Amy Taylor.


Ella jodidamente tiene mi apellido.

Ella y yo nos acabamos de casar.

Ella es Amy Taylor.

Soy un hombre casado... Dios mío, que raro suena aquello, pero eso no significa que no me guste, me encanta, estoy lleno de felicidad.

Observo a Amy a mi lado y luego miro nuestras manos entrelazadas, ambas con anillos de oro. La canción escogida para nuestro primer baile como esposos empieza sonar de fondo por lo que llevó a mi esposa hasta el centro de la pista a los ojos de todos para empezar a bailar.

—Señor Taylor, es usted un buen bailarín.

—Obviamente, señora Taylor, usted ha podido ver todos mis pasos de baile, sabe que puedo bailar en cualquier lugar, me encanta mover mis caderas—muevo pícaramente mis cejas como cuando quiero darle un toque sexual a mis palabras.

—Eres un tonto.

—Cierto, un tonto con el que pasarás el resto de tus días y un tonto con el que tendrás todo un equipo de fútbol.

—No te gusta el fútbol, Bart—ella se ríe casi enternecida.

—Es cierto, pero quiero una gran cantidad de bebés, después veremos qué hacemos con ellos, tal vez los inscribamos en nuestro antiguo instituto. Puede que Montgomery aún este ahí y nuestros hijos serán los que por fin hagan que se jubile.

Amy carcajea, le da una mirada curiosa a nuestra vieja profesora, Julia Montgomery, quien sorpresivamente no me está dando una mirada de odio sino una de ternura y puedo ver un poco de admiración.

Como la boda había sido en Canadá quisimos invitar a todos, incluyendo a nuestro viejo director y a Julia, uno de los amores de mi vida. Ya, saben que estoy bromeando con eso, no se rían, la cosa es que esa señora hizo que gran parte de mi vida fuera interesante, me unió mucho más con mis amigos y aunque separó a Amy miles de veces de mi lado en el salón de clases, aún tiene parte de mi corazón. Amaba molestarla, todas sus arrugas en su rostro me causaban gracia. Es admirable que después de tantos años aún este dando clases, no es que Montgomery sea un fósil pero está cerca de serlo.

—Ella no podría con tu equipo de fútbol de intocables. Terminaría por darle un infarto.

—Amy, princesa, déjame soñar.

Continuamos con el baile hasta que nuestros padres nos interrumpen y nos separaran para tomar su turno con nosotros. Uno por uno, todo iba bien hasta que el abuelo Julio se para frente a mí y extiende sus brazos. ¿Él quería bailar conmigo? Escucho algunas risitas de los invitados supongo al ver tal situación.

—Abuelo Julio...

—Señor Julio para ti. Ahora, tómame las manos y vamos a... bailar.

La manera en que remarcó la última palabra me da un escalofrío, levanto la mirada y encuentro las de mis mejores amigos quienes están carcajeándose en su mesa junto a mi esposa. Muy lindo, seré el blanco de sus burlas de por vida.

El abuelo Julio me fulmina mucho más con la mirada por lo que finalmente tomo sus manos manteniendo una distancia prudencial. Esto es... raro. Estoy bailando en la recepción de mi boda con el abuelo de mi esposa.

—Sabes algo, hijo, aun te veo como un profanador de cerecitas bueno para nada.

Oh Dios, aquí vamos de nuevo con lo de la cereza.

»Pero no puedo culparte, mi cerecita es preciosa y cualquier imbécil quisiera tenerla para sí mismo. Lástima que tú fuiste el imbécil ganador.

—Vaya...

—Cállate y déjame terminar—Acato sus instrucciones mientras que aún seguimos bailando—. Más te vale que esta noche forres tu soldadito, mi cerecita aún es muy joven para que traiga fresas y manzanas a este mundo, ¿entendiste?

—Ehh, eso creo, señor Julio.

El rostro del abuelo pasa de serio a uno feliz.

—Puedes llamarme abuelo Julio.

Este señor está loco.

Se aleja de mí sin despedirse. Bart, el padrino de boda se acerca a mí, está tratando de aguantarse la risa. Elegimos a Bart como padrino porque simplemente él es genial, además que consideré divertido que el padrino de mi boda tuviera el mismo nombre que yo, es como si yo hubiese sido el padrino, genial, ¿verdad?

—¿Tu también quieres un baile como el abuelo Julio?

—No, Dios Santo. Podremos tener el mismo nombre pero sigo siendo el más genial de los Barts y si bailo contigo mi genialidad perderá valor. Vengo porque tu esposa te aclama, es hora de cortar el pastel.

Huyo de ahí para buscar a mi esposa, quiero darle un beso y olvidar lo que acaba de pasar. Me acerco a ella que está al lado de Daisy y sin pedir permiso o estar apenado por interrumpirlas tomo el rostro de Amy y la beso sin más.

Volvamos al asunto importante de este día, Amy es una Taylor, Amy es mi esposa.

¡Hola, hola!

Este capítulo me encantó xD Finalmente Bart es un hombre casado, señoritas. Aun recuerdo cuando le hizo la propuesta a Amy, quiero llorar.

Este capítulo está dedicado a UltimateUl, espero que te haya gustado <3

Cada vez falta menos para terminar...

Nos leemos mañana <3

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