Capítulo 24. Reencuentro
La creación de túneles bajo tierra ha sido uno de tantos descubrimientos explotados por los humanos. La construcción de éstos toma mucho tiempo, dedicación, y una serie de maquinarias y materiales costosos para llevarlos a cabo. La planificación, estructuración y unión de los trabajadores, son otras consideraciones de gran importancia que definen el éxito del mismo. Si los seres humanos conocieran de la asombrosa habilidad de Mariana, de seguro la utilizarían para crear túneles de mayor profundidad y longitud por todos lados; expandirían la civilización bajo tierra con rapidez.
Los jóvenes estaban asombrados por la magnífica creación de su compañera. Había logrado crear un amplio y largo túnel bajo tierra sin necesidad de algún material adicional. Así de sencillo, su habilidad le permitía controlar la tierra y lograr que ésta se mantuviera en el lugar que ella deseaba. Una y otra vez, les recordó a sus compañeros que no había peligro alguno mientras caminaban por el túnel; no quedarían atrapados de por vida. Anduvieron con cuidado, pero con paso firme todo el trayecto. Durante el camino, Ayla les estuvo explicando sobre los lugares a los que podían ir y cómo podían moverse. Mariana les había dicho que el túnel culminaba cerca de un aeropuerto, lo que hizo a Ayla pensar que con gran probabilidad se trataba del aeropuerto internacional de la Isla. Ya que Leeroy era el único que provenía de una familia adinerada y el que tenía en sus bolsillos bastante dinero, sería el encargado de llegar hasta el aeropuerto y hacer el cambio de moneda acompañado de Mariana. A regañadientes estuvo de acuerdo en compartir su dinero para que todos pudieran utilizarlo y llamar un taxi.
Cada uno de los jóvenes tenían agendas distintas. Mariana y Leeroy querían ir a la playa, los gemelos tenían pensado caminar y ver las tiendas, Wendy y Jayden solo deseaban coger un poco de aire exterior, caminar y quizás comer un helado, y Ayla iba a ir directo a ver a su madre junto con Noah, quien decidió era mejor acompañarla para que no fuera sola.
La joven les había recomendado a sus compañeros que fueran al Viejo San Juan donde podían hacer todo lo que deseaban. Esta área de la ciudad era un principal eje turístico de la isla, la cual se caracterizaba por las bellas calles de adoquines y edificios coloridos que se remontaban al siglo XVI y XVII. Tanto la hermosa vista, su abundancia de tiendas, lugares históricos, restaurantes, su arquitectura y su belleza antigua, era merecedora de ser visitada por todos cuando pisaban la Isla. De esta forma, los jóvenes tenían todo lo que buscaban en un mismo lugar y solo tendrían que conseguir tres taxis (dos de ellos que fueran accesibles para colocar las sillas motorizadas). Ya casi tenían lista la logística de su plan que muy bien les dio tiempo suficiente para coordinar todo mientras caminaban por el largo túnel.
—Este camino es eterno —comentó Vilu—. Al menos yo estoy en una silla, pero ustedes que andan con sus piernitas deben estar agotados —dijo mirando a los otros.
—Dímelo a mí que no veo nada —respondió Wendy—. Creo que tengo el hombro de Jayden como un bloque por estar aguantándome de él.
—Bastante —respondió éste—. Muévete un poco hacia la derecha que sino tropiezas con una piedra que hay en el mismo medio.
A pesar de que el joven tenía una personalidad difícil y discutía a menudo con su amiga, la realidad era que la ayudaba seguido a moverse y velaba por el bienestar de ella.
—El camino no es largo —dijo Mariana—. Lo que sucede es que nos hemos detenido demasiado cada vez que discutimos el plan. Se supone nos tomara alrededor de una hora y nos hemos tardado como tres.
—Aun así, es conveniente que nos tardemos —opinó Noah—. Todavía falta un poco en lo que sale el sol.
Y así era. Cuando llegaron al final del túnel y Mariana abrió la salida del mismo todavía estaba algo oscuro afuera. Ayla miró su reloj y vio que apenas eran las cinco de la mañana. Usualmente para la fecha de diciembre, no comenzaba a salir el sol hasta las seis y media de la mañana. Sin embargo, podían adelantar algunas cosas pues no tenían mucho tiempo. Pensó que era mejor salir pronto y dirigirse al aeropuerto para adelantar el cambio de moneda y conseguir los taxis para que así cuando saliera el sol estuvieran en las áreas designadas.
—Bien, opino que debemos salir ahora ya que estamos bastante cerca del aeropuerto —comenzó a decir la joven—. Leeroy y Mariana ya saben qué hacer. Nosotros podemos ir separando los taxis.
—Perfecto, vamos —afirmó la compañera.
Justo cerca de la salida que abrió Mariana, había una rampa, que Leeroy cargó y acomodó como sino pesara nada y la colocó de tal forma que pudieran salir con comodidad.
—Tengo curiosidad, ¿cómo consiguieron estas rampas? —preguntó Noah.
—Del almacén de la mansión —respondió Jayden.
—Espera, ¿cómo sabes? —preguntó con curiosidad Mariana.
—Tengo cámaras ocultas instaladas en todas partes. Vi a Leeroy entrando al cuarto y llevarse una de ellas —replicó Jayden.
—¿También espías nuestros cuartos? —preguntó Vilma asustada.
—Lo siento, no tengo interés en ver qué haces en tu cuarto, niña.
Los demás ignoraron al joven pues sabían que se enojaría si continuaban haciendo preguntas y comenzaron a salir por el túnel con mucho cuidado. Una vez todos estuvieran afuera, se emocionaron al saber que estaban lejos de la mansión. Se dirigieron con velocidad hacia el aeropuerto que les tomó alrededor de unos veinte minutos en llegar. Leeroy y Mariana se hicieron cargo de realizar el cambio de moneda tal y como estaba planificado, compraron botellas de agua para todos y se dividieron el dinero. Los otros ya habían coordinado el medio de transporte y estaban listos y emocionados para sus nuevas aventuras.
—Recuerden, a las diez de la mañana en la entrada del túnel —les dijo Ayla—. Eso significa que ya para las nueve tienen que estar tomando un taxi para regresar aquí.
—Entendido —contestaron los demás al unísono.
La joven y Noah se despidieron de los demás y tomaron su propio taxi que los llevaría a la casa de la señora Mai. Ayla estaba emocionada y a la vez nerviosa por ver de nuevo a su madre. Miraba con desesperación su reloj y le daba tristeza que solo pudiera estar con su ella por alrededor de dos horas. Durante el camino, estuvo muy callada, mientras Noah observaba por las ventanas del automóvil maravillado por encontrarse en un nuevo lugar. Cuando llegaron a su destino, ya eran casi las siete de la mañana.
Mientras los jóvenes se bajaban del taxi, la señora Mai aún no se había dado cuenta de los recién llegados. Desde que su hija ya no vivía con ella, podía levantarse un poco más tarde para realizar sus quehaceres. Aún no se acostumbraba a tener la casa tan vacía, tan callada, tan solitaria... su hija era necesaria en su hogar para brindarle alegría y color. Si bien estaba consciente de que, en algún momento, la joven sería totalmente independiente y se iría de la casa, jamás pensó que llegaría tan rápido, de forma repentina y sin tener un tiempo prudente para lograr despedirse de ella.
Desde el día en que había ocurrido el accidente, ésta sentía que ya no estaba tan alegre como antes. Sentía incomodidad por su padre quien había decidido tomar las riendas y llevarse a su hija lejos de ella. Aunque sabía que ésta corría peligro, le preocupaba no saber de su bienestar y le molestaba el que su padre la estuviera excluyendo de la sociedad. Todo lo que ella había logrado, podía echarse hacia atrás.
Se había encargado de cuidar a su hija y darle el máximo desde que recibió la noticia de embarazo. La noticia fue inesperada pues no tenía planes de quedar embarazada y tener como pareja a un hombre tan complicado y misterioso. Cuando conoció que daría a luz, lloró por la vida que pudiera esperarle a su retoño. Había una alta posibilidad de que éste adquiriera alguna habilidad extraordinaria pues corría en la sangre de ambas familias.
Cuando nació Ayla y supo que su pareja las había abandonado, pensó que había sido la mejor decisión tomada. Lloró al principio por la separación ya que estaría ella sola a cargo de la niña, sin embargo, se dio cuenta de que había sido la mejor decisión. Si su niña desarrollaba alguna habilidad extraordinaria, la podía tener alejada de ese mundo de sufrimiento. No obstante, todo fue en vano. Su única hija estaba siendo amenazada por el mismo grupo que una vez la capturaron de rehén y torturaron. Temía que lo mismo le ocurriera a su niña.
La señora Mai se levantó de su cama con los mismos pensamientos de todos los días. ¿Qué será Ayla? ¿Estará comiendo bien? ¿Seguirá siendo la chica fuerte? ¿Habrá hecho nuevos amigos? ¿Estará a salvo? ¿La extrañará? Preguntas y más preguntas rondaban en su cabeza y no obtenía respuestas. Caminó por su habitación y bajó a la cocina a colar un poco de café. Mientras encendía la cafetera, se fijó en el calendario que había colocado en la puerta de la nevera y vio la fecha de hoy. La tristeza invadió de forma automática su rostro. Pasaría Navidad sola y sin saber del paradero de su hija.
Mientras los pensamientos continuaban invadiendo la mente de la señora Mai, un leve timbre comenzó a sonar. Se extrañó escuchar ese peculiar sonido tan temprano en la mañana. Pensó que quizás pudiera ser Lisa quien de vez en cuando la visitaba y conversaba con ella sobre el paradero de su amiga.
Se acercó hacia la puerta e intentó mirar por la rendija. Lo que vio al otro lado de la puerta era el mejor regalo que podía recibir en ese día. Abrió con rapidez la puerta y se abalanzó con ojos llorosos a abrazar a su hija.
—Feliz Navidad mamá —logró decir Ayla también con ojos llorosos.
Noah se quedó mirando por unos largos minutos a madre e hija abrazarse, y pensó que hacía tiempo no veía una escena tan pura como la que estaba presenciando en esos instantes.
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Nota: ¿Qué creen de éste capítulo? ¿Deseaban una reunión entre mamá e hija?
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