Capítulo 26. El chico con múltiples personalidades

Por unos instantes todos habían olvidado que era Navidad. A pesar de que esta época festiva era de las favoritas de muchos, tanto a la señora Mai como a los tres jóvenes, se habían concentrado en otros aspectos de mayor importancia. Ayla aún se encontraba un poco triste por la corta visita a su madre, pero al menos la confortaba el hecho de que ésta se encontraba con salud y que de vez en cuando Lisa la visitaba.

Durante el camino de regreso, la joven volvió a tener otra pequeña visión, y como era de esperarse, estaba muy preocupada. Era la misma visión espeluznante que tuvo cuando se reunió con el señor Cerritulus y esto la tenía pensativa y ansiosa. Mientras tnato, Noah intentaba subirle el ánimo a su compañera.

—Se nota que tu amiga tiene una personalidad bien jovial —comentó recordando la recién visita.

—Ella es así. Es una muy buena amiga y la quiero mucho —respondió la joven—. Me tranquiliza el saber que sigue visitando a mamá.

—Tu madre se ve una mujer fuerte; me pareció genial. Ahora bien, si todo sale como hemos planificado, podemos escaparnos de nuevo a visitar.

—No lo sé Noah, tengo un presentimiento de que algo no está bien —dijo Ayla pensativa.

—¿Cómo así? ¿Has tenido una visión? —preguntó asustado—. ¿Qué has visto?

—Fuego, mucho fuego —respondió con voz temblorosa.

Noah abrió los ojos asustado por la revelación de su compañera y decidió ajorar al taxista y así lograr llegar al destino lo más antes posible. Cuando arribaron al aeropuerto, se movilizaron con rapidez a donde se encontraba la entrada al túnel. Para su sorpresa el mismo estaba abierto.

—¿Recuerdas si Mariana cerró la entrada al túnel? —preguntó la joven con curiosidad.

—No lo sé... —respondió éste pensativo—. Creo que estábamos tan entusiasmados por salir que cabe la posibilidad se le haya olvidado cerrarlo.

Su respuesta no convenció del todo a Ayla, y mientras miraba a su alrededor, en esos momentos se les unió Leeroy y Mariana. Ésta última tenía las mejillas coloradas.

—¡Las playas de aquí son hermosas! ¡Y el calor, madre mía! —dijo con una sonrisa al verlos.

—¿Faltan los otros cuatro aún? Nos daba tiempo a quedarnos un rato más —refunfuñó Leeroy.

—Chicos, ¿habíamos dejado el túnel abierto? —volvió a preguntar Ayla.

—Vaya... no recuerdo haberlo cerrado —respondió pensativa Mariana—. ¿No hay nadie dentro verdad? —preguntó gritando hacia los adentros del túnel—. ¡HOOOOLA! ¿HAY ALGUIEN DENTRO? ¡HOOOOLA!

No hubo respuesta alguna.

—¿Ven? A lo mejor se me quedó abierto, pero no creo que nadie lo haya encontrado en el poco tiempo que estuvimos afuera —dijo sin preocupación.

Faltaban cinco minutos de la hora que habían acordado, cuando divisaron a los gemelos. Notaron que en la parte trasera de sus sillas habían colocado algunas bolsas de compras. Igual que los otros dos compañeros, venían con una alegría inmensa en sus rostros.

—¡Chicos! Lo hemos pasado de maravilla —dijo Vilma—. ¡De veras es genial!

Justo cuando ya estaban los seis reunidos, esperaron unos minutos más por Wendy y Jayden quienes continuaban atrasándose. El tiempo pasaba y éstos no llegaban, a lo que los demás comenzaron a desesperarse.

—Chicos, nos tenemos que ir —ajoró Mariana—. Y tengo que cerrar este túnel, de lo contrario pueden cruzar otros por él.

—¿Dónde estarán esos cabezas de chorlitos? —preguntó Vilu molesto.

Casi se cumplía media hora de atraso, cuando aparecieron. La escena ante ellos los tenía a todos embobados. Wendy venía adivinando los pasos e intentaba taparse del sol que le quemaba más de lo usual por la poca pigmentación que tenía en su piel, mientras Jayden parecía demasiado alegre y brincaba como un niño emocionado. ¿O niña? Se había soltado el pelo, llevaba una rosa colocada detrás de su oreja y se había puesto brillo en sus labios.

—Pero qué... —expresó Leeroy aturdido—. Jamás... en mi... vida...

—¿Qué le pasa? —preguntaron los gemelos al unísono.

Finalmente se acercaron lo suficiente para revelar el secreto. Jayden en esos momentos brincaba con suma alegría y hacía gestos exagerados con su rostro. Miraba a todos lados con curiosidad y le hablaba a su compañera exaltado. Cuando divisó a los demás jóvenes, se colocó sus manos a su boca y dejó escapar un grito. Al instante, corrió hacia ellos saltando.

—¿Qué le sucede? —preguntó Mariana aturdida.

Jayden se acercó al grupo y paró justo frente a Noah. Abrió sus ojos, cerró sus dos manos y se las llevó a su barbilla, tapándose un poco sus labios de la emoción. Sus ojos comenzaron a aguarse de felicidad al ver la cara del chico y las palabras que salieron de su boca dejó a todos estupefactos.

—¡GUAPOTE! —gritó al momento en que se abalanzaba sobre Noah para abrazarlo.

Noah abrió los ojos, agarró a Leeroy por el brazo y lo colocó frente a él a modo de protección. Jayden se echó hacia atrás e hizo un gesto con su cara como si estuviera herido.

—Declaro que todo chico lindo es mi novio y tú eres justo lo que necesito —dijo Jayden con una voz chillona al momento en que colocaba sus labios como si le fuera a tirar un beso.

Noah se escondió detrás del cuerpo gigantesco de Leeroy, mientras éste último intentaba zafarse de la situación.

—¡Te has vuelto demente, Noah! —le gritó Leeroy.

—¡No te escondas, guapote! —dijo Jayden quien tenía ojos solo para el joven.

—¡Jayden! ¿Qué te pasa? ¿Perdiste un tornillo? —le gritó éste detrás de Leeroy.

—¿Jayden? —preguntó extrañado—. Guapote, estás incorrecto. Es Jaydleen. Repite conmigo Ja-y-dleen —terminó haciendo énfasis en su nombre.

Los chicos abrieron los ojos anonadados. Aparte de Noah, Leeroy y Ayla, los demás habían comenzado a reírse y no se podían contener. Justo entonces, pudo Wendy alcanzarlos a todos. Ésta estaba muy sudada, quemada, y a punto de colapsar.

—Agua... por favor —suplicó.

Ayla le ofreció su botella de agua con rapidez y Vilma le pasó un gorro para taparse del sol. Todo esto mientras veían a Noah correr. Jayden lo perseguía y tiraba besos en el aire. Cuando Wendy logró componerse por unos minutos pudo entonces explicar la situación.

—Otra... personalidad... de Jayden —logró decirle a los demás—. Tal parece que la del general no es la única. Tiene otra, y se hace llamar Jaydleen.

—Madre mía... jamás había visto algo así —dijo Ayla—. ¿Qué podemos hacer?

—No lo sé —suspiró la compañera—. Ya intenté de todo, y no encuentro la forma de que regrese a ser él.

—¿Cómo salió esa personalidad al exterior? —inquirió su compañera con suma curiosidad.

—Eso... te lo contaré con detalle algún día. Por ahora, intentemos regresar, ya es tarde.

—¿Crees que podamos volver con Jayden así? —preguntó su amiga insegura al ver que Noah continuaba corriendo.

—¡AYÚDENME! —les gritaba éste a los gemelos con desesperación.

—¡No huyas de mí, guapote! —gritó de vuelta Jayden.

En esos instantes, Ayla se acercó a los gemelos quienes se disfrutaban la escena con mucho fervor y les pidió, de por favor, que hicieran algo.

—¿Crees que es mejor que le congelemos el trasero o que se lo quememos? —preguntó entre risas Vilu.

—Quémaselo —respondió Vilma sin poder contener la risa.

Los gemelos por alguna razón desde pequeños habían sido traviesos y, aunque en ocasiones se controlaban, buscaban siempre la forma de lograr salirse con la suya y utilizar sus habilidades para hacer maldades. Ahora, teniendo una oportunidad tan increíble en sus manos, no la iban a dejar pasar ni un segundo más. Vilu movilizó su silla y se dirigió hacia los dos chicos. Jayden había atrapado a un Noah exhausto y rendido. Apenas iba a darle otro abrazo, cuando Vilu se le fue por detrás y con su mano derecha creó un poco de llamas y se las pegó al trasero de Jayden. Como era de esperarse, éste comenzó a gritar.

—Pero ¿qué haces? —gritó molesto—. ¡Esas no son actitudes para tratar a una dama! —dijo mientras se sacudía las llamas.

Eso le dio tiempo a Noah tomar un pequeño descanso, que agradeció con mucho gusto. No obstante, no había funcionado la estrategia de Vilu. Jayden le sonrió a éste dejándole saber que eso no iba a pararlo de conseguir lo que quería. Se volvió hacia donde Noah, pero frente a él se encontró a Ayla, quien, con cara decidida, estiró su mano para tocarlo. Ella estaba segura de que, si con anterioridad había funcionado con el señor Cerritulus, quizás ahora podía resultar su otra habilidad. Pensó que, tocando a Jayden, podía jugar con sus emociones y lograr que regresara a ser él de nuevo. Para la sorpresa de todos, esta vez sí funcionó y vieron como Jayden volvía a ser él. Estaba aturdido.

—No me digan... —fue lo único que dijo éste al tiempo en que se amarraba el pelo y se sacaba el brillo de sus labios, pues Mariana los ajoró para entrar al túnel. Estaban demasiado tarde.

Los jóvenes avanzaron a toda prisa por el túnel que la joven cerró con rapidez cuando todos estuvieron dentro. Durante el camino seguían riéndose por lo que habían acabado de presenciar. Jayden estaba molesto por haber exteriorizado otra de sus personalidades y ahora no solo sus tres amigos lo sabían, sino que los otros cuatro conocían de su curiosa habilidad. Esta vez se tardaron mucho menos cruzando el túnel pues sabían que no podían detenerse en ningún momento.

Entre risas y gozos por las experiencias recién vividas, estaban conscientes de que pronto regresarían a la mansión para recibir un tremendo regaño. Sin embargo, no pensaron más en la amonestación cuando se acercaron al final del túnel y la salida estaba abierta.

—No puede ser... —comenzó diciendo Mariana con temor—. Yo... yo lo cerré.

Sus ojos y rostros reflejaban un rotundo y evidente terror. Comenzaron a salir con rapidez del túnel, pero lo que vieron al otro lado no era lo que ninguno de ellos se esperaba. Algunos dejaron escapar un pequeño grito, otros se quedaron mudos y los restantes se les aguaron los ojos. Frente a ellos, estaba una de las habitaciones de la mansión cogiendo fuego. 

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Nota: No sé ustedes, pero éste fue el capítulo que más me disfruté escribiendo. ¿Qué tal la otra personalidad de Jayden? 

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