Capitulo 73: "Reanudacion"
"Eres solo tú, el que me quiere como tú me quieres.
Intento estar tranquilo, pero no puedo estar tranquilo con esto.
Comportándome como un tonto,
quiero gritarlo desde el tejado.
Antes de ti, amor, estaba perdido,
a la deriva en el mar.
Tú eras el faro que yo seguí hasta casa, tú eres quien me rescató."
-Alesso, Cool.
Epilogo.
Narra Starfire
La vida y el amor continuaron en aquel último reducto humano del planeta Tierra, pero las cosas no permanecieron exactamente igual...
Yo ya no era la misma.
Me resultó más difícil que cambiar de planeta, porque me había creado ya muchas ideas preconcebidas sobre lo que significaba ser humano. Puede que no hubiera en este planeta felicidad posible sin su carga correspondiente de dolor para compensarla, medido todo con una escala que me era desconocida.
Había heredado limitaciones inesperadas. Mi cuerpo aun era débil, y no sólo físicamente, porque me embargaba una timidez agobiante cada vez que me sentía insegura, lo que era habitual los primeros días.
Había heredado un papel diferente. Mis amigos me traía cosas y me cedían el paso al entrar en una habitación. Me daban las tareas más fáciles y, enseguida, me quitaban el trabajo de las manos. Peor que eso, necesitaba ayuda. Mis músculos eran débiles, me cansaba enseguida y mis intentos para ocultarlo no engañaban a nadie. Probablemente, no podría correr ni un kilómetro sin tener que descansar.
De todas maneras, valia la pena.
Había algo más en el tipo de trato que me daban aparte de mi debilidad física. Mi rostro se habia endulzado. Me había acostumbrado a tener una cara que era bonita pero que la gente no podía mirar sin miedo, desconfianza e incluso odio. Mi nuevo rostro no provocaba esas emociones.
Todos tocaban mis mejillas o ponían los dedos bajo mi barbilla, sujetándome la cara para verla mejor. Era tan frecuente que me dieran palmaditas en la cabeza y me
acariciaban el pelo con tanta frecuencia que dejé de notarlo cuando ocurría. Aquellos que no me aceptaban antes hacían esto tan a menudo como mis amigos. Incluso Zatanna. Barbara, en particular, se recostaba en mi regazo cada vez que tenía oportunidad y acariciaba mi vientre con ternura.
Incluso Kaldur y Conner, aunque intentaban no mirarme, eran incapaces de mantenerse de hacerlo.
Habían cambiado más cosas además de mi cuerpo. La epoca de lluvia llegó a la Ciudad, y yo me alegré.
Para empezar, ahora ese olor bañaba las cuevas mohosas, dándoles un aroma fresco y casi especiado que se adhería a mi pelo y me seguía a todas partes. Lo olía en sueños.
Las nubes eran excitantes, algo completamente diferente al pálido azul soso y permanente. Tenían profundidad y movimiento y formaban imágenes en el cielo.
Había mucho que hacer en la cueva de Bruce y la mudanza de vuelta a Jump City en nuestra Torre finalmente reconstruida, ahora resultó una buena preparación para los arreglos más permanentes que se producirían en el futuro.
Se necesitaba todo el espacio, así que ya no podía haber habitaciones vacías.
Raven parecía desconcertada todo el tiempo, tan distraída por esa relación casi imposible que no tenía la cabeza para prestar atención a otra cosa. Pero cuando Chico bestia se colgaba de élla, el la atraía hacía su costado con ternura...
La primera noche que pasamos en la Torre despues de tanto tiempo, Abeja habia decidido vivir con nosotros se había instalado a un lado de la habitacion de Cyborg sin dar ninguna explicación. Puede que hubiera sido la fascinación de Cyborg por Artemisa lo que había motivado a Abeja, aunque yo dudaba que mi amigo tuviera intenciones de esa forma con Artemisa. Estaba fascinado por su gran cantidad de conocimientos. O puede que fuera que Abeja estaba lista para sentar cabeza de una vez por todas. Esperaba que ése fuera el caso. Era bonito pensar que incluso Cyborg y Abeja podían suavizarse con el tiempo.
Yo tampoco no podia quedarme en mi antigua habitacion purpura.
Aquella crucial conversación con Robin podría no haber tenido lugar si no hubiese sido por Chico bestia. Se me secaba la boca y me sudaban las manos cada vez que pensaba que pude haber perdido a mi bebe. ¿Y si esos sentimientos de culpa, esos momentos perfectos después de que hubiera despertado, eran sólo una ilusión? ¿Y si no los recordaba fielmente? Sabía que nada había cambiado para mí.
Esperaba que él se sintiera algo desconcertado, porque todos lo estábamos. Si era difícil para mí, acostumbrada a este tipo de cambios, ¿no sería más difícil para los humanos?
Me esforzaba en dejar atrás los ecos de culpa, tristeza y la perplejidad del amor que sentía por Jason. Ni los quería ni los necesitaba. Robin era el compañero perfecto para mí, pero a veces me sorprendía a mí misma pensando en Jason y me sentía confusa. Y Robin ..., debía de ser muy duro para él. Podía entenderlo.
Estábamos juntos casi tanto tiempo como Raven y Chico bestia. Robin me tocaba el pelo y el vientre constantemente y siempre me tomaba de la mano, pero ¿quién no actuaba ante mi estado de la misma manera? ¿Y no era platónico para los demás? ¿Por qué no me había vuelto a besar como había hecho el primer día?
Esa preocupación me embargaba el corazón la noche que Robin trajo mis cosas porque eran demasiado pesadas para mí a su grande y oscura habitacion.
Llovía por primera vez en más de cinco meses. Se oían risas y quejas a medida que pasaban los dias en la Torre T y acondicionabamos el espacio. Vi a Cyborg con Abeja y sonreí.
_¡Aquí, Starfire!_ me llamó Chico bestia, señalando el lugar donde estaba sentado en la barra para desayunos, al lado del de Robin.
Chico bestia era la única persona que me trataba exactamente igual que antes. Hacía concesiones al pequeño bulto en mi vientre, pero no parecía sorprenderse al verme entrar en una habitación.
Me quedé mirando la forma inmóvil de Chico bestia durante un buen rato. Robin no se movía tampoco. No podía tener un ataque de pánico, ¿es que estaba pensando en alguna manera de escapar de esta situación?
_Luces fuera_ bramó Cyborg desde el otro lado del living donde esta el nuevo gran sofa para la television. _Que todo el mundo cierre la boca, a ver si yo puedo cerrar los ojos._
Todos se echarob a reír, pero, como siempre, le hicieron caso. Una a una, las cinco habitaciones se apagaron, hasta que la Torre se quedó a oscuras.
Una vez, estando en la misma habitacion y compartiendo la misma cama. La mano de Robin encontró la mía. Era cálida. ¿Se daba cuenta de lo fría y sudada que estaba mi piel?
Se sento en el colchón, invitándome a hacer lo mismo. Así lo hice, y me tumbé. Él seguía cogiéndome de la mano.
_¿Estás bien?_ susurró.
_Sí, gracias_ respondí con otro murmullo.
Robin estaba más cerca de lo que pensaba. Jadeé en silencio cuando me pegué a él e intenté apartarme para darle algo de espacio. Pero de repente su brazo me rodeó, apretándome contra su cuerpo.
Era un sentimiento de lo más extraño. Tener el brazo de Robin a mi alrededor de esa manera tan poco platónica me recordó, cosa rara, mi primera experiencia con el Sin-dolor. Como si hubiera estado sufriendo sin darme cuenta y ese contacto hubiera hecho desaparecer todo el dolor.
Ese sentimiento despejó mi timidez. Me di la vuelta para mirarlo, y él apretó su brazo a mi alrededor.
_¿Estás bien?_ susurré yo, repitiendo su pregunta.
Me besó en la frente.
_Mejor que bien._
Estuvimos en silencio durante varios minutos.
Se encogió para acercar sus labios a mi oído y susurró, aún más silencioso:
_Starfire, ¿crees...?_ empezó, pero luego se calló.
_¿Sí?_
_¿Has tenido tiempo suficiente para organizarte? No quiero meterte prisa. Sé que todo esto es confuso... lo que paso con Jason..._
Me llevó un momento procesar lo que estaba diciendo, y se me escapó una risita tonta muy bajita. Mi cuerpo
me traicionó en el momento más inoportuno.
_¿Qué?_ exigió que le contestara.
_Pero si era yo la que te estaba dando tiempo para que te organizaras_ expliqué en un susurro. _No quería meterte prisa porque sabía que era confuso. Con Barbara. Ella necesita de ti_
Dio un respingo sorprendido.
_¿Pensabas...? Pero Barbara no eres tú. Yo no las he confundido nunca._
Ahora yo sonreía en la oscuridad.
_Y Jason no eres tú._
Su voz estaba tensa cuando respondió:
_Pero sigue siendo Jason. Y tú lo amabas_
¿Robin volvía a estar celoso? No debía regocijarme con emociones tan negativas, pero tenía que admitir que esto me animaba bastante.
_Jason salvo nuestras vidas, apesar de haberse equivocado. Tú eres mi presente._
Se quedó callado un momento. Cuando volvió a hablar, su voz estaba rota por la emoción:
_Y tu futuro, si tú quieres._
_Sí, por favor._ me quede pensativa, deseando poder decidir finalmente decirle o no. Asi que opte por algo infantil que me puediera ayudar. _Robin, hemos pasado por demasiado. Además, tengo una historia para ti._
_¿Eh?_
_Tú querías saber..._ Él se calma, cierra sus ojos y traga.
Comienzo con voz suave.
_¿Quisieras escuchar un cuento para domir?_
Se mueve sobre su lado para estar acostados uno frente a otro mientras mira fijamente a mis ojos.
_¿Un cuento para dormir?_
_Si. Uno ... muy real_
_¿De que trata?_
_Es sobre mi inserccion. El dia que implantaron el Glock en mi_
Apenas puedo respirar. ¿Quiero decirle esto? Cierro mis ojos y exhalo. Cuando los abro otra vez, están brillantes pero diferentes, llenos de recuerdos inquietantes.
_¿Quieres oir esto?_ pregunto.
_Solo si quieres contarmelo_
Flashback
Mi kanor'f se llamaba Galford.
Como era un Tamaraneano, por naturaleza era todo lo bueno que se puede ser: compasivo, paciente, honrado, virtuoso, y estaba lleno de amor. La ansiedad era una emoción desconocida para él.
La irritación le era aún más extraña. Sin embargo, Galford habia sido asignado para protegerme, y por ello le resultaba inevitable irritarse en ocasiones.
Los susurros de los guardianes del castillo zumbaban en la esquina más lejana de la sala de operaciones, así que apretó los labios hasta formar con ellos una fina línea. La expresión parecía fuera de lugar en una boca que sin duda era mucho más proclive a la sonrisa.
Darren. El asistente personal de Galford observó su mueca y le palmeó el hombro.
_Simplemente están mostrando curiosidad, Garfold_ comentó en voz baja.
_Una inserción no es un procedimiento interesante ni supone desafío alguno. Cualquier Tamaraneano de la calle podría llevarla a cabo en caso de emergencia._ Galford se sorprendió al darse cuenta de que había empleado un tono de voz crispado, lo que no era habitual en él. _Por mucho que miren, no van a aprender nada en el día de hoy._
_Nunca habían visto a la sengunda hija del rey Myan'd antes_ repuso Darren.
Galford alzó la ceja.
_¿Están ciegos cuando se miran los unos a los otros? ¿Es que no tienen espejos?_
_Ya sabes a lo que me refiero, a una belleza salvaje, a la ultima de la familia real._
Galford miró el cuerpo inconsciente de la chica que yacía boca abajo en la mesa de operaciones. La pena le inundó el corazón mientras recordaba el estado en el que se encontraba ese pobre cuerpo destrozado cuando los buscadores de Karras, se habian desquitado con ella. ¡Qué dolor tendría que haber sufrido!
Claro que ahora ya estaba bien, completamente curada.
Él ya se había ocupado de eso.
_Su aspecto es igual al nuestro_ le susurró Galford a Darren. _Y también será una de nosotros cuando se despierte_
_Les parece emocionante, eso es todo._
_La piedra que vamos a implantar hoy merece demasiado respeto como para tener a toda esa gente mirando embobada de ese modo el cuerpo de la princesa. Ya va a tener mucho a lo que enfrentarse durante la aclimatación. No es buena idea hacerla pasar por esto._
Con «esto» no se refería a su exposición a la curiosidad de los guardias. Galford sintió que el tono de su voz se había endurecido de nuevo. Darren volvió a palmearle
la espalda.
_Todo saldrá bien. El rey asi lo quizo, necesita proteger y..._
Al oír la palabra «Rey», Galford lanzó una mirada a Darren que sólo podía
describirse como hostil. Éste pestañeó sorprendido.
_Lo siento_ se disculpó Galford con rapidez. _No quería reaccionar de manera tan negativa. Es simplemente que temo por esta niña._
Dirigió los ojos al criotanque situado junto a la mesa. La luz era constante, de un rojo mate.
_La niña en cuestión ha sido especialmente escogida para este objetivo_ dijo Darren con voz tranquilizadora. _Se trata de un ser excepcional entre los de nuestra especie, más valiente que la mayoría. Su poder habla por sí misma. Creo que se habría ofrecido voluntaria si hubiera sido posible preguntarle._
_¿Quién de nosotros no se habría presentado voluntario si se le pidiera hacer algo por el bien de todos? Pero ¿es realmente ése el caso? ¿Así se sirve de verdad al bien común? La cuestión no es su buena disposición, sino si es correcto pedirle a un tamaraneano
que soporte eso._
Los guardias del castillos estaban discutiendo también sobre la princesa hibernada. Galford podía escuchar con claridad los murmullos; las voces subieron de volumen a causa del entusiasmo.
_La piedra esta fragmentada de seis planetas._
_Yo había oído que es indestructible._
_Escuché también que no ._
_¿Es eso posible?_
_Fue creada en el Origen_
_¿De verdad? ¿En el Origen?_
_¡Calma, por favor!_ exclamó Galford. _Si no son capaces de observar con profesionalidad y en silencio, tendré que pedirles que se marchen._
Avergonzados, los seis guardias se quedaron callados y se separaron unos de otros.
_Continuemos con esto, Darren._
Todo estaba ya preparado. Habían depositado las medícinas apropiadas al lado de la niña, cuya larga melena pelirroja se hallaba recogida bajo un gorro quirúrgico, lo que dejaba al descubierto un esbelto cuello. Profundamente sedada, respiraba lentamente. Su piel tostada por el sol apenas mostraba restos del... accidente.
_Por favor, Darren, comienza la secuencia de descongelación._
El asistente de pelo gris estaba ya delante del criotanque con la mano posada sobre los mandos. Retiró el seguro y giró la rueda del interruptor hacia abajo. La luz roja que había en la parte superior del pequeño cilindro gris comenzó a titilar, emitiendo
destellos con más rapidez conforme pasaban los segundos y cambiando de color.
Galford se concentró en el cuerpo inconsciente. Practicó una incisión con el escalpelo a través de la piel hasta la base del cráneo con movimientos controlados y precisos; después, pulverizó la zona con la medicación que frenaba el flujo excesivo de sangre antes de ampliar la herida. Hurgó con delicadeza bajo los músculos del cuello procurando no dañarlos y expuso a la vista los huesos pálidos de la parte superior de la columna vertebral.
_La niña está preparada, Galford_ informó Darren.
_Yo también. Tráe el Glock_
Galford percibió a su lado la presencia de Darren y supo sin necesidad de mirar que su asistente estaría preparado, con la mano extendida y esperando; llevaban trabajando juntos muchos años ya. Galford mantuvo la herida abierta.
_Traigamosla de vuelta a casa_ susurró.
La mano del ayudante apareció ante su vista con el resplandor plateado del Glock en pleno despertar en su palma ahuecada.
Galford jamás había contemplado una piedra expuesta sin sentirse conmovido por su belleza.
La niña relumbró bajo las luces intensas de la sala de operaciones con un fulgor más intenso que el brillante escalpelo que sostenía en la mano. Se retorcía y ondulaba como un lazo viviente, estirándose, feliz de verse libre del criotanque. Llevaba unas
mil adherencias finas, plumosas, que fluctuaban con suavidad, como si fueran pálidos cabellos plateados. Aunque todas las Tamaraneanas le resultaban encantadoras, a Galford ésta niña le pareció especialmente grácil.
No fue el único en experimentar esa reacción: percibió el suave suspiro de Darren y escuchó los murmullos de admiración de los guardias.
Con suma delicadeza, Darren colocó la pequeña y relumbrante piedra dentro de la abertura que Galford había practicado en el cuello de la niña. El Glock se deslizó con suavidad dentro del lugar que le había procurado y se entrelazó con aquella anatomía extraña. Galford admiró la habilidad con la que tomó posesión de su nuevo hogar. Algunas de sus adherencias se enroscaron con fuerza en el sitio correcto, alrededor de los
centros nerviosos, mientras que otras se estiraban y profundizaban hasta donde ya no podía verlas, por debajo y hacia el interior del cerebro, donde se encuentran los nervios ópticos y los canales auditivos. Era muy rápida, y sus movimientos muy seguros.
Pronto sólo quedó a la vista un trozo de su cuerpo reluciente.
_Buen trabajo_ le susurró, aunque sabía que ella no podía oírle. La niña era la única que tenía oídos y aún dormía profundamente.
Terminar el trabajo era ya cuestión de rutina. Limpió y cerró la herida aplicando el ungüento que sellaría la incisión y cubriría la herida; después esparció el polvo que facilitaba la cicatrización sobre la línea que había quedado en el cuello.
_Perfecto, como siempre_ comentó su asistente.
Galford suspiró.
_Lamento el trabajo hecho en el día de hoy_
_Sólo cumples tu deber de Kanorf._
_Pero ésta es la única ocasión en que la sanación se convierte en realidad en un daño._
Darren comenzó a limpiar el área de trabajo. No parecía tener una respuesta apropiada. Galford estaba cumpliendo con su vocación, y eso era suficiente para él.
Pero no para Galford, que era un protector hasta lo más profundo de su ser. Observó con ansiedad el cuerpo de la hembra Tamaranena, serena en su profundo sueño: sabía que esa paz se vería alterada en cuanto despertara. La niña inocente que había insertado en esa piedra tendría que soportar todo el horror del final cuando sea joven.
Mientras se inclinaba sobre la niña y le susurraba al oído, Galford deseó fervientemente que la niña pudiera escucharle.
_Buena suerte, mi pequeña bungorf, buena suerte. ¡Cuánto desearía que esto fuera innecesario!_
(....)
Antes de la inserccion ...
Recuerdo la lenta desaparición de los sedantes y percibi que recuperaba la lucidez. Estaba bien preparada, porque me habían contado con todo detalle lo que iba a ocurrir ahora.
El recuerdo llegó. Tal y como se me había avisado, no era algo para lo que fuera fácil estar preparada.
Me quemó con su color estridente y su sonido atronador. Sentí frío en la piel, mientras el dolor se me aferraba a los miembros, quemándome. Percibía un sabor metálico intenso en su boca. Además había también un nuevo sentido, el quinto, el que nunca había experimentado antes. Éste percibía las partículas del aire y las transformaba en extraños mensajes, a veces placenteros y en otros casos avisos para mi cerebro: el olor. Me distraían, confundiéndome, pero no a mi memoria. Porque los recuerdos no
tenían tiempo para estas novedades del olfato, dominados como estaban por el miedo.
El miedo me había encerrado en un círculo vicioso, incitando a los miembros torpes, patosos, hacia delante, pero a la vez dificultándome los movimientos. No podía hacer
nada más que huir, correr.
Me he equivocado.
Aquel recuerdo ajeno era tan fuerte, claro y atemorizadar que se deslizó a través de mi auto control y superó la distancia que supone saber que era simplemente un recuerdo. Me arrastró al infierno que había constituido el último minuto de vida mi madre, porque yo era una niña y huía. Habia salido debajo de la cama donde yacia mi madre muerta y yo habia estado escondida. Cuando Galford me habia encontrado sali disparada hacia la salida, con los buscadores de Karras detras de mi.
Estaba tan oscuro que no distinguía nada, ni siquiera el suelo. No me veía las manos, extendidas delante de mí. Corría a ciegas mientras intentaba escuchar el ruido de la persecución, que podía sentir a mis espaldas a pesar de lo alto que me sonaba el
pulso de los latidos del corazón en los oídos.
Hacía frío. No importaba ahora, pero dolía. Tenía mucho frío.
Por mi nariz entraba un olor desagradable, malo, hediondo. Esa repulsión me liberó del recuerdo durante un segundo, pero sólo fue durante un segundo, y enseguida el recuerdo me arrastró de nuevo y los ojos se me llenaron de lágrimas de terror.
Estoy perdida, estoy perdida. Se terminó.
Ahora mismo se encuentran detrás de mí, los oigo muy cerca. ¡Se escuchan muchos pasos! Estoy sola. Me he equivocado.
Los buscadores están gritando. El sonido de sus voces me revuelve el estómago hasta el punto de que me vaya marear.
_Todo va bien, todo va bien_ me miente uno en un intento por calmarme y lograr que aminore el paso. Su voz suena alterada por el esfuerzo que hace al respirar.
_¡Ten cuidado!_ grita otro, avisándome.
_¡No te hagas daño!_ suplica un tercero con voz profunda y preocupada por mí. ¡Preocupada por mí!
El calor recorrió mis venas y un odio violento casi me ahoga.
Nunca había sentido una emoción similar en todas mis vidas. De nuevo la repugnancia me sacó del recuerdo un segundo más. Un lamento agudo, estridente, me atravesó los oídos y retumbó en mi mente. El sonido chirrió a través de todas mis vías respiratorias y sentí un ligero dolor en la garganta.
«Un grito -me explicó mi cuerpo-. Eres tú la que grita».
Me quedé helada por la sorpresa y el sonido se quebró de repente.
_¡Por favor!_ chíllaban. _hay mucho peligro ahí delante!_
«¡El peligro está detrás!», respondí a gritos en mi mente, pero ¿a qué se refieren? Hay un débil rayo de luz que no se sabe de dónde viene brillando al final del pasillo. No es una pared plana ni una puerta cerrada, sino el final sin salida que temía y esperaba. Es un agujero negro.
El pozo de una ventanda. Abandonada, vacía y condenado como todo el castillo: un escondrijo en su momento y ahora una tumba.
Una oleada de alivio me recorre mientras me precipito hacia delante. Hay una salida. No hay manera de sobrevivir, pero sí, quizá, una manera de vencer.
_¡No, no, no!_. luché por apartarme de Karras y salte hacia el abismo de la muerte.
_! Por favor!_Ahora los gritos sonaban más desesperados.
Casi sentí deseos de reír cuando supe que había sido lo bastante rápida. Y no pudieron atrapar a una pequeña niña. Imaginé sus manos intentando sujetarme por la espalda y fallando por centímetros. Suelo ser tan
rápida como me hace falta. Ni siquiera me detuve cuando se acabó el suelo. El agujero se alzó para encontrarse conmigo a mitad de camino.
El vacío me engulló, las piernas cedieron, inutilizadas, y mis manos se aferraron al aire y lo arañaron en busca de algo sólido. El frío me golpeó como el azote de un tornado.
Escuché el golpe sordo antes de sentirlo... El viento cesó...
Y después el dolor me rodeó por todas partes hasta que el dolor fue todo.
¿Cuándo acabará el calvario? ¿Cuándo...? Habia perdido a mi madre, ami padre y a mi hermano.
Fin del Flashback.
La oscuridad devoró la agonía, y me sentí débil y agradecida porque el recuerdo había llegado al final más definitivo de todos los posibles. La negrura lo dominó todo y me liberó.
Respiré profundamente para tranquilizarme.
Pero entonces el color regresó, el recuerdo se reavivó y me envolvió de nuevo.
«¡No!». Me dejé llevar por el pánico, temiendo al frío, al dolor y al propio miedo, pero éste no era el mismo recuerdo. Era un recuerdo dentro del recuerdo, la evocación de uno agonizante, aunque, de algún modo, casi más fuerte que el primero.
La oscuridad se lo llevó todo menos esto: un recuerdo de mi infancia.
Aquel recuerdo me resultaba tan desconcertante como extraño. Había visto ese tipo de recuerdo en las pesadillas que me habían dado para prepararme para este mundo. Resultaba difícil distinguir unas de otras a juzgar por las escasas variaciones de color y forma, las únicas diferencias perceptibles entre un recuerdo y otro, ya que en conjunto todos se parecían mucho. Una variada colección de sentidos concentrados en un lugar, todos menos el tacto.
_Ahora, es ése el final de tu cuento para dormir._
_Ése es casi un cuento para dormir…_
Sonríe con nostalgia, pero creo que está aliviado.
_Creo que deberíamos dormir ahora. Duerme_ dice con severidad. _Lo necesitas._
Hago puchero.
_Tengo una pregunta._
_Ah, ¿sí? ¿Qué?_ Me mira con cautela.
_¿Por qué te has convertido de repente en todo... accesible, a falta de una palabra mejor?_
Frunce el ceño.
_¿Por qué estoy siendo tan accesible? No puedo decirte. Verte prácticamente muerta en la fría mesa, tal vez. El hecho de que voy a ser
padre. No sé. Dijiste que pensabas que aun habia algo conmigo y Barbara, solo trato de cuidarla como se lo prometi a su padre, y no quiero que Barbara se interponga entre nosotros. No puede. Ella es el pasado, y te he dicho esto tantas veces._
_Lo se_ lleve su mano a mi vientre. _Tu hijo_ le susurro.
_Nuestro hijo_ contrarresta.
_El primero de muchos._
_¿Muchos?_ Los ojos de Robin se amplían con alarma.
_Por lo menos dos._
_¿Dos?_ prueba la palabra. _¿Podemos sólo tener un niño a la vez?_
Sonrío. _Claro._
_¿Cuándo se lo vas a contar a Galford?_ pregunta Robin.
_Pronto_ murmuro.
Entonces me besó de la forma menos platónica posible en aquellas circunstancias. Las lluvias terminarían algún día y, cuando lo hicieran, Robin y yo estaríamos juntos, compañeros en el sentido más puro de la palabra. Era una promesa y una obligación que no había tenido en ninguna de mis vidas anteriores. Pensar en ello hacía que me sintiera alegre, llena de ansiedad, tímida y desesperadamente impaciente al mismo tiempo... Hacía que me sintiera humana...
Acaricio su rostro, los dedos moviéndose tentativamente hasta el mentón y luego a su garganta, y me pongo de nuevo con los botones de su camisa, tomándome mi tiempo, mientras él continua besándome. Poco a poco saco su camisa, mis dedos pasando por encima de sus clavículas, sintiendo su camino a través de su cálida y sedosa piel. Le empujo suavemente hacia atrás hasta que yace debajo de mí. Sentada, miro hacia abajo a él, consciente de que estoy retorciéndome contra su creciente erección. Hmm. Trazo mis dedos a través de sus labios hacia su mandíbula, luego por su cuello. Mi hermoso humano. Me inclino hacia abajo, y mis besos, siguen las puntas de mis dedos. Mis dientes rozan su mandíbula y besan su garganta. Cierra los ojos.
Después de que todo esto se aclarara, Robin y yo fuimos más inseparables que nunca.
~¤~
_Starfire, has estado trabajado en el parto durante más de quince horas.
Tus contracciones han disminuido a pesar del Pitocin. Tenemos que hacer una cesárea, el bebé peligra._ Cyborg suena firme.
_¡Ya era hora maldita sea!_ Le gruñe Dick. Cyborg lo ignora.
_Robin, tranquilo._ Aprieto su mano. Mi voz suena baja y débil y todo
da vueltas, las paredes, las máquinas, la gente vestida de verde… sólo quiero dormir. Pero tengo algo importante que hacer antes… oh cierto. _Quiero tenerlo por mi misma._
_Starfire, por favor. Cesárea._ Raven aprieta con suavidad mi hombro.
_Por favor Star_ ruega Robin.
_¿Entonces podré dormir?_
_Claro que si, por supuesto._ Es casi un sollozo, y Robin besa mi
frente.
_Quiero verla._
_Lo harás._
_De acuerdo_ susurro.
_Por fin_ murmura Cyborg. _Raven, avisale a Abeja que llame al hospital, que preparen la anestesia para una cesárea. Starfire, vamos a moverte, al área de cirugía._
_¿Mover?_ Hablamos Robin y yo.
_Sí. Ahora mismo._
Y de repente nos estamos moviendo, rápidamente, con las luces del techo
convirtiéndose en un solo borrón mientras soy llevada por el pasillo.
Tan rapido que no pude contar el tiempi corrio a su velocidad posible. Ya estabamos en el hospital.
_Señor Grayson, tendrá que ponerse la ropa adecuada._ una enfermera esta a mi lado.
_¿Qué?_
_Ahora señor Grayson._
Aprieta mi mano y me suelta.
_Dick._ Lo llamo, entrando en pánico.
Cruzamos unas puertas, y en nada de tiempo una enfermera pone una tela
en mi pecho. La puerta se abre y cierra, y hay tanta gente en el cuarto.
Hay tanto ruido… quiero irme a casa.
_¿Dick?_ Busco a mi esposo en el cuarto.
_Estará con usted en un momento, señora Grayson._
Un momento más tarde está a mi lado, con una bata azul, y tomo su
mano.
_Tengo miedo_ susurro.
_No, no. Estoy aquí. No tengas miedo. No tú_ Besa mi frente, y sé por el tono de su voz que algo va mal.
_¿Qué es?_
_¿Qué?_
_¿Qué va mal?_
_Nada va mal. Todo está bien. Star, sólo estás agotada._ Sus ojos están
llenos de miedo.
_Ha llegado el anestesista. Va a ajustar su epidural, y luego podremos proceder_
_Está teniendo otra contracción._
Todo se tensa como una barra de hierro en mi estómago. ¡X'hall! Trituro la mano de Robin para liberarme un poco. Esto es lo que me cansa, soportar el dolor. Estoy tan cansada. Siento el líquido desparramarse… y desparramarse. Me concentro en el rostro de Robin. En la arruga entre sus cejas. Está tenso. Está preocupado. ¿Por qué está preocupado?
_¿Puede sentir esto, Sra. Grayson?_ Llega la voz amortiguada de la doctora detrás de la cortina.
_¿Sentir qué?_
_No puede sentirlo._
_Bien, doctor, vamos._
_Lo estás haciendo bien Star._
Robin está pálido. Tiene sudor en la frente. Está asustado. No tengas
miedo, Robin, no lo tengas.
_Te amo_ susurro.
_Oh Star_ Solloza. _También te amo mucho._
Siento un tirón extraño en mi interior. Como nada que jamás he sentido. Robin mira sobre la cortina y palidece, pero mira fascinado.
_¿Qué está ocurriendo?_
_¡Succión! Bien…_
De repente, se oye un fuerte llanto agudo.
_Es una niña. Revisen su Apgar._
_Su Apgar es nueve._
_¿Puedo verla?_ jadeo.
Robin desaparece de la vista un momento y reaparece enseguida,
cargando a mi hija, vestida de azul. Tiene el rostro rosado, cubierto de
sangre y masa blanca. Mi bebé. Mi pequeña Bungorf.
Cuando miro a Robin, tiene lágrimas en los ojos.
_Es Mary_ susurra con la voz quebrada por la emoción.
_Nuestro hija_ susurro. _Es hermosa_.
_Lo es_ dice Robin y besa la frente de nuestra hermosa niñita bajo su
cabello negro. Mary Grayson es ajena a ello. Con los ojos cerrados, y el llanto olvidado, se quedó dormida. Es la visión más hermosa que jamás he visto. Tan hermosa que comienzo a llorar.
_Gracias Starfire_ susurra Robin, y también tiene lágrimas en los ojos.
¿Te has preguntado alguna vez porque las cosas cambian? Las manecillas del reloj dan un giro distinton, te envian a otro lugar, y de pronto te colocan en la posicion menos esperada. Hay momentos en la vida en los que una decision insignificante puede cambiar el transcurso de toda una vida. Cada una de las decisiones que tomes te haran ser la persona que eres, o podran cambiarte. Lo que quiero decir es; que amedida que pasan los años lo que en un principio habias elegido. Las experiencias nos ayudan a ser mas fuertes, y tal vez, menos sensibles. Es cierto que los rasgos profundo de una personalidad son dificiles de transformar, pero la mayoria de nuestros rasgos son alterables con el tiempo. Si pensamos que la vida son solo dos dias, pero lo que nadie sabe es que las cosas suceceden en cualquier momento, en cualquier instante o decima de segundo. Sucede algo; y ese algo consigue que todo un futuro sea de otra manera. De manera que podemos aplicar la frase: "el tiempo pasa y las cosas cambian".
Por esto, aprendi que ... las cosas no son las que cambian, cambiamos nosotros.
_¿Qué ocurre?_ Dick me toma la barbilla.
_Sólo recordaba el nacimiento de Mary._
La tuma sigue intacta, he acariciado cada borde de piedra y las flores se han marchitado, he puesto unas nuevas y frescas. No me importa que este lluviendo y que el agua caiga sobre mi pelo ya empapado a chorros, me gusta visitar a Jason cuando llueve. El amaba que mojarse en la lluvia y lo he puesto en practica desde hace un par de años desde su partida.
_La lluvia esta empezando a detenerse_ Robin mira el cielo aclararse.
_Solo quiero estar unos momentos mas_
_Podemos quedarnos el tiempo que tu quieras_
_Nunca pude ... agradecerle lo que hizo por mi_
_Estoy seguro de que lo sabe_ Robin siempre se mantenie cerca. _Vamos. Quiero armar el regalo de cumpleaños de Mary._ Toma mi mano.
Su emoción es palpable; Robin ha esperado esto por todo el día.
_¿Crees que le gustará? _ Su mirada preocupada se encuentra con la
mía.
_Lo amará. Por dos minutos. Robin, sólo tiene dos años._
Robin parece ansioso por el amanecer. Sospecho que quiere jugar con el regalo de Mary él mismo.
Mañana tendremos una fiesta familiar para Mary. Bruce y Tim Drake vendrán y Young Justice, incluyendo a la nueva prima de Mary, Arella, la hija de dos meses de Raven y Chico bestia. Espero con ansias ponerme al día con Raven y ver
como le va con la maternidad.
Levanato la vista mientras el sol se hunde en Ciudad Gotica. Es todo lo que Robin prometió que sería, y siento la misma alegría al verlo
ahora que la primera vez. Simplemente es deslumbrante: el atardecer en nuestra nueva casa.
Robin me tira en sus brazos.
_Es una vista increible._
_Lo es_ responde Robin, y cuando me doy vuelta, me está mirando. Me besa suavemente en los labios. _Es una vista hermosa_ murmura.
_Mi favorita._
_Es nuestro hogar._
Sonríe y vuelve a besarme. _Te amo, Starfire._
_También te amo Robin, siempre jovenes._
Fin.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top