Horizonte nuevo

Sentado en la banca disforme, carente de tanto, faltando todo en mí, caminé en el sendero de farolas rotas, dormí en habitaciones de susurros perennes, me encontraba seco, marchito y aunque el mundo se derrumbase, no podía sollozar en paz, las lágrimas no brotaban, por alguna razón la poesía fue mi llanto y no era necesario lloriquear.

Nunca logré escribir feliz
me acostumbré a no estarlo
no sentía la necesidad de crear prosa y verso, no poseía ansiedad de musa.

Era y es frustrante, en ocasiones no poder soltar la carga, esa de cadenas ruidosas que llamo pasado, no me quedaba más que escribir.

Cuento catorce exactamente, que quizá nunca lean. Probablemente el mundo jamás visualice tal reflexión, mejor ahorrarle lo dramático.

Hoy las sábanas se sentían diferentes, los blancos no tan blancos, los poemas no tan poemas, estoy creciendo, estoy sanando.

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