3||Elise

Benditas sean las pastillas para la resaca y el maquillaje, o quien sabe que sería de mi a esta altura de mi vida.

Al final, hice lo que mi primo recomendó y me embriagué junto a él, cosa que Caleb y Silene disfrutaron bastante. Sé que Adam está bien, a él jamás le ha pegado la resaca ¿Pero a mi? A mi el alcohol me da una bofetada siempre que abuso de él y termino con un dolor de cabeza espantoso. Por suerte, existe algo llamado aspirina que me permite hacer mi vida cotidiana sin sentir que mis sesos explotarán.

Gracias medicina moderna, haces de mis borracheras un sueño hecho realidad.

Ignoro el mensaje de Caleb sobre faltar al trabajo el día de hoy. Desperté en su casa y él insistió hasta el cansancio que no tenía que trabajar en este estado, así que escapé como toda una ninja por el patio trasero. El que mi novio sea mi jefe no me impide ser profesional y hacer lo que todas las personas con empleos y resacas hacen: maquillarse, ponerse unos lentes de sol y fingir que todo esta bien. Aplico máscara en mis pestañas, polvo sobre mis ojeras y, ¡voila!

En serio soy buena cubriendo mis resacas porque mi cara ahora parece la de alguien que jamás ha tomado alcohol en su vida. Bien hecho, Elise.

Ato mi cabello en un moño lo suficientemente arreglado para que no parezca que no me peine, pero lo suficientemente desarreglado para que no parezca que lo forcé. Tomé ropa de mi apartamento antes de venir y eso es lo que traigo puesto: unos jeans ajustados y una linda blusa blanca que le queda muy bien a mi piel bronceada; ventajas de vivir en california. Me doy un último vistazo en el espejo retrovisor de mi auto y me aplaudo a mi misma, ni siquiera necesito los lentes de sol, así que solo los coloco sobre mi cabeza y tomo mi bolso antes de salir hacia el estacionamiento.

He llegado al trabajo media hora antes luego de una noche en la que solo recuerdo la mitad. Misión cumplida.

Camino por el estacionamiento hasta llegar a los jardines que me conozco muy bien. El Centro de Artes J.S debe de ser mi lugar favorito en todo el mundo, pues es el lugar en el que aprendí que, aunque mi sueño se escapó de mis manos, puedo ayudar a otros a cumplirlos. Aquí, donde cientos de personas de distintas edades aprenden sobre diferentes formas de arte dentro de las ocho cedes que rodean el amplio jardín que funciona como un campús, descubrí que jamás podría vivir alejada del arte. Yo pertenezco a este lugar que forma estrellas de distintas naturalezas.

Aquí me ayudaron a esculpir a la Elise que soy hoy, por eso me siento como en casa mientras me abro camino por los senderos.

Me dirijo a la sede de música, el edificio con notas musicales al lado oeste de los jardines, y veo lo de siempre: personas pintando, cantando, bailando, haciendo arte a su manera ¿Alguna vez podré no emocionarme al entrar aquí? ¡Lo dudo! Saludo a algunos chicos y chicas que reconozco y aprovecho para tomarme una foto y enviársela a Caleb, así sabrá que no me veo como un zombie y que vine al trabajo a pesar de sus sugerencias. Guardo el teléfono y sonrío cuando veo a dos mujeres frente a un mural en proceso.

Lilian, la directora del departamento de artes plásticas, y Dalia, quien dirige el de baile, son dos de las personas que me ayudaron en mis momentos más difíciles. Es por ello que apuro mi paso y abrazo por la espalda a la pelirroja, eso la asusta al punto en el que da un brinco. Lili ríe.

—¡Elise! ¡Casi me causas un infarto! —exclama Dalia —. Cariño, yo ya no estoy tan joven. Debes dejar de darme esos sustos.

Tonterías, las dos parecen de mi edad. Los años no les hacen efecto.

Elise miente sobre nosotras pareciendo de su edad —Lilian traduce mis palabras a su estilo. Ella, su esposo y su hijo saben lenguaje de señas —. No tienes que decirnos eso, ya nos caes bien. Las mentiras piadosas no te sirven de nada.

¡Pero no miento!

Y no lo hago. Lilian tiene treinta y ocho años, tres hijos y una vida super ajetreada, aún así se ve como si jamás hubiese abandonado sus veinte. Es más, a veces siento que se ve hasta más joven que yo, sobre todo porque es muy bajita. Tiene unos ojos azules pálidos espectaculares y una piel clara que parece haber salido de esos comerciales de cremas faciales caras. Su cabello castaño va recogido en una coleta y tiene varias manchas de pintura en la cara y brazos. Todo en ello grita que es una artista y, de hecho, es una muy buena.

En cuanto a Dalia, ella tiene treinta y nueve, pero tampoco los aparenta. Si tuviera que calcularle a ciegas una edad a esta pelirroja de curvas finas y sonrisa maternal, diría que recién está entrando en sus treinta. Su rostro está lleno de pecas y, a diferencia de Lilian, es alta. Es una talentosa bailarina cuyo físico ha cambiado un poco más que el de Lili desde que la conozco.

Cada vez veo a Dali más delgada, supongo que por el desgaste y el agotamiento. No debe ser fácil lidiar con la enfermedad de su esposo, un cáncer que la deprime aunque ella lo maneja muy bien. Tampoco debe ser fácil mantener la sonrisa por sus dos hijos, quienes son unos ángeles que la ayudan demasiado. Dalia es muy feliz con su vida, pero es humana y a veces hay situaciones que nos superan. Todo lo que ella vive esta dejando marca en su cuerpo, pero al menos sé que es fuerte y que ella y su familia podrán superarlo todo.

Beso su mejilla con cariño y ella hace una mueca automáticamente. Ríe y me dice que necesito una menta. Carajo, me faltó ese detalle.

Busco un chicle en mi bolso y me quedo con las dos mujeres un rato, escuchando su charla con interés y diversión. Ellas son mejores amigas, así que hay bromas y chistes en su conversación que me sacan sonrisas. Cuando ya faltan diez minutos para que comience mi turno, me despido y retomo mi camino al departamento de música.

Me toma unos cinco minutos llegar, pero tardo mucho menos en encontrar a Aviv cerca de la entrada. Tiene a Daisy en sus brazos y le hace muecas que se ven tiernas. Esa es la clase de imagen que consiguen que cualquier mujer quiera ser madre, más si en el paquete viene incluido un padre como él. Rio de mis propios pensamientos porque en serio son absurdos y me acerco a mi jefe. Él me sonríe a penas me ve.

—Llegaste temprano, como siempre —me dice, mientras Daisy balbucea cosas que no entiendo y él tampoco —. Espero que no te moleste que la haya traído, siento que no me voy a poder separar de ella por un buen tiempo.

Yo niego con la cabeza, por supuesto que no me molesta. Daisy estira sus manitas hacia mi y no tardo en cargarla. Esta niña es una regalada. Es más, no me sorprende que haya aprendido a caminar tan tarde, si ama estar en los brazos de otras personas. Ahora puede dar pasitos tambaleantes para llegar más rápido hacia las personas y dar sus encantadores besitos babosos en las mejillas, pero parece que todavía prefiere que la muevan de un lado a otro en lugar de hacer el trabajo ella misma. Chica lista.

Me gustan los bebés, no tengo problema en cargarlos y jugar con ellos. Eso sí, no creo que me guste tener mis propios bebés, al menos no pronto. Es demasiada responsabilidad, yo no estoy lista para lanzarme a algo como eso. Sin embargo, estoy dispuesta a aceptar besitos y abrazos de una nenita que no es mía. A ella la puedo devolver siempre que quiera.

Sigo a Aviv por los pasillos que ya nos conocemos hacia el ascensor. El último piso está ambientado como un estudio de grabación para cantantes de la disquera para la que trabaja Caleb, por lo que ahí se centra nuestro trabajo. Él marca el botón y ambos entramos una vez las puertas de metal se abren. De inmediato, una musiquita medio estresante suena. Suerte que ya me acostumbré a ella, pero Dai-dai parece odiarla porque niega con la cabeza y hace un puchero.

—¡Ño! —dice, tapando sus oídos.

—De tanto juntarla con los Carlton ya tiene oído musical y sabe reconocer que esta música es una mier...porquería —suelta Aviv, corrigiéndose a tiempo porque no se sabe cuando esta niña podría comenzar a imitar palabras. Mejor es ahorrarse algún disgusto.

Cuando comencé a trabajar con Aviv, él era ciego. Recuerdo que en aquel entonces yo me comunicaba con él golpeando las paredes, o haciendo ruido cada vez que estábamos en la misma habitación para que supiera que estaba ahí. Desde ese momento, supe que trabajaríamos bien juntos. Nuestras discapacidades lo hacían difícil, pero supimos manejarlo increíblemente bien.

Hace años, se sometió a una operación con la que pudo recuperar la vista. No hizo todo más fácil de inmediato, él estuvo mucho tiempo en terapia visual para entender cosas tan simples como profundidad, color, e incluso las letras que nosotros normalmente usamos. Ahora que ya entiende todo eso, es increíble presenciar la forma en la que él ve todo con fascinación. Pasó años viendo solo oscuridad, sus ojos son como los de un niño que descubre el mundo por primera vez.

Y la forma en la que ve a su hija...es como si pudiera mirar al mundo entero si tan solo se fija en esa nenita de ojos grises. Ella abandona mis brazos y va hacia los de él. Es una imagen adorable, de la clase de imágenes que no me canso de ver.

—Ya, dramática. Es solo música terrible —él besa su frente y ella se acurruca en su cuello. Provoca tomarles una foto —. Eli, voy a aprovechar el momento para decirte que la gira fue todo un éxito. En serio fue buena idea sugerir una gira conjunta con los hermanos Carlton, conseguimos muchos buenos comentarios y cada concierto se llenó gracias a la publicidad que hiciste. Siéntete orgullosa por ello.

Yo asiento en agradecimiento. En verdad, sabia que a Rubí y a Caleb les encantaría hacer una gira conjunta y que los únicos más interesados que ellos en eso serían sus fanáticos. Creo que sé leer bien al publico, quizá porque soy una fan de corazón. Sé lo que quieren ver porque es justo lo que yo querría ver.

Los hermanos Carlton juntos en un escenario siempre será algo que yo querré ver.

—¿Y qué opinas sobre la propuesta que le hicieron a Caleb para esa película? Te envíe el guión, no sé si lo leíste.

Busco mi teléfono y escribo en notas lo que quiero que el sepa. Tardo solo segundos en hacerlo y se lo muestro.

Sí, lo leí. Es un guion bueno, profesional. La película estará dirigida por un director reconocido y el elenco es bueno. Creo que dispararía la imagen de Caleb aún más, sus fanáticos amarían verlo en la gran pantalla. Además, es algo que él quiere, que es lo principal.

—Me alegra que pensemos igual —me dice, con una sonrisa. Las puertas se abren y ambos caminamos fuera sin dejar de hablar —. Sé que Caleb actúa bien, era parte del club de teatro en su escuela cuando fue adolescente y no era malo. Que conste que no lo digo por ser su tío.

》Le gusta y este papel es secundario, así que podría intentarlo. Creo que saldrá bien, así que démosle la noticia cuando lo veamos.

Asiento, emocionada. Él en serio quería probar esto de actuar, pero estaba esperando a que Aviv analizara la propuesta. Le gustará saber que él le dio el visto-bueno a esta oportunidad.

Me habla sobre Rubí y sobre sus ideas para su segundo álbum, luego me pregunta si puedo encargarme de promocionarlo. Claro que puedo y él lo sabe, así que ríe cuando entrecierro mis ojos ante esa pregunta. Llegamos a la puerta del estudio, donde sé que estará Rubí junto con una de sus primas a las que le da clases de guitarra a esta hora. Voy a entrar, pero Aviv me detiene en el momento.

—Una cosa más, Elise —dice y me observa con una sonrisa ladeada en sus labios —. Sé que ayudas a los Carlton a componer sus canciones y no voy a dejar que sigas escondiendo ese hecho. Aumentaré tu paga y te daré los créditos correspondientes, ellos saben esto y de hecho fueron los que me lo dijeron. Eres mucho más que una publicista en este equipo, no vamos a dejar que no recibas lo que mereces en verdad.

Ayudo a Rubí y a Caleb a componer porque me gusta, no porque sea parte de mi trabajo. He rechazado que me den los créditos por años por el simple hecho de que no hago esto porque es mi deber, no lo siento como un empleo por el que deban pagarme. Ellos siempre insisten y supongo que usar a Aviv es su ultimatum. Sonrío, no negaré que se siente bien que reconozcan mi esfuerzo de esta manera. Más allá de la paga, que por supuesto es algo de lo que no me voy a quejar, es lindo ver que hay personas que aprecian lo que hago.

Amo mi trabajo, amo el ajetreo que implica trabajar para famosos y adoro las personas con las que comparto esta experiencia. Le agradezco a Aviv, sé muy bien que a él no le puedo negar este aumento porque no hay nadie más terco que el representante de los Carlton. Me habla de firmar unos papeles en unas semanas y, con eso listo, entramos al estudio.

Y conseguimos a muchísimas más personas de las que esperé.

La familia de Caleb es enorme y está formada por muchas personas que ni siquiera comparten lazos de sangre con él. La mayoría de ellos llegó a su vida por ser amigos de sus padres; amigos tan cercanos que se convirtieron en los tíos de los Carlton y los hijos de esos amigos en sus primos. Es tan así que solo su familia podría considerarse una multitud. Al menos son todos agradables.

Entre sus numerosos familiares se encuentran cuatro adolescentes a los que conocí cuando eran solo niños adorables, ahora la historia es muy diferente.

Easton, Tyler, Lid y Drew siempre fueron desastrosos, pero ahora que tienen entre quince y dieciocho años, el desastre ha aumentado. Es por ello que los observo con diversión cuando los encuentro en el estudio, alguna locura debió traerlos hasta acá.

—Vaya, demasiados desastres naturales en una sola habitación —suelta Avi, cerrando la puerta tras nosotros. Veo que Lavanda, la hermana de Lid y Drew, ya está en sus clases de guitarra con Rubí. Ambas nos saludan, más alejadas de la entrada —. Hola, terremotos ¿Qué los trae por acá?

—Hola a los dos —dice Easton, el mayor de ellos. Nos sonríe mientras se pone de pie y se acerca a nosotros. Está demasiado grande, inclusive más alto que yo —. Me estoy escondiendo de Olivia.

—Y nosotros nos estamos burlando de él en el proceso —ríe Lid.

Olivia es la chica a la que Easton le robó su primer beso hace ya tres años. Desde entonces, ella quedó obsesionada con él ¿Cómo lo sé? Porque soy chismosa y los chismes de estos niños son súper interesantes. Por lo que me han contado, esa chica actúa como una acosadora cuando se trata de East. No es la primera vez que él huye de ella y presiento que esta no será la última vez.

Él rueda sus ojos ante el comentario de su mejor amiga, quien se mantiene sentada en uno de los sillones. Tyler, el pelirrojo a su lado y hermano de East, nos saluda con la mano. Mientras que Drew, hijo de Lilian y quien heredó sus ojos, nos sonríe y devuelve su interés al cubo Rubik en sus manos. Vuelvo a ver a Easton, él se ve ligeramente incómodo, pero sigue sonriendo.

—¿No les molesta que me esconda aquí, o si? —pregunta —. Porque si les molesta, me puedo ir...aunque los amaría muchísimo más de lo que ya lo hago si me dejan esconderme, por favor.

¿No llevas escondiéndote de esa chica tres años ya?

Eli pregunta si no llevas tres años escondiéndote de Olivia —traduce Drew, quien por suerte me vio. Luego, fija sus ojos azules pálidos en los míos —. Y la respuesta es sí, Elise, lleva exactamente tres años huyendo de la misma demente ¿Ya entiendes por qué nos burlamos de él?

Rio y niego con la cabeza. Pobre East, tal parece que está metido en un lío amoroso del que no puede escapar. Aviv le dice que no tiene problema en que se esconda con nosotros. Luego, suena su teléfono, Easton no tarda en cargar a Daisy cuando él sale de la habitación. Me siento junto a los terremotos restantes y lo veo mecer a la bebé con dulzura. Escucho a Lavanda tocar la guitarra a lo lejos, suena tan bonito.

Me recuerda muchísimo a Michelle...

—Reconozco que Olivia es persistente —suspira Easton, haciéndole muecas a Daisy —. Ya he hablado con ella, he intentado explicarle que no la quiero de la misma manera ¡Incluso le dije que podíamos ser amigos! Pero ella sigue persiguiéndome y ya no sé que hacer.

—Tu primer error fue ofrecerle amistad cuando es obvio que ella quiere más —señaló Drew —. No puedes ser amigo de alguien con quien compartiste saliva, eso solo te trae problemas.

—Que consejo tan Drew Osbone —suelta Tyler, negando con la cabeza —. Eres todo un p-u-t-o, no corrompas a mi hermano.

Lo deletrea porque Daisy está increíblemente atenta a la charla mientras balbucea. Observo a Drew encogerse de hombros mientras sonríe. Aunque él es el menor de los cuatro, es quien más pinta tiene de ser lo que Ty llamó un p-u-t-o. Por otro lado, sé que Tyler tiene novia, que a Lid la llaman rompe-corazones y que East ha salido con más chicas a parte de Olivia. Estos niños son peligrosos, un completo desastre que le hace justicia a su apodo de terremotos ¿Ya entienden por qué me encantan sus chismes?

—A pesar de que D no es el mejor dando consejos sobre este tema, estoy de acuerdo con que Olivia no busca ser la amiga de East y que él debe dejar de proponerle una amistad—suelta Lid, haciendo una trenza con su propio cabello —. Comienzo a creer que podría secuestrarlo, o ponerle un chip para rastrearlo en cualquier momento.

—Quizá ya lo hizo —sugiere Drew.

—No j-o-d-a-s con eso, Osbone —East casi le ruega, luego me mira a mi —. ¿Tú tienes alguna sugerencia, Eli? Por favor, dime que sí.

¿Sugerencias sobre chicas que son como un chicle y que rozan el límite de parecer acosadoras? Por favor, fui adolescente, claro que las tengo. Sin embargo, si le diera consejos, esta situación dejaría de ser divertida para mi. Le sonrío y luego hago señas hacia Drew. El hijo de Lilian me sonríe de vuelta y luego mira a su mejor amigo con diversión.

—Elise dice que aprendas a esconderte bien, East. Buena suerte.

Easton me mira con sus ojos entrecerrados y yo me encojo de hombros. Sé que mi consejo no le sirve de nada pero, como dije, esta es una situación que me divierte. Lo siento por el dulce moreno que ahora escapa de una demente. Siempre supimos que él sería todo un encanto al crecer, ahora debe lidiar con las consecuencias de ello.

—Yo creí que tú me querías, Eli —él finge un puchero y yo le lanzo un beso en el aire. Va a decirme algo, pero luego Daisy toma su nariz y lo cautiva por completo —. ¡Aw! Que tierna eres, Dai-Dai. Cielos, yo en serio quiero una de estas para mi.

Lo miro con impresión porque Easton tiene dieciocho, que piense en bebés me alarma. Él observa mi expresión y ríe.

—Calma, no ahora. Pero sé que en un futuro yo tendré muchos, muchísimos, bebés —asegura con una gran sonrisa —. Quiero cinco, o capaz seis y los entrenaré a todos para abrazar a su tío Drew al mismo tiempo y así ponerlo nervioso.

—Con amigos como tú, ¿quién necesita enemigos? —bufa Drew, a él no le gustan los bebés. Es más, diría que hasta le dan fobia todos los niños menores a diez años .

Es por ello que me causa gracia ver como su hermana toma a Daisy de los brazos de Easton y la deja sobre Drew, quien inmediatamente abre mucho sus ojos, en pánico. Para ser solo un adolescente, D tiene miedos de alguien mayor. A parte de los niños, le teme al compromiso y eso me lo ha dicho ya varias veces. No creerías que un chico de quince años pensaría que las relaciones serias son peligrosas, hasta que le preguntas sobre el matrimonio y te responde que es "la peor condena que ha inventado el ser humano". Sus palabras, no las mías.

Sé que esos miedos tienen que ver con su condición. Drew tiene una enfermedad llamada hipermnesia que le impide olvidar, una que le causó muchos problemas el año pasado. No tiene memoria a corto plazo, así que su mente es un gran museo de recuerdos que aún no entiendo como funciona ¿Qué tiene que ver eso con su fobia a los niños y a las relaciones? No lo sé, pero chismear con los terremotos me ha dado a entender que hay una conexión no muy obvia entre esas dos cosas.

Daisy balbucea en sus piernas y ríe cuando lo ve. Casi parece que la niña entiende que lo pone nervioso, porque usa sus manitas para ponerse de pie sobre las piernas de Drew y luego sostiene sus mejillas. Vuelve a reír y babea. Honestamente, parece que D se va a desmayar y no sé si es divertido, o preocupante.

—Easton, sosténla —dice, realmente asustado —. Lid, Tyler, hagan algo. Oh, Dios ¡Quítenmela de encima!

—Relájate, no te va a morder —se ríe su hermana mayor, quien saca su teléfono para tomarle una foto —. Te ves tan lindo con bebés cerca, D.

—Oh, no me...¡Solo agárrenla! Se va a caer, es demasiado pequeña ¡Easton! ¡Haz algo!

—Voy, voy —el moreno ríe y toma a Daisy, quien mueve sus manos queriendo regresar hacia Drew. Hace un puchero al ver que los están alejando, algo me dice que Dai será dramática cuando crezca —. Oh, mira nada más lo triste que se puso. Le rompiste el corazón, Drew.

—Pudo haberse roto algo en serio si yo seguía cargándola. Es demasiado pequeña, se podía caer —reclama, poniéndose de pie para alejarse de la bebé, pero ella lo mira con ojos llorosos —. Easton, dile que deje de mirarme de esa forma.

—Claro, porque una bebé de solo un año me va a entender. Tiene sentido, Drew.

—No importa, haz algo. Solo...Ugh, iré a ver como va Livi con sus clases de guitarra. Ella es la única niña que tolero —Dai hace un pequeño ruido de llanto cuando él comienza a alejarse y él bufa —. Vive con mi rechazo, Daisy. Ya entenderás que es lo mejor.

—Palabras a las que un p-u-t-o está acostumbrado —suelta Tyler, haciendo reír a Lid.

Drew hace lo que dice y se aleja hacia su hermana menor mientras Daisy comienza a llorar. Easton la calma con rapidez y, entonces, los tres terremotos que me quedan comienzan a hablar y a incluirme en la conversación como si tuviera dieciséis años y no veinticuatro. Yo los escucho, pero en cierto punto me concentro en mi teléfono para solucionar ciertas cosas del trabajo.

Redacto correos para mis otros clientes, me pongo en contacto con Silene para que sepa que tiene una sesión de fotos importante en tres días, respondo los mensajes de Caleb, anoto ideas que tengo. En fin, hago como mil cosas mientras Lid, East y Ty me hablan sobre como escucharon que la gira fue un éxito y me felicitan por haber formado parte de ello. No sé cuando me volví tan buena para hacer tantas cosas al mismo tiempo, pero me alegra que sea así porque eso hace de mi vida mucho más fácil.

En cierto punto, Lavanda y Rubí terminan con su clase, así que se unen junto a Drew a la conversación. A diferencia de sus hermanos, que son castaños ojiazulados, Livi Osbone es una rubia de ojos cafés con un par de lentes debido a ser la única de tres hermanos en haber heredado la miopía de su padre. Es muy tierna, siempre lo ha sido y eso la convierte en la dulce nenita a la que los terremotos siempre han defendido. Incluso con once años, la siguen tratando como una bebé.

—¿Y te gustaron los lugares que visitaste, Eli? —me pregunta ella, sentándose a mi lado. Yo asiento y ella me dedica una dulce sonrisa—. ¡Que bueno! Rubí me contó que tomaste muchas fotos en Las Vegas.

—Uh, Las Vegas —Lid sube y baja sus cejas hacia mi. Esta niña me recuerda a mi, es igual de descarada que yo —. ¿Apostaste? Seguro que sí, sino habría sido una pérdida de tiempo ir.

—Todos apostamos, incluso Leb —contó Rubí, yo sonrío ante el recuerdo —. Pero Elise nació ahí, en Nevada, no era su primera vez apostando.

Así que los humillé a todos.

Elise los humilló y eso me parece increíble —traduce Drew, pero luego se fija en la bebé, quien continúa observándolo —. ¿Dónde está Aviv? Que se lleve a su hija, en serio me está poniendo nervioso.

—Pobre Dai, se enamoró de un Osbone —suelta East, para ponerlo aún más nervioso —. Nadie le advirtió que ustedes rompen corazones.

—Yo no rompo corazones —se defiende Lavanda.

—Yo no los rompo a propósito —suelta Lid.

—Y yo dejo advertencias antes. Así que, en teoría, ellas se rompen solas sus corazones —la lógica de Drew es tan cruel que tiene sentido —. ¿No pueden dormir a Dai? Solo hagan que deje de mirarme, por favor.

Niego con la cabeza y decido que es hora de buscar a Aviv, necesito hablar con él sobre unos comerciales en los que necesitan a Rubí. Tomo a Daisy, quien no tarda en venir a mis brazos aunque sé que ella preferiría los de Drew. Pobre nena enamorada, seguro solo le llaman la atención sus expresiones. Dai es una bebé muy curiosa en cuanto a muecas y D hace bastantes.

Me pongo de pie y estoy dispuesta a irme, pero la puerta se abre de un golpe y me sorprendo cuando veo quien es el que ha hecho tan exagerada entrada. Veo a Adam sin comprender porque está tan alterado, o porque llegó aquí con la ropa que usa en el gimnasio en el cual debería estar trabajando. Él toma aire, parece que vino corriendo ¿Ahora que carajos le picó a mi primo?

—Si sabes que tenemos ascensor ¿Verdad, Adam? —suelta Rubí, colocándose tras de mi. Ella lo mira con la misma impresión que yo —. ¿Todo está bien?

—No...No me van a creer —dice, retomando el aire que perdió.

Le toma unos segundos recuperarse, pero luego se acerca a mi, mirándome con una expresión que no sé reconocer en él y eso me asusta. Carga a la bebé en mis brazos y se la da a Rubí, luego me sujeta por los hombros y yo intento preguntarle con la mirada si finalmente enloqueció. Su frente está sudada, lo que me hace pensar que él seguro corrió desde el gimnasio hasta acá. Adam tiene buena resistencia, pero esa distancia sin duda debió haberlo agotado.

¿Qué pudo haber sido tan importante para correr casi tres cuadras hasta acá?

—Me llamaron del hospital —me dice, respirando con fuerza. Ahora yo me alerto —. Es por Michelle...

Cierro mis ojos, siento que no quiero escuchar esto. Inmediatamente, pienso lo peor. Si Adam vino hasta aquí fue para decirme que mi hermanita murió, que perdí lo único que me quedaba de mi antigua vida, que debo organizar un funeral. Siento mis piernas flaquear, si no caigo es porque él me sujeta. Llevo años viviendo con el miedo de que este momento era una posibilidad.

Ahora está pasando y no sé como reaccionar.

¿Debería llorar? ¿Debería desmayarme? ¿Debería sentir felicidad porque ella descansará, o tristeza porque se fue? No sé, no siento nada. Solo estoy esperando que Adam lo diga para descubrir cuál será mi reacción. Finalmente, siento que hablará y me tenso ante cada palabra que pronuncia:

—Despertó. Michelle despertó.


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