Capítulo 25. Amor incondicional
Hacía mucho tiempo que Noah no sabía lo que se sentía ser abrazado y amado. Desde el accidente en donde perdió a ambos de sus papás, el joven había olvidado lo que era tener unos padres con quienes compartir, reír e incluso discutir de vez en cuando. Sus tíos lo habían aceptado para hacer un mal uso de la pensión y lo menos que se preocupaban era por el bienestar del chico. Aunque estaba agradecido por que al menos le brindaban de comer, un techo y lo llevaban a sus citas médicas, jamás conoció lo que era amor, o al menos cariño, de parte de ellos. Estaba seguro de que ni se habían preocupado por él desde que había desaparecido de la casa y llevado a la mansión.
Mientras observaba a madre e hija abrazarse, sintió un poco de envidia por ese amor incondicional que se tenían. Miraba a la señora Mai y solo pensaba en que quizás, si su madre estuviera viva, también hubiera reaccionado como ella. Era una lástima que no sabría jamás a ciencia cierta si su creencia era del todo la correcta.
Luego de un abrazo muy largo, y de compartir lágrimas de alegría, ambas lo invitaron a entrar a la casa y lo hicieron sentir como si fuera suya al instante. La mamá de Ayla les sirvió galletas con queso, jamón y jugo de frutas. Mientras picaban algo y tranquilizaban sus tripas, se sentaron los tres a dialogar en el comedor sobre los últimos acontecimientos. La señora Mai estaba muy atenta a todo lo que su hija contaba, mientras Noah solo tenía admiración por la relación tan estrecha que ambas tenían.
La joven contó sobre sus primeros días en la mansión luego del accidente donde creyó perdería la vida. También habló de las lecciones, mentores y de los amigos que había realizado. Aprovechó para preguntarle a su madre si siempre había sabido que poseía alguna habilidad extraordinaria.
—No —respondió la madre—. Me imaginé que podías tenerla, pero no estaba del todo segura. Cuando me contabas de tus sueños, llegué a pensar que quizás podías estar teniendo visiones. Sin embargo, intenté no pensar mucho en ello y dejarte crecer una vida lo más regular posible.
—¿Habrá tenido papá la misma habilidad? —preguntó la joven con curiosidad.
La señora Mai tragó con dificultad y respondió con un rotundo «no». Aprovechó para desviar el tema y preguntarle sobre los compañeros que había realizado y de sus planes. Ante esto, la joven habló sobre sus tres amigos más cercanos, sobre la posibilidad de ser una Geminus y de la ilusión de los chicos de salir de la mansión por un rato. Estaba lista para recibir el regaño de su madre una vez supiera que se habían escapado, pero fue todo lo contrario.
—Ayla, en definitiva, no me agrada que estén todos en una mansión escondida; lejos de la realidad en la que vivimos —dijo con cara de preocupación—. Si de veras buscan la unión, ésta no es la mejor opción. Reconozco que papá quiere la protección de todos ustedes, pero están haciendo lo que los Optimums quieren: excluirlos de la sociedad.
—Es que si no estamos en un lugar protegido es posible que nos asesinen —comentó Noah.
—Cierto mamá, tenemos miedo. El abuelo Mateo y los demás mentores nos recuerdan siempre del peligro al que nos enfrentamos —comentó la joven.
—Mi niña, tú bien sabes lo que te he dicho. Es esperado que tengamos miedo. Yo también lo tengo de perderte —expresó con mucha sinceridad—. Pero recuerda que los Optimums ven a las personas con diversidad funcional como un defecto. ¿Qué usualmente uno hace con las cosas que tienen algún defecto? O las cambiamos por aquellas que no tienen un defecto, las guardamos o las eliminamos. Es la misma visión de este grupo y lo que quieren hacer con ustedes. ¿Por qué no te había dicho que tenías habilidades extraordinarias? Porque quería que vivieras una vida tal y como una joven se enfrenta a diario a las situaciones regulares del día a día. Quería que te hicieras fuerte, que aprendieras a defenderte, que educaras a otros, que fueras tú, así tal y como eres. No quería que te encerraran y te alejaran del mundo real —dijo con ojos llorosos.
Las palabras que acababan de salir de los labios de la señora Mai, dejaron a ambos chicos con sus corazones hechos pedazos. En tan pocas palabras, había expresado su mayor sentir, su deseo de ver a su hija ser una joven adulta independiente y segura de sí misma. De verla brillar y comerse el mundo porque ella así lo valía y podía lograrlo. Ayla tenía un taco inexistente en su garganta, y solo pudo dejar salir de su boca una sola palabra.
—Mamá... —dijo antes de acercarse a abrazar de nuevo a su madre.
La visita, aunque corta, era justo lo que tanto madre e hija necesitaban. A pesar de que la joven deseaba quedarse más tiempo en su hogar, las dos horas estipuladas habían pasado con rapidez. Aun cuando su madre le imploró que se quedara con ella, Ayla le indicó que no podía dejar a sus amigos perdidos por la Isla. Si todo salía bien, podría visitarla más pronto de lo esperado.
Para sorpresa de ambos jóvenes, cuando éstos estaban a punto de abandonar la casa, el timbre de la entrada retumbó dentro de la misma. Éstos abrieron sus ojos asustados y se voltearon a donde la señora Mai, quien les pidió que se alejaran en lo que ella verificaba quien podría estar al otro lado de la puerta.
Cuando se acercó a la misma, a ésta se le formó una sonrisa en su rostro, y abrió con cuidado. Al otro lado se encontraba Lisa. Ésta abrazó a la señora Mai, y cuando la hizo pasar, su rostro se iluminó al instante.
—¡Ayla! —exclamó anonadada mientras se abalanzaba a abrazar a su amiga con ojos llorosos—. Estás viva.
Noah observó la escena y volvió a sentirse solo. Esta era una reunión familiar y se comenzaba a sentir fuera de lugar. Por largos años no había podido experimentar lo que era tener personas tan cercanas que velaran por él y que se alegraran tanto de verlo. Añoraba poder sentir lo mismo hacia él. Al menos, en los últimos meses, la mansión se había convertido en el hogar que por años no tuvo y sus compañeros, en la familia que siempre deseó tener. Sin embargo, aún faltaba un amor de madre y de quizás, un familiar más cercano como los que tenía su compañera.
Volvieron todos a sentarse de nuevo y le explicaron a Lisa la verdad. Ésta estaba anonadada y no sabía al principio si era una broma o la realidad. Ayla le hizo recordar una de las últimas visiones donde la había salvado de un posible accidente. Cuando notó que nadie reía y que todo lo que decían era cierto, no tuvo más remedio que reconocer que era verdad.
—¿De veras, de veritas, tienes poderes?
—Nosotros le llamamos habilidades extraordinarias —corrigió Ayla—. Y para contestar tu pregunta, sí.
—¡Genial! Es que no podía tener una amiga tan guay como tú —exclamó exaltada.
—¡Tú siempre! —río la joven—. Pero recuerda que esto debe quedar entre nosotros. ¿Vale?
—Vale. ¿Nos escupimos las manos y las apretamos para cerrar el pacto? —preguntó al tiempo en que levantaba una ceja.
—¡No, qué asco! —respondió entre risas Ayla.
Sin embargo, aún anonadada y maravillada por las más recientes noticias, Lisa parecía interesada en otro asunto de mayor importancia.
—Y él, ¿quién es? ¿Un amigo especial? —preguntó con curiosidad—. ¿Me has cambiado? —frunció el ceño—. ¿O es un novio?
—¡Lisa! No, no es mi novio. Te presento a Noah, un amigo en la mansión donde estamos viviendo.
—Un placer —dijo Lisa extendiéndole la mano y guiñándole un ojo al chico.
La visita de su amiga había sido muy inesperada, pero Ayla se sentía feliz pues en una misma mañana había podido ver a su madre y a su mejor amiga. Con besos y abrazos tuvieron que decir adiós.
Ya era momento de partir, sin embargo, ambos jóvenes desconocían que se dirigían hacia una encrucijada.
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Nota: Aquí conocemos un poco más sobre Noah... ¿qué piensan de su personaje? ¿Complejo? Y... ¿extrañaban a Lisa? ^^
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