5||Michelle
Despertar en un hospital y darte cuenta de que en realidad estuviste seis años acostada en los que no recuerdas absolutamente nada, es la clase de cosas que ocurren en las películas que mi hermana suele dejarme ver por las noches, siempre y cuando no les cuente a mamá y a papá. No es algo de la vida real.
Tengo la pequeña esperanza de que, al abrir los ojos, no encontraré de nuevo las paredes blancas que vi antes, o las luces fuertes que lastiman mi vista, o el aparato extraño que no deja de sonar. Quiero creer que estoy soñando y que, al despertar, estaré en mi cama, que me levantaré para tomar el desayuno junto con mamá y papá...
Porque ellos siguen con vida, ellos siguen aquí.
Sin embargo, toda esperanza se va cuando el olor a desinfectantes vuelve a inundar mis fosas nasales. Sigo en un hospital y esto es real, aunque me gustaría que fuera una película. Aún con los ojos cerrados, escucho voces susurrando, pero no las quiero procesar bien. Quisiera volver a dormir ¿Qué sentido tiene despertar ahora si cuando lo haga estaré confundida y desubicada?
Estoy asustada...Miento, la verdad es que estoy más que solo asustada. Me siento aterrada y lloraría en posición fetal hasta cansarme si no fuera por el hecho de que odio llorar. Además, mis músculos se sienten tan tensos que siento que si me pongo en esa posición podría quebrarme cual palito de madera. Jamás había sentido tanto dolor, pero en realidad me importa poco lo físico. Creo que me duele mucho más saber que no sé que está ocurriendo.
Hace unas horas, estaba en Nevada junto a las personas que más amo...pero esas horas se convirtieron en años y heme aquí, en una camilla sin querer abrir los ojos de nuevo.
—Ella solo necesita acostumbrarse...—escucho un susurro, esta vez reconozco la voz. Es la misma que la del chico que se presentó como mi primo.
Capto sus palabras ¿Necesito acostumbrarme? ¿A qué? ¿Al hecho de que estoy viviendo en el futuro, o al hecho de que mis padres... no están? Todavía lo siento una mentira y, si soy honesta, no tengo porque creerle a Adam. Recuerdo la historia de sus padres con los míos, ellos básicamente los criticaron por querer dedicarse a la música ¿Por qué le creería al hijo de unas personas así?
Soy pequeña, pero no tonta. No le creeré a alguien cualquiera y eso es Adam para mi. Yo solo aceptaré esa verdad cuando mi hermana me la confirme...porque todavía tengo a Eli.
Ella es la única razón por la que abriría los ojos.
—Tranquila, estamos a tu lado en esto —ahora escucho otra voz, esta vez femenina.
Por un momento, tengo la esperanza de que esa sea la voz de mi hermana, así que abro los ojos esperando que ella este diciendo esas palabras para mi. Sin embargo, mis esperanzas se esfuman cuando encuentro un poco más lejos de la camilla a dos personas más a parte de Elise y Adam. La voz en realidad salió de una mujer rubia, quien no ha notado que desperté. Lo mismo pasa con el resto, no saben que los observo.
En realidad, debí suponer antes que la voz no le pertenecía a Elise. La de la chica desconocida resulta ser un poco más aguda que la de mi hermana, pero no es chillona. Supongo que las ganas de escuchar a alguien conocido me ganaron, eso y que en seis años una voz puede cambiar...¿no? Veo a la mujer abrazar de costado a mi hermana ¿Son amigas? Bueno, tal parece que sí porque mi Eli le devuelve el gesto.
Jamás la había visto en mi vida. Lo sé porque de haberlo hecho, la recordaría. La mujer rubia es alta, su cabello llega hasta sus hombros y lleva puesto un vestido vinotinto que deja al descubierto un par de piernas largas y esbeltas. Hay otro hombre que no estaba antes, más alto que ella y mi hermana, aunque no más alto que Adam. Veo solo su espalda, pero puedo notar que es pelinegro, aunque hay un mechón blanco en su cabello. A parte de eso, se nota que debe de hacer ejercicio, pero lo cierto es que a él tampoco lo había visto antes y sé eso incluso sin la necesidad de ver su rostro. No conozco a nadie así.
Claro que, en seis años, cualquier persona pudo cambiar y convertirse en ese hombre...El mundo entero pudo cambiar y es abrumador. Jamás me había sentido tan pequeña. Quisiera solo regresar a la mañana en la que salimos de casa, cuando todo estaba bien.
—Mis padres llamaron, preguntaron si los necesitas—suelta Adam hacia mi hermana, aún nadie nota que desperté —. Están dispuestos a tomar el primer avión hasta acá para apoyarte ¿Les digo que vengan?
Elise niega con la cabeza y reconozco en su mirada lo que mamá solía llamar una "mezcla de orgullo y terquedad". Eli siempre ha sido de las que prefiere sanar sus heridas sola porque odia admitir que la lastimaron. Veo que eso no ha cambiado porque se niega a recibir más ayuda de la necesaria.
Por otro lado, yo si me dejo ayudar...pero de las personas que yo quiero. Papá me dice listilla, mamá selectiva, yo solo sé que no puedo confiar en todos porque no todos entienden la forma en la que pienso. Es por ello que no confío en estas personas, solo en mi hermana.
Ella me entiende y ella me sacará de este lío. Con ella volveré a casa.
—¿Quienes son ellos? —pregunto, decidiendo que es hora de que me noten.
Los cuatro voltean al mismo tiempo, ahora tengo muchas miradas extrañas sobre mi y es aterrador. Me siento insegura, como si estuviera desnuda frente a toda esta gente...cosa que no está muy lejos de la verdad porque la bata que traigo puesta es tan fina como una servilleta. Mi reacción a sus miradas es cubrirme con las sábanas lo más rápido que puedo. Quedo cubierta hasta el pecho y ellos aún me ven sin hacer algo más.
¿La sensación de ser pequeña? Pues, acaba de aumentar.
Creo que la rubia y el pelinegro son los más sorprendidos de verme con los ojos abiertos, pero lo cierto es que yo los miro con la misma sorpresa. Lo primero que noto es la mirada del hombre...¿está consciente de que uno de sus ojos es de un azul intenso y el otro marrón muy oscuro? Pero que pregunta más estúpida, claro que debe estar consciente de ello, no es como si jamás se hubiera visto en un espejo. Es decir, esta es la primera vez que veo algo así, aunque no es que me desagrade o que me parezca extraño. Es una bonita mirada, pero odio que me este mirando con tanta fijeza e incredulidad.
Me hace sentir incómoda y creo que lo nota, porque se apresura en dejar a un lado su mirada descolocada y me regala una pequeña sonrisa. Algo parecido hace la rubia, pero me enfoco muy poco en ellos ahora que veo a mi hermana caminar hacia mi. Se sienta a mi lado en la camilla, el que sus ojos se parezcan a los de mamá me tranquiliza un poco. Son ojos hermosos, que transmiten el cariño suficiente como para calmarme...
Pero solo un poco.
Toma mi mano entre la suya y me da una leve sonrisa. La calma se va un poco cuando noto cambios en ella...cambios que confirman que han pasado seis años. Su cabello tiene un corte distinto, uno que la hace ver más madura. Su rostro cambio en lo mínimo, pero esos cambios delatan que ya no es una adolescente. Suspiro porque me duele saber que es verdad, que ha pasado mucho tiempo y que yo siento que estábamos en Nevada hace tan solo unos días. Al menos sé que sigue siendo mi hermana, Elise no ha cambiado...¿Verdad?
—Hola, Michi —dice la rubia, acercándose a mi junto al resto. Me da una sonrisa y ella de hecho se ve feliz por verme despierta —. Que gusto conocerte finalmente. Yo soy Silene y él es Caleb.
Ella señala al pelinegro, quien elimina su mirada de sorpresa para sonreírme con la misma alegría. No importa que tan sonrientes y felices se vean ellos, no los conozco. Por eso aumento el agarre en la mano de mi hermana y entrecierro mis ojos hacia ellos, sin quererlos aquí realmente.
—No los conozco —digo lo obvio, pero descubro que mi voz tiembla —. ¿Qué hacen aquí?
—Michelle, ellos han venido por años a visitarte. No los conoces, pero ellos a ti si —dice Adam y estoy al borde de responderle que no pueden conocer a alguien que solo estuvo dormida en sus visitas, pero él sigue hablando —. Sile es mi prometida y Caleb es el novio de tu hermana.
Esa información me toma por sorpresa, demasiada sorpresa. Es decir, no me importa la prometida de Adam, ¿pero que este chico sea el novio de Elise? Eso si me importa y me sorprende. Lo observo, sin poder negar que es lindo, pero si Eli saliera con todos los chicos lindos que se ha cruzado en su camino le habría causado un infarto a mi papá hace años. No me creo el hecho de que mi hermana tenga una relación con él.
—¿Novio? —pregunto, a lo que Elise asiente con la cabeza —. Pero...¿qué pasó con Mason?
Y por supuesto que yo menciono al último chico con el que salió Elise, ese rubio de la banda escolar con el que comenzó a verse hace meses...pero esos meses en realidad fueron años y lo recuerdo muy tarde, porque ya me siento estúpida. Presiono mis labios el uno contra el otro, deseando no haberlo dicho. Mientras tanto, Elise ladea su cabeza con confusión, como si no pudiera recordar de quien hablo.
¿No recuerda a Mason? Bueno, ¿que adulta se acordaría de su novio de secundaria? Pero me preocupa porque eso significa que, quizá, mi hermana ya haya olvidado otras cosas.
Mientras Eli piensa, veo al hombre que presentaron como Caleb parpadear varias veces, confundido. Bueno, yo hablé del supuesto novio de su novia, tiene sentido que este aturdido. Luego, parece superarlo, porque su sonrisa vuelve, pero esta vez más ladeada hacia su mejilla derecha. Hay un toque de diversión y alivio en su mirada que no me pierdo. Le preocupó mi comentario, pero a Elise ni le afectó. Ella solo hizo un gesto con la mano, casi como si quisiera hacer un lado el recuerdo de el chico de la banda de la escuela.
—Bueno, voy a poner mis manos al fuego por esto y diré que Mason es un chico con el que tu hermana salió hace unos años —dice Caleb. Su voz es grave y me parece tan conocida que asusta. Él mira a Elise y le sonríe —. Digo, eso supongo y espero.
Elise asiente con la cabeza y él suspira con alivio. Mi hermana rueda sus ojos, pero sonríe. Es entonces cuando empiezo a preguntarme algo demasiado importante...
—Entraste en pánico por unos buenos segundos, Carlton —le dice la rubia, a forma de broma, pero me importa poco lo que dice.
—No mentiré, realmente me asusté —suelta Caleb, aunque lo interrumpo antes de que siga con la conversación.
—¿Por qué no hablas?
Me duele cuando, en lugar de responderme, mi hermana solo se tensa y aparta su mirada de la mía ¿Qué es lo que le ocurre? Mi hermana jamás pasa mucho tiempo callada ¿Por qué no he escuchado su voz desde que desperté? ¿Acaso hice algo mal?
—Elise...—la llamo, queriendo que me vea. Ella muerde su labio, pero no me ve. Algo está pasando y no me gusta en lo absoluto —. ¿Qué pasa? ¿Por qué no me hablas?
—¿Aún no le han dicho? —pregunta Caleb y Adam niega con la cabeza.
—¿Decirme qué? ¡¿Qué sucede?! —de verdad me altera que todos ellos hablen como si yo no estuviera aquí. Ya desperté, pues ahora es su turno de explicarme lo que no entiendo, no fingir que sigo dormida. Tomo a Elise por las muñecas y solo así me mira —. ¿Por qué no me hablas? ¿Acaso me tienes miedo?
Ella jadea ante la sorpresa y niega varias veces con su cabeza, indicándome que no está aterrada de mi. Eso me alivia, pero no me explica la razón por la cual no me habla. Ella suspira y busca a Adam con la mirada. Asiente en dirección a nuestro primo y él asiente de vuelta. No me gusta que él me mire de la forma en la que lo hizo cuando me dijo que mis padres murieron. Sus ojos azules resguardan una lastima y pena hacia mi que odio, la odio demasiado.
—Escucha, prima —comienza a decir y sé que lo que dirá no me gustará —. En serio lamento tener que darte otra noticia como esta. Seguro que a este punto ya me debes odiar...
—No te odio —me aseguro de aclarar —, solo me caes terriblemente mal y preferiría que de verdad no hablaras. Solo has dicho cosas malas hasta ahora, Adam.
Él me observa con impresión y, de hecho, se ve incómodo por mi respuesta. Bueno, yo soy honesta. Mi vida estaba mucho mejor antes de conocerlo, no voy a fingir que me agrada cuando no es así. Él carraspea y se endereza un poco. Por lo visto, hablará a pesar de que no quiero que lo haga.
—Supongo que luego podremos trabajar en eso de agradarnos —pero yo dudo mucho que eso ocurra —. Ahora, es importante que me escuches. Lo que diré no te gustará, pero si no te lo digo yo nadie más lo hará.
—Elise me lo puede decir —contraataco —. En mi hermana confío, en ti no y mucho menos en ellos dos —señalo a Caleb y Silene —. No los conozco y tampoco pedí conocerlos. Si alguien me tiene que decir algo, es Elise.
—Pero ella no puede, Michelle.
—¿Eh?
—Es lo que estoy intentando decirte: Elise no puede hablar, es muda.
No le creo, a él no le puedo creer, así que busco la mirada de mi hermana esperando que ella lo niegue...pero su silencio solo me lo confirma. Su mirada se ve triste, al igual que la sonrisa que me da ¿Elise perdió su voz? Pero...pero...
Pero eso era lo más preciado para ella.
—¿Cómo es posible? —pregunto, con un hilo de voz.
—Ella no puede hablar desde el momento en el que despertó, tras el accidente —explica Adam —. Los médicos lo llaman estrés postraumático. Ha intentado tratarlo, pero nada funciona.
—¿Tratarlo? ¿Cómo así?
—Bueno, cariño, así como tú estuviste internada aquí y te dieron tratamiento, Elise también lo recibió en su momento —habla Silene, intentando ser lo más amable posible —. Ella fue a terapia, pero su voz sigue dañada.
—Pero eso no hace a tu hermana diferente —aclara Caleb —, es la misma Elise que recuerdas.
—Claro, solo es seis años mayor —respondo, de forma automática.
No quería sonar tan seca, pero aparentemente pasó porque ellos me miran con impresión. La única que parece entender que esta es la reacción que me surge en este momento es Elise, quien toma ambas de mis manos y me sonríe. Cuando la observo, siento mi vista nublarse. Elise ya no tiene voz, ya no puede hablarme.
Ya no puede cantar para calmarme.
—¿Qué pasó con tu audición? —ella se encoge de hombros, no fue —. Es tu sueño, Elise.
Ella hace una seña con su mano y luego suspira.
—Dice que era su sueño —habla Adam y es entonces cuando noto que mi hermana estaba hablando...hablando con sus manos...
¿En esto se convirtió la vida de mi hermana?
La abrazo, tomándola un poco por sorpresa. Me aferro a su cuello, lloro en su hombro, y es entonces cuando ella me abraza de vuelta. Perdió tanto...perdimos tanto y se siente que todo sucedió en tan poco tiempo, pero lo cierto es que no fue así. Ella acaricia mi cabello, mamá solía hacerlo y su recuerdo solo me hace llorar más ¿Así que Elise vivió el funeral de nuestros padres sola? ¿Tuvo que pasar por todo esto y ni siquiera pudo gritar?
Me duele por mi hermana, me duele por mi. Me duele porque quiero de vuelta algo que ya no puedo recuperar...y me duele que siento que hay detalles que no recuerdo. Intento que el momento del choque llegue a mi mente, pero todo es borroso. Lo único que recuerdo es dejar nuestra casa, ver los lirios de mamá desde la ventana del auto...
Los lirios.
Siento que me falta el aire cuando abro los ojos y, entre mis lágrimas, reconozco esas flores. Elise se aleja y me mira con confusión y preocupación, pero yo me tomo el tiempo de examinar la habitación en la que estamos ¿Por qué hay tantos arreglos florales? ¿Por qué todos son de lirios? ¿Y por qué siento que esto me recuerda a algo que perdí?
Más allá de mis padres, más allá de la voz de Elise, hay algo que no recuerdo...¿pero qué cosa?
—¿Qué pasa? —me pregunta Adam, viéndome con preocupación.
—¿Por qué hay lirios en todos lados? —pregunto, llevando una mano a mi pecho. Siento que duele —. ¿Quién los puso ahí? ¡¿Por qué están ahí?!
—Te traemos lirios en tu cumpleaños —me dice Silene, cautelosa ante mi reacción —. Lo lamento si son muchos, creo que este año exageré...
—¿Mi...cumpleaños? —pregunto, confundida.
—Fue hace cuatro días, Michelle —me dice Adam.
Hace cuatro días cumplí años...hace cuatro días cumplí dieciséis años...hace seis años perdí demasiado y siento que estos lirios solo me lo están recordando. Esto es mucho para afrontar, mucho para vivir. Siento que mis pulmones cada vez piden más aire, me estoy hipervertilando una vez más. Odio esto, odio que ni siquiera mi hermana me pueda consolar porque no habla. No escucharé a Elise, no escucharé a mis padres porque ya no están. Los perdí a ellos y me duele.
Perdí los lirios de Nevada, que eran mucho más bonitos que estos.
Elise me abraza, pero no siento sus brazos del todo. Me duele el cuerpo, un cuerpo que es mucho más grande y diferente que el que recuerdo. Cambie, cambie sin quererlo. Tengo diez años, pero en realidad tengo dieciséis. Es confuso, es demasiado para procesar y solo puedo pensar en una única cosa:
—Quiero mi vida de vuelta.
Pero la perdí.
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