora qué hago? Esto fue un error» pensó sin saber qué decir. La chica recordó cuando él la terminó por teléfono. Esa noche ella le estuvo marcando porque tenían un compromiso al cual ya habían confirmado su asistencia, pero esa misma mañana fue cuando su madre perdió a su hermanito. En el momento en que comenzó a recibir las llamadas de Ariana, Ernesto y Antonia estaban discutiendo tan fuerte que habían logrado crispar los nervios de su hijo, así que al recibir la séptima llamada de la chica, lo único que hizo fue contestarle para terminarla.

¡Erick! —Reclamó—. ¿Dónde estás? ¡Tienes que pasar por mí! ¿Qué horas crees que son?

—¡Cállate, Ariana! —Dijo en un bramido—. ¡Deja de joder!

¡¿Qué dices?! ¿Por qué me hablas así si soy tu novia? —Reclamó al otro lado de la línea.

—¡Ya no más! ¡Terminamos! —Le gritó y colgó. La chica, que había quedado anonadada y afligida, comenzó a marcarle más veces, pero él no contestó, únicamente silenció su teléfono y el siguiente lunes en la escuela, cuando ella lo buscó para pedirle una explicación, él se negó a dársela y alegó diciéndole que ya no era su novia y no tenía por qué decirle nada.

Y ahora, en ese momento, Erick no tenía idea de qué hacer. «Si la intento tocar para consolarla capaz y me arranca el brazo» pensó.

—¿Q-qué e-es lo que qui-quieres? —Volvió a preguntar ella en medio de las lágrimas.

—Amm... Yo... —Empezaba a ponerse nervioso, pedir disculpas significaba admitir que se había equivocado y eso era algo que le costaba mucho, incluso más que a su hermana—. Lo siento por todo —dijo finalmente. Ariana abrió los ojos y se limpió las lágrimas con su antebrazo—. Siento haberte utilizado, no fue mi intención.

—¿Ah, no? ¿Y cuál fue? —Preguntó ya más tranquila.

—Yo... Sí te quise, ¿está bien? —La miró a los ojos—. Pero nunca te amé. Eres guapa, amable y talentosa, creí que podría lograr enamorarme con el tiempo, no era difícil pensarlo, ¿eh? Tenía de novia a una de las mejores chicas, fue sencillo imaginar eso.

—Pero... —Ella bajó la mirada, sintiéndose un poco avergonzada—. ¿Si no me amabas por qué te acostaste conmigo? —Ahora su ánimo cambió, lucía más disgustada—. Digo, no es difícil adivinar, después de todo eres un chico, pero dijiste que me amabas, lo repetías constantemente. —Frunció el ceño y volvió a limpiarse el rastro de lágrimas que tenía—. Cada vez que tuvimos sexo tú me dijiste palabras falsas, ¿por qué lo hiciste? ¡Me hubieras dicho que me querías para un rato! Así no hubiera sido tan tonta y no habría perdido mi virginidad contigo —le reclamó. Aunque estaba hablando de temas que generalmente no decía en voz alta, lo hacía porque no había nadie más en los pasillos, solo ellos.

Él tragó grueso al escucharla. Rompió el contacto visual.

—Entiendo que te arrepientas y sé que fui un asno. No la estaba pasando bien en esos momentos y me desquité contigo. Lo siento. —Para él era como la enésima vez que lo decía.

—¿Crees que vas a arreglar todo con un «lo siento»? —Lo imitó en un arremedo.

—No.

—¿Entonces? ¿Qué chiste tiene hacerlo ahora?

—Solo... —suspiró—. Quería que lo supieras.

Ariana lo miró con atención. En verdad lucía arrepentido, no estaba fingiendo como las otras ocasiones. Ver llorar a la chica y haberla escuchado hablar tan dolida hacía que se sintiera culpable por todo lo que había hecho. No estaba orgulloso de su comportamiento.

—Entiendo. Tienes mis disculpas —dijo ella luego de un rato de silencio.

Erick alzó la mirada. Sus ojos verdes se encontraron con los castaños.

—Ariana, eres una gran chica. En verdad te admiro —dijo ruborizándose ligeramente. Ella se sorprendió, escuchar a Erick Quintana diciéndole a alguien que lo admiraba no era nada común—. Estoy seguro que encontrarás a alguien que sepa valorar todo eso.

La chica se limpió una última lágrima, pero ésta no era de tristeza, sino de complacencia. Era lo que necesitaba para salir adelante, dejar atrás el rencor y los malos recuerdos. Una parte de ella quería abrazarlo pero se contuvo. «No seas estúpida» pensó para sí misma. Estaba segura que iba a recordar esa tarde como un momento agridulce, pero al final le iba a hacer más bien que otra cosa.

—Gracias, Erick —sonrió. Él le devolvió el gesto. Sin decirse nada, comenzaron a caminar a la salida.

—¿Cómo irás a tu casa?

Ariana disimuló su asombro, no sólo le había pedido disculpas, sino que también demostró preocupación.

—Mi papá vendrá por mí... —Al ver el auto de su padre estacionado afuera, lo señaló—. ¡Ahí está!

—Que tengas buena tarde —murmuró.

—Igualmente.

La chica corrió hasta el vehículo y él esperó a que se subiera y arrancara el auto. Lo siguió con la mirada hasta que desapareció de su vista y sonrió para sí mismo. No lo admitiría nunca, pero él también necesitaba redimirse de lo que había hecho para seguir adelante.




Ay, qué bonitos Erick y Ariana :3

En la idea original ella estaba pensada como la exnovia tóxica y obsesiva pero nah, no salió así, es un amor <3 y ahora que Erick se disculpó, podrá superarlo :3

Recuerden que si ven incoherencias o faltas en la historia, es solo un borrador :'D en algún momento se editará mejor.

Otro meme de la historia 😂

¡Nos vemos muy pronto! :3

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