Todo.
Connor.
—¡Te advertí que mi hermana era intocable! ¡Mierda, Tristan, por algo nuestro grupo se llama así! ¡¿No pudiste mantenerte alejado?!
—Si tal vez me dejaras explicártelo...
—No quiero escuchar nada de ustedes dos. Esta no te la voy a perdonar tan fácilmente, McDugents.
Estoy furioso. ¿Cómo pudo meterse con mi hermana? Desde el principio les dije a todos, les advertí que mi hermana era totalmente intocable. ¡Todo el puto mundo sabe eso! ¿Y Sophie? ¿Cómo se le ocurre no decirme nada? ¡Yo le cuento absolutamente todo!
Salgo a grandes zancadas de la cafetería escuchando los pasos de mi novia mis espaldas, no quiero hablar con nadie, solo quiero encerrarme en mi habitación y despotricar sobre Tristan. Afortunadamente Daisy respeta mi silencio y solo camina a mi lado.
Cuando llegamos a mi casa subimos directamente a la habitación y nos tumbamos sobre la cama. Daisy deposita suaves besos en mi mejilla mientras acaricia mi pelo. Esa técnica siempre la hace cuando me quiere convencer sobre algo.
—Connor...
—No tienes que decirme nada—la interrumpo bruscamente—. Tristan sabe las reglas, le dije a cada uno de mis amigos que mis hermanas eran intocables para ellos.
—Pero eso no es lo que te moleta, ¿verdad?
Suspiro. Mi señora lápiz me conoce tan bien.
—Me molesta que ninguno de los dos me haya dicho nada.
—Mi amor, nadie lo sabía.
—¡Pero soy su hermano mellizo! ¡Yo le cuento todo! Le hablé de ti la primera vez que te vi, en cada uno de mis planes para conquistarte, le pedí consejos, ¿y ella no me pudo decir que estaba teniendo un romance con uno de mis mejores amigos?
—Todos podemos actuar diferente, Connor. Ella no está en la obligación de contarte sobre eso. Tienes que dejar que ellos te expliquen toda la situación.
La observo fijamente, sus ojos me hipnotizan. Daisy Rogers es la mejor decisión que he tomado en toda mi vida, solo ella.
Unos fuertes golpes suenan en la puerta, sé que son ellos, trato de relajarme un poco, vuelvo a mirar a Daisy.
—No quiero hablar con ellos.
—Deja de ser un bebé, Connor y afronta los problemas.
Aush.
—No me gusta que me hables de esa manera—hago puchero y ella sonríe. Besa suavemente mis labios haciendo que los gritos y golpes de Tristan no se escuchen más.
—¡Abre la jodida puerta, Connor!—grita Tristan—. ¡Connor!
—¡Fuera de aquí, traidor!—grito de vuelta después de separarme de Daisy—. ¿Puedes abrir la puerta, señora lápiz?
Ella se levanta y se dirige a la puerta pero se detiene al oír la voz de Sophie.
—Escucha Connor, odio ésta situación, detesto que nos peleemos por estas cosas. Antes no pasaba eso. Por favor. Deja que te expliquemos todo. Connor, hoy es noche vieja, un día para dejar todo atrás e iniciar un nuevo año de la manera correcta. Escúchanos, por favor. Connor... me voy en pocos días y aún hay cosas de las que quiero platicarte... a ti y a toda la familia.
Escuchar a mi hermanita sollozar me parte el corazón en dos, Daisy me observa y yo asiento con la cabeza. Quita el seguro de la puerta dejando ver a mi hermana entre lágrimas y a Tristan detrás de ella abrazándola.
—Pasen, si se altera me avisan para darle una cucharada de su propia medicina.
—No me gustan las medicinas, señora lápiz.
—Ese es el punto, mi amor—dice ella antes de salir y dejarnos a los tres a solas.
Siento a Sophie sentarse a mi lado pero a Tristan no lo puedo sentir, levanto la mirada y frunzo el ceño al encontrármelo cerca del marco de la puerta.
—¿Tienes miedo que te pegué un puñetazo?—no pudo evitar preguntar
—En realidad, tenía miedo que me cortaras las pelotas, pero creo que ahora puedo abrocharme bien los pantalones y enfrentar todo.
—Ya veo.
—Escucha hermano, todo empezó hoy, ¿ok?
—Tristan, creo que debemos contarle todo
¿Cómo que todo? ¿Qué mierda significa eso?
—¿Todo?—inquiero entrecerrando mis ojos.
—Todo, hermanito.
—¿Y qué es todo?
—Todo empezó cuando tenía doce años...
Estoy seguro que esto no me va a gustar nada.
Y como soy la mejor les dejo este capítulo de LI :)
Disfrútenlos.
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