13|| Elise
Trabajar siempre me ha ayudado a despejar la mente. Por eso es un poco frustrante que ni siquiera ahora, cuando tengo una pila de papeles y documentos frente a mi que debo revisar, logro quitarme la imagen de mi hermana de la cabeza.
¿Por qué se fue con ellos? ¿Por qué la deje irse en primer lugar?
No sé a donde se la llevaron los terremotos, solo sé que son las siete de la noche y que ella no ha regresado. Le he escrito a Lid, a Easton y a Tyler, pero ninguno de los tres me ha contestado. Estoy muy tentada a escribirle a Drew como último recurso, pero sé que él probablemente me responda con alguno de esos comentarios secos y burlones tan característicos en él. Comienzo a preocuparme y leer toda la publicidad que debo hacer para el nuevo álbum de Rubí no me está ayudando, así que dejo el papel que tengo en la mano en la mesita frente al sofá y me escucho suspirar.
Quizá Silene tiene razón y no puedo evitar que este sea un proceso duro, pero me resulta imposible calmarme cuando siento que estoy fallando en mi responsabilidad como hermana mayor.
Escucho unos pasos que sé que vienen desde mi habitación. Caleb vino hace unas horas a hacerme compañía, cosa que funcionó muy bien durante un buen tiempo. Me mantuvo ocupada con besos y me hizo olvidar todo, pero luego decidió tomar una ducha y las preocupaciones regresaron. Al menos ahora regresó, ya puedo volver a fingir que hay algo que de verdad me distrae del desastre en el que estoy metida ahora.
Me tomo un buen tiempo para verlo y cada maldito segundo vale la pena. Su cabello es un desastre oscuro que gotea por su rostro y cuello. Mis ojos no pierden el tiempo y siguen el camino de esas gotas de agua hacia donde la gloriosa gravedad las guía: más abajo.
Me topo con su pecho, hay un rastro de vello a penas perceptible en él que me insta a seguir recorriéndolo con la mirada. He visto a Caleb tantas veces que es absurdo que siga sintiendo que me quedo sin aire cada vez que lo tengo en frente, pero supongo que el amor y las hormonas son absurdas en todo sentido. Es por eso que me resulta imposible no tragarme un suspiro cuando mi mirada llega a los surcos de sus abdominales, esos que se suelen sentir tan bien bajo las yemas de mis dedos. No, Leb no es el hombre más fuerte del mundo, ni es el que más hace ejercicio, pero ahí hay un abdomen lo suficientemente trabajado como para que la vista me resulte encantadora junto a las gotas de agua bajando por su piel.
Comienza a hacer calor cuando descubro que ni siquiera se tomó la molestia de abrochar bien su pantalón y puedo ver perfectamente la marca de su ropa interior. Que irónico que parezca recién salido de una portada de catálogo de ropa íntima, pero todo lo que puedo pensar es como lo quiero quitarle cualquier tipo de ropa en este momento.
Si, creo que Caleb se gana el premio de mejor distracción hasta ahora.
—¿Ya terminaste de devorarme con la mirada, o quieres que ponga otra pose? —cuestiona con diversión.
Yo alzo mi mirada hasta sus ojos y sonrió con picardía, esa es toda la respuesta que necesita.
Lo próximo que sé es que él me devuelve la sonrisa y camina lentamente hacia mi, como si tuviera todo el maldito tiempo del mundo para seducirme. Tengo que alzar mucho más la mirada una vez lo tengo frente a mí y, en respuesta, él baja la suya. Toma mi barbilla entre sus dedos y luego lo escucho hablar con esa voz profunda y melodiosa que suena bien incluso cuando no canta:
—Musa, tú me puedes tener en todas las poses que quieras, pero devorarme con la mirada es una pérdida de tiempo cuando puedes hacerlo de una forma más...interesante.
Este, este es el Caleb que me hizo caer en picada por él; el que aún hoy me deja boquiabierta y al que me provoca encerrar en mi cuarto y tenerlo solo para mi durante toda la vida. En respuesta a sus palabras, yo solo lo tomo por el cuello y fusiono su boca y a la mía en un beso húmedo que pretendo hacer más y más profundo. Siento su mano en mi cabello, sus dedos acercándome todavía más a él. Quiero que haga ese truco de magia en donde encuentra el botón de silencio en mi mente.
Quiero que me vuelva muda en todos los sentidos.
Mis manos viajan de forma instintiva a su cabello todavía mojado y podría derretirme por la forma en la que su boca parece estar jugando con la mía. Escucho nuestros labios encontrarse, siento el calor aumentando cada vez más en cada parte de mi cuerpo. En cuestión de segundos, él acaba sentado sobre el sofá y me atrae a él, hasta tenerme a horcajadas en su regazo. Su agarre es firme en mis muslos y ni siquiera soy capaz de analizar cuando una de sus manos llega hasta mi trasero, al menos no hasta que siento que aprieta por encima de mis pantalones. Suelto un respingo que lo hace reír, pero soy muy astuta al transformar esas carcajadas burlonas en unas secas que fallan poco a poco, y todo porque me inclino más hacia él.
Él sabe que le voy a tomar la palabra en eso de "devorarlo" con más que solo la mirada.
Mientras mis dedos trazan su camino de su pecho hasta sus abdominales, lo siento tensarse poco a poco bajo mi toque. Libero sus labios luego de otro beso y miro sus ojos, esos hermosos ojos de distintos tonos. Están más oscuros de lo normal, llenos de algo que solo yo puedo despertar. Siento esos pequeños surcos en su abdomen al tiempo en él suelta una larga y profunda respiración que me hace sentir poderosa. Yo también soy capaz de dejarlo sin aliento.
—Se suponía que debía irme...—dice, pero beso rápidamente su boca —. Tenía...Tenía que practicar...—otro beso —. Las líneas para la película...
Nuestros besos de repente se convierten en besos rápidos, desesperados y que solo aumentan el calor y el deseo entre nosotros. Ya ni siquiera recuerdo porqué estaba buscando distraerme, estoy más enfocada en convencer a Caleb para que se quede. Claro que no debo esforzarme demasiado, pues solo bastan unos besos más para que sus manos se adentren en mi camisa y encuentren su camino hasta mis pechos.
—Creo que me puedo quedar un rato más...
Su voz suena tan...tan afectada, tan llena de sentimientos y de pasión que todavía me sorprende saber que yo puedo ser capaz de tener ese efecto en alguien. En él. Dejo de besar sus labios una y otra vez solo para bajar hasta su cuello, donde beso, lamo y muerdo a mi gusto. Él maldice, pero sé que eso se debe a que mi mano volvió a moverse y esta vez sigue su camino hasta abajo, hasta dar con esos pantalones desabrochados y el elástico de su ropa interior.
Nuestras respiraciones ahora podrían ser la melodía de la canción más erótica jamás escrita, pero no se me ocurre ninguna letra con la cual acompañarla. En este momento, cuando comienzo a deshacerme de esa molesta ropa interior y él deja un firme e insinuante apretón en mi pecho antes de volver a sujetarme por el trasero, no puedo pensar en nada más que no sea nosotros, esta cercanía y lo que sentimos...
Hasta que...hasta que suenan golpes en la puerta...
Estoy tan enfocada en este momento que, en una situación normal, mandaría al carajo a quien sea que decidió interrumpirnos. Sin embargo, el sonido de la puerta me trae de regreso a la realidad, una en la que Michelle se fue con los terremotos y quien está llamando podría ser ella. Suelto a Caleb y me bajo de él tan rápido que me toma unos segundos darme cuenta de que quizá eso se vio mal, hasta un poco grosero. Le doy una pequeña mirada de disculpas y, aunque se ve afectado porque estaba haciendo bastante bien mi trabajo, me da una sonrisa tranquilizadora y me dice que vaya a abrir la puerta.
Ni siquiera le doy tiempo de arrepentirse, yo básicamente corro hasta la entrada esperando que se trate de mi hermanita. Mi cuerpo, que hace unos segundos estaba en su punto de ebullición, ahora se siente frío como un hielo. Abro la puerta a toda velocidad y es ella, es Michelle...
Pero no de la forma en la que esperé encontrarla.
—¿Ves, Elise? Te dije que debías confiar en mi. Yo siempre me aseguro de dejar a las chicas en las puertas de sus casas sanas, a salvo, a tiempo y con una sonrisa en los labios —me dice East, guiñándome un ojo. Solo él está con mi hermana, quien está...
Completamente empapada.
—Nadamos —dice ella, notando que llevo viéndola durante mucho tiempo —. Estuvimos un rato en el mar y luego salimos a la arena. Esperaba estar algo seca al llegar acá, pero parece que no fue así.
Ella se aferra aún más al abrigo que trae puesto; de hecho, tiene dos: el que tenía esta mañana y otro que supongo debe ser el de East, pues le queda mucho más grande. Su cabello rubio no gotea, pero sigue mojado y sus mejillas normalmente pálidas están algo rojizas por el sol. Lo que me sorprende es esa pequeña sonrisa en sus labios, esa que se ve demasiado sincera a pesar de ser tan frágil.
Quizá si se divirtió hoy después de todo.
—Eh, Eli —habla Easton, mirándome con sus ojos entrecerrados —. ¿Interrumpimos...algo?
Y noto que esa pregunta debe estar dirigida a que mis labios deben estar hinchados, mis mejillas sonrojadas y mi cabello hecho un desastre. Aún así, puedo perfectamente fingir demencia como la persona adulta que soy. Me apoyo en el marco de la puerta y niego con la cabeza. Easton me sonríe con diversión.
—Lastima porque, si estuviéramos interrumpiendo, invitaría a Mich a cenar a mi casa. Ya sabes, para no molestar —señala y me doy cuenta de que esta es una pregunta para saber si quiero privacidad o no. Este niño si que sabe lo que hace —. ¿Segura que no estás ocupada?
Vuelvo a negar con la cabeza, agradecida de que Michelle no entienda ni pío de lo que estamos hablando. East solo se encoge de hombros y lleva sus manos hasta los bolsillos de sus pantalones. Es la viva imagen de la calma, pero sé muy bien que puede ser lo contrario.
—Oh, bueno. Será para la próxima —dice, para luego ver a Michelle —. La invitación queda en pie para el día que desees, rubia. Mi casa y la casa de los Osbone son los mejores lugares para cenar, solo ahí podemos obligar a Drew a cocinar.
—¿Y eso es bueno? —pregunta ella. East sonríe con diversión.
—Refunfuña y se queja durante toda la cena, pero cocina mejor que cualquier chef elegante. Vale la pena aguantarlo quejarse una y otra vez.
—Acepto la invitación a la cena, pero sugiero ordenar comida rápida.
Easton ríe y yo observo todo esto un tanto anonada. Me sorprende no ver a Michelle tan incómoda como al inicio del día. Sigue encorvada y sigue cohibida, pero hay un cambio que se nota bastante. Como si hubiese decidido que East es alguien con el que puede estar.
—Creo que estoy amando el hecho de que seas la quinta terremoto, Mich —le dice él, acercándose a dejar un breve beso de despedida en la mejilla de mi hermana —. Nos vemos pronto, rubia. Y no dudes en llamar si necesitas algo, tu hermana tiene mi número.
—Gracias, East —es lo que dice, sin afirmar que lo llamará.
—Siempre a la orden —es la respuesta del moreno antes de acercarse a mi y besar mi mejilla de una forma más cariñosa. En última instancia, se inclina hacia mi oído y susurra —: me voy ya que no estás ocupada, pero saluda a Caleb de mi parte.
Alcanzo a pellizcar una de sus mejillas, cosa que le causa más gracia que dolor. Vuelve a besarme como despedida y luego Mich y yo comenzamos a verlo alejarse.
—Nos vemos, hermanas Blake.
Se da la vuelta y lo vemos irse a un paso relajado justo por donde llegó. Espero a que llegue al ascensor aunque sé muy bien que no se perderá aquí, pero supongo que lo hago por precaución. Luego, le doy espacio a mi hermana para que entre a mi hogar. Cierro la puerta tras nosotras y agradezco que Caleb se fuera de la sala de estar, encontrarlo como lo dejé no habría sido apropiado para los ojos de Mich.
Mi hermana camina unos pasos hasta llegar a uno de los sillones individuales y se arroja ahí, luciendo agotada. Aún así, hay algo en su mirada...algo que no había visto antes en estos días que lleva despierta. No puedo definirlo como felicidad, porque no lo es. A ella le queda un largo camino para sentirse alegre una vez más.
Creo que lo que hay en sus ojitos avellana, mucho más claros y verdes que los míos, es...esperanza.
Me acerco hasta los papeles en la mesita frente a los sillones. Tomo uno de ellos, el de menor importancia, y con un lápiz escribo lo que quiero decirle:
—¿Te divertiste?
—Fue...entretenido —dice ella, elevando un poco una de las esquinas de su labio. Toma uno de los mechones de su cabello mojado y juega con él sin dejar de hablar —. Creo que me di cuenta de que no puedo vivir así...Ya sabes, vivir queriendo que las cosas sean diferentes a lo que son. La vida es como es y no la puedo cambiar, o al menos no en el sentido que deseo. Supongo que tengo suerte de seguir respirando, de estar aquí contigo cuando era casi imposible que eso sucediera. Debería estar agradecida por eso, no triste o frustrada.
Tengo que parpadear un par de veces para poder procesar esas palabras. La Michelle no se ve como la nenita de diez años que cantaba en el auto segundos antes del accidente, pero tampoco se ve como la adolescente de dieciséis años que gritó al ver su propio reflejo. Esto es diferente a todo lo que he visto en mi hermana, incluso antes del accidente. Esa esperanza, esas ganas de intentarlo, no estaban en la niña un tanto penosa e insegura a la que mamá solía llamar "rayo de sol".
Creo que acabo de presenciar el primer destello de verdadera madurez en mi hermanita y eso se siente tan...tan...
—Oh, por favor, no llores —suelta ella, poniéndose de pie tan pronto ve mis ojos cristalizarse con lágrimas.
Yo sonrío, dándole a entender que son lágrimas de felicidad, de alegría por escucharla tan decidida cuando podría simplemente acostarse y llorar por todo lo que ha perdido. Tomo su rostro entre mis manos y beso su frente, ni siquiera me importa el hecho de que su piel sabe a agua salada. Este se siente como el verdadero primer paso que está dando Mich.
Y entonces de verdad entiendo cual es mi papel en todo esto como su hermana: tengo que estar a su lado y ser su apoyo mientras encuentra la fuerza para dar más pasos por sí sola. No puedo obligarla a caminar, no puedo obligarla a correr, no puedo sanar sus heridas cuando muy dentro de mi sé que las mías no han sanado aún. Me va a costar asimilar que no depende de mí que este proceso sea más fácil, pero lo voy a intentar.
Voy a tomar este como el primer paso para que Mich y yo empecemos de nuevo.
—Gracias por ser paciente, por aguantarme a pesar de todo —susurra ella, lanzándose a mis brazos en un fuerte abrazo. Yo la sostengo y acaricio su cabello —. Gracias por seguir aquí.
He sentido culpa durante años por el accidente, por haber perdido solo mi voz cuando las personas que más amo han perdido más. Todavía siento todo eso. Sin embargo, puedo decir que este instante es probablemente el primero desde hace seis años en el que el haber sobrevivido se siente como algo que valió completamente la pena.
Estoy aquí para ella, estamos aquí para la otra. Estamos.
Solo eso importa.
Ella se separa de mi y yo limpio unas pocas lágrimas que cayeron por sus mejillas. Mich me sonríe de lado y yo le devuelvo el gesto ¿Qué le dijeron los terremotos para que ahora ella vea toda nuestra situación de una forma tan diferente? No lo sé, pero estoy en deuda con esos niños.
—Bueno, iré a darme un baño. Tengo arena en todos lados porque Lid empujó a Tyler y él cayó sobre mi en la playa. Los dos rodamos por la arena y ahora no sé como haré para quitarme todo eso del cuerpo —ella ríe un poco, como si ese fuese el primer recuerdo divertido que obtiene en años —. Podemos ver una película luego, si quieres.
Yo asiento con la cabeza, sin dudarlo. Sé que tengo mucho trabajo pendiente, pero pasar un lindo rato con mi hermana suena como lo más perfecto del mundo.
—Bien, entonces escoge la película...pero nada de terror, Elise.
Es automática la forma en la que me encojo de hombros, sin prometerle que no escogeré alguna película de terror como cuando éramos más pequeñas. Ella niega con la cabeza, como hacía mamá cada vez que decía que yo no tenía remedio, y luego se da la vuelta para comenzar a caminar al cuarto de baño.
Tan pronto deja la sala de estar, yo no puedo evitar llevar una mano a mi pecho, donde mi corazón late con tanta fuerza que se siente como el inicio de una intensa canción de rock. Sonrío pensando en que quizá si hay chance de que todo tenga arreglo, de que el pasado se convierta en una sombra lejana y el presente en un brillante escenario. Quizá esto es lo que mi hermana y yo necesitamos luego de haberlo perdido todo.
Necesitamos recuperar nuestra antigua relación, ahora siendo personas diferentes ¿Su esperanza y está película? Esas cosas son solo el inicio.
—Bueno, eso salió bastante bien —volteo tan pronto escucho a Caleb y lo encuentro apoyado en la entrada que conecta la sala con la cocina. Con que ahí se había escondido —. Ella suena mucho más dispuesta a seguir adelante, darle una oportunidad a todo lo que está viviendo.
Yo asiento con la cabeza, todavía impresionada con que esto esté sucediendo. Él me regala una dulce sonrisa y camina hacia mi hasta que estamos muy cerca. Deja un beso corto y cariñoso en la punta de mi nariz antes de regresar su mirada bicolor a la mía.
—Las dos merecen ser muy felices —es lo que me dice, tomando un mechón de mi cabello para colocarlo tras mi oreja —. Poco a poco, musa. Sé que te cuesta aceptar que esto tardará porque tú quieres todo rápido e inmediato, eres así de acelerada, pero quizá es el momento de que respires y busques calma en vez de rapidez. Ambas deben de darse una oportunidad entre ustedes, volver a empezar. Sin prisas, ni exigencias, solo las dos siendo hermanas con heridas que sé que van a sanar.
Tiene razón. Él y Silene me han advertido que no he disfrutado el hecho de que mi hermana está despierta, aún cuando lo esperé por años. Quizá es el momento de dejar a un lado los temores y celebrar el que la tengo conmigo, con sus ojitos abiertos y no en una camilla. Dejo un beso breve en los labios de mi novio como agradecimiento por sus palabras, él sonríe.
—No hay nada que agradecer —dice, descifrando la intención de mi beso —. Ahora, lo mejor es que me vaya para que así tengan un tiempo solo de hermanas. Ya otro día continuaremos en donde nos quedamos.
Me guiña un ojo y sé que le tomaré la palabra. Lo veo caminar hacia la puerta, totalmente despreocupado. Es entonces cuando noto algo, así que carraspeo para llamar su atención.
—Si te vas sin camisa de mi apartamento, tendré mucho trabajo mañana lidiando con reportajes hablando sobre tus abdominales —le digo con señas.
Él baja su mirada hasta su pecho, dándose cuenta de que no trae puesto nada más que sus pantalones y zapatos. Alza la mirada, luciendo culpable y un poco avergonzado.
Aw, ahí está el Caleb algo penoso por el que también caí como una idiota.
Rio mientras lo veo caminar de regreso a mi habitación a buscar su camisa, diciendo como excusa que estaba despistado. Mientras recupera su prenda de ropa faltante, yo me siento en mi sillón y enciendo la televisión para buscar alguna película—de terror —para ver con mi hermana. Me siento bien, como no me había sentido en mucho tiempo.
Quizá si es el momento de sentirme así, de tomar un respiro junto a mi hermana.
Las dos merecemos encontrarnos luego de haberlo perdido todo.
...
Michelle se despertó esta mañana de buen humor; y, por buen humor, me refiero a una pequeña sonrisa en sus labios y un poco más de ánimo en sus ojos. Todavía está intentando seguir adelante, concentrarse en el presente y no en el futuro, pero no es fácil.
Ayer la encontré llorando, acostada en el suelo con una de mis guitarras en sus manos. Me dijo que extrañaba a papá, quien le enseñó a tocar la guitarra en primer lugar. Eso me rompió el corazón, pero estoy intentando seguir el consejo de Caleb y tomarlo todo con calma, así que solo me acosté junto a ella y toqué la guitarra hasta que ambas nos cansamos de llorar.
Otros días han sido mejores. Me ha acompañado a ver a Rubí en las grabaciones de algunas colaboraciones que está haciendo con otros artistas y quedó encantada con el estudio de grabación, los instrumentos y, por supuesto, el talento de mi cuñada. Ella le agrada y puedo decir que Rubí también siente muchísima simpatía por Michelle. De alguna manera, mi hermana ha conseguido llevarse muy bien con ella, con Caleb y con Silene. Los últimos dos hacen lo posible por verla aunque sea una vez al día y creo que ella ya hasta se acostumbró a sus presencias.
Los días que no pasa conmigo o con mis amigos, los pasa con los terremotos, quienes están aprovechando al máximo sus últimos días de verano. Me sorprende lo bien que se lleva con Lid, a quien describe como alguien mucho más agradable de lo que creyó. Los Cooper también están ganándose un lugar importante en el corazón de mi hermana. Ambos se han portado muy bien con ella, siendo tan cariñosos, serviciales, y amables como siempre lo han sido.
A quien no tolera es a Drew, pero tres de cuatro no es un mal número para empezar una amistad.
Como sea, hoy resulta ser un buen día para ella y me pidió ir a comprar ropa propia, diciendo que no quería seguir utilizando la ropa de Lid. Así que estamos aquí, en el centro comercial yendo de tienda en tienda en busca de prendas de ropa que le gusten a mi hermana. Llevamos unos veinte minutos dando vueltas y, hasta ahora, no hemos comprado nada. Claro que no hay prisa, no cuando estamos pasando un buen rato juntas.
Además, tenemos una muy buena compañía que ambas estamos disfrutando bastante.
—¿Tu hermana te ha contado todas las bromas que hicimos en la universidad, Mich? —le pregunta Hunter, mientras caminamos por el amplio pasillo del centro comercial —. Porque, ¡mierda!, si que gozamos ahí.
Mi amistad con Hunter Sheidegger comenzó cuando ambos nos conocimos en una materia electiva en la universidad. Yo estaba en mi primer año en publicidad y él en su penúltimo año en derecho, pero bastó una broma en común para que nos volviéramos inseparables. Pasaron unos años y nos fuimos distanciando, pero la vida nos volvió a unir cuando los Carlton lo contrataron como guardaespaldas.
Así es como este rubio desaliñado con el que hice cientos de bromas en mis años de estudiante regresó a mi vida y nuestra amistad se reanudó justo en el punto en el que quedó.
—¿Ah si? —pregunta ella, observándolo con curiosidad —. No me ha contado sobre eso.
—Tu hermana amaba el descontrol, creo que por eso me cayó tan bien desde el inicio —señala Hunter —. Aunque claro, las locuras que hizo conmigo no se comparan en nada con las que hizo con tu primo. Uf, nada mejor que el dúo Adam-Elise Blake en una fiesta.
Mi hermana hace una mueca con su boca, Adam aún es un tema difícil de tratar para ella. Cada vez le agrada menos y creo que él se rindió de intentar cambiar su forma de pensar. Supongo que le está dando su espacio, su tiempo, pero Mich lleva casi un mes despierta y todavía lo ve como un enemigo. Después de años cuidándola, debe sentirse terrible para él ser visto de esa forma.
—¿Conoces a Adam? —le pregunta mi hermana a Hunter, intentando mantener la conversación.
—¡Claro! Es un gran tipo, de los mejores que conozco —suelta él, jugando con el piercing que tiene en su ceja —. Y su novia es espectacular, hermosa y agradable. Por supuesto que no tanto como ustedes, hermanas Blake. Lo que me lleva a preguntar, ¿qué fórmula usaron sus padres para crear a dos hermanas tan hermosas? No lo entiendo. Les salieron muy bien.
Hunter siempre ha sido así de coqueto, locuaz y a veces hasta tiene el don de incomodar a la gente. Sin embargo, una vez lo conoces bien, consigues a alguien con un corazón increíble que siempre estará para ti cuando lo necesitas.
Michelle le sonríe y estoy encantada con que le agrade mi amigo; estoy encantada con que lo esté intentando en general. La observo por la esquina de mi ojo, encontrándome con su cuerpo aún delgado en los jeans de corte alto y una camisa de alguna banda que le prestó Lid. Definitivamente necesita ropa nueva, algo que la identifique y la haga sentir cómoda. Regreso mi vista al camino y veo de lejos una tienda a la que he entrado antes, con Rubí y Silene, así que la tomo de la mano y la guío hacia allá, esperando encontrar algo. Hunter nos sigue, pero se queda en la entrada del local. Después de todo, vino como nuestro guardaespaldas para evitar problemas si alguien me reconoce como la novia de Caleb Carlton.
Nos adentramos en la tienda, de inmediato somos recibidas por una música un tanto movida y un olor a perfume delicioso. En realidad, conozco muy bien esta marca de ropa. La industria Miles Tone cuenta con varias de estas a lo largo del país, e incluso fuera de este, y tiene un catálogo tan variado que siento que es imposible que a Mich no le guste algo aquí.
Además, tengo descuento por conocer a los dueños y a las modelos de ese lugar, así que fue muy conveniente entrar.
—Hunter me agrada —decide decir mi hermana mientras nos acercamos a una sección de ropa playera —. Es parlanchín, algo confiado y extraño, pero agradable a su manera.
—Es increíble, uno de mis mejores amigos —eso lo dice la aplicación que descargue en mi teléfono, en donde escribo lo que quiero decir y una voz un tanto graciosa habla por mi. Así es más fácil comunicarme con mi hermana —. La verdad, todos los guardaespaldas de los Carlton son agradables. Douglas es un rayo de sol y Garrett, el jefe de seguridad, es algo estricto, pero muy educado. Quien siempre parece estar a la defensiva es Logan, pero incluso él es amigable cuando se lo propone. A quien suele sacar de quicio es a Rubí.
—Oh, sí. Creo que he escuchado a Lid molestarla con eso, ella dice que a Rubí le gusta él.
Mentiría si dijera que esa idea no me ha pasado por la cabeza, porque si lo ha hecho. Claro que ella lo niega y él...bueno, la verdad Logan habla mucho más con Hunter y Douglas que conmigo, así que solo ellos saben qué siente ese castaño con respecto a mi cuñada. Luego le pediré a Hunter que me actualice en ese chisme, ya que las últimas semanas he estado desconectada de todo tipo de cotilleo.
Ya quiero traer de vuelta a la Elise chismosa.
Nos paseamos por la tienda y, donde yo me veo entusiasmada, ella se ve aburrida y desinteresada. Le sugiero un par de conjuntos, pero Mich niega con la cabeza una y otra vez. Esto me hace recordar que Michelle y yo somos bastante diferentes en cuanto a...todo.
Sus gustos y los míos chocaban en casi todo cuando éramos más pequeñas. Yo era la de estilo atrevido, la que vestía pantalones ajustados y llegaba de la escuela con advertencias por usar ropa "inapropiada". Ella era la de vestidos dulces y trenzas en el cabello. Yo era la de fiestas y amigos, ella era la de leer en casa y jugar con muñecas. No puedo esperar que le guste algo que me gusta a mi cuando eso ni siquiera pasaba en el pasado.
Así que dejo de hacer recomendaciones y la dejo ir por su cuenta; paso de guiarla a seguirla.
Se detiene en una sección de una diseñadora algo nueva en esta marca; lo sé porque el ser publicista de Silene me ha llevado a estar al tanto de muchas cosas en la industria Milestone y el nombre que vemos en la pancarta de la sección no me suena en lo absoluto. Quien si me suena es la modelo que aparece en la foto de fondo. El estilo bohemio—que es el que defiende esta diseñadora en particular—no va para nada con el urbano y casual que suele llevar Malory Jones, pero eso no significa que no esas fotografías no quedaron maravillosas con ella de modelo.
Esa rubia con mucho carácter se ha convertido en una de las mejores amigas de mi cuñada y en una de las modelos juveniles más famosas del momento. Es sorprendente que se vea bien con todo lo que se pone, pero lo que más me gusta de su forma de trabajar y posar es que no solo se ve bella, sino que también se ve segura. No importa lo que tenga puesto, ella siempre da la impresión de estar cómoda, de estar actuando natural. Las sonrisas en esta publicidad la delatan, en realidad hace que la sección se vea mucho más llamativa y te invita de inmediato a darle una oportunidad a la diseñadora de estilo tan particular.
Dejo de ver la bonita decoración y publicidad de la sección para ver a mi hermana, quien de hecho observa con mucha más comodidad la ropa de este lugar que de otras secciones. Aún así, titubea un poco cada vez que quiere agarrar una prenda y creo que está luchando con una inseguridad que no había considerado hasta entonces en ella.
Los años entre los diez y los dieciséis son muy importantes en la vida de cualquier persona, pues ahí comienzan a surgir rasgos de la personalidad de cada quien. Es en esa etapa en la que buscas un estilo, una voz, algo en lo que creer. Michelle no tuvo eso.
Ahora, mi hermana se encuentra a la deriva, sin saber exactamente quien es y quien quiere ser en el mundo. No digo que los adolescentes de su edad ya sepan algo como eso porque no es así—a veces siento que adolescencia es sinónimo de estar perdido—, pero lo que ellos tienen y mi hermanita no es algo con lo que identificarse.
Mich necesita encontrar eso y debe hacerlo sola...pero puedo darle un empujón, ¿no?
Llevo mi mano al ropero y saco unas cuantas prendas: una falda larga, una camisa con un bonito estampado, un vestido largo y suelto, unos pantalones holgados...Ella me observa mientras sigo en mi tarea, pensando que esta ropa es demasiado bonita, pero que jamás la habría visto de no ser por ella. No es mi estilo, no está ni cerca de serlo. Aún así, puedo intentar ver si es el estilo que quiere Mich.
Señalo unas botas de tacón bajo para que ella las tome, me obedece y toma por su cuenta unas sandalias mucho más simples que estaban justo al lado. Luego, le hago una seña con la cabeza y la guío hasta los vestidores. Una chica no mucho más joven que yo nos recibe y ofrece su ayuda ante cualquier cosa. Le sonrío en respuesta, aunque espero no necesitar su apoyo para esto. Deposito toda la ropa que tomé en los brazos de mi hermana y le señalo uno de los puestos libres.
—Esta es mucha ropa —dice ella —. No vamos a salir de aquí en horas.
Me encojo de hombros, dándole a entender que eso no me importa.
—Hunter se va a quedar esperando.
—Le pagan por eso —escribo y la aplicación habla por mi —. Además, si se aburre, entrará a curiosear...O buscará a alguna chica con la cual coquetear en nuestra ausencia, cualquiera de las dos.
—Mhm...bueno, supongo que está bien.
Ella entra en el vestidor que yo le señalé, ruego en silencio porque no entre en crisis como la vez pasada al ver al espejo. Espero uno, dos, tres segundos y eso no pasa. Solo cierra la puerta y comienza a probarse ropa. Para esperarla, me siento en uno de los cómodos sillones frente a los vestidores. Enciendo mi teléfono mientras tanto y respondo unos cuantos mensajes que gracias al cielo no tienen mucho que ver con trabajo. Rio de un estúpido post que me envío mi primo y le respondo con algo mucho más gracioso. Eso me recuerda que debo trabajar en mejorar la relación entre él y Mich, por el bien de ambos.
Adam la quiere, la cuidó por mucho tiempo y es obvio que se siente algo lastimado por el rechazo que está recibiendo. Por otro lado, siento que a Mich le haría bien unirse con la familia que nos queda; quiero que entienda que no estamos solas en esto. Mis tíos ahora están en Australia, pero vendrán pronto y me gustaría que los conociera. Me hago una nota mental de que debo recordar eso. Solo Mich puede decidir si avanzar con ellos, pero al menos puedo ayudar.
Pasados unos dos minutos, ella sale del vestidor y...Vaya, en realidad estoy impresionada con lo que veo.
La ropa de Lid era hermosa, de un estilo más minimalista y chic, pero le quedaba algo pequeña a mi hermana y no se veía del todo como ella. Ahora, esta ropa...esta ropa sí que está haciendo maravillas con el delgado cuerpo de Mich.
Escogió la falda que tomé, esa de colores azules, amarillos y rosados en su peculiar estampado. Esta cae desde su cintura hasta sus pies, en los que se colocó las sandalias que ella misma eligió. La camisa blanca que trae puesta es lo suficientemente corta como para dejar al descubierto piel en su estómago, pero no se ve vulgar o atrevido en lo absoluto. En realidad, es sorprendente lo bien que le queda todo ese conjunto. La hace ver más alta, hasta mayor, pero sin exagerar.
Ni siquiera contengo la sonrisa que nace en mi, creo que se ve bellísima.
—¿Te gusta? —me pregunta y yo asiento con la cabeza.
Creo que le falta un último detalle, así que le pido que aguarde un minuto con una seña que hago con mi dedo y busco unas bandanas que vi hace unos segundos. Regreso con una de ellas, la que combina con su falda, y le pido que se de la vuelta mientras se la coloco en el cabello. Una vez lista, la hago dar la vuelta de nuevo para verla.
Definitivamente este estilo está hecho para Michelle.
Aplaudo en aprobación y ella sonríe, todavía una sonrisa muy pequeña comparada con las que antes solía esbozar mi hermanita. "Poco a poco", me recuerdo. Ya es demasiado que esté aquí, intentando seguir adelante cuando muchas personas se limitarían a llorar hasta deshidratarse. Noto que le cuesta encarar el espejo. Titubea al voltear, pero finalmente lo hace.
Y se encuentra con esta versión más arreglada de la Michelle que vio el otro día en el gimnasio.
Pasa sus ojos por la falda, luego por la camisa y luego llega a su rostro. Su cara todavía se ve apagada, triste, afectada...Y su cuerpo sigue muy delgado, aún encorvado y muy pálido...Pero ocurre algo que llena de vida a la niña que ha estado sufriendo tanto el último mes: sonríe, se sonríe a sí misma.
Puede que no sea la sonrisa más alegre del mundo, pero es una sonrisa de satisfacción, una que dice que le gusta lo que ve...que puede llegar a amar lo que ve, aún cuando no es la versión que esperaba tener en un principio.
—Me gusta —termina por decirme e incluso pone sus manos en su caderas, viendo como le queda el vestuario en diferentes ángulos —. Digo...es bonito. En verdad creí que la camisa corta se iba a ver mucho peor, pero me gusta. No me...incomoda.
Ella me observa por el espejo y alzo mis pulgares, estando de acuerdo con lo que dice. Señalo la pila de ropa que habíamos elegido antes, ella comprende.
—Está bien, quizá no sea tan horrible probarme tanta ropa —admite, rindiéndose ante ese tema —. Pero deberías llamar a Hunter para que no se quede...
—Hey, chicas ¿Adivinen qué...? —es casi como lo hubiésemos llamado, porque el reflejo de mi amigo aparece tras nosotras. Ve a mi hermana y lleva una mano a su pecho —. Michelle, estás espectacular. Acabas de subir la barra, si antes las hermanas Blake me parecían bellísimas, ahora puedo decir que son otro nivel de hermosas.
Michelle se sonroja un poco ante la timidez y luego ríe un poco. Algo que me agrada de Hunter es que, aunque es muy bueno haciendo sentir incómodas a las personas, una vez te ganas su amistad es muy difícil que no te agrade su forma de ser. Noto que eso es lo que le sucede a Mich, a quien ya le agrada mi amigo. Siento que hoy está resultando un día excelente para ella, espero que esto siga así.
—La verdad me estaba aburriendo afuera, así que decidí entrar para entretenerme con ustedes —habla mi amigo, apoyándose en la pared totalmente relajado —. ¿Tienes más ropa que probarte, Mich? Haz una pasarela, Eli y yo veremos cómo te quedan. Además, tengo un buen chisme para mi chismosa favorita. Así pasaremos el rato.
Le sonrío a Hunter con emoción ¿Un chisme? Bien, eso suena interesante. Mich regresa al vestidor mientras que mi amigo y yo tomamos asientos en el sillón en el que antes me encontraba. Hunter comienza a contar—quizá con demasiado dramatismo —como Logan acaba de escribirle que Rubí le había pedido que la llevase nada más y nada menos que al apartamento que comparten los miembros de DayDreaming, una banda de chicos que está ascendiendo a la fama y con los que ella ya ha colaborado.
Mi amigo comienza a atar hilos, ese es su deporte favorito, y me dice que lo sorprendente de todo esto no es Rubí impaciente por querer ver a esos chicos, sino Logan comunicando eso como si le importase. Estoy a punto de intervenir, a punto de opinar que mi cuñada es muy lista y que quizá lo hizo para ponerlo celoso, pero entonces los altavoces de la tienda comienzan a entonar una melodía que conozco muy bien.
Una melodía que me recuerda a lluvia, vidrios rotos y perderlo todo en un parpadeo.
—Logan es como un cubo de hielo, es demasiado difícil que se interese en algo, pero cuando dijo que tenía que llevarla a ese lugar...¡Uf! Es que te tengo que mostrar el audio para que sientas la molestia en su voz. En serio, es...—pero se detiene al notar que estoy demasiado tensa —. Oye, ¿estás bien?
Esta versión de la canción de Los Beatles es instrumental, pero tiene el mismo efecto en mí que la versión con letra. Lo que estaba resultando un buen día de repente se convierte en algo distinto gracias a la culpa que comienza a invadirme. Quiero ser lista y decirme que el accidente no fue mi culpa, pero no puedo. Hay algo en mi que me impide dejar ir todo ese momento y no sé como deshacerme de esta molesta sensación.
Menos cuando Michelle abre la puerta del vestuario, luciendo completamente distinta a la niña animada de antes.
Está más pálida, su rostro inexpresivo y sus brazos rodeando su cuerpecito. La canción le afecta, la transporta a un momento que no puede recordar del todo. Ella me observa, no sé si para buscar apoyo o respuestas. Como sea, esa mirada no hace más que aumentar el dolor en mi pecho, la culpa que siento. Estábamos escuchando su canción cuando todo sucedió...
Yo iba a cantar su canción en la audición...
Esa audición fue el principio del fin...Y lo odio.
Pasan lo que creo deben ser unos dos minutos y todo es tenso, silencioso y doloroso. Incluso Hunter deja de intervenir y espera a que ambas salgamos de este extraño transe en el que entramos. Luego, la canción acaba y comienza otra; una más movida y juvenil. Michelle sacude su cabeza, parpadea para detener las lágrimas contenidas e intenta fingir la misma sonrisa que tenía antes. No le sale tan bien.
—¿Qué tal estos pantalones? —nos pregunta, dando una vuelta.
—Hermosos, pero pregunta si los tienen en turquesa. Creo que ese color te pega más —le aconseja Hunter, que luego vuelve a mi —. Aja, como te decía, Elise. Logan solo muestra interés y preocupación por su hermana; quien por cierto está buenísima. Solo he visto fotos, pero...¡Vaya! Es bellísima. No entiendo porqué Logan no me la ha presentado cuando yo soy...
Hunter sigue hablando y hablando, mientras que Michelle se acerca a una de las empleadas para pedir el color que Hunter sugirió. Yo, por otro lado, intento volver a la normalidad, pero no puedo. Hay un pensamiento que comienza a perseguirme como una especie de fantasma: en algún momento, voy a tener que decirle a Michelle cómo ocurrió el accidente...
No sé si estoy lista para eso.
...
Bueno, buenoooo...
Llevo tiempo desaparecida y quería que supieran que lamento esta ausencia. No han sido días fáciles, tanto en lo emocional como en lo referente a mis responsabilidades fuera de escribir. Todo el mundo tiene bajones de vez en cuando y solo quiere apagarse por completo y desconectarse de todo. Pues, me pasó y lamento mucho haberlos hecho esperar por este capítulo (y por las otras historias que no he actualizado). Por favor, les pido paciencia ante esto.
Pero hoy me provocó regresar con este capítulo tan interesante (y largo) en donde surgen cositas que quería que vieran desde que empezó esta historia. Espero les haya gustado tanto como a mi me gustó escribirlo ♥️
Gracias por todo el apoyo que siempre me han dado. Los quiero 😘
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