Capítulo 7. La mansión escondida

En una remota habitación, decorada al estilo medieval, se encontraba una joven adulta esbelta con pelo negro al hombro, rizado y llevaba en su rostro unos espejuelos negros. Desde hacía varios años vivía en esa casa y le tenía mucho aprecio. Tenía un trabajo muy importante en dicho lugar, y apenas unas horas cuantas horas atrás, logró cumplir con la misión de mayor valor que la habían asignado hasta el momento. A pesar de su cansancio, estaba contenta por haber realizado un excelente trabajo.

Se acercó a una mesita de noche y colocó sobre ella una jarra de agua calienta. Tomó asiento y miró a la persona que estaba acostada en la cama. En esos instantes, un animal grande y peludo llegó hasta donde ella.

—Es momento de levantarla, ¿no crees? —dijo la mujer.

El animal se acercó al lecho y comenzó a llenarle de saliva la cara de Ayla Mai intentando que ésta despertara. Ésta pestañeó varias veces y sacudió con sus manos para que el animal se saliera de su rostro. Cuando abrió sus ojos pudo ver a un perro enorme blanco al lado de ella.

—¿A... kita? —preguntó desconcertada.

—Buenas tardes, Ayla. Te presento a Samú —dijo la fémina.

La joven se sobresaltó e intentó mirar a la mujer que se encontraba cerca de ella.

—Me llamo Naomi y soy la ayudante especial del dueño de este lugar. Mi tarea en el día de hoy es mostrarte el área y hacerte sentir en casa —continuó la fémina.

—¿Dónde... estoy? —preguntó la joven tartamudeando.

A pesar de que continuaba un tanto aturdida, la mujer que acababa de presentarse mostraba una sonrisa gigantesca y angelical que hizo sentirla que estaba a salvo. La mujer estaba dispuesta a contestar algunas preguntas que ésta le hiciera por tal de que se sintiera a gusto a pesar de la situación en la que se encontraba.

—Estás en un lugar secreto. Los chicos le llaman la mansión escondida.

—¿Mansión? ¿Escondida? —preguntó Ayla aún más desconcertada. Se encontraba un poco aturdida y no entendía nada de lo que Naomi decía. Miró a Samú por un segundo y pensó que era un perro muy obediente. Se había sentado frente a ellas y las observaba como si se estuviera entreteniendo con la conversación.

—Sí. El dueño te quiere ver pronto, él te explicará todo. ¿Cómo te sientes por ahora?

—Bien. Pero... ¿qué me pasó? Recuerdo estar encerrada en el baño y entraba mucho humo —recordó.

—Estuviste a punto de asfixiarte, pero llegué a tiempo para salvarte. Hiciste un llamado a nuestro perro guardián, Samú, y él me avisó. ¡Que no es el mejor perro del mundo! —dijo Naomi sonriendo mientras pasaba su mano por el pelaje del animal.

—¿Me... me salvaste? Así que la figura que se presentó ante mí antes de desmayarme fuiste tú.

—Correcto. Ahora, ¿estás lista para levantarte y conocer el lugar?

—Sí... pero tengo muchas dudas. ¿Cómo me salvaste? —continuó Ayla haciendo preguntas con rapidez—. ¿Cómo Samú supo que necesitaba ayuda? ¿Qué hago aquí? ¿De qué es este lugar? ¿Quién es...? —no pudo terminar cuando la fémina la interrumpió.

Naomi, a pesar de querer contestarle algunas preguntas, sabía muy bien que era mejor otro respondiera a ellas y la pudieran guiar de la mejor forma.

—Ayla, Ayla, tranquila. Sé que tienes muchas preguntas y se te contestarán al debido tiempo. Pero ahora, vamos, levántate. Aquí tengo tu silla para que me acompañes a dar una ronda por el lugar. Samú, vigila la habitación por favor.

La joven decidió seguir las instrucciones de Naomi por el momento y se trepó a su silla motorizada. No había tenido tiempo para ver bien la habitación en la que se encontraba. Estaba decorada al estilo medieval. Era notable que los asientos y la cama estaban hechos de tejido de lana. La cama en la que había estado acostada se hacía más cómoda por los almohadones y telas que la adornaban. El suelo estaba cubierto de baldosas cerámicas y las ventanas adornadas de cortinas que daba un toque decorativo a la habitación. El techo parecía realizado con vigas de madera vista y de él colgaban lámparas de hierro forjado y candelabros. Como decoración, había a los alrededores, baúles, taburetes y arcones, de madera natural y decorados con pintura. La habitación era hermosa.

Mientras observaba con detenimiento y asombro, Ayla siguió a la mujer por los diversos pasillos. Los pasillos eran largos y anchos, y las paredes parecían que se revestían interiormente con yeso grueso. Estaban decoradas con un color liso rojizo y si uno se fijaba bien, tenían dibujos. Como pasaron rápido por los pasillos, no pudo descifrar a primera instancia los dibujos. Continuaron por los pasillos y pasaron varias puertas a las que no entraron. Naomi comenzó a subir unas escaleras altas y Ayla se quedó atrás. Luego de subir varios escalones, se acordó de la joven.

—Perdóname, lo olvidé. Tomaremos otra ruta —dijo Naomi mientras descendía los escalones.

Tomaron otros pasillos y parecía como si se dirigieran hacia los jardines de afuera, pero no fue así. De lejos, Ayla vio unos diez jóvenes como ella divididos en pequeños grupos. Pudo ver que algunos estaban practicando artes marciales y otros parecían que tomaban clases sentados debajo de los árboles.

—¿Qué hacen todos estos jóvenes aquí? —preguntó.

—Digamos que dialogan o toman lecciones si te hace un poco más de sentido. Es posible que lo mismo hagas tú —respondió Naomi.

—Pero... yo ya voy a la universidad. Asisto a mis asignaturas de psicología allí.

—La universidad es sin duda un lugar maravilloso, pero por ahora, tomarás algunas lecciones en esta mansión antes de regresar. Esta mansión es más un hogar de aprendizaje que una academia o universidad. Aprenderás muchos datos necesarios que quizás jamás escuches en ningún otro lugar —contestó mientras realizaba una parada frente al ascensor.

La joven seguía confundida y no sabía qué contestar. Tomaron juntas el elevador y notó que el lugar en el que se encontraban tenía cuatro pisos. Se bajaron en el último. Naomi aguantó la puerta del elevador y le dio direcciones a la joven para que continuara por el pasillo y tocara la puerta del fondo. El encargado del lugar la estaría recibiendo.

—Nos vemos después, mucho éxito —se despidió con una sonrisa.

Naomi tomó el ascensor y dejó a la recién llegada sola, quien miró el pasillo y dudó en avanzar. Sin embargo, decidió seguir instrucciones. Llegó hasta la puerta y tocó con delicadeza. La puerta se abrió sola. Esperaba ver a alguien al otro lado de la puerta, pero solo se encontró con una habitación con aspecto de oficina. Era gigante.

Con mucho cuidado entró a la alcoba y la observó con detenimiento. Tenía un concepto medieval parecido a la habitación en la que había despertado. Particularmente resaltaba la iluminación que provenía de las lámparas de hierro forjado y los candelabros. Dentro del lugar se respiraba un olor exquisito que pareciera provenían de las velas que se encontraban más cerca del escritorio.

Notó que las paredes estaban decoradas de dibujos al igual que muchas de las otras paredes de los pasillos que acababa de recorrer. Trató de acercarse para observar de cerca los trazados cuando, de repente, escuchó la puerta abrirse detrás de ella. Giró su silla motorizada en dirección a la puerta, y mientras ésta se cerraba, pudo ver a la persona que había entrado. Su abuelo Mateo, con una sonrisa gigantesca, se encontraba frente a ella.

—¿A..bue..lo? —preguntó con cara de asombro.

—¡Querida nieta mía! Dame un abrazo bien fuerte —dijo éste mientras se acercaba hacia donde ella y la abrazaba.

—No, no, no. Basta de abrazos. Necesito explicaciones —expresó Ayla mientras cruzaba los brazos y se hacía la molesta.

—Lo sé, mi niña, lo sé. Vamos a ponernos cómodos —dijo mientras tomaba asiento en un sofá de color rojizo. Comenzó a sacar de su bolsillo unas mentas y se las echó a la boca.

—Abuelo, sabes que no puedes comer mucha azúcar.

—Ave maría, niña... ¿vas a regañar a un pobre viejito por consumir unas cuantas calorías? —respondió entre risas. Ahora bien, ¿qué quieres saber? —preguntó estirando sus piernas como si la conversación fuera para largo.

—Todo. ¿Qué hago aquí? ¿Qué haces aquí? ¿De qué tú y mamá hablaban el día de mi cumpleaños? ¿Cómo Naomi me rescató? ¿Qué...? —Ayla fue interrumpida por su abuelo.

—Estás en mi mansión, en mi hogar, y posiblemente a la que llames tu segunda casa —respondió el abuelo. Cuando vio que su nieta iba a volver a realizar otra pregunta, prefirió continuar—. Aquí vivo desde hace muchos años y me he dedicado a brindarle hogar a jóvenes con impedimentos, hispanohablantes y que, a su vez, cuentan con habilidades extraordinarias.

—¿Habilidades extraordinarias? —inquirió con curiosidad y recordó las historias maravillosas que su abuelo le había contado desde pequeña.

—¿No has notado cosas diferentes en ti, cosas que otros no pueden hacer? ¿Cosas que si la dialogaras con otros pensarían que son inventos tuyos?

Se quedó anonadada. Abuelo Mateo sabía.

—Yo... quizás —fue lo único que salió de la boca de la joven.

—¡Ajá! Cuéntame querida mía. ¿Qué has notado? —preguntó su abuelo con mucho entusiasmo.

—A veces tengo visiones de cosas que pudieran pasar más adelante.

—¿Y cuando tienes esas visiones, puedes cambiar el futuro?

—Sí —dijo Ayla en un tono bajo.

—Eres especial para nosotros, niña mía. Por eso estás aquí.

—Sigo perdida, abuelo. Hazme el mapa.

—Bien, sígueme —dijo el abuelo Mateo mientras se levantaba con cuidado del sofá y se acercaba a las paredes donde estaban los dibujos—. Estos dibujos representan parte de nuestra historia y puede que te ayuden a entenderla —continuó su abuelo.

La joven se acercó y comenzó a prestarle atención a los dibujos que iba señalando. Éstos mostraban a humanos en guerra uno con otros.

—Nuestro mundo, tal y como lo conocemos, está dividido. Dividido por grupos, clases, razas, etiquetas... por muchas cosas.

—Lamentablemente —acertó.

—Exacto —continuó el abuelo Mateo— Entre tantas divisiones, se encuentran los Optimums* y los Vitiums*.

—¿Los qué? —preguntó la joven mientras abría los ojos bien grandes. Era la primera vez que escucha esos nombres.

—Los Optimums son aquellos que tienen habilidades extraordinarias, fuera de lo común. Humanos que pueden ver el futuro, por ejemplo.

—¿Cómo yo? ¿Soy del grupo de los Optimums?

—No del todo. Los Optimums tienen la creencia que son humanos superiores a los demás. Un día bastante lejano, notaron que su grupo comenzó a "contaminarse" con humanos que tenían habilidades igual de extraordinarias, pero, que, a su vez, tenían una condición o síndrome que les limitaba en muchas áreas. A estos humanos "contaminados" le comenzaron a llamar Vitiums.

—Y este grupo al que ellos le llaman Vitiums, ¿qué significa?

—Defecto —dijo el abuelo con un suspiro.

—Así que soy una Vitium.

—No, querida mía. Así ellos nos conocen para hacernos sentir inútiles. No llevamos un nombre como tal, puesto que no nos creemos perfectos como se hacen llamar los Optimums, y tampoco somos un defecto —continuó el abuelo mientras trazaba con sus manos los otros dibujos en la pared—. Años atrás tuvimos que protegernos de los Optimums quienes pensaban que los Vitiums no podían existir. A modo de protección, forjé esta mansión, junto con un viejo amigo, para proteger a jóvenes como tú. Con el tiempo, he hecho de este lugar un espacio más que solo vivir. Se ha convertido en una casa para muchos y a su vez, un lugar de aprendizaje. Aquí tendrás la oportunidad de participar de algunas lecciones para mejorar tus habilidades. Ayudamos a que todos ustedes logren empoderarse, defiendan sus derechos y se protejan de las situaciones negativas e hirientes que se pueden encontrar a lo largo de sus vidas.

—Entiendo abuelo, pero no quiero estar aquí. Quiero estar en mi universidad, con mis compañeros, con Lisa... con mamá. Y hablando de mi madre, se debe estar preguntando qué pasó conmigo.

—Yo me encargaré de tu mamá, no te preocupes. Hablaré con ella y le dejaré saber. Sé que no le gustará la idea de que estés aquí pero no tienes opción, niña mía. Los Optimums ya saben de ti y trataron de eliminarte. Si Naomi no te hubiera rescatado, hubieras muerto.

—¿El fuego en el edificio fue creado por los Optimums? —preguntó Ayla con asombro.

Entendió entonces la conversación del abuelo Mateo y su mamá la noche de su cumpleaños. Estaba en peligro. Pero ahora estaba a salvo, según su abuelo.

—Sí. Debo invitar a Naomi a un banquete por haberte salvado —dijo el abuelo Mateo.

—¿Escuché banquete? —dijo una voz de repente.

Naomi acababa de aparecer en la habitación. Ayla se quedó anonadada. Apenas hacía unos segundos estaba ella sola con su abuelo, y de repente la mujer se había aparecido frente a ellos, así de la nada. ¿Era magia?

—¡Ah! Llegas en buen momento. ¿Puedes llevar a mi nieta a su habitación?

—Seguro que sí. Ayla, acompáñame.

—¿Abuelo? ¿Te volveré a ver? —preguntó antes de seguir a la mujer.

—Siempre que lo desees puesto que estaremos viviendo juntos ahora —respondió éste mientras recordaba que esta escena ya la había presenciado hacía dieciocho años atrás.

Acto seguido dijo adiós a su abuelo y siguió a Naomi. Tomaron el ascensor y bajaron hasta el segundo piso. Mientras caminaban por los pasillos, la mujer comenzó a explicar la división de la mansión.

—La mansión está dividida en cuatro pisos. El primer piso es el área común donde pueden ir a comer, estudiar o incluso divertirte un rato. En el segundo, es donde se encuentran las habitaciones. En cada cuarto hay espacio para dos jóvenes. Tú también compartirás con una chica más o menos de tu edad. Ya en el tercero, están las aulas donde se ofrecen las lecciones. Y en último lugar, pero no por eso el menos importante, se encuentra el cuarto piso, que como notaste, es donde se encuentra la habitación de tu abuelo y la de los demás mentores que servirán de guía para ti en este tiempo de estancia.

Ayla estaba tan envuelta en lo que explicaba Naomi que no se dio cuenta cuando ésta se detuvo de repente. Se percató que ambas se encontraban frente a una puerta.

—Bueno, bienvenida. Este es tu cuarto, el 209. La puerta se abre de forma automática para ti y tu compañera de cuarto. Contamos con un sistema especializado que registra solo sus rasgos faciales por habitación. Las demás personas no podrán entrar o salir a menos que ustedes anden con ellos —continuó explicando todo—. Compartirás habitación con Wendy quien debe estar llegando pronto. Dentro encontrarás tus pertenencias. Intenté traer casi todo de tu cuarto, así que debes sentirte como en casa. Nos vemos luego en el banquete —finalizó la fémina antes de desaparecer frente a Ayla. 

✴✴✴

Nota: Ya Ayla se encuentra en la mansión escondida, tal y como lleva por nombre este libro. ¿Qué cosas creen que sucederá en este lugar? ^^

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top