3. La última noche

Drac y Damien van acompañados por un guardia. Ambos tienen cicatrices en la cara dando así a entender que se habían pegado. Los dos llevan el mismo traje que todos. Damien tiene el número veintiseis y Drac el once.

—¿Por qué estamos aquí? —pregunta Drac con un tono agresivo.

Mr. God le hace unas señas a un guardia y este les da dos pares de auriculares. Me miran confusos con los auriculares en la mano. Yo le doy unos golpecitos a mi oreja. Ellos pillan la respuesta y se los meten en las orejas.

—Ahora que todos estamos todos aquí, os doy un último consejo antes de los juegos.

—¿Juego? —interrumpe Damien. —¿Qué juegos? ¿Tenemos que participar en unos juegos?

Mr. God le clava sus ojos azules al pobre Damien, quien se hace pequeñito donde está.

—Lo siento. Yo solo explico las cosas una vez. No haberos metido en problemas —la cara de Drac se pone roja de la rabia. —Preguntad después a alguien.

—¿Qué quería decirnos? —le pregunté para volver al tema de los juegos.

—A verdad. El consejo —Mr. God nos mira a todos. —Recordad algo: nada es lo que parece. Y menos en este lugar —. Vuelve a mirarme a mí. Yo intento sostenerle la mirada. —¡Observad bien vuestro alrededor!

Los guardias empiezan a empujarnos para que salgamos. Me doy la vuelta, pero echo un último vistazo desde el hombro a Mr. God, quien no dejo de mirarme en ningún momento. Vuelvo a mirar al frente y sigo caminando.

Nos llevan de vuelta a la sala anterior de los casilleros. Nos dicen que esperemos hasta que nos avisen del comienzo. Me siento en un banco y clavo mi mirada al suelo. Dos personas se me acercan. No tengo que levantar la vista para saber quienes son.

—"Mon amour" —Drac se sienta al lado mío. Coge mi mano, pero yo se lo quito.

—¿Cómo terminasteis aquí? —les pregunto.

Se quedan en silencio. Damien es el que lo rompe. —Después de que Drac te disparara...

—¡No lo hice a propósito! —le interrumpe Drac gritando.

—Da igual que haya sido o no a propósito. Lo que importa es que sacaste la puta pistola solo por una maldita discusión, porque no eres capaz de controlarte cuando bebes —levanto la vista para mirarlo a los ojos. —Querías dispararle a Damien solo porque te llevó la contraría.

—Te metiste en el medio —me replica Drac.

Yo te dije que no lo hagas —me dice Nora. Obviamente, ella siempre se pone del lado de Drac.

—No iba a dejar que le dispares.

—Esto no importa ahora —nos interrumpe Damien. —Elena, ¿dónde estamos?

—Estamos en el núcleo. —Les empiezo a contar todo lo que dijo Mr. God.

Damien me escuchó atentamente, mientras que Drac interrumpía cada segundo. Para ser hermanos son bastante contrarios.

Drac y Damien o mejor dicho David y Damien son unos hermanos a los que conocí en el orfanato en Francia. Su madre los abandonó cuando Drac tenía un año y Damien seis. Desde ese momento, Damien cuido de él en todo momento. Es un gran hermano mayor. Sin embargo, Drac no siempre se mostraba muy agradecido con la persona que literalmente lo crio. 

Drac es un chico muy guapo y siempre le presume de eso a su hermano. Con sus ojos azules brillantes contrastando con su pelo oscuro. Es un chico muy deportivo y a lo largo de los años, desarrolló una musculatura, digamos, notable. Cuando llegué al orfanato a los catorce años, me quedé embobada de él. Y Nora más. Sin embargo, era demasiado tímida para hablarle. Socializar con la gente nunca fue mi fortaleza y sigue sin serlo a día de hoy. Pero Nora era todo lo contrario. No era nada tímida y una noche tomó el control y se liaron en el baño de chicas. Y yo lo único que podía hacer era sentir y ver. Me sentía incómoda, Como si no fuera más que un objeto. Para ser mi primera noche apasionante, no me gustó mucho. Después de eso, las piernas no paraban de dolerme y mi parte íntima me ardía todo el día. No me quedé preñada de milagro.

Meses después él me pidió ser su novia. Yo acepté y así nos convertimos en novios. Al principio todo estaba bien. Estaba muy enamorada de él y cada vez que teníamos oportunidad nos metíamos en el baño o en la cama para hacer travesuras (pero siempre con protección). Pero la personalidad, un poquito desagradable de Drac, comenzó a molestarme. Me hacía bromas pesadas, se burlaba de mí si hacía algo mal, a veces no me dejaba tener intimidad, etc. Ya no estaba muy segura de lo que sentía por él, y aún hoy a día sigo sin estarlo, pero sabía que si yo rompía con él Nora se volvería loca. Así que lo tuve que soportar. Y tengo que admitir que en algunos momentos era muy romántico. Y esos momentos eran los que se sujetaban a él.

Y bueno, con Damien... pues no he tenido mucha relación. Era un chico agradable y cuando llegué allí, me ayudó a que me sientiera un poco más cómoda. No es un chico feo, pero no puede presumir tanto como su hermano. Tiene el mismo color de pelo, pero Damien tiene ojos marrones y una nariz mucho más grande.Trabajaba en el orfanato para estar junto a su hermano. Siempre trataba bien a todo el mundo. Pero lo querían echar de allí, porque era mayor de edad. Él intentó todo lo posible por quedarse, pero no cambiaron de idea.

Aunque los hermanos no se llevaban muy bien, tampoco querían estar alejados en ese momento. Así que, una noche, escapamos los tres del orfanato. Hemos recibido educación en ese sitio, pero no era suficiente para que nos aceptaran en algún trabajo. Y allí empezamos nuestra vida de crimen. Robar y estafar eran lo que mejor se nos daba. Gracias a la agilidad de Nora, siempre nos salvábamos el culo.

La última vez en el que estuvimos los tres reunidos, estábamos celebrando nuestro exitoso atraco a un gran banco. Drac se emborrachó demasiado y replicaba y discutía por todo. Todo iba bien, hasta que una de esas discusiones terminó en una pelea entre Drac y Damien. Para el atraco, nos compramos una arma ilegalmente. Drac lo cogió y apuntó a Damien. Me puse entre ellos dos a pesar de las advertencias de Nora. Y luego boom, Drac apretó el gatillo, la bala me dio en el pecho y ahora estoy en este sitio.

—Así que solo uno puede sobrevivir —repitió Damien pensativo después de que yo terminara de hablar trayéndome de vuelta a la realidad.

—Sí. No sé lo que tenemos que hacer en los juegos, pero estoy segura de que será una tarea muy complicada sobrevivir —le comento.

—Formemos una alianza —propone Damien. —Tal vez así tengamos más posibilidades.

—Yo no pienso formar ninguna alianza contigo —le dice Drac a su hermano, pero luego me mira a mí y cambia de opinión. —Pero por ti sí, "ma belle".

—¿Vosotras qué decís?

Lo que me resulta agradable de Damien, es que toma en cuenta la opinión de Nora y la mía. La mayoría del tiempo siempre nos habla a las dos. Es la única persona que lo hace. Drac suele hablar conmigo o con Nora.

Me lo reflexiono un momento. Es verdad que juntos es mejor, pero si llega el caso de que al final sobrevivamos los tres o alguno de los dos y estoy segura de que hagamos lo que hagamos, solo uno sobrevivirá. Y no quiero llegar a eso.

¿Por qué tardas tanto en contestar? Es obvio que vamos a formar la alianza. Estaremos junto a Drac —me recuerda Nora.

—No lo sé —mascullo en voz baja.

Damien me mira con lástima y Drac con una cara confundida. No sé qué hacer. No quiero que Nora les haga daño, pero a la vez me siento más segura con ellos.

En ese momento la cabeza me empieza a arder y antes de que me dé cuenta, ya no controlo mis movimientos. Siento como se me abre la boca y Nora se adelanta a mi respuesta:

—¿Sabéis qué? Aceptamos. Formaremos una alianza.

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